Encuentros
"No quiero que valgas la pena,
quiero que valgas el tiempo,
que valgas las risas,
que valgas los sueños,
que valgas las palabras,
que valgas las renuncias,
que valgas los cambios,
que valgas cada momento."
@nochedeletras
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Me despierto con una horrorosa migraña y decido quedarme tumbada un rato para ver si con algo de suerte, el dolor comienza a remitir. Hago un repaso de los acontecimientos de los últimos días, y aún no puedo creer que sea yo la protagonista de esta película. Se supone que estas cosas sólo ocurren en las películas de sobremesa, los sábados por la tarde. Esas películas que pones en la tele aún a sabiendas de que no las vas a ver, pero que aún así eliges mientras te acomodas en el sillón y te tapas con una manta. Películas de serie B, incongruentes, plagadas de acontecimientos inverosímiles. No hablo de esas que están llenas de ingenio y un alto grado estético... no. Hablo de todas esas otras, de las que no tienen mucho sentido. Creo que decir que mi vida se ha convertido en una película de clase B sería demasiado generoso. Creo que se ha convertido más bien en una película del subgénero Z.
Me incorporo lentamente y me dirijo a la cocina para prepararme un café. Miro el reloj del microondas y veo que son las siete de la mañana. Paco y Cata siguen durmiendo. Enciendo la cafetera y espero impaciente a que se haga el café. Ayer, después de hablar con Matt, intenté reunir el valor suficiente para contarles lo que estaba pasando, pero no fui capaz. No sé ni por dónde empezar, pero tengo que hacerlo. Cata me estuvo preguntando toda la tarde acerca de la visita de Carlos y por primera vez desde que nos conocemos, le mentí. Le dije que sólo había venido a verme para decirme que ya estaba prácticamente recuperado y que había vuelto a trabajar, pero sé que no me creyó. Nos conocemos desde hace muchísimos años y sabe que hay algo más, algo que no le estoy contando. Tanto Cata como Paco corren peligro por mi culpa y necesito hablar con ellos y contarles todo lo que está pasando.
- Buenos días tesoro.
Mierda.
La voz de Paco me saca bruscamente de mi ensoñación y se me cae la taza al suelo haciéndose añicos.
- ¿Estás bien Anna? - me pregunta preocupado.
- Sí... me has asustado, eso es todo -le digo mientras recojo los trozos de cerámica del suelo.
- No, no lo es cielo. Sé que no quieres hablar de lo qué sea que te tiene preocupada, pero sabes que puedes confiar en nosotros Anna. Desde que llegaste de Chicago, no has sido la misma y desde la visita de tu ex, deambulas por la casa como un alma en pena. Sé que hay algo que te preocupa... - asegura mientras coge la escoba y el recogedor y se deshace de los pequeños restos de la taza que aún quedan esparcidos por las baldosas de la cocina.
Sí, estoy preocupada y sí, tengo que hablar con ellos. De nada me sirve intentar demorarlo.
- Tienes razón. Hay algo de lo que me gustaría hablar con vosotros, pero prefiero esperar a que Cata se despierte y hablar con los dos.
- Entonces más nos vale hacer algo de ruido o doña marmota no amanecerá hasta las dos de la tarde.
No puedo evitar reírme. Aunque más que una risa es casi un resoplido nervioso.
Paco coge una cacerola y la deja caer al suelo. El ruido es ensordecedor.
- ¿Qué haces loco? - le pregunto aún con las manos en las orejas.
- Despertar a la Bella Durmiente. No podemos ser sutiles. O hacemos ruido, o esta mujer no se despierta hasta el medio día. Si tu taza haciéndose añicos no la ha despertado, tenemos que ser un poquito más atrevidos.
A los dos segundos entra Cata corriendo con cara de susto y la marca de la almohada en la mejilla.
- ¿Qué coño está pasando? - pregunta mientras intenta controlar su melena apartándose algunos mechones de la cara.
- Dedos de mantequilla, tesoro. Lo siento, pero ya sabes que soy un poco patoso - dice Paco intentando aparentar arrepentimiento.
- Joder Paco. Me has dado un susto de muerte - dice mientras se sienta en uno de los taburetes - ¿Hay café hecho por lo menos?
- Estoy en ello - le digo intentando no mirar a Paco. Si lo hago sé que no podré aguantar la risa. Cata nos mira de reojo intentando averiguar qué demonios está pasando.
- Bueno, ahora que ya me habéis sacado de la cama... ¿Me podéis decir que está pasando? Joder Paco, podrías haberme despertado a la antigua usanza. ¿Qué tal un "despierta preciosa"? Cualquier cosa hubiese estado mejor que esta pequeña cacerolada a las... ¿siete de la mañana? Joder... ¿De verdad son las siete? - se lamenta mientras acepta con gusto la taza de café humeante que le doy.
