09| Un pequeño gran interés.

Capítulo nueve: Un pequeño gran interés.

ASHER.

Cuando escucho la primera explosión, mi corazón late con rapidez y mis ojos recorren todo el lugar en busca del detonante de ese ruido que poco a poco se va haciendo más familiar. Es hasta que los sonidos incrementan y las luces forman figuras en el cielo que parezco asimilar lo que está sucediendo.

Cierro mis ojos ante cada explosión sintiendo como el sudor baja por mi espalda y la sangre poco a poco va abandonando mi cuerpo, confirmándolo cuando veo mis manos pálidas y llenas de sudor.

Los recuerdos de ese día vienen a mi mente ante cada estampida. Siento como tengo el cohete en mis manos, veo la chispa quemar la mecha, me veo a mi mismo en una versión más pequeña admirar con estupidez como un cohete en mis manos está a punto de explotar. Los gritos de mi madre inundan mis oídos, la veo acercarse con rapidez para tratar de quitarme el cohete, pero la chispa ha quemado la mecha y la explosión hace volar todo incluyéndome.

El estruendoso sonido de mi infancia se mezcla con lo que estoy escuchando justo ahora provocando que me sienta atrapado y sofocado. No hay salida. A lo lejos escucho la voz de Rizzia llamándome y por más que quiera responderle no puedo porque todo es demasiado atormentante y abrumador al punto en el que solo quiero que el ruido se acabe, quiero liberarme de esta pesadilla, quiero dejar de verme volar por los aires y de sentir que mis oídos chillan por el sonido.

El olor de un suave perfume femenino inunda mis fosas nasales logrando despejar un poco mi mente. Abro mis ojos y por alguna extraña razón sigo viendo todo oscuro. Trago saliva y mis ojos enfocan el rostro de Rizzia quien luce un poco preocupada, parece que está hablando, pero no logro entender lo que dice.

Pero poco a poco en medio de aquel caos logro descifrar lo que está diciendo.

—Intenta enfocarte en mi voz —Creo que murmura. Sus ojos cafés no se despegan de mi rostro, trato de asentir, pero aún con mis oídos cubiertos los sonidos de los cohetes siguen escuchándose.

Veo los labios de Rizzia moverse con precisión, intento enfocarme en su voz tal cual me lo ha pedido, pero me es imposible, su voz es opacada por las explosiones, sin embargo, cierro mis ojos intentándolo nuevamente.

—Los delfines son unas criaturas hermosas e inteligentes —Le escucho decir con una voz lejana—. Tanto así que quería tener uno como mascota, era un capricho que tenía...

Su voz comienza a esclarecerse.

—Cada que veía un delfín, ya sea en la tele o en un libro le exigía a mi padre uno, realmente estaba loca por ellos. —Niega con su cabeza mientras una pequeña sonrisa empieza a esbozarse en su rostro—. Y como estaba decidida a tener uno, empecé a investigar más cosas sobre ello, tipo su alimentación... —Su voz es tan suave y relajante que de un momento a otro las explosiones han quedado en segundo plano y me veo siendo casi hipnotizado por sus palabras—. Descubrí también su tiempo de vida y su nivel de altura, creo que fue ahí donde me di cuenta que no podría tener uno en la pila de mi casa pues no cabría ahí dentro.

Mi respiración se ralentiza poco a poco, siento sus manos darme leves palmaditas en las mías y aunque aún me siento frío poco a poco voy recuperando la noción del tiempo y espacio. Tengo el abrigo de Rizzia sobre mi cabeza, supongo que es por eso que veía todo oscuro y ella está de cuclillas frente a mí hablando sin parar sobre los delfines.

Creo que ve en mi cara que estoy un poco mejor pues para de hablar y se pone en pie acercándose más hacia mi hasta quedar a mi altura.

—¿Te encuentras mejor?

Ella me quita el abrigo de mi cabeza y me doy cuenta que han parado los fuegos artificiales, y poco a poco voy recobrando el sentido de la audición, aunque no por completo. El sonido de la suave música de la cafetería sigue reproduciéndose, pero las miradas de los clientes empiezan a incomodarme, al igual que los cuchicheos que mantienen entre ellos.

¿Qué espectáculo acabo de montar?

—¿Asher? —Los ojos de Rizzia me miran con curiosidad.

