Inesperada

"Que llegue quien tenga que llegar,
que se vaya quien se tenga que ir,
que duela lo que tenga que doler...
¡Qué pase lo que tenga que pasar!"

Mario Benedetti

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Me acomodo en mi asiento y no puedo dejar de mirarla.

Es preciosa y parece muy nerviosa. Sonríe y da los buenos días, pero la sonrisa no le llega a los ojos. Si esta situación es incómoda para mí, me puedo imaginar lo incómoda que será para ella y para toda la tripulación. No sé lo que les habrán contado, pero un avión lleno de militares y policías armados y un montón de presos, no debe ser su ambiente de trabajo habitual.

Ya estamos todos sentados, cierran puertas y comenzamos a rodar. Otras putas nueve horas de vuelo...

Una vez en el aire, apagan la señal de cinturones y la tripulación se levanta.
Está justo enfrente de mí y sigo sin poder despegar mis ojos de ella.
Justo al pasar por mi lado, se tropieza con mi pié y si no llego a sujetarle el brazo, se hubiese caído de bruces. Clava sus ojos verdes en los míos y me da las gracias aunque no parece muy agradecida... Se va murmurando y yo no puedo evitar reírme. Creo que si hubiese podido me hubiese dado un puñetazo. Se aleja por el pasillo y yo vuelvo a sonreír. Parece que el vuelo va a ser bastante más entretenido de lo que me imaginaba, tengo que encontrar el momento para hablar con ella...

Ya han servido el almuerzo y los presos están tranquilos, muy al contrario de lo que yo me esperaba.
Decido darme un paseo por el avión a ver si consigo verla a solas y charlar con ella. Siento curiosidad, mucha curiosidad por saber algo de ella...

La veo sentada en la parte trasera del avión. Está descalza, con los piés apoyados en el suelo y con cara de dolor. Me fijo y veo que tiene el dedo gordo de uno de los piés totalmente hinchado y negro...espero que no haya sido del tropezón. No fue tan fuerte, o eso creo. Sus zapatos contra mis botas de seguridad tienen todas las de perder.
Me acerco y le pregunto si está bien y si puedo ayudarla. Me mira fijamente y algo dentro de mí se despierta, algo que llevaba años totalmente muerto. Todo lo demás desaparece y solo está ella. Se sonroja y balbucea... es adorable.
Parece que ya tenía el dedo mal y el golpe en el pasillo solo lo ha empeorado.
Le pido que me deje echarle un vistazo y vuelve a sonrojarse... joder, realmente es adorable.
Decido aplicarle una pomada que llevo en mi botiquín así que voy a buscarla. Cuando vuelvo escucho la conversación más surrealista del mundo. Está aún más preciosa si cabe enfadada con su amiga que le está dando la tabarra.
No hay mucho que pueda hacer por su pié, pero intento aliviarle el dolor con la pomada e inmovilizarle los dedos. Me da las gracias y vuelve a sonrojarse y yo me quedo embobado mirando sus preciosos ojos verdes... joder parece que tenga quince años y esté otra vez en el instituto. Sacudo la cabeza para intentar salir del estado de ensimismamiento en el que estoy, va a pensar que soy imbécil.
Vuelvo a mi asiento e intento descansar un poco. Todavía quedan varias horas de vuelo y estoy agotado. Uno de los escoltas que me acompaña me hace un gesto afirmativo para que descanse. El estará de guardia vigilando al preso.

Aunque intento relajarme y dormir un poco, no puedo. No dejo de pensar en Anna. Anna...
Sus ojos, su boca, su pelo, su forma de moverse... joder. Hacía tiempo que no me afectaba tanto una mujer, muchísimo tiempo, demasiado tiempo. Quizás ha llegado el momento de pasar página y empezar de nuevo a vivir, a sentir...

Siento una suave presencia a mi lado, y aunque tengo los ojos cerrados, sé perfectamente que es ella por como se me eriza la piel al oler su perfume a rosas. Una corriente me recorre de arriba a abajo y una sensación de anticipación se apodera de mi estómago... Dios...
Abro lentamente los ojos y la veo. Me mira pero no parece que me esté viendo. Veo muchísima tristeza en su mirada. Está lejos de aquí, sumida en sus pensamientos y de repente lo único que me importa es saber que es lo que ha provocado esa mirada e intentar borrarsela y cambiarla por una sonrisa...

La llamo y parece salir de su letargo. Vuelve a sonrojarse y no puedo evitar sonreír, parece tan inocente.
Me invita a tomar un café y acepto sin pensarlo, no sín antes bromear con ella para ver como le vuelve a subir el rubor por esas preciosas mejillas que me muero por acariciar. Quiero saber si son tan suaves como parecen. Un hormigeo me recorre todo el cuerpo, hasta las puntas de los dedos, me muero por acariciarla y tengo que sujetarme fuerte al asiento para evitar que mis manos cobren vida propia e intenten acariciar su suave rostro... sus labios... su nariz. Recorrer lentamente su rostro con mis dedos. Su cuello... Basta ...

