Crossroads
"Todos mis barcos anclados en tus costas
Porque prefiero someterme a la tierra que tú pisas
Antes que dominar el mar
Con el viento de cualquier otra.
Me engancho a tus cuerdas
Porque eres la única que conoce mi camino.
Las piedras que nos encontremos
Las convertirás en flores.
La razón pa' ellos
El corazón para nosotros.
Te puse mis heridas en primera plana
Y lo que hacías con la boca
Sí que era de película.
Estuve jodido, ahí en el suelo,
Y viniste tú a darles alas
A mis cicatrices."
Miguelgane
------------------
Carlos
Lunes 23.00 pm.
Cuando suena el teléfono apenas me inmuto. Llevo varias horas tumbado en la cama y soy incapaz de dormir. Desde que le envíe un mensaje a Matthew para confirmarle que las chicas estaban con Torres en Alicante, no he podido dejar de darle vueltas a todo este asunto. Anna está en peligro y si le pasase algo, no sé que haría...
Todos este tiempo separados y no he dejado de pensar en ella ni un solo día. Cometí el mayor error de mi vida al pedirle que se marchara y no ha pasado ni un solo segundo en el que no me haya arrepentido. Y ahora... ahora parece que es demasiado tarde... Pensé que una vez que estuviese físicamente y anímicamente bien, podría intentar recuperarla. Pero lo cierto es que he sido un cobarde y lo he pospuesto demasiado tiempo. Parece que ella ha rehecho su vida y no puedo culparla por ello. Sabía que lo había pasado mal, pero hasta que no hablamos el otro día, no había sido consciente de cuánto. Estaba tan centrado en mi propio sufrimiento, que no tuve en cuenta a nadie más. Sé que debería dejarla marchar, sería lo justo, pero no sé si puedo... Sólo pensar que nunca más volveré a escuchar las palabras "te quiero" salir de su boca, o que nunca más volveré a estrecharla entre mis brazos... a observarla dormir por las mañanas, a hacerla reír por cualquier tontería, hace que se me encoga el corazón... que me duela el alma...
Miro el teléfono y veo que es Luís quien me llama.
- Luís...
- Carlos. He hablado con mi agente.
- Bien.
- No cantes victoria todavía. No ha podido decirme mucho. Apenas hay movimiento en la casa y no me puede confirmar el número exacto de personas que hay dentro. Lo que sí me ha dicho, es que desde que llegaron nadie más ha entrado en la urbanización y ha dado esa dirección como referencia. Así que podemos asumir que no han llegado refuerzos. Si lo que nuestro infiltrado asume es correcto, sólo serían dos hombres los que acompañan a Torres. Mientras hacía su ronda, vió movimiento en una de las habitaciones de la planta de arriba y en la planta principal. Pero podría ser cualquiera... - Dos hombres... eso es bueno, creo. Tres contra tres - Te mando ahora los planos de la casa a tu teléfono y su ubicación exacta dentro de la urbanización. Aunque me imagino que eso ya lo tendrás.
- Sí. Pero enviamelo de todas maneras - le pido.
- Ésto es lo que te propongo - me dice Luis - cuando estéis listos para entrar, quiero que me avises. Hablaré con mi agente para que os deje pasar sin que ninguno de sus compañeros haga muchas preguntas. El protocolo exige que avisen antes de dejaros entrar. El dueño de la casa tiene que autorizar la entrada, pero él me ha dicho que cree saber cómo evitar que alguien llame a Torres pidiendo autorización. Una vez que estéis dentro, estaréis solos. ¿Lo entiendes? No habrá refuerzos. Si algo sale mal, no podréis pedir ayuda...
- De acuerdo - le digo.
- Sigo pensando que todo ésto es una pésima idea, Carlos.
- Yo también, Luis. Pero no tenemos más opciones.
- Joder Carlos, dame unas horas y montaré un dispositivo. Sacaremos a las chicas de allí sanas y salvas.
- No. Tengo que hacerlo yo.
