Moving forward
"Tu alma gemela no es alguien que entra en tu vida en paz, es alguien que viene a poner en duda las cosas, que cambia tu realidad, alguien que marca un antes y un después en tu vida. No es el ser humano que todo el mundo ha idealizado, si no una persona común y corriente, que se las arregla para revolucionar tu mundo en un segundo."
Mario Benedetti
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Estoy tumbado boca abajo y siento mucho frío. Tengo la ropa mojada y mi cuerpo tiembla descontrolado. Abro lentamente los ojos e intento enfocar la vista, pero todo está oscuro y no veo nada. Oigo monos aullar en la lejanía y me sobresalto. Pero qué coño...
Esto tiene que ser una jodida broma ¿Qué cojones hago aquí otra vez? Me incorporo lentamente y miro a mi alrededor. Algo de luz se filtra entre las copas de los árboles unos metros más allá de donde estoy. Avanzo lentamente hacia allí, intentando no tropezar con nada. Ya he estado aquí antes...justo aquí. Reconozco el riachuelo que tengo justo delante. Una silueta se materializa en la orilla opuesta y se gira hacia mí. No es posible...
¿Chloe?
Sonríe y asiente con la cabeza como si pudiese leer mis pensamientos. Estira un brazo hacia mí, invitándome a que me acerque a ella. Oigo como me llama aunque no mueve los labios...Avanzo unos pasos y me adentro en el agua, pero no puedo moverme, algo me lo impide. Empujo con todas mis fuerzas intentando que mis piernas reaccionen, pero soy incapaz de avanzar. Miro a Chloe desesperado, necesito llegar hasta ella. Me mira y vuelve a asentir con la cabeza sonriendo.
"Así es como debe ser"... vuelvo a oir su voz en mi cabeza.
"Tienes que dejarme marchar...Estoy bien y tú también vas a estarlo. Ella es tu presente y tu futuro. Ve con ella, déjame marchar..."
"Te quiero Matt..." me dice mientras empieza a alejarse de mí.
"¡Espera! ¡No te marches todavía!" Tengo que decirle muchísimas cosas...
Me despierto sobresaltado y con la respiración agitada. Otra vez ese puto sueño...
La luz comienza a filtrarse por la ventana del salón. Miro el reloj que está encima de la chimenea y veo que son las ocho de la mañana. Me giro lentamente en el sofá para coger la manta que apenas nos cubre y tiro de ella hacia arriba. El fuego casi se ha apagado y vuelve a hacer frío en la habitación. Debería levantarme y avivarlo con algo más de leña, pero no quiero moverme de donde estoy. Anna se remueve inquieta y pega su cuerpo más al mío enroscando sus piernas con las mías. Un suspiro se escapa de su boca mientras me estrecha entre sus brazos. Estoy en el puto paraíso.
Es la segunda vez que sueño con Chloe desde que conozco a Anna. Cuando falleció, tenía pesadillas relacionadas con su muerte constantemente, pero fueron desapareciendo poco a poco, igual que el sentimiento de culpa que fue diluyéndose lentamente. Sigo sintiéndome en parte responsable de todo lo que ocurrió, pero ya no me culpo. Durante muchos años culpé a mi padre, pero lo cierto es que él tampoco fue el causante de la muerte de Chloe. Recuerdo la promesa que le hice en la cena de Nochevieja y me doy cuenta de que ya he pospuesto la conversación que tenemos pendiente durante demasiado tiempo. Tengo que llamarle y tenemos que hablar de todo ésto. Brian tiene razón aunque me joda reconocerlo, tenemos que solucionarlo antes de que sea demasiado tarde.
Una serie de pitidos me despiertan de mi ensoñación y tardo unos segundos en darme cuenta que es mi teléfono. Me levanto despacio para no despertar a Anna. ¿Dónde coño está ese puto trasto? Recuerdo que estaba en el bolsillo de mi chaqueta, que está tirada en el suelo. Justo cuando consigo dar con él, deja de sonar. Mierda...Lo cojo y miro el número, no lo reconozco. Vuelve a sonar y contesto inmediatamente.
- ¿Sí?
- Matt. Soy Peter.
Tardo un par de segundos en reaccionar.
- ¿Desde dónde me llamas? - le pregunto.
- Tengo este número para emergencias - parece nervioso y preocupado.
- ¿Estás bien?
- Sí, todo bien. Escucha... tenemos que vernos. ¿Estás por aquí? - me pregunta.
- Estoy en Chicago.
- Es importante que nos veamos y tiene que ser cuanto antes. Si puede ser hoy, mejor. Puedo ir yo para allá, aunque sinceramente preferiría que vinieses tú a Washington.
Me giro para mirar a Anna que duerme plácidamente y maldigo tener que irme y dejarla sola, pero si Peter dice que es importante, es que lo es.
