03|¿Por qué te alejas de mí?
Capítulo 3: ¿Por qué te alejas de mí?
09 de Febrero, 2017.
El hecho de que el instituto se encuentre en una especie de colina me desagradará toda la vida, porque tratar de subir una cuesta corriendo es lo peor que puedes hacer y sobre todo si es de mañana y vas con urgencia. La chaqueta de Kian va sobre mi hombro izquierdo envuelta en plástico y perfectamente planchada sujetada en una percha y desde luego no paso por desapercibido las miradas de algunos transeúntes en la calle porque pues digamos que no es tan normal ver a una chica cargando con una chaqueta de uniforme más grande que ella.
Cuando llego al portón del colegio estoy sin aire y jadeo como si fuera un perro sediento. Siento como algunos mechones de cabello se adhieren a mi piel debido al sudor generándome cierta incomodidad ante ello. No puedo evitar doblar mis rodillas y ponerme en cuclillas tratando de recuperar el aliento. Los estudiantes se limitan a darme un leve vistazo y continúan su camino, mientras que yo, intento por todos los medios no ahogarme mientras aspiro todo el aire que se me es posible.
Esta caminata es un indicio que debo hacer más ejercicio, estoy muy débil.
Para cuando creo que me he recuperado diviso a mis amigas viniendo hacia mí con una gran sonrisa en su rostro y no puedo evitar mirar con detenimiento el cabello castaño de Lely pues este brilla con los reflejos del sol pareciendo como si fuera uno de esos cabellos que muestran en los comerciales de shampoo.
—Creo que hoy lloverá porque por primera vez en mucho tiempo, Rizzia está temprano en el colegio —Se burla ajustando la correa de su mochila.
—¿Qué haces aquí? —pregunta Mitsuki bebiendo de un termo que supongo contiene café. La asiática tiene una tremenda adicción al café y parece no poder funcionar durante todo el día sino bebe al menos un vaso en la mañana.
—Espero a Kian —murmuro agitadamente—. Quiero darle su chaqueta antes de que entre al colegio, así evito que el coordinador le reprenda.
—Uff, pero Kian siempre viene temprano —La castaña mira su reloj—. Es probable que ya esté allá adentro y tú acá esperándolo.
Cierro mis ojos tratando de mantener la calma y obviar las palabras de Lely pues solo de imaginármelo me genera un leve malestar porque significa que mi madrugada no ha valido la pena.
—Entonces, ¿qué harás? —Mitsuki termina de beber y guarda su termo en la mochila.
—¿Pueden ir a ver? —imploro viéndolas fijamente—. Avísenme por mensaje, así no estoy como poste aquí.
—Yo diría más bien como túmulo —masculla Lely riendo y Mitsuki se le une.
—¡Hey!
—¡Hora de irnos! —canturrea Suki empujando a Lely hacia la entrada del colegio.
Las veo entrar al colegio hasta que desaparecen de mi vista y dando una respiración profunda trato de impulsarme para levantarme, pero las rodillas me fallan y en lugar de ponerme en pie, me deslizo hacia atrás cayendo sentada sobre el suelo.
Por supuesto las risas no se hacen esperar, y de inmediato siento mi rostro caliente dándome a entender que de seguro estoy más roja que un tomate.
Odio esa sensación.
Tengo que unirme a las risas de los presentes por pura incomodidad mientras trato de levantarme y hacer como si no pasó nada. Una vez hecho debería decir que, por obra del destino, diviso a un chico alto, con su uniforme casi completo, el cabello negro sobre su frente y sus manos en los bolsillos de su pantalón caminando despreocupadamente hacia mi dirección.
¡Ah! ¡Mi madrugada valió la pena!
—¡Kian! —exclamo agitando la mano con entusiasmo para llamar su atención. Y parece que funciona pues dirige sus ojos cafés hacia mí y corro hacia él acortando la distancia entre nosotros—. ¡Qué suerte que haya venido antes! ¡Ten! —le tiendo su chaqueta.
—¡Oh! ¡Mi chaqueta! —murmura—. Pensé que había sido una broma eso de que realmente ibas a lavarla.
Parpadeo, atónita.
—Pero, ¡qué dices!
—Perdón —Remueve su flequillo de manera incómoda—. Creí que eras amiga de Asher y te habías unido a su juego.