- Joder...
- Gracias por todo Luís. Cuando salgamos para allá, te aviso. Creo que el mejor momento para entrar sería dentro de un par de horas. Antes de que amanezca.
- Vale. Ahora mismo te mando una foto de mi agente infiltrado y sus datos.
- Gracias otra vez.
- Avísame en cuanto esté hecho.
- Eso haré - le digo. Y espero estar vivo para hacerlo.
Martes 03.00 am
Estamos listos para salir. Hemos quedado en la cafetería del hotel que afortunadamente está abierta las veinticuatro horas para tomar un café antes de coger el coche.
Apenas nos hemos sentado, cuando suena mi teléfono. Joder... mierda. Es Javier, el hermano de Anna...
Dudo mucho que sea una coincidencia...
- Javier...
- ¿Qué coño está pasando Carlos...???
Y tengo que apartar el teléfono para no quedarme sordo.
- ¿Te ha llamado Luis? - le pregunto. Es la única explicación posible.
- Joder, claro que me ha llamado Luis. ¿Qué coño te crees que estás haciendo...? ¿Y quién coño te crees que eres para tomar esa clase de decisiones...??? Lo que estás haciendo es un puto suicidio y vas a arrastrar a mi hermana contigo. No pienso permitirlo... Joder Carlos.
- Javier... - no tengo tiempo para ésto - Ahora no es el momento...
- Claro que es el momento. Estoy de camino a Alicante y tú vas a esperar a que llegue con refuerzos antes de hacer cualquier gilipollez que tuvieses pensada. ¿Lo entiendes? No vas a mover un puto dedo hasta que yo llegue...
- Javier... no me parece...
- ¡No te estoy preguntado qué coño te parece! - me interrumpe gritando - Te estoy diciendo lo que vas a hacer. Vas a esperar a que yo llegue.
- No tenemos tiempo. No puedo esperar a que llegues Javier.
- Puedes y lo harás. Ya estoy de camino, llegaré en una hora y llevo refuerzos. Vas a esperar a que llegue y a que decidamos cuál es la mejor manera de hacer ésto.
- Joder... - lo cierto es que esperar sería lo más sensato. Pero se nos acaba el tiempo. No sé qué coño hacer...
- Una hora Carlos. Hemos elaborado un plan que creo que puede dar resultado. Sólo es una hora... Y es mi hermana, joder. Vas a esperar a que yo llegue te guste o no.
- De acuerdo - Y le digo que sí, por qué realmente creo que es lo más sensato - esperaremos.
- Bien. Mándame tu ubicación y nos vemos dentro de una hora.
- Os esperamos en la cafetería del hotel - le digo.
Me despido y cuelgo el teléfono. Hago lo que me ha pedido y le mando la ubicación del pequeño hotel donde nos alojamos. Miro a mis hombres, que han estado pendientes de la conversación y asienten con la cabeza. Creo que para ellos también es un alivio pensar que vamos a esperar refuerzos.
La espera está siendo una puta agonía. El tiempo pasa despacio.
Escucho unos frenazos y oigo varias puertas cerrarse. Varios hombres entran en el hotel y una vez localizada la cafetería se acercan con paso decidido. Van vestidos de paisano, pero para un ojo experto, se nota a la legua que son policías. Javier cierra la marcha y se acerca a mí cabreado. Once hombres.
- Carlos - me saluda con un gesto de la cabeza.
- Javier - le tiendo la mano para estrechar la suya y puedo ver la duda en su mirada. Está enfadado y no me extraña. Coge mi mano y la aprieta con fuerza.
- No tenemos tiempo para explicaciones ahora mismo. Pero cuando todo ésto acabe, tú y yo vamos a hablar largo y tendido.
Asiento con la cabeza porque sé que se merece una explicación y porque no sé que más puedo hacer.
Javier se dirige hacia la barra de la cafetería y después de enseñarle su placa al camarero y hablar unos minutos con él, nos hace una seña para que le sigamos. Parece que el hotel dispone de un pequeño salón privado y es ahí donde nos dirigimos.