- No te preocupes. Voy a buscar un vuelo para hoy y en cuanto tenga la reserva hecha te mando toda la información - le digo.
- No, mejor no me mandes nada. Llámame a este número y me dices a qué hora llegas. Yo iré a buscarte al aeropuerto.
Cada vez suena más nervioso y eso no me gusta nada.
- Joder Peter...¿Estás bien?
Se hace un silencio que parece eterno al otro lado del teléfono.
- ¿Te acuerdas de la cerveza que nos tomamos la última vez que nos vimos? - me pregunta.
Todo mi cuerpo se tensa.
- Sí.
- Pues que mi mujer nos corte los huevos a los dos por estar hurgando donde no debemos, es el menor de nuestros problemas.
Joder...
- Matt, llámame en cuanto sepas algo del vuelo. Nos vemos luego.
- De acuerdo. Nos vemos en unas horas.
Cuelgo e inmediatamente comienzo a buscar un vuelo. El primer vuelo disponible despega dentro de cuatro horas, lo que me da tiempo suficiente para hablar con Anna y explicarle en la medida de lo posible, la situación. Reservo el vuelo de ida y el de vuelta, que despega de D.C. a las once de la noche y aterriza en Chicago a la una de la madrugada. No estaré de vuelta en casa hasta las dos, pero no tengo más opciones. Llamo a Peter y le doy toda la información acerca de mi vuelo.
Me acerco a Anna y le acaricio suavemente la cara para despertarla.
- Despierta pequeña... - sigo acariciando sus mejillas lentamente.
- Anna...
Murmura algo ininteligible y esconde la cara en uno de los cojines del sofá.
- Preciosa...despierta...
- No quiero - me contesta medio enfurruñada - estaba teniendo un sueño maravilloso - se lamenta.
- ¿Sí?
- Ajá... - me contesta mientras se gira para mirarme.
- Buenos días pequeña...
- Buenos días - me contesta sonriendo.
Joder...es un sueño. Ella es un puto sueño.
- ¿Y qué soñabas? - le pregunto.
- Islas griegas...Santorini...sol...mar...tú y yo... - me contesta mientras un ligero rubor cubre sus mejillas.
- Me gusta - sonrío y la beso.
Empieza como algo suave pero se va convirtiendo en algo más intenso. Carraspeo apartándome de ella. Si no paro ahora, no tendré fuerza de voluntad para hacerlo luego. Es como una jodida droga. Cuanto más tengo, más quiero. Parece que nunca voy a tener suficiente.
- Anna...ha ocurrido algo inesperado y tengo que solucionar unos asuntos en Washington. Sólo estaré fuera un día. Mi vuelo despega en unas horas y estaré de vuelta de madrugada.
- Vaya... - me contesta y puedo ver tristeza en su mirada.
- Sólo serán unas horas pequeña. Estaré de vuelta antes de que te des cuenta, te lo prometo.
- Claro, no te preocupes.
- Yo tampoco quiero marcharme. Si no fuese algo importante, no iría. No quiero separarme de ti.
Vuelve a sonreír y yo respiro más tranquilo.
- Estaré bien, no te preocupes. Aprovecharé para dar un paseo por la ciudad - dice, de repente emocionada - adoro Chicago.
- Lo sé... - sonrió - Sí quieres puedes llevarte mi coche.
- ¿Estás loco? - me pregunta mientras se incorpora ligeramente - ese trasto es enorme. No sabría como manejarlo. Es como un puñetero autobús - me dice riéndose- ¿Es un Chevrolet Suburban, no?
La miro sorprendido mientras asiento con la cabeza y sonrío.
- No te hagas ilusiones... pequeño... No entiendo nada de coches, si es lo que estás pensando. Pero es el modelo que sale en todas y cada una de las películas Yankees que he visto. Servicio secreto, FBI, CIA... - dice haciendo un mohín con los labios.
Simplemente maravillosa.
- Aún así voy a dejarte las llaves del coche junto con las de casa por si acaso cambias de opinión - le digo.
- ¿Y cómo piensas ir al aeropuerto? - me pregunta.
- Pues si te soy sincero, mi idea era ir hasta allí en coche contigo y que tú condujeses de vuelta. Así pasaríamos más tiempo juntos...
Abre mucho los ojos y me mira con cara de pánico.
- ¿En serio? - y ya no puedo aguantar más tiempo la risa.
- No pequeña, tenía pensado ir en taxi. Es más sencillo.
- ¿Seguro?
- Seguro.
