En tus brazos moriría
Lo había visto desde que puso sus pies en la entrada del santuario...
Su largo cabello negro azabache como la noche, no alcanzaba a verlos, así que quiso suponer que sus ojos eran tan azules y profundos como el mar; su rostro angelical ponía un entorno ensoñador en el guardián de la décima casa.
Lo vio angustiado por la flecha que perforó el pecho de Saori Kido, un artilugio del patriarca impostor para lograr su objetivo de deshacerse de su máxima competencia y amenaza: la muchacha que se hacía llamar la reencarnación de la diosa Athena...
Nadie, ningún caballero le creería a esos niños pero él, Shura de Capricornio, tenía sus dudas...
Esa niña tenía el mismo cosmos que aquella pequeña que debía asesinar y no pudo; lo mismo que él, ese joven caballero, también estaba rodeado de ese gigantesco poder...
Aún así, siendo el caballero más leal a su diosa, no permitiría la blasfemia de creer lo que esos jóvenes guerreros predicaban, que el patriarca era un usurpador y asesino...
Vio con desagrado y furia como Mu, no sólo les permitió pasar por Aries, sino que restauró sus armaduras, dándoles mayor resistencia...
Aldebaran fue derrotado por ese chico moreno y en Géminis lograron salir del laberinto gracias a la ceguera del dragón que no cayó en la trampa... el dragón... sus ojos estaban cegados cuando deberían brillar como piedras preciosas...
¿Qué estaba pensando? Ese niño era su enemigo!
Se retó mentalmente y siguió observando cómo poco a poco ganaban terreno y se cobraban la vida del primer dorado: Deathmask de Cáncer.
No podía creerlo, su compañero de armas había caído ante el dragón y éste había alcanzado el séptimo sentido, recuperando la vista.
Tenía razón, sus ojos eran de un bellísimo azul.
Aioria rompió el hechizo del satán imperial con la ayuda de Seiya y el sacrificio de Casius, mientras Shaka fue vencido por el Fénix...¡Shaka! impensable!
Shura ya no sabía qué pensar, unas horas antes habría creído que sólo sería un entrenamiento pero ahora veía otro panorama, en el que los jóvenes avanzaban con determinación, siendo rodeados por ese cosmos amable...
Al verlos en Escorpio supo que era el final del viaje y sintió pena por ellos, era sabido lo sádico que Milo podía llegar a ser... hasta se sintió mal por la suerte que le esperaba a ese niño que había llamado su atención.
Pero una vez más se equivocó.
Milo dudó y dejó pasar al cisne, para que todos juntos llegaran a Sagitario.
Ahora sería él mismo quién los eliminaría con un solo golpe de su Excalibur.
Llegaron los intrusos y los atacó al mismo tiempo con un golpe tan certero que dividió en dos el sendero, impidiendo el paso hacia la siguiente casa.
Para sorpresa suya, el dragón había captado el ataque e hizo que todos saltaran, quedándose él mismo para enfrentarlo...
"Vaya suerte" pensó.
Con lo mucho que le había gustado ese chico, ahora lo tenía enfrente y veía que era mucho más hermoso de cerca, un cuerpo adolescente pero perfectamente delineado y un rostro de ensueños...
-Soy Shiryu, caballero de dragón y alumno del viejo maestro de los Cinco picos de China...
-¿Eres alumno del maestro Dohko? No puedo creer que se haya revelado contra el santuario!
-Mi maestro siempre ha sido fiel a Athena, a esa niña que el patriarca quiso asesinar y Aioros salvó a costa de su vida...
-Estás equivocado, caballero... esa niña era una impostora y yo mismo me encargué de ambos... la verdadera Athena descansa en el salón patriarcal...
-¿Te dices el santo más leal a nuestra diosa e intentaste asesinarla, aún siendo un bebé? Eres un cobarde pero yo te haré pagar por tu traición...
Shura pudo sentir el cosmos del menor elevarse, no se comparaba al suyo pero seguía aumentando; lo atacó haciendo trizas su armadura y creyó tener la victoria asegurada pero el dragón no se rendiría jamás, él peleaba por la diosa de la justicia, por sus amigos y eso le hacía levantar una y otra vez...