Una vez allí y ya hechas las presentaciones oportunas, nos sentamos todos alrededor de lo que parece una mesa de conferencias.
Los hombres que acompañan a Javier son de su equipo. También pertenecen al Grupo Especial de Operaciones, una unidad del Cuerpo Nacional de Policía especializada en operaciones de alto riesgo. Ésto es mejor que la puta caballería.
Javier se hace cargo de la situación enseguida y yo por fin respiro con algo más de tranquilidad.
Ha estudiado los planos de la urbanización y aunque en un principio parecía que era imposible acceder a la casa desde fuera, han encontrado la forma de hacerlo. La casa está construida sobre un pequeño acantilado y Javier cree que pueden acceder a la vivienda desde la playa.
La idea es entrar de manera simultánea. Varios de sus hombres lo harán desde el acantilado, y nosotros junto a resto del equipo, lo haremos a la antigua usanza, por la puerta principal.
Necesitan un pequeño margen para poder llegar a la playa y de ahí escalar la pequeña formación rocosa sobre la que se edificó la casa. Y tiene que ser ya, antes de que amanezca.
Cinco de sus hombres se despiden de Javier y salen rápido del hotel.
- Tenemos una hora exactamente para decidir cómo lo vamos a hacer - nos dice Javier - y para eso necesito que me expliques brevemente cómo narices han acabado Cata y mi hermana metidas en esta situación.
Le cuento brevemente lo que Anna me contó cuando nos vimos en Madrid. Le hablo de su relación con Matthew, de la mujer de Torres y de su plan de venganza.
Javier suspira mientras se frota los ojos con ambas manos.
- Ésto parece una puta novela... mierda - dice golpeando la mesa - Bien... ésto es lo que vamos a hacer - dice mientras despliega los planos de la casa y señala la puerta de entrada.
Martes 06.00 am
Hemos parado los coches a unos 500 metros de la entrada de la urbanización donde se esconde Torres.
Los hombres de Javier ya están en posición y esperan nuestra señal para entrar. Vamos en dos coches y me preocupa que pasar el control de la entrada sea un problema. Miro a Javier que parece leer mis pensamientos.
- No te preocupes - me dice - Hablé con Luís. Su agente sabe que llegamos y está preparado.
- De acuerdo.
Javier nos entrega a mis hombres y a mi un pinganillo.
- Estaremos en comunicación constante.
Iniciamos la marcha de nuevo y nos aproximamos a la entrada de la urbanización. Detenemos los coches justo delante de la barrera de seguridad, al lado de la garita de los vigilantes. Un guarda de seguridad sale de la caseta y se acerca al coche. Le reconozco inmediatamente. Es nuestro agente infiltrado.
Javier le da la dirección de la casa de Torres. Nuestro agente regresa a la garita y descuelga el auricular del teléfono que está anclado a una de las paredes exteriores de la caseta. Parece que marca un número y después de esperar unos segundos, le hace una señal a alguien que debe estar dentro, aunque no consigo ver nada desde mi posición.
La barrera de acceso se levanta y avanzamos lentamente.
- ¿Qué ha pasado...? - le pregunto a Javier - ¿Cómo hemos conseguido entrar? - se supone que el anfitrión es quien autoriza el acceso.
- Puro teatro. Nuestro agente se las ha ingeniado para ser él quien nos recibiese en la entrada. La llamada y todo lo demás ha sido puro teatro. Tan simple que no podía salir mal - me dice sonriendo.
Mierda... podría haber salido jodidamente mal...
Nos acercamos a la casa de Torres y aparcamos los coches no muy lejos de la entrada.
- A partir de aquí, seguiremos a pié - nos informa Javier a todos por el auricular.
Bajamos de los coches y comprobamos nuestras armas.
- Mis hombres se encargarán del piso de arriba. Nosotros cuatro de la planta principal y el equipo que ya está allí entrará a mi señal y vigilará las salidas. Os quiero a todos con el chaleco antibalas puesto. ¿Está claro?