Decir que estoy estupefacta está de más. ¿Cómo alguien podría pensar que soy cercana a ese bobo? Ni siquiera por el hecho de que él fue el que ayer en la noche me envió un mensaje y de una manera absurda empezamos a hablar… no quiere decir que ya somos amigos.
—¡No, no, no! —exclamo azorada—. Lo del café realmente fue un accidente, de hecho, déjame pedirte perdón una vez más, en serio, te prometo que no era mi intención.
Hay unos minutos de silencio después de ello, alzo mi mirada observando a Kian quién solo se limita a devolverme el gesto para después soltar una risa.
—Está bien, no te preocupes —Saca la chaqueta de la bolsa y quita la mochila de su espalda queriendo colocarla en el piso, pero antes de que lo haga se la pido para que esta no se ensucie. Murmura un suave «gracias» y le devuelvo su bolsón—. Por cierto, tú…
Sus palabras quedan en el aire cuando escucho mi nombre ser vociferado a gritos por un chico de ojos grises que siempre me trae desgracias cuando me junto con él.
—Nos vemos en el salón —Me despido antes de echar a correr con Asher persiguiéndome detrás.
—¡¿Por qué huyes?! —grita espantando a todos los estudiantes que caminan tranquilamente hacia la entrada. Corro lo más rápido que puedo hasta llegar a la entrada donde por cuestiones del reglamento tengo que detenerme y caminar con calma mientras paso frente al coordinador asegurándose de que nuestro uniforme se encuentre en condiciones respetables.
Por supuesto, Asher no desaprovecha la oportunidad y en el momento en que cruzo la entrada frente al coordinador logra ponerse a mi lado. El coordinador me hace gestos para que avance y yo asiento consciente de que Asher ahora está a metros de mí y ya ni siquiera vale la pena correr pues me alcanzaría en minutos.
—¿Por qué te alejas de mí? —musita poniéndose a mi lado haciendo un puchero.
—Porque la mala suerte me persigue cuando estoy contigo —Es mi respuesta.
Escucho como suelta una risa y le veo adelantarme unos cuantos pasos para ponerse frente a mi y caminar hacia atrás sin perderme de vista.
—Eres más agradable por mensajes —Subimos por las escaleras que dan al segundo piso y me da gracia que a pesar que puede dar un mal paso y caerse, sigue caminando hacia atrás—. Por cierto, ya no me respondiste ayer.
Bueno tampoco es como si la conversación que mantuvimos fue algo sorprendente y profunda. Solo fue una conversación banal en donde bromeamos de manera ligera y ya, además tenía que seguir estudiando y luego dormir.
—Estamos hablando ahorita —evado—. Eso debería ser importante, ¿no?
—¿No sabes que la comunicación constante es lo más adecuado para mantener un matrimonio?
—Te he pedido el divorcio —Le sigo la broma.
—¡Me niego a aceptarlo! —Sacude su cabeza—. Mi hijo no se criará en un hogar disfuncional.
No puedo evitar soltar una risa ante sus palabras.
—Tu hijo es un muñeco, Asher —Relamo mis labios—. No tendrá ni idea de lo que sucede con sus padres —remarco lo último haciendo comillas con mis dedos.
—Pero, ¿qué hay de mí? —Sus mejillas se llenan de aire resaltando sus labios carnosos en un tierno puchero.
—Pues… sigue con tu vida —Me encojo de hombros.
Hemos llegado al salón de clases, pero no puedo entrar porque Asher me ha bloqueado el paso, apoyándose en el marco de la puerta. Le veo remover su cabello y desanudar un poco la corbata de su uniforme, su cara tiene una mirada un tanto extraña y no puedo evitar dirigir mi vista hacia sus labios que por alguna razón desconocida los está mordiendo de una manera… sutil.
—¿Qué haces? —río—, déjame pasar.
El niega con su dedo.
—¿Cómo puedes pedirme que siga con mi vida cuando te irás por completo de ella?
Escucho algunos murmullos de los estudiantes que se encuentran en el pasillo seguido de miradas curiosas y algunas risillas. Esperen, ¿hay personas que creen que esto es real? Me remuevo incómoda llevando mis uñas hacia mi boca, mordisqueándolas levemente.
Sí, sé que está mal, pero es un hábito que no consigo quitarme de encima.
—Deja de inventar —respondo tratando de apartarlo—. Mira que luego empezaran los rumores y lo que más detesto es ser el centro de atención.