Su cuerpo cortado, sangrando, habiendo utilizado todas sus técnicas pero no podía contra ese rival formidable, ese guerrero que utilizaba su brazo como una espada, regalo de la propia Athena, que le entregó a Excalibur por su lealtad.
Shiryu vio que ya no tenía con qué luchar y como último recurso, se dejó herir para poder atrapar al Capricornio y así hacer estallar su cosmos, utilizando la técnica prohibida del último Dragón, llevándolo con él hacia el espacio y convirtiéndose en polvo de estrellas...
Shura sentía su cuerpo quemarse aún con la armadura puesta y no podía imaginar siquiera el dolor que sería para ese niño, que se hallaba indefenso, con su torso desnudo...
La diosa apareció frente a ellos y Shura ya no tuvo dudas de que había estado equivocado todo ese tiempo y, peor aún, que había atentado contra la propia Athena...
Viendo de reojo al caballero que lo sostenía aún, sintiendo su corazón latir con fuerza y determinación, sonrió y le dijo:
-Me hubiese gustado conocerte mejor y en otras circunstancias, Shiryu... ya no hay tiempo ahora, pero si renacemos, trataré de estar de tu lado y ser tu amigo... protege a Athena por mí!
Sin decir más, se soltó de su armadura, le ordenó que protegiera el cuerpo del dragón y lo empujó de nueva cuenta hacia la tierra, justo antes de desaparecer en el firmamento...
Shiryu sólo pudo pronunciar el nombre del décimo caballero, antes de perder el conocimiento...
Los caballeros de la esperanza entraron al castillo de Hades, encontrando a los tres traidores a punto de desaparecer...
Mientras Hyoga se despedía de su maestro Camus y Seiya de Saga, Shiryu sostenía a Shura entre sus brazos y se perdía en esos hermosos ojos ahora sin vida que habia aprendido a admirar.
Shura le pedía que nunca se rindiera y que siempre recordara que llevaba a Excalibur en su brazo, que él se la había heredado al pasarle su armadura.
Shiryu veía morir por segunda vez al español y ya no quería volver a perderlo... le había salvado la vida y, algo en su corazón le decía que ese guerrero no era igual al resto, al menos no para él, que le había tomado mucho cariño y respeto.
Shiryu era portador de la armadura de Libra pero en su brazo descansaba Excalibur, heredando el poder de Capricornio para defender a su diosa.
Las guerras al fin habían terminado y con la diosa de regreso, los caballeros fueron revividos, una nueva oportunidad de hacer sus propias vidas, lejos de sus obligaciones como defensores de Athena.
Shura despertó en medio de una espesa bruma, sin saber dónde se encontraba ni lo que acontecía a su alrededor...
Su cabeza dolía y hasta el simple respirar le costaba horrores...
Sintió un paño frío en su frente y pudo sentir un suave cosmos a su lado, uno amable que le acariciaba y daba paz...
Se dejó envolver en esa sensación de seguridad y volvió a dormir.
Despertó una segunda vez y se encontraba solo, aunque ese cosmos suave persistía, era dulce pero poderoso y quiso ver a su dueño. Se levantó despacio y recorrió el lugar sin reconocerlo hasta llegar al patio exterior donde pudo ver al joven chino entrenando.
Su torso desnudo perlado de sudor, sostenido por sus brazos al estar haciendo ejercicios de equilibrio y meditación. Sus ojos cerrados en concentración, su cosmos elevado hasta el límite, era una vista perfecta para el Capricornio.
Se dio cuenta que lo estaba mirando fijo y se volvió para regresar a su habitación. Aún no entendía bien qué había sucedido con él y porqué estaba con vida y en compañía de Shiryu.
El pelinegro suspiró y abrió los ojos, sonriendo dulcemente a su invitado.
-Shura... has despertado... bienvenido a la vida y a la casa de Libra.
-Gracias... estoy muy confundido...
-Nuestra diosa nos ha bendecido con una nueva oportunidad, podemos elegir entre quedarnos en el santuario o ser personas normales, sin cosmos y en el mundo real...