—¿Está bien caballero? —La voz de una chica con el uniforme del lugar me sobresalta un poco y aunque quiera hablar, no puedo. Siento como si tuviera algo entre mi garganta impidiendo que las palabras salgan de mi boca—. ¿Llamo una ambulancia, señorita?

Rizzia frunce sus labios y yo niego con mi cabeza llamando la atención de ambas chicas.

—Es-estoy... bi... en... —Logro articular.

—¿Seguro? —pregunta un poco escéptica.

—¿Podría traernos un poco de agua, por favor? —Pide Rizzia esbozándole una leve sonrisa.

Veo a la chica asentir y alejarse del lugar, mientras que Rix toca mi rostro dándose cuenta que aún sigo muy helado. De hecho, miro mis manos y estas aún se encuentran pálidas.

—Asher, ¿en serio te encuentras mejor? ¿Quieres irte de acá? ¿Tienes a alguien a quién pueda llamar para que te recojan?

Sus preguntas logran aturdirme, sobre todo por la velocidad con la que habla. Cierro mis ojos en un intento de terminar de esclarecer mi mente. No puedo ir a casa así. Tampoco puedo molestar a mamá, mucho menos a Joel, el ser que dice ser mi padre. Me mandará al diablo como le llame por "una tontería como esta".

—¿Puedes... marcarle a Dirk? Dile que me he puesto un poco mal y que si puede venir a buscarme —susurro tendiéndole el móvil con dificultad.

Rizzia lo toma y sostiene al mismo tiempo mi dedo pulgar para presionarlo sobre la pantalla y poder desbloquearlo. La chica de la cafetería asoma con el vaso con agua, me lo tiende y le agradezco para beber dando leves sorbos, y mientras lo hago, Rizzia se ha alejado un poco para hablar con Dirk.

Minutos después se acerca dejando mi celular sobre la mesa. La chica de la cafetería ya se ha marchado hacia el mostrador, pero soy consciente de sus breves miradas hacia acá.

—¿Qué te dijo?

—Ya viene —responde colocándose nuevamente el abrigo y asegurando su bufanda sobre el cuello—. ¿Quieres esperarlo acá o salimos a otro lugar? —Empieza a guardar las cosas y llama a la chica de antes para preguntarle si se puede empacar la comida que está casi intacta. Cruzan algunas cuantas palabras antes de que la chica se lleve todo lo que había sobre la mesa, supongo que para colocarlo en algo accesible para llevar. La pelirroja se voltea hacia mí, tocando nuevamente mi frente—. ¿Puedes caminar?

Asiento.

—¿Podemos ir... hacia la parada? —murmuro un poco cohibido—. No quiero estar aquí.

—Claro, no te preocupes —Me da una breve sonrisa antes de despeinar mi cabello. Me pongo en pie, tomando mi bolsa de entreno mientras que Rizzia va hacia el mostrador para recoger la comida ya empacada. La espero en la puerta, aprovechando para abrirle y cuando estamos afuera una leve ventisca de aire frío nos estremece.

Tomo una de las cajas de su mano y le esbozo una pequeña sonrisa. Caminamos en silencio hacia la parada de buses y cuando llegamos no puedo evitar volver a tomar asiento.

—Perdón —Es lo primero que digo subiendo la capucha de mi suéter para cubrir parte de mi rostro—. Esto no era lo que planeaba al invitarte ahí.

—No te preocupes —ríe suavemente—. No es tu culpa, pero, ¿te encuentras mejor ahora?

Creí que se había quedado quieta a mi lado y es por eso que me sorprende cuando veo asomar su rostro frente a mí. Se ha vuelto a poner de cuclillas y ladea su cabeza supongo que intentando obtener una mejor visión de mí.

Suelto un suspiro.

—Supongo que hoy sí ya estoy un poco mejor... —Hago mi cabeza hacia atrás—. Me sentía agobiado en la cafetería y los murmullos de las personas me estaban incomodando.

Rizzia frunce sus labios negando con su cabeza y murmurando unas cosas ininteligibles para mí pues aun sigo un poco sordo.

—Dime —Prosigo—. ¿Fue grande el espectáculo que hice ahí?

—¿Eh? —Parece desconcertada. Me mantengo en silencio en espera de su respuesta y creo que se pone un poco incómoda pues desvía su mirada y empieza a mordisquear un poco sus uñas—. No fue ningún espectáculo —dice después de unos minutos—. Fue una situación bastante seria.

