Capítulo 5: El cielo es más lindo de noche
Un sonido estridente despertó a Venus. La chica abrió los ojos, confundida por completo y miró la hora en su reloj de pared: las nueve de la mañana.
El mismo sonido se hizo presente de nuevo por toda la casa.
Venus se levantó con desgano de su cama y tomó los lentes que tenía en su mesita de noche.
—Maldita sea —refunfuñó para sí misma—. ¿Quién podrá ser a esta hora? —Salió de su cuarto con mala gana. Hacía meses que nadie tocaba el timbre de dónde vivía.
Se cruzó con Blake en el pasillo, quien tenía el pelo alborotado y se encontraba en medio de un bostezo.
—¿Qué está pasando? —le preguntó a una Venus enfurruñada, la cual solo lo miró por encima del marco de sus gafas y bajó las escaleras. Él la siguió.
—¡Venus, querida! —le gritó una muy emocionada Lena al tiempo que entraba a la casa de su amiga sin esperar siquiera una invitación.
—Claro, pasa —susurró Venus en tono despectivo. Esas no eran horas para llegar a molestar—. ¿Necesitas algo, Lena? —le preguntó a su amiga.
La hermosa mujer que había entrado por la puerta se quedó mirando a Blake embobada. Vestía unos pantalones blancos y una camisa rosa que se le descolgaba perezosa por un hombro, Venus pudo notar que su amiga no llevaba sujetador. Traía en sus manos lo que parecía una canasta de pícnic.
—Oh no, para nada —respondió, sacudiendo una mano para restarle importancia a las palabras de Venus—. Solo pasaba para desayunar contigo y tu nuevo invitado. —Lena le guiñó un ojo a Blake y Venus puso los ojos en blanco. La tortura había comenzado.
Venus cerró la puerta con un gesto de disgusto que ni siquiera tuvo que disimular porque Lena estaba muy concentrada alagando el look de recién levantado de Blake. No solo tenía que cuidar del chico, sino que ahora tenía que tener cuidado de que no dejara a Lena embarazada porque, seamos sinceros, cualquier macho de cualquier especie caería a los pies de una mujer como su amiga.
—¿Qué traes ahí? —le preguntó Venus a Lena, sentándose con desgano en la mesa y mirando enfurruñada como su amiga tocaba la cara de Blake. ¿Por qué no podía dejarlo tranquilo? No era tan complicado.
—Ah, traje unos huevos revueltos con tocino, algo de chocolate y jugo de naranja porque, si te soy honesta Venus querida, puede que los postres te queden muy bien, pero en lo que respecta a la cocina... —Lena dejó escapar una risa que no tenía intenciones de ser maliciosa—. Eres un desastre.
—¿P-Perdón? —exclamó Venus, sorprendida por la osadía de su amiga—. ¡Claro que no soy un desastre! —Se cruzó de brazos e hizo un mohín. Lena dejó la canasta de pícnic en la mesa y caminó hasta Venus, la tomó del mentón y le dio un sonoro beso en la mejilla.
—No hagas berrinches en frente de tu invitado, Venus querida, vas a verte mal. Blake, tú puedes ir a traer los platos ¿o quieres que te acompañe yo?
—Él puede ir solo, ya conoce bien la cocina de mi casa —masculló Venus, todavía molesta.
Lena alzó las cejas y la miró con expresión pícara.
—Vaya, vaya... ¿Y qué estaban haciendo ahí? ¿Ah? Espero que nada relacionado con cuerpos desnudos. —El sonrojo en el rostro de ambos no le pasó desapercibido a Lena, quien abrió la boca con grata sorpresa—. ¡Venus! Que descarada eres, preciosa. —Caminó de nuevo hacia donde se encontraba Venus y se inclinó un poco para susurrarle al oído: —. Gracias por preparar el terreno para mí, ma'cherrie, desde aquí me encargo yo.
Venus apenas y pudo tomar aire ante las palabras de su amiga, casi pudo jurar que se atragantó con su propia saliva.
—¡No es lo que piensas! —intentó aclarar.
—Qué importa lo que yo piense, lo que importa es lo que pasó. —Lena se fue contoneando las caderas hasta la cocina.
Venus puso su cabeza entre sus brazos y la dejó descansar encima de la mesa. Sintió los pasos de Blake hasta ella y una suave presión en su hombro hizo que ella levantara la cabeza y se encontrara con la mirada de un Blake un poco preocupado.
—No me toques —le reclamó, más tosca de lo que pretendía. El chico se apartó sin decir ninguna palabra.