El español se apoyó en la pared, su migraña volvía con fuerza. Ya no tenía nada, su orgullo había sido mancillado y no era más que un traidor. Suspiró con una nueva angustia en su corazón y su alma.
Shiryu estuvo a su lado al momento, sosteniéndolo.
-¿Qué te sucede? ¿Te sientes mal?
-Me siento débil...
El joven rodeó su cintura con su brazo y lo ayudó a volver a la recámara, Shura abrazado a él por el cuello. Aún era bastante más alto que el dragón. No opuso resistencia al accionar del chico cuando le quitó la bata para luego ayudarle a entrar a la cama, su cabeza daba vueltas.
-Shura... no debes preocuparte por lo sucedido en el pasado, ya todos sabemos de boca de Athena lo que debieron hacer por ella, todo lo que pasaron y cómo fueron tachados injustamente de traidores. Yo... yo te admiro, caballero de Capricornio... he usado Excalibur y pude sentir tu presencia a mi lado, dándome aliento, tu esencia uniéndose a la mía para derrotar al enemigo...
El español sólo asintió y se dejó caer en otro sueño profundo pero ya no tan mortificante, sintió el paño húmedo en su frente y sonrió tranquilo.
-Gracias Shiryu... soy muy afortunado de que hayas perdonado mis errores del pasado. Aún soy culpable de la muerte de Aioros...
-Aioros también vive y créeme que no te guarda rencor ni a ti ni a los demás... descansa que ya hablaremos tranquilos.
Y sucumbió en los brazos de Morfeo, ya con su corazón no tan cargado de remordimientos.
-Vamos al pueblo por provisiones, nos acompañas?
Shunrey le sonreía mientras le alcanzaba un cántaro con agua. Shura estaba sobre el techo de la cabaña arreglando unas tejas dañadas. Desde hacía unos meses, el español había aceptado la propuesta de pasar un tiempo en China, en los Cinco picos, antes de volver a su país natal.
La cercanía de Shiryu le agradaba más de lo que quería reconocer, el dragón ya no era un adolescente, habían pasado los años mientras él estaba muerto y ahora se veían casi de la misma edad. No podía negar que el pelinegro era todo un placer para la vista, pero esa muchacha que él llamaba 'hermana', se veía interesada en estar a su lado y Shura no era quién para meterse en medio.
-Estaré aquí esperándolos, Dohko dijo que no volvería hasta tarde y yo prepararé la cena.
-Muchas gracias joven... volvemos en un par de horas...
-Dime Shura por favor...
La muchacha se sonrojó y sonriendo partió en busca del pelinegro.
El español sonrió amable, era su naturaleza ser cortés y respetuoso, esos jóvenes lo trataban del mismo modo. Al verse solo suspiró, había empezado a tener sentimientos por Shiryu pero no se atrevería a dar un paso y ser rechazado o lastimar a la dulce chica que acompañaba sus días con sonrisas y pequeños detalles.
Lo mejor era guardar lo que gritaba su corazón y volver a España lo más pronto posible.
Se probaba un traje negro que, a los ojos de Shura lo hacían ver como el más hermoso de los príncipes de aquellos cuentos que se contaban a los niños.
Los últimos meses Shiryu y Shunrey habían estado más cerca que nunca y pasaban hasta días en el pueblo, lo que dejaba en claro que su relación había avanzado y eso hacía feliz al español, porque el brillo en sus hermosos ojos era más que notable.
-Shura... ¿puedo pedirte algo muy especial?
Al de cabello verdinegro se le vino el alma al piso, no podía pedirle que lo secundara en algo concerniente a la chica que era su rival de amores.
-Dime...
-Necesito que guardes estos anillos, ando nervioso y muy despistado, no quiero perderlos y esta noche será muy especial para Shunrey y para mí. Tú eres siempre tan cuidadoso y detallista, estarán en las mejores manos y yo estaré tranquilo.
-¿Acaso... Shunrey...?
-Siii, ¿no es maravilloso? Después de tantos años, al fin se da... estoy tan feliz...