—Claro...

De seguro me veía como un niño pequeño atemorizado.

» Pero aún no me has dicho la magnitud de esa situación seria. —insisto.

—Mira por lo pronto me interesa que te estabilices —Se pone en pie mirando hacia la calle—. Luego te diré todo lo que quieras.

—Vale...

El silencio vuelve apoderarse del ambiente y aunque me sienta un poco incómodo y quiera romperlo, no me siento con deseos de ello. Creo que solo quiero dormir y olvidarme de todo esto, por ahora. Le doy un vistazo y luego miro hacia la calle, divisando un mercedes de color gris que reconozco como el auto de Dirk. Inmediatamente me pongo en pie y Rizzia se sobresalta un poco cuando lo hago.

Mi amigo castaño aparca el auto, y baja la ventanilla para asomar su rostro.

—¿Estás bien? ¡Entra! —grita.

Creo que hoy es el día en el que más veces me han preguntado sobre mi estado.

Me giro hacia Rizzia, varios mechones de su cabello están fuera de lugar. Sus mejillas están rojas debido al frío y en sus ojos aún hay algo que quiero creer es un rastro de preocupación.

Coloco mis manos sobre sus hombros.

—Gracias por todo —digo intentando sonreír—. Te prometo que la próxima vez no será tan desastroso como hoy.

Ella niega con su cabeza.

—No te preocupes por ello —Me tiende un portavaso con lo que parece ser mi café dentro—. Descansa y recupérate.

Asiento asegurando mi agarre sobre el bolso y el portavaso. Me despido con un gesto de manos entrando al auto y todavía saco una mano para volver a decir adiós. Ella solo cierra sus ojos con un asentimiento de cabeza y Dirk pone el auto en movimiento.

Me sienta mal dejarla ahí sola. Tal vez no debí hacer eso... quizás debí pedirle a Dirk que pasáramos dejándola a su casa primero.

—¿Qué te sucedió? —pregunta el castaño a mi par interrumpiendo mis pensamientos—. ¿Y que hacías con Weasley ahí? ¿Por qué me llamó?...

—Shhh —digo echando la cabeza hacia atrás—. Te contaré luego, solo llévame a un sitio donde pueda descansar.

Ni siquiera escucho su respuesta pues cierro mis ojos y me dejo ir a la deriva.

05 de marzo, 2017.

Dirk me llevó a su casa, diciendo que era el lugar ideal para olvidar todo lo que había pasado. La verdad es que el día de ayer me sentí como un total niño pequeño desde la forma en cómo reaccioné en el momento hasta después de, y ahora ya recompuesto, no puedo evitar refregar mi cabello con desesperación.

¿Por qué tengo que temerles a los fuegos artificiales? O, mejor dicho, ¿por qué aún no puedo superar ese maldito trauma?

—¡Hey! Deja ya de lamentarte por ello, idiota —me regaña Dirk desviando por unos breves segundos su mirada de la carretera—. No fue tu culpa, solo estuviste en el lugar equivocado, en el momento equivocado.

Muerdo mi labio con frenesí queriendo que sus palabras calen en lo profundo de mi ser, pero es casi imposible. Aún no le he contado todo a detalle, pues ayer solo llegué a su casa y caí dormido. Su madre, me despertó para ofrecerme un té y comida liviana que tuve que comer para no despreciarlo, pero después de ello volví a dormir.

Es como si durmiendo puedo encontrar paz y estabilidad mental.

Justo ahora vamos en camino hacia la casa de Dechen. Sus padres trabajan como cónsules de Alemania en la embajada por lo que el chico casi siempre pasa solo, encerrado en su habitación haciendo tareas o viendo series... unas muy peculiares he de decir.

—¿Crees que Dechen se moleste porque llegamos sin previo aviso? —Cambio de tema mirando el móvil pues tengo muchas notificaciones y entre ellas algunos mensajes de cierta pelirroja que llaman mi atención.

Rizzia: [18:34]

¿Estás ya en casa?

[19:00]

¿Te sientes mejor ahora?

Estos mensajes fueron de ayer.

—¡Nah! No creo, aunque no lo diga ama nuestra presencia. —comenta con un tono cantarín.

—Sobre todo la tuya —Rio recordando cuanto parece gustarle al alemán insultarlo en su idioma.