Me levanto y me voy con ella a la parte trasera del avión. Prepara unos cafés y nos sentamos.
Decido preguntarle acerca de la conversación que mantuvo con su compañera y de la que fui testigo involuntario. Hablaban con total tranquilidad delante de mí sin saber que hablo perfectamente castellano.
Muerta de vergüenza, porque la conversación fue cuanto menos peculiar y no puedo evitar sonreír al recordarla, empieza a contarme el porqué de dicha conversación.
No esperaba tanta sinceridad por su parte. De hecho no esperaba ni siquiera que contestase a mis preguntas, pero lo hace y noto que un calor me envuelve al estar tan cerca de ella y compartir pequeños retazos de su vida... joder Matt ¡Despierta de un puta vez! ¿Qué coño me está pasando?...
Quiero saber más de ella, quiero saber todo de ella. Sin saber cómo, acabo invitándola a un café... o a cenar... o llegados a este punto, cualquier momento que acepte pasar conmigo me parecerá bien. Dios.... espero no parecer desesperado.

Me rechaza... alto y claro...

Aún así no pienso desistir. No pienso dejar que desaparezca.

He conseguido dar una pequeña cabezada y me encuentro algo más despejado. Vuelvo a notar una presencia y otra vez ese maldito olor a rosas que me envuelve y no me deja pensar con claridad. Abro los ojos y vuelvo a ver Anna...
Me mira y veo preocupación en su mirada, se acerca a mí y todo a mi alrededor deja de existir... joder. Me susurra al oído y tengo que concentrarme para no girar la cabeza y hundir mi nariz en su cuello, está tan cerca...
Pero sus palabras me despiertan de mi ensoñación. Hay un problema.
Aviso al Inspector Mediavilla y nos dirijimos hacia la parte delantera del avión.
Mierda... joder.
¿Una posible evacuación? Me cago en la puta...

Salgo despedido a buscar a mis hombres e informarles de la situación. Aviso a Taylor, tiene que hacer de traductor. Estos cabrones hablan inglés pero se niegan a comunicarse con nosotros, así que habrá que informar de la situación en Árabe y Taylor es el único que puede hacerlo.
Preparan la cabina para el posible aterrizaje de emergencia.
Son minutos largos que se hacen eternos cuando por fin aterrizamos...
El avión se desestabiliza y nos escoramos hacia un lado. El ruido de la frenada es atroz y un fuerte olor a quemado invade la cabina. Seguimos en movimiento mientras un humo negro y denso se propaga dentro del avión.
Empieza a costar respirar. El avión se detiene y una potente voz suena por los altavoces informando a los tripulantes de que deben estar preparados.
Caos... cuesta respirar y el humo invade la cabina rápidamente, apenas se ve nada.

Evacuación...

Evacuación...

Evacuación.

Se abren las puertas y se lanzan las rampas. Todos empiezan a abandonar la aeronave.
Casi todo el mundo ha salido ya del avión. Se oyen las sirenas de los equipos de extinción de incendios y de las ambulancias.
Me acerco a Anna y le pido que salte conmigo. Se niega. Hasta que no salga yo, no saldrá ella. Mierda... joder. Veo determinación en sus ojos, no saltará hasta que yo no esté fuera. Le digo que la espero abajo y salto. Cuando acabe esto conseguiré que acepte tener una cita conmigo sí o sí...
Salto por la rampa y espero a pié de avión a que salte Anna. Abajo reina el caos y el nerviosismo. Los sanitarios se afanan por ayudar a algunos de los pasajeros que están heridos aunque no parece que haya ninguna lesión grave.

Me giro hacia el avión... vamos pequeña. Salta...

Veo como se prepara para saltar cuando algo parece captar su atención dentro del avión. Se gira y sale corriendo hacia la parte trasera ¡Me cago en la puta...! Corro hacia atrás pero no la veo. No se ve nada. Dónde coño está.... joder.
Los bomberos intentan apagar el fuego de uno de los motores mientras alejan a todo el mundo del avión, temen una explosión. Una mano me agarra intentando apartarme. Me suelto con un fuerte tirón y me quedo clavado en el suelo esperando a que aparezca por alguna de las puertas. Vamos pequeña... vamos ¿Dónde demonios estás?
Oígo voces que gritan desde la cola del avión. Corro hacia allí y veo a varias personas que se preparan para saltar.
Dos cuerpos se lanzan por la rampa. Uno de ellos sangra y parece inconsciente. Anna...
Una violenta angustia me recorre las entrañas, no sé que coño me pasa.
Por fin la veo asomarse. Suelto todo el aire que estaba reteniendo sin darme cuenta. Está bien...
De repente veo como se desmaya y cae en brazos de uno de los pilotos. El frío se apodera de mí...
Saltad maldita sea... Saltad.
Los dos cuerpos se deslizan por la rampa y corro hacia ellos. Intento acercarme a Anna pero unas fuertes manos me sujetan y me apartan de allí. Es Taylor.

