14| En medio de un viaje astral.
Capítulo 14: En medio de un viaje astral.
No sé en qué momento empecé a sostener la respiración, pero es hasta que Kian está frente a mí, separados solo por unos cuantos centímetros que me percato de ello y dejo salir todo el aire.
Mi primera reacción es querer salir corriendo, las piernas me tiemblan como gelatinas y he de admitir que me siento un poco pequeña e intimidada ante la altura y mirada de este chico.
Pero, aunque mi lado cobarde se haga presente también está el lado lleno de fingida valentía que me recuerda que no puedo pasar toda la vida huyendo de los problemas. Además, le debo una disculpa y hoy el destino se ha confabulado para presentarme la oportunidad y sería muy bobo de mi parte desperdiciarla.
Alzo la mirada encontrándome con sus ojos cafés mirándome fijamente, la leve brisa que sopla le remueve su cabello dejando fuera de lugar algunos mechones de su frente. Ninguno de los dos hace otro gesto más que mirarnos como si fuéramos bobos, lo que me lleva a preguntarme ¿Qué estará pasando por su mente?
Inspiro profundo, cierro mis ojos y dejo salir las palabras que le debía.
—Necesito hablar contigo —Soltamos ambos al mismo tiempo.
Abro mis ojos sorprendida y él ladea su cabeza sin entender lo que acaba de pasar.
¿Qué es esta repentina coordinación que presentamos el día de hoy?
—Perdón —exclamamos nuevamente al unísono y ha sido tal el nivel de sincronización que ambos nos echamos hacia atrás y empezamos a reír.
—A ver —Carraspeo mi garganta—, iré primero porque a este paso tardaremos una eternidad.
Kian se limita a asentir y luego de las risas mi mente se ha quedado en blanco. Siento que debo decirle muchas cosas, justificarme, explicar el porqué de mi decisión, pero cuando abro la boca solo vuelvo a decir:
—Lo siento —Desvío la mirada—, por haber actuado así el otro día y por lastimarte. La verdad es que me gustaría darte una larga y definida explicación sobre el porqué hice lo que hice, pero lo cierto es que mi mente está en blanco y esto es lo único que puedo decir —frunzo mis labios negándome a verlo y sintiéndome repentinamente mal por mi acción pasada al recordarla—. No sé ni siquiera en qué estaba pensando, creo que quizás fue el estrés, mi corta paciencia o que soy muy de enojarme rápido, pero…
—Está bien lo entiendo —Me corta—. De hecho, yo también quiero disculparme porque no debí decirte esas palabras, es solo que te juzgué un poco por las apariencias —Aclara su garganta y yo subo poco a poco la mirada. Sus mejillas están sonrosadas y rasca su cuello con una aparente incomodidad—. No nos conocemos bien y estos últimos días he visto que eres muy cercana a Asher y pues… —Guarda silencio por algunos segundos y luce como si estuviera buscando las palabras en su mente hasta que suelta un suspiro y termina la oración—: siempre que nos hemos encontrado ha sido a causa de él.
» Si lo piensas mejor yo tuve la culpa —Esboza el intento de una sonrisa—, solté las palabras sin pensar…
—Y yo actué sin pensar también —Le interrumpo porque pensándolo bien creo que ambos tuvimos culpa—, y pues creo o al menos trato de comprender por qué actuaste así —murmuro bajito recordando las palabras de Lely.
«Para nadie es una sorpresa que desde segundo año Kian viene soportando las malas actitudes por parte de Asher…
Al final todos nos convertimos en victimarios por guardar silencio y permitir que eso continúe…»
» Creo que yo actuaría tan a la defensiva si me pasara lo mismo. —La mirada que me da Kian es de confusión total—, me refiero al acoso de Asher.
—Ah, eso —Suelta un bufido—. Ya estoy acostumbrado, pero tal y como notaste siempre estoy alerta porque no sé con qué bobería puede salir.