- Coge un par de tazas Paco y vamos al salón. Yo llevo la cafetera - les digo mientras cojo una bandeja del armario y coloco la cafetera, el azúcar y la leche para el desayuno.
Nos acomodamos en los sofás, cada uno con nuestra taza a rebosar de café. Ambos me miran expectantes y yo no sé ni por dónde empezar. Suspiro algo abrumada mientras intento encontrar las palabras.
- Tranquila tesoro. Sabemos que estás preocupada por algo. Sea lo que sea, sabes que cuentas con nosotros - me dice Paco mientras me acaricia dulcemente la mejilla.
- ¿Qué ocurre cielo? - susurra Cata preocupada - Desde que volviste de Chicago, te has comportado de una manera muy extraña. Paco y yo estamos muy preocupados. ¿Es por Matt? ¿Ocurrió algo allí? ¿Le tengo que cortar los huevos al Seal? - me pregunta con una sonrisa.
- Creo que no hará falta que le cortes los testículos a nadie - le digo sonriendo y negando con la cabeza.
- Lástima... - asegura con una sonrisa de medio lado.
- Mejor no hablemos de amputar genitales - nos pide Paco mientras se lleva las manos a su entrepierna y pone cara de sufrimiento.
Respiro hondo antes de empezar a hablar.
- Os tengo que contar tantas cosas que no sé muy bien por dónde empezar... Es mucho más complicado de lo que os podáis imaginar.
- Tranquila Anna, empieza por el principio - me pide Cata - ¿Qué pasó en Chicago? - me pregunta.
- De todo... pasó de todo - contesto.
Decido contarles primero lo de la misión de Matt y como se llevaron a la chica que supuestamente era una agente de la CIA y que resultó ser la mujer de Torres. Les hablo de Torres, del sobre que recibió Matt con su chapa, de la chapa que estaba junto a mi pasaporte y de todo lo demás.
- Joder Anna... - me dice Cata mientras se levanta y se acerca a mí - ¿Porqué no nos lo has contado antes? - me pregunta mientras se acomoda a mi lado y me coge de la mano.
- No sabía muy bien cómo hacerlo y tampoco sabía si podía. Cuando llegué a Madrid, las cosas se complicaron aún más y hablé con Matt. Le pregunté si podía contároslo y hasta que él no me dijo que sí, no me atrevía a deciros nada.
- ¿A qué te refieres cuando dices que en Madrid las cosas se complicaron aún más? - me pregunta Paco.
- Tiene que ver con la visita de Carlos... - le digo.
- Lo sabía, sabía que se traía algo entre manos cuando se presentó aquí esa mañana. Después de tanto tiempo, no me creí ni por un momento que sólo fuese una visita de cortesía... Mierda Anna... ¿Qué quería? ¿Para qué vino a verte? - me pregunta Cata.
Ésta es la parte más complicada... no sé cómo contarles que por mi culpa, ellos también corren peligro.
- En realidad Cata, lo de Carlos realmente fue una visita de cortesía...
- Y una mierda Anna... ¿Que quería?
Así que decido empezar por el principio... y les cuento paso a paso todo lo que ha sucedido en los últimos días...
El café se ha quedado frío. Ninguno de los tres lo ha probado. Yo no he parado de hablar y ellos ni siquiera se han atrevido a preguntar...
- ¿Me estás diciendo que uno de los cárteles más peligrosos del mundo te busca?
- No creo que me busque a mí... ni Carlos ni Matt saben exactamente lo que quiere Torres y porqué me están haciendo un seguimiento.
- ¿No lo saben? - pregunta Paco.
- O no lo saben o no se lo quieren contar a Anna - contesta Cata.
- ¿Crees que no me quieren asustar? ¿Y por eso no me lo cuentan? - pregunto.
- Bueno... yo no me dedico a ésto, pero me hago una ligera idea de los motivos por los que le puedes interesar a ese tal Torres...
- Vale... y esos motivos ¿son? - pregunta Paco.
- Matt se llevó a su mujer...¿no? Pues lo más probable es que él intente llevarse a la suya... cielo...
- ¿Estás de coña, Cata? - dice Paco asustado.
- No, no estoy de coña. Sinceramente no se me ocurre ningún otro motivo por el que pudiese estar interesado en ella. Además seguramente piense que esa sea la única manera de recuperar a su mujer. Su mujer a cambio de la mujer de Matt...
- Joder Anna....¿Y Carlos? ¿Piensa hacer algo? - pregunta Paco.
- No sé si hay mucho que pueda hacer... Me dijo que me iba a poner una escolta y que procurase no salir de casa y que por supuesto me olvidase de ir a trabajar hasta que todo ésto no estuviese resuelto...