-Me alegro por ustedes, sabes que los estimo mucho...
Un fuerte rubor se instaló en las mejillas del dragón.
-Gracias, yo te quiero mucho también...
'Pero no me amas como yo a ti'
La mente de Shura gritó pero de sus labios sólo salió una leve sonrisa.
No le había quedado de otra que aceptar acompañarlos al pueblo, no sería desagradecido tras todo lo que esos jóvenes habían hecho por él.
Se puso su mejor traje y bajaron hacia donde perdería al pelinegro, sin siquiera haber luchado por él, por su amor. Se sentía cobarde pero no lucharía contra la muchacha.
Había pocas personas en el lugar elegido, era todo muy sencillo pero bello, todo decorado con flores silvestres de las montañas.
El orador subió al pequeño estrado en el centro de la habitación. Un joven alto y moreno se puso a su lado y Shura supuso que sería el padrino. Cuando las puertas se abrieron y apareció Shiryu trayendo del brazo a Shunrey, ambos radiantes en su felicidad, el muchacho ensanchó su sonrisa.
Al pasar a su lado, Shiryu le pidió los anillos, cosa que él español entregó en seguida y recibió una gran sonrisa. El pelinegro ayudó a subir a Shunrey, le dio un dulce beso en el dorso de la mano y la unió a la del otro joven.
-Okko, amigo mío, te entrego mi más preciado tesoro, a mi hermana, cuídala y sean muy felices...
Le entregó los anillos y bajó donde Shura estaba anonadado y sin entender nada.
-¿Pero no eras tú quién se iba a casar?
Shiryu sonrió tranquilo, aguantando la carcajada que amenazaba con salir.
-¿Cómo crees? Ella es mi hermana, nos criamos juntos y desde pequeña estuvo enamorada de mi amigo. Lamentablemente cuando nos enfrentamos y él murió, ella se sintió muy mal por mucho tiempo; yo estaba ciego y aún así, con todo su dolor, ella me siguió cuidando y apoyando. Nuestra diosa también lo revivió e hizo posible esta felicidad que hoy compartes con nosotros. Además... yo tengo sentimientos por alguien más...
Shura se sintió un imbécil por no darse cuenta de lo que acontecía a su alrededor y, por otro lado, sus alarmas se encendían por saber quién era esa persona especial para el pelinegro.
La ceremonia se celebró con normalidad y mucha emoción, como cuando Okko abrazó al azabache y le agradeció todo lo que había hecho por su gran amor, ayudándola en los preparativos y arreglos de la boda y las celebraciones.
Otro momento fue cuando Shiryu sacó a bailar a la novia, luego Shura hizo lo mismo, sonriendo a la muchacha que era la imagen de la felicidad.
-¿Acaso creíste que me casaría con Shiryu?
El fuerte color que tomó el rostro del español, le dio la respuesta y una suave risilla le hizo ver lo tonto que había sido.
-Si... lo siento... es que ustedes estaban todo el día juntos...
-Es mi hermano, lo amo como no imaginas, pero mi corazón desde niña latió por Okko. Ese chico rebelde que no obedecía a nadie me enamoró y ya no hubo lugar para nadie más en mi vida.
-¿Por qué me dices ésto?
-Porque creo que te estás perdiendo a la persona más maravillosa del mundo. No sé mucho de ti, pero Shiryu cree que eres increíble, un modelo a seguir y un gran hombre a quién dar su corazón.
Ahora Shura se había quedado sin palabras, ni siquiera se dio cuenta cuando cambiaron de parejas y mientras los recién casados volvían a bailar juntos, Shiryu estaba entre sus brazos y lo instaba a moverse.
-Hermoso todo, han estado en cada detalle y se nota...
-Shura... yo quisiera ser algo más que un discípulo a quién le enseñas a controlar a Excalibur...
-Ya lo eres, hace tiempo... sólo que fui lo suficientemente tonto para creer que tú amabas a tu hermana.
El pelinegro sonrió mostrando sus blancos dientes, una mueca coqueta que desarmó al Capricornio.