Asentimos con la cabeza.
- De acuerdo. Vamos allá. Me importa muy poco lo que les ocurra a los hombres de Torres - nos dice - Pero a él le quiero vivo ¿Entendido?
Los que estamos con él asentimos de nuevo y se oyen varias voces por el pinganillo que muestran su conformidad.
Todo sucede con muchísima rapidez.
Entramos en la casa derribando la puerta.
Javier da una orden a través del sistema de comunicación y se oyen cristales rompiéndose que asumo son los cristales de las ventanas del piso de arriba.
Dos hombres nos disparan desde el salón y son abatidos casi inmediatamente por los hombres de Javier.
Joder...
Despejado.
"Tenemos a las chicas."
Ni veo ni oigo nada más.
Salgo corriendo hacia la planta de arriba.
Creo que grito su nombre, pero no estoy seguro.
La oigo llamarme.
Joder...
Entro en la habitación desde la que me llega su voz.
Anna.
Por fin la veo. Se lanza a mis brazos y todo vuelve a tener sentido. Está a salvo. Las dos están a salvo.
Oigo la voz de Javier por el pinganillo.
- No hay rastro de Torres.
Mierda...
-------------
Matt
Martes 06.50 am.
Todavía no son ni las siete de la mañana, pero hace más de dos horas que estoy despierto. Hace días que no consigo dormir bien y empieza a pasarme factura. Los nervios están a flor de piel y cuando por fin consigo dormirme, sólo soy capaz de descansar unos cuantos minutos seguidos antes de despertarme por culpa de algún sueño extraño relacionado con Anna.
Debería estar algo más tranquilo. Carlos me envió un mensaje anoche asegurándome que Anna y Cata estaban bien, pero aún así estoy nervioso. No pude hablar con ella y estoy inquieto. Necesito oir su voz. Saber que Torres consiguió escapar tampoco ayuda mucho...
Oigo movimiento en la habitación de al lado y me levanto para abrir despacio la puerta que comunica las dos estancias.
- Buenos días.
- Joder Matt... qué susto. Podrías hacer un poco más de ruido la próxima vez... - me dice Taylor desde la otra punta de la habitación.
- ¿Qué haces levantado tan pronto? - le pregunto.
- Me imagino que lo mismo que tú. Llevo toda la noche dando vueltas en la cama sin poder dormirme.
- Ya...
- No os cortéis - nos dice Ian - Podéis seguir hablando como si yo no estuviese aquí. Mierda... sois como dos jodidas cacatúas - dice tapándose la cabeza con el edredón.
- Voy a pedir café y algo sólido para desayunar. No creo que ninguno de nosotros sea capaz de volver a dormirse - le digo a Taylor.
- Buena idea - me dice.
- Yo sí sería capaz si dejaseis de hablar de una maldita vez... joder - nos increpa Ian.
- ¡Arriba Bella Durmiente! - le grita Taylor mientras le golpea la cabeza con una almohada.
- Iros a la mierda... - nos contesta.
- Vaya despertar tenemos, compañero - le dice Taylor sin poder aguantar la risa mientras Ian entra en el baño y da un portazo justo después de dedicarnos un saludo especial con el dedo corazón de su mano derecha.
Llamo al servicio de habitaciones y mientras esperamos que suban el desayuno, decidimos repasar el plan. No tenemos mucho tiempo y todo tiene que salir a la perfección. El plan es sencillo, pero hay demasiados cabos sueltos y algo podría salir mal, echando por tierra todos nuestros planes para sacar de allí a la mujer de Torres.