—Bueno, Blake, al final fui yo por los paltos. No te preocupes —dijo Lena, llegando con una torre pequeña de tres platos planos para poner la comida y un cucharón—. ¿Huh? ¿Por qué el silencio? ¿Acaso te puse nervioso? —susurró Lena, pegándose un poco al chico que se quedó estático a medio camino entre la sala y el comedor—. Bien, Venus, te propongo un trato, ¿sí? Vamos a dejar que Blake decida quien le preparará el desayuno... contándole la última vez que cocinaste tú, claro, para que vea con otra perspectiva lo que le espera.
Venus giró los ojos con un aire divertido y algo ofendido. Su amiga iba en serio.
—Está bien —dijo, rindiéndose al final—. La última vez que cociné casi quemo la cocina.
Lena soltó una risa estruendosa, el recuerdo de aquella tarde era comiquísimo tal y como ella recordaba, pero para Venus era algo frustrante.
—¡No te burles! Hornear es fácil, tienes un aviso para que saques las cosas a tiempo, ¡cómo se supone que voy a vigilar una llama si estoy haciendo otra cosa! No es mi culpa que todo se hubiera salido de control. —Venus volvió a cruzarse de brazos, molesta ante la mención de su carente habilidad para la cocina.
Lena comenzó a preparar la mesa, le sirvió una porción de huevos revueltos a cada uno y mandó a Blake a que trajera vasos de la cocina. Sirvió todo el desayuno y se sentó en la cabecera de la mesa. Venus y Blake comenzaron a comer, hambrientos. No sabía quién tragaba su comida más rápido, si su amiga o el sexy chico que se hospedaba con ella. Que afortunada es Venus, pensó Lena, si yo fuera ella hace mucho tiempo habría estado con Blake, es tan... ufff.
—¿No vas a comer?
—¿Eh?
—Que si no vas a comer —le volvió a preguntar Blake a Lena.
Venus observó cómo su amiga se ruborizaba un poco, después de todo, se le había quedado mirando al chico un poco más de tiempo del permitido.
—Sí, sí voy a comer. —Lena se aclaró la garganta, su momento de debilidad ya había pasado—. ¿Quieres salir conmigo hoy? Podemos ir al cine o a caminar por algún parque —le preguntó a Blake, pasándole una mano con lentitud por el brazo.
Venus miró huraña a Lena y a Blake, apenas lo había visto unos minutos el día anterior, era muy pronto para que su amiga se lo llevara fuera del alcance de su visión... si Lena se quedaba sola con Blake, ¡demonios! ¡Ella no quería convertirse en tía con tan poca edad!
—N-No puede ir —las palabras se le escaparon de la boca a Venus—. T-Tiene un compromiso conmigo.
—¿Qué eres? ¿Su niñera personal o algo así? —le contestó su amiga, molesta.
Al parecer así es, no tengo más opción, pensó Venus.
—¡É-Él debe quedarse! ¡N-Necesita la guía de la universidad! —trató de mentir Venus, muy exaltada como para que efecto su triste intento.
—¿Sabías que tartamudeas cuando mientes?
—¡P-Por supuesto que no! —Venus tomó una respiración para calmarse, tomando en cuenta su situación tenía que mostrarse relajada—. Mañana Blake irá a la universidad conmigo, debe prepararse para que nada lo tome desprevenido.
Esta vez la mirada que le dio Lena al chico fue más felina, como una leona hacia una pobre e inocente liebrecilla que pastaba solitaria en la pradera.
—Así que tiene suficiente dinero para venir de intercambio y estudiar en la mejor universidad del país... —Lena se relamió un poco los labios. Venus tuvo que contener las ganas de vomitar al ver el descaro de su amiga.
—Interesada —dijo, tratando de esconder la palabra fingiendo tos. Lena la miró divertida.
—Hay que aprovechar las oportunidades cuando las tenemos, amiga, de otra manera terminarás infeliz en un cuarto minúsculo en el centro de la ciudad. —Lena se puso de pie—. Y créeme, tú no quieres esa vida.
Venus le pasó su plato vacío a su amiga y Blake imitó sus movimientos.
—¿Debería ir con ella? —le preguntó el chico.
—¡No! —susurró Venus, decidida a evitar un embarazo adolescente a toda costa. No quería que Lena oyera cómo convencía a Blake de permanecer en casa.
—¿Y bien? —Lena llegó de nuevo a la mesa moviendo sus perfectas caderas y haciendo un puchero—. ¿Vienes conmigo, Blake?
El chico pasaba su mirada entre las dos amigas, no sabía qué debía hacer. Venus lo miraba negando con la cabeza de manera sutil.