- ¿Así de fácil? No sales de casa, no vas a trabajar.... ¿Y hasta cuando? ¿Hasta que cojan a ese cabrón de Torres? Ésto es ridículo Anna... habrá algo más que se pueda hacer... Joder...
- Así no ayudas demasiado Cata - dice Paco - Ésto no es culpa de Anna.
- Ya lo sé... Joder. Pero es ella la que está pagando el pato y no es justo.
- Yo no estoy pagando ningún Pato, Cata. Ha sido mala suerte y ya está... No creo que nadie pudiese preveer que algo así fuese a suceder...
- Todavía no me puedo creer que Matt te mandase de vuelta a España... así sin más. Y que pensase que esa sería la mejor solución. Joder Anna ¿Porqué narices hizo eso? ¿No se supone que él se dedica a ésto? ¿A preveer riesgos y evitarlos? ¿No se dedica a solucionar problemas? Es su puto trabajo...
- Cata... ya vale - le pide Paco.
Pero lo cierto es que tiene algo de razón. No puedo culpar a Matt de lo que está ocurriendo. Estoy segura de que si hubiese podido evitarlo lo hubiese hecho, pero lo cierto es que estoy en medio de una guerra que no es la mía...
- Cata... no os estoy contando todo ésto para busquéis culpables. Lo estoy haciendo porque vosotros también correis peligro.
- ¿De qué hablas? - pregunta Paco. Y puedo notar miedo en su voz y eso me destroza un poquito más.
- Por asociación Paco - contesta Cata - Vivimos con Anna. Si ese cabrón decide venir a por ella...
- Lo siento muchísimo chicos... de verdad. Ojalá no estuvieseis metidos en todo ésto...
- Tranquila Anna... - me susurra Paco mientras me estrecha entre sus brazos y me acuna lentamente.
Toda la tensión de estos días, el miedo, la rabia, se apelotonan en mi garganta y estallo. Comienzo a llorar sin control.
- No llores cariño - me pide Cata arrodillada a los pies del sillón mientras me acaricia suavemente el pelo - todo se va a solucionar. Ya lo verás. Ni Matt, ni Carlos van a dejar que te pase nada... y nosotros tampoco. Al final si que le voy a tener que cortar los huevos a alguien... - me dice Cata sonriendo.
Sé que intenta aliviar la situación, pero ahora mismo no está funcionando.
- ¿Y si mandamos todo a la mierda y nos vamos los tres a algún lugar remoto, alejado de todo ésto?... hasta que pase la tormenta...- nos sugiere Paco.
- No lo sé Paco... - le digo.
- Vamonos a Besalú - nos dice.
- ¿Besalú? - pregunta Cata.
- Girona, cielo. Tengo una casita allí. Hace años que no voy porque estaba alquilada. Pero los arrendatarios se marcharon hace un par de meses y debería ir a echar un vistazo. Es un pequeño pueblo medieval en mitad de las montañas. Es justo lo que necesitamos.
- Eres una cajita de sorpresas, Paco - dice Cata.
- Lo sé - contesta Paco orgulloso.
- ¿Y el trabajo Paco? Yo tengo unos días libres... pero vosotros... - le digo - Una cosa es que yo ponga mi vida en espera, pero vosotros no tenéis porqué hacerlo...
- No se trata de poner nuestra vida en espera Anna, a mí tampoco me apetece quedarme por aquí, esperando a que aparezca ese tal Torres, si es que aparece - me dice Cata - Además, yo también tengo unos días libres y no me vendría mal salir de Madrid, respirar aire puro y toda esa mierda... - me contesta Cata fingiendo estar resignada a pasar unos días en la montaña.
- Claro tesoro, como tú eres tan bucólica... - le dice Paco mientras le guiña un ojo.
- ¿Lo decís en serio? ¿Os vendríais conmigo a un pueblo en medio de ninguna parte? - pregunto.
- En medio de ninguna parte... tampoco, nos vamos a Girona tesoro no al fin del mundo. Yo también tengo unos días libres hasta mi próximo vuelo. Así que sí, yo me apunto - contesta Paco mientras levanta la mano como si estuviésemos en el cole - ¿Cata?
- Claro, Heidi, Pedro y Clara. Sólo nos falta la cabra esa... y ya estamos todos.
- ¿La cabra esa? - pregunto.
- Sí. La cabra esa que iba con Heidi a todas partes - me dice.
- ¿Blanquita? - pregunta Paco.
- ¡Esa! - contesta Cata - ¿Cómo es posible que te acuerdes de su nombre?
- Lo raro es que tú no te acuerdes. Tú no has tenido infancia, bonita.
Y ya me siento un poquito mejor... bastante mejor. La perspectiva de salir de Madrid unos días y alejarme de la tormenta cada vez me parece más apetecible.
- De acuerdo entonces. Nos vamos unos días de turismo rural - digo - Ahora sólo tengo que explicárselo a Carlos y a Matt y ver qué me dicen.