—Trataré de hablar con él —El viento empieza a soplar un poco más fuerte haciendo que varios mechones de mi cabello vayan hacia mi boca y luche por quitármelos para seguir hablando—. No sé que travesuras haga ese chico contigo, pero por favor ten en claro que por el hecho de que me junte con él, no quiere decir que tenga sus mismas actitudes o pensamientos.
» Todos somos diferentes y tenemos nuestra personalidad, criterio propio e ideologías. —Los recuerdos de nuestro primer encuentro vienen a mi mente y con ello las palabras que ambos chicos intercambiaron en su discusión—. Tú le dijiste que era un clasista, pero te agradecería mucho que no pienses lo mismo de mí —frunzo mis labios—. Yo realmente no tengo problema en que becados estudien aquí, al contrario, es una gran oportunidad que todos deberíamos valorar porque creo que todos nuestros padres quieren que recibamos la mejor educación aun cuando muchos no pueden tenerla.
» Y sí, sé que desde nuestra posición parece fácil decirlo, pero, aunque no sepa en carne propia cuán difícil sea mantener una beca, por ejemplo, sé que conlleva de un gran esfuerzo y también orgullo para los mayores.
¿Lo ves, Rizzia? hablando se entiende la gente. ¿Por qué no hiciste eso ese día? Hubiera evitado muchos inconvenientes.
Tienes razón, vocecita.
El chico frente a mí asiente pensativo y tiene puesta su mirada en el cielo. Imito su gesto metiendo mis manos en los bolsillos de mi falda y dejándome llevar por el hipnótico color azul que tiene el cielo y creo que es debido al viento, pero las nubes parecen como si fueran pinceladas sobre el fondo azul haciendo un contraste precioso
—Supongo que tienes razón —murmura—, de igual forma discúlpame, no fue lo correcto.
—Y tú también perdóname a mí —sonrío viendo como a lo lejos pasa un avión dejando una hilera blanca tras su paso—. Uno de mis defectos es que soy muy impulsiva, primero actúo y luego pienso —Bajo la mirada y tengo que parpadear en repetidas veces porque veo lucecitas a mi alrededor—. Por cierto, ¿necesitas que te reponga algo? ¿Estás bien? Ser bañado con café caliente no es algo que no deje estragos.
Kian enfoca su mirada en mí y esboza una sonrisa mientras niega con su cabeza.
—Necesito que me pagues la terapia psicológica —Entrecierra sus ojos—, cada encuentro que tenemos termina con café sobre mí y eso ya me generó traumas, ya no puedo ver el café de la misma manera. Eres como un peligro andante con el café, ¿sabes?
—¡Hey! —Me quejo sintiendo mis mejillas un poco calientes—. Hablo en serio.
—Déjalo estar —ríe—. Ya no tiene caso.
—Déjame insistir, —replico— realmente no me siento cómoda con ello. Pídeme cualquier cosa trataré de cumplirlo.
—Mmm —Acaricia su barbilla—. ¿Tengo tiempo límite?
Niego con mi cabeza.
—Cupón valido sin límite de tiempo. Es más, lo anotaré en mi agenda del móvil para no olvidarlo y ¡oh! ¡oh! —Empiezo a dar saltitos pues se me ha ocurrido una idea—. Dame tu número de celular, para hacer esto más formal haré el cupón en digital y te lo enviaré por Whats, de esta manera lo hacemos más oficial y no solo de palabras.
Kian echa su cabeza hacia atrás riendo.
—Ya tienes mi número, me lo pediste el otro día para hacer una tarea de la cuál aun no nos organizamos.
—¡Oh! Tienes razón —digo viendo en el móvil su nombre, que tampoco tiene Emoji, y al mismo tiempo confirmando en que no hemos hecho nada para la actividad de Orientación Para la Vida.
Le miro fijamente pensando en qué Emoji puede ir de acuerdo a la personalidad de él, ladeo mi cabeza, no le conozco mucho así que no podría decirlo con facilidad lo cuál me dificulta la tarea.
—¿Eh, Rizzia? ¿Tengo algo en la cara? —Sus manos van inmediatamente hacia su rostro palpando un tanto preocupado.
Parpadeo y me echo hacia atrás.