—¿No? —dijo, con un tono de voz dudoso que no se le pasó desapercibido a Lena.
—¿Me lo preguntas o me lo dices? —inquirió, caminando hacia él, inclinándose un poco hacia delante para mostrar su escote.
Blake ni siquiera lo miró, mantuvo la vista siempre en los ojos de Lena y le respondió.
—No. Me quedo con Venus, pero gracias. —En el rostro de Venus se formó una sonrisa de autosuficiencia.
Castidad: uno. Embarazo prematuro: cero.
—Entonces dejo la invitación abierta para otro día —contestó Lena, decidida a recibir un "sí" de parte del chico en algún momento. La sonrisa se le borró del rostro a Venus de manera paulatina, ni modo, iba a tener que enseñarle a Blake toda la educación sexual que pudiera—. Nos vemos la próxima semana en el trabajo. Le mandaré saludos a Amanda de parte de ambos, adiós —se despidió Lena con una sonrisa, al tiempo que iba hacia la puerta.
Venus se puso de pie y fue a despedir a su amiga como debía ser, no importaba que hubiera llegado a molestarla un domingo, Lena se había tomado la molestia de levantarse temprano, preparar un desayuno para tres e ir hasta su casa. Al final de cuentas no era una mala amiga.
—Adiós —se despidió Venus a un lado de la puerta, le dio un abrazo a Lena—. Gracias por el desayuno.
—Oh, no es nada. No voy a dejar morir a Blake de inanición —le contestó su amiga, encogiéndose de hombros.
—¡Ey! ¿Y yo qué? —respondió divertida Venus.
—Tú has vivido así casi veinte años, creo que vas a sobrevivir —se mofó Lena, pasándose la canasta de pícnic a su mano izquierda—. Adiós a los dos, disfruten su domingo. —Se despidió moviendo su mano derecha y se perdió de la vista de Venus una cuadra más abajo, al doblar una esquina.
La chica cerró la puerta con calma y buscó a Blake con la mirada, al parecer, él ya no estaba en la mesa. Lo encontró en la cocina, lavando los platos. Parecía pensativo, como si tuviera muchas cosas rondándole la cabeza. Venus se recostó en la barra de madera que daba a la cocina y contempló por unos segundos al chico. El segundo día que pasaban juntos hacía que ella se sintiera un poco incómoda con su presencia. Sí, él se había comportado de forma amable con ella el día anterior, pero aun así ella se sentía extraña a su lado, como si en cualquier momento él fuera a hacerle daño.
Tal vez se debía que todos los hombres que habían pasado por su vida la habían lastimado y luego abandonado como si no valiera nada.
—¿Estás bien? —la pregunta de Blake sacó a Venus de sus pensamientos.
Ella parpadeó para devolverse a la realidad y volcó su atención a al chico que tenía al frente: la miraba preocupado, parecía genuino. Una sonrisa se dibujó en el rostro de la chica, no debía ponerse en guardia con alguien como Blake.
—Sí, estoy bien solo... estaba pensando—le contestó Venus, apoyando su cabeza con desgano en una mano.
—Tu amiga Lena se parece mucho a mi ex prometida —soltó Blake de repente.
Venus no podía creer lo que escuchaba, aparte de ser una completa barbie, su amiga tenía el físico de las mujeres extraterrestres.
—¿En serio? —masculló, viendo cómo Blake terminaba de lavar la loza y la ponía a un lado a secar.
—Sí. —Ahora era el turno de Blake de sonreír a la nada—. Tal vez no en su físico. —Venus soltó un suspiro de alivio—. Pero sí en su manera de actuar, te juro que la veo reflejada en ella, tanto que me aterra. Por eso no fui con Lena, tuve la excusa perfecta cuando tú también te negaste. Es estúpido, ¿no? Que haya pasado tanto tiempo y que aún me siga doliendo lo que ella me hizo. Me siento como... —Blake dejó la frase en el aire.
—Como un montón de basura que nadie quiso —completó Venus.
Él la miró como si pudiera leer sus pensamientos.
—Exacto, ¿cómo lo sabes?
Venus soltó un suspiro y se retiró del mesón de madera.
—Porque así me sentí yo con mi exnovio. —Venus estaba de espaldas a Blake cuando dijo eso, así que lo único que recibió por respuesta fue un abrazo.
Los brazos de Blake la rodearon desde su espalda, el olor a jabón de cocina le llegó hasta sus fosas nasales, Venus se dejó abrazar por el chico. Había algo en él que la reconfortaba, al fin al cabo ella comenzaba a sentir el peso de una amistad con cada hora que pasaba. Se giró y fue el turno de ella de abrazar el pecho del chico, así, en esa posición, podía escuchar los latidos de su corazón. Sonaban un poco más lentos que los latidos humanos.