Me levanto del sofá sin ganas. Me pongo el pantalón del pijama y la camiseta y le vuelvo a dar a Anna mi camisa...mejor evitar tentaciones. Preparo el desayuno para los dos y lo compartimos en medio de un agradable silencio. Me gusta verla aquí, en mi casa, sentada en mi cocina. Con mi camiseta puesta y una manta enrollada alrededor de su cuerpo. Como si llevasemos toda la vida compartiendo este momento del día, como si fuésemos ya un pareja con rutinas establecidas.
Una hora después estoy listo para marcharme y el taxi está esperando en la puerta.
- Me voy pequeña...
- Voy a echarte de menos...- me dice.
- Yo también pero en unas horas estaré de vuelta y te lo recompensaré.
- ¿Prometido?
- Prometido preciosa - me acerco a ella y la beso y aunque me cuesta muchísimo esfuerzo separarme de ella, consigo hacerlo.
Tardo más de lo esperado en llegar al aeropuerto por culpa del tráfico. Me acerco al mostrador de facturación y me entregan la tarjeta de embarque. Paso los controles sin problemas y me siento a esperar cerca de la puerta asignada a mi vuelo.
Desde que hablé con Peter he estado inquieto. Sé que esta reunión improvisada tiene que ver con lo que le pedí que investigase cuando nos vimos y su insistencia para que quedásemos lo antes posible no presagia nada bueno.
El vuelo de dos horas se me ha hecho jodidamente eterno y cuando por fin consigo salir del avión, respiro de alivio. No he parado de darle vueltas a todo este asunto y eso no ha hecho otra cosa que ponerme aún más nervioso. Sin equipaje que recoger, estoy fuera enseguida y diviso a Peter esperándome cerca de una de las puertas de salida. Levanto la mano para que me vea y se acerca hasta donde yo estoy.
- Peter... ¿Todo bien?
- Todo bien. Salgamos de aquí, tenemos que hablar de muchísimas cosas.
Andamos deprisa hacia el parking del aeropuerto y ya una vez montados en su coche, veo como Peter se relaja.
- Joder Matt... No sé qué cojones está pasando pero tenemos que hablar seriamente de toda esta mierda. No sé en qué cojones nos hemos metido, pero ésto no huele nada bien.
- ¿De qué hablas?
- Tenías razón al sospechar que algo no te cuadraba en todo el asunto del topo infiltrado en la organización de Torres...
Joder... por primera vez en mi vida me habría gustado estar equivocado.
- Tendrás que ser un poco más específico, Peter.
- Hay una pequeña cafetería a las afueras de D.C. Pararemos allí para tomar un café y para ponernos al día. Casi hemos llegado, Matt.
Son los putos veinte minutos más largos de la historia.
Aparcamos en la puerta del local y una vez dentro nos dirigimos hacia un pequeño reservado que está al fondo de la cafetería. Una camarera se acerca enseguida y le pedimos dos cafés. Sólo hay dos clientes más y están sentados en la barra, bastante lejos de donde nos encontramos nosotros.
- Escucha Matt... Cuando empecé a investigar ésto, estaba prácticamente seguro de que sería el típico caso de agente infiltrado corrupto. Ella se infiltra, se enamora y nos traiciona. Así que empecé buscando en los expedientes de agentes encubiertos activos en la actualidad. Tardé bastante y tuve que pedir bastantes favores para poder hacerlo. Esos expedientes además de estar sellados, llevan un chivato que alerta a los jefazos si alguien intenta acceder a alguno de ellos. Como tenía claro que no podía acudir a nadie de la Agencia, acudí a uno de mis antiguos contactos.
- Joder Peter... Te pedí que no lo hicieras...
- No Matt. Me pediste que tuviera cuidado y eso he hecho - me dice guiñándome un ojo.
- Mierda... espero que hayas limpiado bien tus huellas porque no pienso darle ningún tipo de explicación a tu mujer si te pasa algo. Me da más miedo ella que la puta CIA...
Peter sonríe y me mira asintiendo con la cabeza.
- A mí también amigo... a mí también.
- El caso es que tenía que acceder a esa información sin levantar sospechas y poder ver esos dichosos expedientes sin tener que estar mirando por encima de mi hombro cada dos segundos temiendo que entrase la caballería a por mí... Un antiguo socio entró en el sistema con mi ayuda y construyó algo parecido a una ventana virtual para que yo pudiese ver toda la información sin ser descubierto.
Al ver mi cara de sorpresa, se ríe y suspira.