¿Soy boba o qué? ¿Por qué le miro como idiota y en su presencia? ¡Ahora pensará que soy una descarada!
—¿Rizzia?
—¡Ah! —Me sobresalto—. ¡No, no, no! No es nada, me quedé… —¿Qué le digo? ¿Qué me quedé mirándole para ver que Emoji se asemejaba a él? De seguro pensará que estoy loca.
—¿Te quedaste?...
—En un viaje astral —suelto sin pensar y no paso por desapercibido la cara de ¿qué rayos dice? Que tiene reflejada.
¡Maldición!
Empiezo a caminar hacia atrás listísima para echarme a correr. No pienso seguir auto humillándome aquí.
—Te enviaré el cupón en el fin de semana —Sigo retrocediendo de espaldas—. ¡Nos vemos el lunes! —Ni siquiera espero su respuesta, sino que es diciendo eso y me giro como si fuera un trompo arrepintiéndome de ello al instante pues no sé como me he enredado con mis propios pies y cuando quiero dar el paso caigo de rodillas al suelo y no puedo evitar soltar un quejido cuando mi piel hace contacto con el cemento.
—¡Rizzia! ¿Estás bien? —Escucho su grito lleno de alarma seguido de sus manos en mis brazos queriendo levantarme.
Debido a la caída todo mi cabello se ha venido hacia el frente, ocultando de esta manera mi rostro y yo no puedo estar más que agradecida con el de arriba porque ¡Qué humillante!
Kian me ayuda a levantarme y me pregunta nuevamente si estoy bien a lo que hago un gesto de que se detenga con mi mano para luego alzar mi pulgar arriba y echar a correr.
Miro hacia abajo viendo un poco de sangre en mis rodillas y mis labios empiezan a temblar porque quiero llorar.
No gires, no gires.
—¡Rizzia! —grita de nuevo, pero yo ya estoy abriendo de par en par la puerta de la azotea para bajar por las escaleras entre una rara combinación de correr y cojear al mismo tiempo.
¿Por qué estas desgracias tienen que sucederme en momentos como este? ¡¿Cuál fue el mal que yo hice?!
31 de marzo, 2017.
Me miro en el espejo un poco insegura sobre como luzco con el vestido puesto, paso un largo rato mirándome de lado para cerciorarme de que no se me ve el estómago sobresaltado y que esta semana que tuve que aguantar hambre haya valido la pena.
En cuanto a mi cabello, me lo han dejado suelto únicamente con una especie de diadema trenzada en la parte de delante, algo así como ni muy sofisticado, pero tampoco tan descuidado. Por otro lado, mis uñas no fueron un caso tan perdido ya que tuve que acceder a colocarme acrílicas para que se vieran decentes y no mostrara el desastre que verdaderamente son.
Suelto un suspiro y me giro viendo en dirección a donde se encuentra mi madre a quién le están dando los últimos retoques de maquillaje. Camino hacia ella sintiéndome como Bambi al dar los pasos con los tacones, tenía mucho tiempo de que no los usaba y me está costando manejarlos, sumándole a ello que mis rodillas duelen debido a los raspones que se me hicieron cuando me caí en la escuela.
Ah, al menos con este vestido puedo cubrirlos ya que no tiene ninguna abertura en las piernas. Me pregunto si de haber escogido la otra opción que tenía, ¿qué hubiera hecho para ocultar los golpes?
Me tambaleo un poco y por pura suerte logro estabilizarme, veo como algunas empleadas del lugar sonríen disimuladamente y yo siento arder mis mejillas. Suerte que mi madre tiene los ojos cerrados porque como me vea en esta situación empezará con sus quejas y reproches.
—Mamá, ¿puedo esperar en el auto? —susurro cuando finalmente he llegado a su lado.
Ella asiente dándome su bolso aún con los ojos cerrados para que busque las llaves. Me apresuro a sacarlas y dejar el bolso sobre su regazo para luego salir de ahí tratando de caminar con premura.