—¡Hey! ¡Kane! —gritan dos voces al unísono. Son dos chicos, uno de cabello castaño y el otro de cabello negro viniendo hacia nosotros. Los reconozco como Dechen, un alemán de ojos verdes, cuya mirada gélida te hace replantearte el si quieres hablarle o acercarte a invadir su espacio personal, y Dirk, el típico mono de circo. Lo resumo en esas sencillas palabras. Son amigos de Asher, y cuando los tres se juntan parecen como si fueran el típico grupo de chicos populares sacados de los libros que Lely disfruta leer.
Aprovecho el momento de distracción que sus amigos han generado para colarme por debajo de sus brazos corriendo hasta llegar a mi pupitre. Suelto una risa cuando Asher gira hacia atrás sorprendido y sonríe mientras me ve de manera recelosa para luego volverse hacia sus amigos, de los cuales solo Dirk me ve con curiosidad.
—Vaya, vaya, vaya —murmura Lely despegando la vista de su móvil—. Te dejamos con Kian y apareces con Asher —La cara que está poniendo justo ahora me recuerda al emoticón de luna de WhatsApp y yo niego con mi cabeza queriendo desechar las ideas que se está formando en su imaginativa cabecita.
—Ni lo pienses —amenazo.
—Yo no he dicho nada —se excusa alzando sus brazos al aire.
—Nunca dije que lo habías hecho —replico—, pero tu mirada en este momento me da a entender que estás formando locas teorías en este momento.
—Eso no lo puedo negar —Sus ojos se arrugan al sonreír traviesamente—. Es que no lo puedo evitar, mi vena lectora sale a flote.
—Pues trata de contenerla —Es lo que digo notando que Suki no se encuentra en su asiento habitual. Lely parece notar mi gesto pues sin que lo pregunte ella me responde que la asiática ha ido a la biblioteca a por información para hacer nuestro trabajo de historia.
El reloj anuncia las ocho en punto y con ello, nuestra primera clase empieza. Creo que el profesor está viniendo por los pasillos pues Asher y compañía se alejan de la puerta y los chicos que estaban fuera del aula entran apresurados. Pero los únicos que aún no entran son Mitsuki y, ¡vaya por Dios!, Kian.
—¿Dónde está Suki? —le susurro a Lely, mirando hacia su asiento.
—Ya le escribí —murmura—. Dice que ya viene.
—Dile que se apresure, si el profesor está aquí antes que ella es su fin.
La puerta se abre y de inmediato giro a ver pensando en que el profesor ya ha llegado pero no, únicamente es Kian entrando de manera despreocupada y despidiéndose de alguien a quien creo distinguir es el chico de ayer.
Koa.
El chico pasa de largo hasta desaparecer fuera de mi campo de visión. Oh, me pregunto de que curso será.
Los minutos pasan y el profesor hace acto de presencia más no Suki y empiezo a ponerme nerviosa, pues una vez el señor Rold ha entrado al aula, los que vienen tarde se quedan fuera.
Mis uñas automáticamente van hacia mi boca y Lely me da una severa mirada ante mi gesto y yo solo me encojo de hombros. La clase empieza y Mitsuki nunca viene, y es hasta que Lely me toca la espalda que me doy cuenta de la situación.
—Mitsuki está en problemas —susurra.
—¿Qué le pasa? —hablo lo suficientemente bajo para que el profesor no me escuche.
—Está encerrada en la bodega donde guardan los materiales para recibir educación física.
Mi mirada de escepticismo no pasa por desapercibida para la castaña pues solo se limita a encogerse de hombros dando a entender que está tan confundida como yo.
El problema de esto, es que la clase ya empezó, no podemos salir y quién sabe qué le puede pasar a la asiática si se queda ahí por más tiempo.
Pero para empezar, ¿cómo rayos terminó ahí?
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¡Holaaaaa buenaaaaas! ¿Qué tal su día hoy? Hoy es viernes de #QuédateConmigo💃
Lamento no haber actualizado el miércoles, pero la U me tiene liada últimamente y no me había quedado tiempo de escribir.
En fin, ¿qué les pareció el capítulo de hoy? ¿Por qué Mitsuki estará ahí encerrada? ¿Qué iba a preguntarle Kian a Rizzia? ¿Por qué Asher es un bobito?
¡Déjenme saberlo en los comentarios!💕
Muchísimas gracias por leer, por sus votos y sus comentarios. Me inspiran mucho para seguir escribiendo💕
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¡Disfruten su fin de semana! ¡Nos leemos luego!
Baaaaii💕
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