- Deja que hagan su trabajo Matt - me dice.

Está inconsciente y veo como la suben a una camilla y le ponen oxígeno.
Me suelto del agarre de Taylor y salgo corriendo hacia ella.

- Vamos pequeña... despierta - Acaricio su cara y veo como abre lentamente los ojos y los vuelve a cerrar casi inmediatamente.

- Lo siento Capitán - dice uno de los sanitarios - pero tenemos que llevarla al hospital.

- ¿A qué hospital la lleváis? - le pregunto.

- Al Walter Reed - me contesta.
Me acerco a Anna y le doy un suave beso en la frente.

- Despierta pronto pequeña. Me debes una cena - le susurro en el oído.

Inspiro su maravilloso aroma que todavía perdura en su pelo.
Le hago un gesto afirmativo al sanitario para que se la lleven.
Me acerco a Taylor y veo que se sujeta el brazo con un claro gesto de dolor.

- Tienes que ir al hospital amigo - le digo - ese hombro no tiene buena pinta.

Asiente con la cabeza y se dirige hacia una de las ambulancias. Le sujeto del brazo sano antes de que se aleje demasiado y le pido que cuide de Anna. Tengo que ocuparme de toda la mierda del papeleo, en cuanto termine iré directamente al hospital a verla.

La policía militar se hace cargo de todos los presos, ninguno está herido de gravedad, solo pequeños esguinces y alguna contusión leve. Ninguno tendrá que ir al hospital.
Mis hombres están enteros, nada que lamentar a excepción de Taylor que ya va camino del hospital.
Tengo que firmar pliegos y pliegos de descargo antes de poder traspasar la custodia de los presos a la policía militar. El Inspector Mediavilla también tiene que venir conmigo.
Le aviso de que tenemos que irnos y me pide que le dé diez minutos para comprobar que todos sus hombres están bien y para darles instrucciones. Deberán irse a un hotel ya designado y descansar a la espera de nuevas órdenes.

Llevamos más de dos horas metidos en este puto despacho. Esto no acaba nunca. Se está alargando demasiado y en más de una ocasión estoy tentado de mandarlo todo a la mierda e irme al hospital a ver a Anna.
Sus recuerdos inundan mis pensamientos, su olor..., su tacto... Qué coño me pasa, parezco un puto adolescente con las hormonas revolucionadas.

Por fin terminamos con todos los putos informes y justo cuando me dirijo a la salida, se acerca un soldado informandome de que tengo una llamada.

Tiene que ser una puta broma...

Joder, me informan de una nueva misión.
Me cago en todo. Tengo que ir a Washington para hablar con mis superiores y volar inmediatamente hacia mi destino.

Llamo a Taylor deseando con todas mis fuerzas que conteste al teléfono.
Al segundo intento, contesta. Me cuenta que efectivamente tiene el brazo roto y hombro dislocado. Le espera una buena temporada de baja. Le informo de mi situación, salgo inmediatamente y no podré despedirme de Anna. Le vuelvo a pedir que cuide de ella y puedo intuir su sonrisa al otro lado del teléfono.

- Y a mí que me parta un rayo ¿No? - me dice.

Aunque intenta parecer serio, sé que se está riendo. Nos conocemos desde hace muchos años y conoce toda mi historia.

- Sabes que te quiero gilipollas - le digo - Necesito que hagas esto por mí. Asegúrate de que está bien, por favor.

- Claro tío. No te preocupes ¿Estás bien? Sí que te ha dado fuerte con esta chica ¿no? - me pregunta.

¿Me ha dado fuerte? me pregunto. No lo sé, solo sé que no puedo dejar de pensar en ella.

- Tú haz lo que te pido por favor - le digo a Taylor - No sé cuando volveré y sabes que una vez allí no podré ponerme en contacto con nadie.

- Tranquilo Matt, ella está bien. Hablé con los médicos y me dijeron que estaba bien. Sólo ha sido un caso leve de intoxicación debido a la inhalación de humo. Se va a poner bien.

- De acuerdo - le digo mientras noto como el alivio me recorre el cuerpo.

- ¿Quieres que le dé algún mensaje de tu parte? - me pregunta.

¿Quiero?

- No hace falta - le contesto - No creo que esté mucho tiempo fuera. Quizás un par de días. Cuando vuelva iré yo a verla.

- De acuerdo. Cuídate entonces amigo. Nos vemos a tu vuelta.

- Gracias Thomas.

- Sabes que no hay porque darlas Matt. Nos vemos pronto hermano.

- Hasta pronto - Cuelgo el teléfono y me invade una extraña sensación de desasosiego.

No sé cuándo volveré a verla...

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