Una vez dentro del auto, saco el móvil viendo que aún falta cuarenta y cinco minutos para que el evento comience. He estado dentro de ese salón de belleza durante casi dos horas y para ello tuve que suspender mis asesorías con Asher y salir del colegio apenas y terminé el último examen.
Supongo que mi madre no tardará mucho así que me decido a terminar de diseñar el cupón de Kian en el móvil, solo para perder el tiempo.
Ah, Kian.
Sacudo mi cabeza. Fue un martirio huir de él o más bien de su mirada estos dos días porque a pesar de que ya estamos en buenos términos la vergüenza de que me haya visto darme de bruces contra el suelo no es algo difícil de olvidar.
Mi madre llega hasta el auto y no puedo evitar mirarla fijamente una vez entra y procede a encender el motor. El maquillaje en su rostro, no es cargado sino un poco sutil, pero la hace destacar de una forma impresionante, sus ojos verdes relucen y su cabello pelirrojo va sujeto en un elaborado moño que me da la impresión de que voy a la par de una celebridad.
—¿Algo interesante en mi rostro, Rizzia? —Su pregunta me saca de mi estupor.
—Te ves preciosa —Sonrío ampliamente.
—Gracias —Ella se limita a esbozar una media sonrisa sin despegar la mirada del camino.
Y a partir de ahí todo el recorrido es un eterno silencio.
Una vez en la fiesta cualquiera pensaría que todo sería más animado pero lo cierto es que anima más una clase de química que esto. No sé si será mi perspectiva adolescente y a lo mejor cambie cuando sea una adulta y considere que este tipo de ambientes es diversión total.
Aunque bueno, en sí el festejo no es para divertirse sino para inaugurar y presentar el nuevo programa en el cual mi madre pasa de ser presentadora a productora, siendo así la encargada de estar al mando de todo lo que implica el manejo de un programa de televisión.
Una vez termina la presentación del programa, una ronda de aplausos inunda toda la estancia y da inicio a la tortura. Muchas personas se acercan a mi madre que está con el equipo de producción del nuevo programa para felicitarles, por supuesto algunos de ellos reparan en mi presencia, oportunidad que mi madre no desaprovecha para presentarme y decir cuánto es el amor que tengo por las comunicaciones y las ansias de seguir sus pasos, a lo que no me queda más remedio que seguirle la corriente mintiendo descaradamente.
Muchos de los comentarios que recibo son tipo, «¿De verdad?» «Espero y alcances el nivel de tu madre» «Que bueno que la juventud de hoy en día siga mostrando interés por esta bella área» entre otros, que no me queda más que limitarme a responder educadamente y sonreír a regañadientes.
Si supieran que no me interesa ni en lo más mínimo estar aquí ni su área laboral.
Después de un tiempo siento la mejilla adolorida y casi al borde de sufrir un tic nervioso de tanto sonreír, mis manos duelen de dar apretones y mis labios cansados de tener que dar besos en las mejillas.
Y toda yo, cansada ya de recibirlos.
Mi madre ha aprovechado de presentarme a casi media población trabajadora de la televisora entre ellos destacados patrocinadores, presentadores, locutores, pero lo más importante, según ella, la presentación ante directores y productores ejecutivos de programas de entretenimiento y otras áreas que pueden ayudarme a obtener un trabajo en este lugar.
Finalmente, la hora de las presentaciones e intercambio de saludos ha terminado al menos para mí, pues varias personas se han acercado a felicitar a mi madre entablando una plática con ella, momento que aprovecho para escabullirme de ahí y salir a la terraza del lugar en busca de aire fresco.
Es una noche fresca, aunque ahí adentro esté caluroso, sin embargo, aprovecho estos momentos en los que el viento sopla suavemente para refrescarme. No sé cuanto más tenemos que estar acá pero ya estoy cansada, mis pies me están matando y el dolor de los raspones en mi rodilla tampoco ayudan. De hecho, no sé cómo es que aún sigo de pie.
—¿Rizzia? —Una voz masculina a mis espaldas me sobresalta.
—¿Asher? —digo sin poder creérmelo, viendo al chico con su cabello negro perfectamente peinado hacia atrás, lo que le da un toque un poco más maduro, vestido con un traje del mismo color— ¿Qué haces aquí?