—No dejes que nadie sea muy importante en tu vida —dijo Venus separándose de Blake—. Las personas solo te traen dolor, angustia, odio, tristezas... los seres humanos somos inservibles.
—Tú no eres inservible —le respondió Blake.
Venus soltó un bufido burlón.
—Obvio, porque me conoces taaaan bien, ¿no? —respondió, cruzándose de brazos—. A mí no me engañas, debajo de toda esa fachada de chico dulce debe haber algo malo, nadie puede ser tan... —Venus se obligó a sí misma a detenerse, no quería decir nada que después podría lamentar.
—¿Tan qué? —preguntó Blake, mirándola molesto. Esa humana tan pequeñita se creía con el derecho de insultarlo justo en sus narices.
Venus puso los ojos en blanco e ignoró la pregunta del chico. Giró sobre sus talones y subió las escaleras hacia su cuarto. Blake la siguió y la tomó del brazo apenas ella cruzaba la puerta.
—¿Tan qué? —volvió a insistir.
La chica no le contestó, se empeñaba en esquivar su mirada.
—Venus, dime —presionó Blake, sosteniéndola del brazo con un poco más de fuerza, pero sin lastimarla. Aunque ella a veces hiciera berrinches de niña pequeña, a él le dolía mucho lastimarla. Ya lo había hecho apenas la conoció y eso era algo que le pesaría por el resto de sus días.
—¡Tan perfecto! —gruñó ella, zafándose del agarre de Blake con un movimiento rápido—. ¿Estás contento? —le reclamó—. No creo que seas tan perfecto.
Blake río. Era la primera vez que Venus lo escuchaba reír a carcajadas y por un momento se sintió flotar en medio de miles de astros luminosos, como si estuviera metida en la mismísima vía láctea. Era un sonido tan lindo que le costaba creer que fuera una risa.
—Creía que tú pensabas que yo tenía un problema con el espacio personal. —Blake se inclinó para quedar a la altura del rostro de Venus. La chica sabía que él lo hacía solo para molestarla, aun así, sintió sus mejillas arden ante la proximidad de él. Estaban tan cerca, que si quería besarlo solo sería cuestión de moverse un poco y cortar los centímetros que los separaban.
Pero ella no quería besarlo.
Venus dio un paso atrás, poniendo más distancia entre ella y Blake. Tomó su celular que había dejado cargando en la mesita de noche y lo conectó por bluetooth, buscó una lista de reproducción tranquila y se sentó a escribir en su computadora.
—Sí, sí lo tienes. Es exasperante —dijo Venus.
Estaba tarareando el ritmo de una canción pop romántica mientras tecleaba nuevas palabras en una novela de amor que tenía pendiente de terminar. La chica estaba concentrada en la historia cuando, de un salto, un gato blanco se montó de un salto sobre su laptop, arruinándole el párrafo que estaba escribiendo. Venus miró al felino con un aire entre divertido y enojado.
—Blake...
Miaw.
—Aja, sí. Miaw.
Miaw.
El gato blanco restregó su cabecita contra el mentón de la chica, ronroneando. Venus soltó una risita y le rascó detrás de las orejas.
—Eres un pesado, en serio.
Miaw.
—No entiendo lo que dices. —Venus sintió como una lengua rasposa le lamía la nariz—. ¡Ay! Basta ya —exclamó ella, tomando al Blake por el lomo y bajándolo de la mesa.
Al poner el gato en el suelo, Venus pudo ver el en el piso.
—¡Hazme el favor y ponte algo de ropa! —lo regañó, poniéndose de pie y abriendo la puerta de su cuarto.
Blake salió corriendo aún en la forma felina y ella le tiró el pijama al pasillo.
—Si quieres volver, vuelve, pero hazlo con ropa. Mañana vamos a ir a la universidad y tengo que enseñarte algunas cosas —dijo Venus, frunciendo el ceño.
Al cabo de unos minutos Blake volvió a entrar por la puerta vistiendo el pijama. Venus tomó su laptop y se sentó en su cama, haciéndole una seña al chico para que se sentara al lado de ella.
—Bien, comencemos. Lo primero que debes saber es...
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¡Hola!
Me alegra mucho que estén siguiendo la historia de estos dos personajes. En este capítulo vimos un poco más de Lena, es un poco arpía pero adora a Venus con su corazón, lo juro.
Gracias a todos por votar y comentar si les gusta, no saben lo feliz que me pone el saber que les gusta la historia.
Besitos <3
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