- Ni hablar - me dice Cata - de "a ver qué me dicen", nada. Les dices que te vas y punto. No les estás pidiendo permiso, les estás informando. Tanto si les parece bien como si no, nos vamos.
- Cata... cielo. Los dos se preocupan por Anna, no son el enemigo - le dice Paco intentando tranquilizarla.
- Lo sé, pero estamos metidos en esta mierda gracias a ellos, así que no me pidas que encima sea agradable.
- Cata... Matt y Carlos no tiene la culpa.
- Quien seguro no tiene la culpa, eres tú Anna. Así que habla con ellos, se lo cuentas y nos vamos. Y si a Carlos le parece mal, que nos envíe a los escoltas allí. Y si Matt tampoco está de acuerdo, que venga y lo solucione él.
- Vale... - contesto.
- ¿Vale? ¿Entonces nos vamos? - pregunta Paco emocionado.
- Sí, nos vamos - le digo - Pero si os parece bien, prefiero que salgamos esta tarde. Ahora no puedo llamar a Matt y me gustaría decírselo antes de salir.
- De acuerdo, entonces nos vamos después de comer. Llama a Carlos y se lo cuentas.
- Es un poco temprano. Hagamos las maletas y luego le llamo.
Nos dirigimos a nuestras habitaciones y comenzamos a preparar el equipaje. También tengo que llamar a mis padres y sobre todo a mi hermano. Después de hablar con Matt el otro día, pensé que sería buena idea contárselo todo a Javier, pero luego decidí no hacerlo. Creo que cuanta menos gente esté involucrada en ésto, mejor. Simplemente le diré que me marcho unos días fuera de vacaciones.
Pasamos la mayor parte de la mañana organizando el viaje. He llamado varias veces a Matt, pero salta todo el rato el buzón de voz. Le dejo varios mensajes pero no me devuelve las llamadas y empiezo a estar preocupada. Sé que allí es pasada media noche, pero Matt nunca apaga el teléfono.
A Carlos le ha parecido buena idea que nos alejemos de Madrid un tiempo y me ha dicho que dos policías nos acompañarán hasta allí y se quedarán con nosotros por si acaso. Le digo que saldremos tarde y me pide que le llame con suficiente tiempo como para avisar a nuestros guarda espaldas y que estén listos para escoltarnos hasta allí.
Al final decidimos salir de Madrid sobre las nueve de la noche. Nos turnaremos para conducir. Vuelvo a llamar a Matt y sigo sin poder localizarle.
- Chicos ¿Pedimos una pizza y nos vamos? - propone Cata
Tanto a Paco como a mí, nos parece buena idea.
Pasa media hora y llaman a la puerta. Me imagino que será el repartidor y abro sin preguntar.
- Vaya... vaya... vaya. Por fin nos conocemos señorita.
Tres hombres aguardan en el umbral de la puerta. Dos de ellos me apuntan con un arma mientras el tercero sonríe y sujeta una caja de pizza. Le reconozco inmediatamente. He visto cientos de fotos suyas en la prensa... Torres.
- Es usted mucho más bonita de lo que parecía en las fotos. ¿No me invita a pasar Anna? Creo que es bastante descortés tenernos aquí esperando fuera. Además les hemos traído la cena - me dice mientras señala la pizza con la cabeza.
Uno de los hombres me indica con la pistola que pase hacia dentro. Camino hacia atrás sin poder dejar de mirar el arma que empuña con la maño derecha. Cierran la puerta tras de sí, mientras siguen caminando.
- Creo que sería buena idea que avisase a sus amigos de que tienen visita.
Llamo a Cata y a Paco como puedo, apenas me sale la voz y mi cuerpo ha empezado a temblar sin control...
- Tesoro ¿Qué ocu... - Paco aparece en el recibidor y al ver lo que está ocurriendo me mira con cara de pánico.
- Vaya - dice Torres - tenemos un invitado más para nuestra pequeña fiesta. Busca a la que falta y traela aquí - le ordena a uno de sus hombres.
- Por favor... - le pido.
- ¿Por favor? Por favor ¿Qué? señorita... No queremos que su amiga se pierda la fiesta ¿Verdad?
- No les hagas daño... - apenas puedo hablar.
- No se preocupe, Anna. Los necesito vivos a los tres. Aunque les sugiero que se porten bien, que los necesite vivos no quiere decir que tengan que estar enteros ¿Lo entiende?
Asiento con la cabeza porque no sé qué otra cosa hacer.
Aparece el hombre de Torres con Cata que nos mira sin entender bien qué está pasando.
- Pues ya estamos todos. Pero por favor, pónganse cómodos. Nos espera una larga y tediosa noche... - sugiere Torres - Veamos que opina su querido Seal de todo ésto...
Matt...
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