- Tienen cita en el médico a las diez y nosotros hemos concertado cita con los abogados a la misma hora - les recuerdo - Esperaremos a que salgan del edificio y entonces entraremos. Una vez que estemos dentro y hayamos cancelado la cita con los abogados, si alguien nos sorprendiese intentando entrar en el apartamento diremos que somos de mantenimiento y que sea lo que Dios quiera. Tenemos que intentar evitar cualquier daño a civiles. Pero quiero que os quede claro que sacar a esa mujer de allí, es mi objetivo prioritario. Si alguien se interpone, le reduciremos. Sólo eso. No quiero bajas civiles - Taylor e Ian asienten con la cabeza - Creo que lo mejor será que esperemos en la misma cafetería en la que estuvimos ayer. Tenemos muy buena visibilidad desde allí.
- Creo que es lo mejor - dice Ian.
- En cuanto desayunemos, saldremos para allá - les digo. Y Ambos vuelven a asentir.
Preparamos nuestras cosas y salimos hacia la cafetería. Llevamos algunas armas y los equipos de comunicación. Taylor y yo entraremos en el piso y esperaremos dentro a que vuelvan del médico. Mientras tanto, Ian estará vigilando en el coche y nos avisará en cuanto lleguen. La mujer de Torres debería mostrarse algo más colaboradora esta vez. No tenemos mucho tiempo para explicarle la situación, pero tendremos que apañarnos.
No podemos hacer uso de ninguno de los pisos francos que tenemos en Manhattan, así que hemos reservado dos habitaciones de hotel en Jersey. Nuestra intención es quedarnos allí hasta que decidamos qué demonios hacer con respecto a Rodríguez.
Llegamos a la cafetería a las nueve de la mañana y nos pedimos un café. Hemos dejado el coche aparcado en doble fila fuera. Desde ahí Ian tendrá una vista privilegiada del edificio donde tienen retenida a Rodríguez. Los minutos se hacen eternos mientras nos tomamos otro café y esperamos a que salgan.
Taylor me hace una señal con la cabeza para que mire a un hombre que se acerca a la puerta de entrada.
- Es uno de los escoltas - me dice.
Asiento con la cabeza. Tal y como reflejaba Sam en sus informes, llega para el cambio de turno.
- ¿Crees que sabrán de qué va todo ésto? ¿Qué sabrán quién es Rodríguez en realidad...? - me pregunta.
- No lo sé. Aunque dudo mucho que Clayton le haya encargado la misión de custodiar a Rodríguez a cualquiera. Tendría que haber dado muchas explicaciones. Seguramente estén al tanto de todo lo que está ocurriendo - contesto.
A las nueve y media salen por fín del edificio. Los tres escoltas acompañan a Rodríguez. Un taxi les está esperando en la puerta. Uno de ellos se despide con un gesto de la mano y camina en dirección opuesta.
Nos levantamos y salimos de la cafetería.
Ian se sube al coche mientras se pone el auricular. Estaremos en contacto todo el rato. Taylor y yo nos dirigimos hacia el edificio de oficinas. El recibidor es muy amplio y dos guardas de seguridad custodian el acceso a los ascensores mientras un tercero se asegura de identificar a todos los visitantes. Nos acercamos al mostrador y siguiendo el plan trazado informamos al guarda de que tenemos cita con uno de los despachos de abogados. El guarda llama por teléfono y una vez que ha comprobado que efectivamente estamos en la lista de personas autorizadas, nos deja pasar.
Respiro hondo y subo al ascensor.
Game on.
Martes 09.45 am.
Salimos del ascensor y Taylor llama al despacho de abogados para cancelar la cita. Le ha surgido un contratiempo y tiene que posponer la reunión.
Nos dirigimos hacia el apartamento. Entrar es fácil. Una puerta estándar. No hay alarma y el piso está vacío. No sabemos el tiempo que tendremos que esperar, así que decidimos acomodarnos en unos sillones hasta que Ian nos informe de su regreso.
- No hemos hablado de lo que vamos a hacer una vez que tengamos a la chica - me dice Taylor.
- Esperaremos en Nueva Jersey - le digo.
- Eso ya lo sé, Matt. ¿Y después?
- No tengo ni puta idea.
Taylor sonríe y yo le devuelvo el gesto.