Alzo el móvil frente a mí, abro la cámara frontal y me tomo una selfie para luego enviársela a Rizzia.

[16:15]

Estoy bien, no te preocupes. Soy el mismo de siempre.  😎

¿A quién se la envías?

—A nadie que te interese —Es mi respuesta.

Dirk me da una mirada cargada de rabia y yo hago lo posible por no reírme en su cara. Hemos llegado a la residencial de Dechen, el portero nos deja pasar sin problemas y creo que es porque ya tenemos hasta hundida la calle de tanto recorrer este camino.

Aparcamos el auto frente a la casa, me desabrocho el cinturón para poder bajar y Dirk ya está al frente de la puerta tocando el timbre.

Solo bastan unos cuantos minutos para que Dechen abra la puerta, nos mira con su peculiar cara de "odio a todo el mundo" e intenta cerrárnosla en la cara, pero Dirk lo impide poniendo el pie en medio.

—Déjanos —suplica poniendo cara de cachorro pateado—. Pasó otra vez —Y su mirada se desvía hacia mí con un gesto de lástima.

Resoplo molesto ante su gesto y él solo me esboza una sonrisa.

—¿Es enserio? —Dechen arquea ambas cejas cruzando sus brazos.

—Si te digo que sí, ¿nos dejarás entrar?

—Igual iba a hacerlo —responde Dirk, abriendo por completo la puerta mientras hace a un lado a Dechen con su cuerpo para pasar como Juan por su casa.

Hago lo posible por ocultar la risa y con un leve «con permiso» entro a la casa dejando a un Dechen al lado de la puerta completamente anonado.

—¡Hey! ¡Ustedes par de... —Dechen empieza a soltar palabras en alemán y no me cabe duda que el muy listo nos está insultando aprovechando que no sabemos el idioma. Lo único que alcanzo a distinguir es «Arschloch» y es todo lo que necesito saber para confirmar mi teoría.

Cuando vamos subiendo las escaleras hacia la habitación del alemán escuchamos la estruendosa carcajada de Dirk. El pobre Dechen parece que está a punto de colapsar pues se queda parado sobre las escaleras, dando profundas respiraciones y cerrando sus ojos como si estuviera tratando de calmarse, pero cuando el menor de nosotros sale de la habitación y se colca al frente de las escaleras con un portátil en sus manos, mostrando en pantalla algunos actores que parecen ser asiáticos, la calma que estaba invocando se va a la borda, sobre todo por las palabras de Dirk.

—Vaya Dechen, interesantes tareas las que haces.

—¡Deja de tocar mis cosas! —grita subiendo el resto de escalones que faltan para perseguir al castaño por el pasillo.

—¡Te importan más tus series coreanas que nosotros! —Vocifera aún corriendo con el portátil entre sus brazos.

¡Arschloch, ven acá!

Corretean hasta el cansancio, y mientras lo hacen me apoyo sobre el barandal porque esto estará para largo. Después de varios minutos corriendo en círculos, Dechen logra cogerlo por el gorro de la sudadera halándolo hacia atrás para lograr arrebatarle el portátil.

—¡Ya! ¡Ya! ¡Pido perdón! —Suplica Dirk juntando ambas manos y frotándolas entre sí.

—De verdad que algún día lograrás que te golpee.

—¿Por qué ves dramas en lugar de hacer tareas? Dechen, alias niño aplicado y obsoleto —comento poniéndome en pie y dirigiéndome hacia su habitación con ambos chicos detrás.

—Porque ya terminé mis deberes, ya estudié lo que debía y ahora merezco un tiempo de relajación —Coloca el portátil sobre su mesa y se lanza hacia la cama—, a solas —remarca.

—Sí claro... bueno ahora pospón eso porque vengo a recibir mimos.

—¿Realmente sucedió eso ayer?

Asiento.

—Fue en la calle...

—Y en compañía de una chica —Me interrumpe Dirk moviendo ambas cejas de manera burlesca.

—No me sorprende...

—Ah, pero no con cualquiera —Vuelve a intervenir.

—¡Cállate! ¿Quieres? —Tomo una almohada de la cama para lanzársela dándole con perfecta puntería en la cara.

—¡Auch!

—Ya hablando en serio —Carraspea el alemán—. Deberías ir considerando ver a un psicólogo. Tienes que superar ese trauma porque no puedes pasar toda tu vida teniendo ataques así cada vez que escuchas fuegos artificiales, digo, no pasa nada cuando estás en tu casa, pero en contextos como ayer... no lo sé.