- A ver cómo te lo explico para que sea más fácil. Imagina que el expediente de cada agente es una pequeña habitación cerrada y sellada en un enorme edificio de muchas plantas. La única forma de acceder a esa habitación es pulsando un panel codificado que está en la puerta. Cada puerta de cada habitación tiene una cámara que se activa cuando alguien pulsa el código de acceso o cuando alguien intenta forzar la puerta. De esa manera siempre queda registrado cada intento de acceso, ya sea legal o ilegal. La cámara graba la cara del intruso y envía esa información al departamento correspondiente. Eso es lo que llamamos huella digital. Cada vez que alguien hace cualquier tipo de transacción en la net, esa información se registra y cualquiera que sepa hacerlo puede acceder a ella. Si yo hubiese intentando leer esos expedientes, tarde o temprano alguien me hubiese descubierto. Lo que mi ex socio hizo, fue abrir un pequeño agujero en una de las paredes de esa habitación, la más alejada de la cámara, para que yo pudiese ver tranquilamente lo que había dentro.
Al ver que se acerca la camarera con nuestros cafés, le hago una señal a Peter para que deje de hablar. Una vez que se marcha y se ha alejado lo suficiente, asiento con la cabeza animándole a que siga contándome lo que ha descubierto.
- Las alarmas únicamente saltan si accedes a esos expedientes de manera convencional y yo fui un poco más original...
- Te has arriesgado mucho Peter... - le digo preocupado.
- En absoluto. La persona que me ayudó es mucho mejor que yo borrando sus huellas, por eso a mi me pillaron y a mi socio no. Y por eso soy yo el que está trabajando para la jodida CIA - dice resignado - Me debía un par de favores y los he cobrado.
- ¿ Y qué has descubierto?
- Ahí está el problema... no he descubierto nada.
- ¿Cómo que nada?
- Nada Matt, no había nada. Tu topo no existe...
- Pero eso es imposible. Cuando me asignaron la misión, hablé con el puto Director de Operaciones de la Agencia. Joder... todo el mundo estaba allí...
- Lo sé Matt, tengo la información que me diste. Me contaste lo que te dijeron y me contaste lo que pasó cuando sacasteis a la chica de allí. No sé a quién coño rescatasteis... pero no era un agente infiltrado de la CIA...
Joder... ¿Que coño está pasando aquí?
- ¿Y si han intentando borrar su expediente? ¿O hacerlo desaparecer de alguna manera?
- También pensé en esa posibilidad, así que miré por todas partes, Matt. Esa chica ni ha sido ni es agente de la CIA. Ni CIA, ni FBI, ni DEA, ni INTERPOL... nada. Esa chica no aparece en ninguna base de datos gubernamental. Puedo intentar entrar en las bases de datos internacionales, pero eso va a llevarme mucho más tiempo.
- ¿Crees que pueda ser un agente extranjero? - le pregunto sorprendido.
- La verdad es que no, pero no perdemos nada por intentarlo.
- Puede que sea el nombre lo que está mal. Que no se llame así... - le pregunto intentando encontrar una explicación razonable para todo lo que está pasando.
- También pensé en eso. La operación encubierta de la que te hablaron, la infiltración de la niñera y todo lo demás, también es mentira. No hay ningún registro.
- Tiene que ser una puta broma... ¿A quién coño sacamos de allí?
- No lo sé Matt. Pero por lo que me cuentas, hay muchísimos peces gordos implicados y no tiene buena pinta.
- ¿Y qué coño se supone que tengo que hacer ahora? Tenías que haber visto la cara de esa pobre chica, Peter. Qué hemos hecho... - me llevo las manos a la cabeza preocupado.
- Tal y como yo lo veo, sólo tienes dos opciones. O lo dejas estar y te olvidas, o sigues investigando. Pero si decides seguir escarbando, ten mucho cuidado amigo, ésto tiene muy mala pinta. Hay muchísima gente implicada y si se enteran de que andas husmeando, vas a tener problemas...
- No sé ni por dónde empezar, Peter.
- Podríamos intentar conseguir una foto de la chica y ver si usando un programa de reconocimiento facial, averiguamos quién es.
- ¿Podemos? No, Peter. Tú ya has hecho suficiente.
- No sé qué coño está pasando, pero no voy a quedarme al margen. Intentaré ayudarte y seré cuidadoso. Tú consígueme esa foto. Debieron entregarte alguna cuando te encargaron la misión. Sus fotos de perfil, las de seguimiento... algo.
- Sabes que cuando terminamos las misiones entregamos todo el papeleo de vuelta. La carpeta que te di a ti es una copia del informe que redacté para la CIA.
- ¿Puedes conseguir alguna foto? - me pregunta - esa mujer es un enigma, la necesitamos si queremos averiguar algo. Tengo un buen contacto en la policía, es muy discreto y no exigirá explicaciones si le pido el favor.
- Puedo intentarlo... - le digo. Aunque no sé muy bien cómo hacerlo.
Joder... Joder... Joder...
No puedo evitar pensar en esa pobre chica peleando con uñas y dientes para que no nos la lleváramos de allí...
¿Quién eres?
¿Quién coño eres...?
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