- Lo sé - le digo - Todo ésto es una puta locura. Pero lo único que me importa ahora mismo es sacar a Rodríguez de aquí sana y salva.
Taylor asiente con la cabeza y afortunadamente no me hace más preguntas. Los dos nos sumimos en un cómodo silencio a la espera de que Ian nos diga algo.
No sé cuánto tiempo ha pasado, cuando por fin oímos la voz de Ian a través de nuestros pinganillos.
- Están entrando en el edificio - nos informa.
Nos levantamos y nos acercamos a la entrada del apartamento. Nos situamos cada uno a un lado de la puerta.
Le pido a Ian que esté preparado para salir pitando de allí.
Parecemos el puto Equipo A.
Afortunadamente el apartamento está lejos del ascensor y de las escaleras. Y no hemos visto ni oído movimiento en los apartamentos colindantes, aunque sabemos gracias a Sam que están ocupados. Tenemos que evitar a toda costa usar nuestras armas aunque lleven silenciador y sobre todo evitar que usen las suyas. El posible ruido alertaria a curiosos y todo se complicaría.
Oímos movimiento y el ruido característico de una llave al entrar en una cerradura.
Me sitúo frente a la puerta. En cuanto entren les apuntaremos con nuestras armas para evitar que ellos desenfunden las suyas.
La puerta se abre y antes de que los escoltas sean capaces de reaccionar, les estamos apuntando con nuestras armas directamente a la cabeza.
Taylor consigue apartar a Rodríguez, mientras sigue apuntando a la sien de uno de los escoltas.
Les hago una señal con la cabeza para que entren en el apartamento. En ese momento Rodríguez me ve y puedo ver el pánico reflejado en sus ojos. Me ha reconocido. Consigo taparle la boca justo antes de que empiece a gritar y le susurro al oído que esté tranquila que nos envía Torres. Me mira con sorpresa y asiente suavemente con la cabeza.
Taylor cierra la puerta de una patada y empuja a lo escoltas para que avancen. Les obliga a sentarse y después de atarlos, los amordaza.
Miro Rodríguez y lentamente retiro mi mano de su boca.
- No grites. No estamos aquí para hacerte daño. Lo sabemos todo...- le aseguro mientras ella me mira con sorpresa - María.
Un fuerte temblor le recorre el cuerpo justo antes de dejarse caer al suelo y empezar a llorar. Fuertes sacudidas siguen moviendo su pequeño cuerpo mientras intenta controlar el llanto.
- María. Necesito que respires hondo y que te tranquilices ¿Lo entiendes? Tenemos que salir de aquí ya y si no queremos levantar sospechas, tienes que serenarte.
Me mira mientras asiente con la cabeza y se limpia las lágrimas con las manos.
Los escoltas están inmovilizados, pero me preocupa que acaben soltándose y den la voz de alarma. Me acerco al sofá donde están sentados y los golpeo en la cabeza con la culata de mi pistola. Lo suficientemente fuerte como para que estén inconscientes un par de horas y sólo se despierten con un fuerte dolor de cabeza. Tenemos aproximadamente cinco horas hasta el siguiente cambio de turno.
Salimos del apartamento y nos dirigimos al ascensor.
- María. Esto es lo que vamos a hacer. Saldrás tu primero y nosotros te seguiremos de cerca. Intenta sonreír y saludar a los guardias. Actúa con normalidad. Nos reuniremos fuera del edificio. Estamos aquí para ayudarte. ¿Lo entiendes? - le pregunto y ella asiente nerviosa - No hagas ninguna tontería.
Salimos del ascensor con María encabezando la marcha. Se despide de los guardas de seguridad y nos espera justo a la salida. Una vez en la calle, la sujeto suavemente del brazo y la guío hacia Ian que nos espera con el coche en marcha. Subimos y nos incorporamos rápidamente al tráfico de Manhattan en dirección a Nueva Jersey.
Ahora sólo me queda decidir qué coño vamos a hacer...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top