El chico emite una suave risa.
—Así que este era el asunto importante que tenías que atender y por el cual me dejaste plantado en las asesorías.
—No te dejé plantado, —me quejo— te avisé.
—Si, con quince minutos de antelación. —ríe.
Se acerca hasta donde estoy y se apoya sobre las rejas del borde de la terraza.
—Sabía que no estaba ciego cuando vi a una peculiar cabellera roja pulular por el salón.
Le miro con diversión negando con mi cabeza.
—No soy la única pelirroja aquí.
—Ya, pero sé distinguir la tuya entre muchas otras.
—Sí claro.
—¿No me crees? Tu cabello es brilloso y radiante, destaca a miles de kilómetros junto con tu belleza.
—¿De casualidad has tomado alcohol? —pregunto porque le veo un poco más animado de lo normal.
—Un poco de vinito tal vez —Achina sus ojos.
Suprimo una sonrisa, la verdad es que la mayoría de las bebidas que sirven en este tipo de eventos siempre llevan alcohol. En mi caso, mamá me dio permiso para poder tomarlas, pero simplemente rechacé la oferta. El sabor del vino no es algo que se me antoje, a decir verdad.
—Ajá, vinito con mucho alcohol de seguro.
—Eso no importa —Mueve sus manos con de interés—, el punto aquí es que puedo distinguirte —Sus ojos grises me miran por varios minutos hasta que decido apartar la mirada de ellos.
—¿Qué haces aquí? —Vuelvo a preguntar en un intento de desviar la conversación hacia otro rumbo porque el que hablemos sobre mi “destacable belleza” y su mirada atenta sobre mí me pone un poco incomoda y solo me recuerda las palabras de mis amigas diciendo que Asher me ve con ojos de interés.
—Mi mamá tiene una empresa de cosméticos y una línea de ropa, tengo entendido que es patrocinadora del programa en el que tu madre está.
—Uh, ¿sabes quién es mi madre?
—Por favor, quien en el colegio no sabe de quién eres hija. —replica riendo—. Eres casi una réplica de ella.
—A excepción de los ojos —le corto.
Por desgracia yo no saqué sus bonitos ojos verdes.
—Bueno eso sí, y supongo estás aquí por…
—Acompañarla —digo acomodando mi vestido—. Y ya sabes, ver como se maneja el mundillo de las comunicaciones.
—Claro, sería extraño si no quisieras seguir el ejemplo de tu madre.
—Sí ¿Verdad? —Finjo reír, sintiéndome como un espécimen extraño por no querer seguir el camino de mi madre—. ¿Qué hay de ti?
—Bueno, mi mamá me pidió que la acompañara también —Se encoge de hombros—. Dijo que no quería venir sola porque luciría como una patética empresaria divorciada y desahuciada.
—Oh, no creo que tenga razón —murmuro, aunque realmente no tengo idea pues no conozco a la madre de Asher.
—Lo sé, creo que solo me quería presumir —sonríe socarronamente—. Y aunque no me guste mucho este tipo de eventos, me obligo a asistir porque aprendo muchas cosas y sé que es el futuro que me espera si por algún milagro mi madre decide pasarme la empresa o bien, creo la mía.
—¿Tu madre? ¿Qué hay de tu padre? Él también tiene una, ¿no?
El semblante al hablar de su padre cambia totalmente. Su rostro se vuelve en una mueca y su ceño se frunce molesto.
—La empresa de él está enfocado en el desarrollo de videojuegos —murmura—, no es un área que me moleste al contrario me gusta y lo disfruto, pero prefiero que mi madre me enseñe todo lo que ella sabe a molestar a un señor que solo se preocupa por las apariencias y cree que con el dinero arreglará todos los daños que ha hecho.
—Oh, entiendo.
¡Vaya! Empiezo a sentir un poco de envidia porque al menos él tiene una idea vaga de qué hacer con su vida.
Asher se encoge de hombros.