—No estoy loco —refunfuño.

—No es porque o estés —murmura Dirk dejando toda la niñería de lado—. Estoy de acuerdo con Dechen, por suerte ayer estaba Rizzia contigo y trató de ayudarte, pero imagínate te hubiera pasado a ti solo. Las personas no entienden este tipo de problemas y lo toman como algo gracioso cuando no lo es.

—Ya, pero no creo necesitarlo...

—¡Es que eres terco! ¡Por supuesto que lo necesitas! Estamos hablando de un puñetero trauma gracias a que tu padre malnacido te dio un cohete a los 4 años de edad para que te explotara en la cara, ¿qué más motivos quieres?

—Dirk... —le reprocha Dechen.

—Perdón, me alteré, pero es la verdad.

—Voy a pensarlo... —susurro queriendo dar por zanjado el tema.

Los chicos son los únicos que saben del miedo que le tengo a los fuegos artificiales, y no lo supieron porque yo quise decírselos, sino que al igual que Rizzia tuvieron que presenciarlo. Los días festivos como navidad y año nuevo son un martirio para mí, tengo que estar encerrado en mi cuarto, con los auriculares reproduciendo música a todo volumen para tratar de ahogar el sonido de las explosiones, pero aún así, los escucho levemente.

Y a veces me comparo con los perros y me compadezco de ellos porque realmente es jodido temerle y temblar como gelatina ante cada explosión, que entre más fuerte sea el sonido es peor.

Dechen y Dirk han estado ahí para mi en todo momento desde primaria. No se burlaron, lo comprendieron y siempre que me sucede están ahí como una mamá osa al pendiente de que no vaya a morir de un infarto. Supongo que en todo el caos que vivo, el que estos dos llegaran a mi vida fue una pequeña luz.

Así que, en lo más recóndito de mi conciencia, sé que ellos tienen razón, sé que necesito superarlo, pero me da miedo la reacción que puede tener mi madre al decirle, de Joel ni siquiera me atrevo a comentarle algo pues lo primero que dirá es que estoy loco y será un motivo más para ganarme su rechazo.

Me estremezco solo de pensarlo.

—Cambiando de tema... —El chico de ojos verdes rompe el silencio—. ¿Qué hacías con Weasley ahí?

Parpadeo con rapidez, despejándome de la maraña de pensamientos que tenía.

—¿Eh?

—¡No te hagas el bobo! —reprocha Dirk.

—No me digas que el truco del bebé funcionó —Dechen ahoga un grito tapando su boca mientras me mira con escepticismo.

—¿¡Qué!? ¡No! ¿Qué rayos se imaginan? —exclamo con exasperación.

—Es que como no dices nada —Dirk se encoge de hombros—. El silencio da lugar a la imaginación ¿Sabes?

—Estábamos bebiendo café solamente, nada fuera de lo normal...

—Claro... haremos como que si te creemos —Dirk me lanza la almohada y apenas logro tomarla antes de que se estampe en mi cara.

—No me gusta, —Aclaro viendo como ambos chicos revolean sus ojos. ¡Ah! ¿Por qué son así? —Solo siento una leve atracción por ella....

Porque la chica que lloraba debajo de la lluvia causó un pequeño gran interés en mí.

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¡Holiii! ¿Cómo me las trata la vida?👀 Perdón por no actualizar el fin de semana, pero aún sigo liada con las tareas🤧🤧 y casi no me queda tiempo.

Pero bueno, díganme, ¿qué les pareció el capítulo?🤭👀 Por primera vez, tenemos punto de vista de Asher y me gustaría saber qué perspectiva van teniendo ya sobre este personaje.

Por cierto, también paso a hacer un poco de spam😏 tengo una historia de misterio y suspenso en la cual si disfrutas de hacer teorías hasta quedarte sin pelos en la cabeza, esta es tu mejor opción 😌😂 se llama "Obsesión" y pueden buscarla en mi perfil.  Está a tres capítulos de finalizar👀

Ahora si, tengo que retirarme porque las tareas no se hacen solas ㅠㅠ ¡Feliz inicio de semana!

Recuerden seguirme en IG para avisos y novedades.

¡Nos leemos pronto!

Baaaiii.💕

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