—Aun hay cosas que no sabes de mí, Rix —Esboza una media sonrisa—. Pero siento un poco de satisfacción contarte algunas de ellas, ¿sabes? Se siente como si dejara salir una carga.
Intento sonreírle, pero el solo hecho de alzar las comisuras de mis labios me causa dolor.
—Te lo dije —digo masajeando mis mejillas—, a veces puedo ser muy habladora, pero soy buena escuchando.
—Lo sé —ríe estirando su mano para colocarla sobre mi cabeza y darme palmaditas en ella.
Le miro con detenimiento sorprendida por su acción y él parece percatarse de lo sucedido hasta que ya lo ha hecho.
—Lo siento —Quita su mano rápidamente y empieza a remover su cabello con nerviosismo—. Quería despeinarte, pero no puedo arruinar tu bonito peinado. Supongo te molestarías.
—Supones bien —respondo mordiendo el interior de mi mejilla.
Hay un momento de silencio hasta que fija su mirada hacia abajo.
—¿Cómo puedes soportar estar de pie con esos zapatos?
Doy un respingo y guío mi vista hacia mis tacones cubiertos por el vestido. La verdad es que no tengo ni idea, lo que si sé es que mañana probablemente no me pueda levantar debido al dolor.
—¿Nos sentamos? Creo haber visto unas mesas vacías en el fondo —Señala adentro del salón—. Con suerte aun las encontramos desocupadas.
—Claro —asiento.
Me doy la vuelta, alzando un poco los pliegues del vestido para poder dar el paso, pero antes de hacerlo siento el brazo de Asher sosteniendo el mío. Me giro a verle y luce un tanto nervioso y sus mejillas un poco rojas.
—Oye, sé que puede ser un poco extraño, pero, ¿quieres tomarte una foto?
—¿Eh?
—Digo, como para recordar el momento —Remueve su cabello—. Y aprovechando que estamos muy bien vestidos.
Debido al dolor que me supone el poder sonreír, levanto con mis dedos la comisura de mis labios para hacer el intento, haciendo que Asher ría.
—No le veo problema —murmuro colocándome a su lado.
Asher saca su móvil y empieza a tomarnos selfies, que digamos no salen tan bien debido a que la iluminación que hay acá no es lo suficiente.
—Espera —dice bajando el celular y mirando a su alrededor. Le observo un poco confundida y se aleja caminando hacia un señor, parecen intercambiar palabras y luego de unos minutos Asher viene acompañado con él.
—¿Qué sucede?
—Él nos la tomará —sonríe tomándome del brazo para llevarme hacia el salón que se encuentra más iluminado—. Sonríe, Rizzia —dice parándose justo a mi lado.
El señor cuenta hasta tres y empieza a tomar las fotografías.
Realmente no sé cuántas toma, pero hago mi máximo esfuerzo por soportar el dolor en mis mejillas y sonreír. Una vez hecho, el caballero le devuelve el móvil a Asher y ambos le damos las gracias mientras lo vemos alejarse.
—Bien ¿Y ahora? ¿Quieres que te tome una? El otro día no pude hacerlo —Se lamenta.
—Pero antes busquemos un asiento porque siento que de un momento a otro me voy a caer —confieso.
—Vale.
Mientras caminamos Asher va viendo las fotografías en su móvil y una gran sonrisa se forma en su rostro.
—Mira —dice tendiéndome el celular—. Nos vemos preciosos, ¿a que sí?
Lo tomo entre mis manos y voy deslizando una por una.
Pues sí, la verdad es que no miente.
Lucimos bien juntos.
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¡¡¡Aaaaaaahhhhh!! No sé por qué grito pero bueno.
Holaaaaa, espero hayan disfrutado mucho el capítulo de hoy❤
¿Comentarios? ¿Teorías? ¿Team Kian? ¿Team Asher? Déjenme saberlo aquí en los comentarios.
Muchísimas gracias por todo su apoyo, sus votos y comentarios❤❤🤭 y si les gusta la historia no olviden recomendarla para que sigamos creciendo.
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Sin más que decir, nos leemos hasta el próximo sábado.
Baiii.
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