-La vida es corta, Shura, tú y yo lo sabemos... no quiero desperdiciar el tiempo que tenemos.
El español soltó su mano, dejando la otra en su cadera y fue subiendo lentamente hasta rozar su barbilla. Lo acarició sin apuro, delineando ese rostro que amaba desde hacía tiempo.
-Tienes tanta razón como tienes mi corazón. Creí perderte por no hablar de mis sentimientos, por no interponerme entre tú y Shunrey pero... si me das la oportunidad de demostrarte lo que siento, no te arrepentirás.
-Jamás lo haría, aún si no funcionáramos, lo tomaría como un regalo de nuestra diosa, porque ella nos ha regalado esta nueva vida y debemos aprovechar cada segundo de ella. Quiero que te quedes en mi vida, no importa si es aquí o en dónde quieras...
Shura no quitaba sus ojos de esa boca que no paraba de parlotear y sin previo aviso, fundió sus labios con los ajenos.
El chino una sola vez había sido besado por Hyoga como entrenamiento para aprender a besar a Shun y había sido una experiencia que deseaba olvidar, pero ahora sus labios estaban siendo venerados y una lengua traviesa los acariciaba con suavidad.
El calor comenzaba a invadir a ambos y al separarse, sus rostros estaban colorados y sus corazones latían enloquecidos.
Tomados de la mano, sin que nadie lo notara, se retiraron de la fiesta y caminaron por las calles desconocidas hasta encontrar un hotel.
Pidieron una habitación para pasar la noche y ya frente a la puerta, Shiryu se abrazó al cuello del español y lo besó con pasión, sus dientes chocando, sus lenguas jugando por control.
La puerta se abrió y ambos ya estaban a los tirones para quitar el traje ajeno y ver más piel.
Ya desnudos ambos, entre besos y caricias candentes, fueron haciendo el camino hacia la cama. Sus cuerpos se buscaban deseosos, sus potentes erecciones se rozaban y Shura las tenía a ambas con una mano, masturbando, disfrutando del roce resbaladizo de una contra la otra.
Shiryu mapeaba su espalda, cada músculo y se aventuraba más al sur, hacia los bien formados glúteos, separaba con un dedo la hendidura, acariciando la entrada y ya se imaginaba conquistando ese lugar.
Ya no era como en un principio, un joven y un adolescente, ahora eran iguales en edad y contextura física.
Shura cayó de rodillas y tomó toda la longitud del pelinegro con la boca, succionando la cabeza, corriendo el glande y su lengua jugando con la hendidura. El pelinegro embestía esa cavidad con desesperación, pero no deseaba acabar de ese modo.
-No quiero terminar en tu boca, déjame tomarte...- Shura se paró y para dar mayor énfasis, el chino metió uno de sus dedos en su intimidad. Estaba muy apretado pero lo hundió aún más y torció su mano hasta encontrar lo que deseaba, sacando un profundo gemido en su amante.
-Si es lo que deseas, aquí me tienes para satisfacerte... debes saber que nunca estuve con un hombre antes...
Esa confesión sólo logró avivar más su libido y fue su turno de empujarlo sobre la cama para luego colocarse entre sus piernas y tomar la erección con su boca.
Era alucinante ver al español arquear su espalda, elevando sus caderas para meterse aún más dentro de su cavidad.
Shiryu tomaba lo que podía pero abriendo sus glúteos, probó nuevamente en la entrada. La sintió contraerse y, soltando el miembro, se fue deslizando más abajo, succionando los sacos, pasando su lengua por el perineo hasta llegar a su objetivo.
Trepó su cuerpo para devorarlo con otro beso francés, su poca experiencia puesta a prueba y deseosa de aprender lo que fuera necesario para darle placer a su 'novio'? Simulaba embestidas, acariciaba todo de él. Era su sueño mojado desde hacía tiempo y no podía creer que estuviera sucediendo.
-Te amo Shura... desde hace mucho...
El español sonrió mientras lo apresaba con sus brazos y lo besaba con deseo.
-Y yo a ti, creo que te amé desde que te vi en el santuario aquella vez... cuando cayó el velo de mentiras y te heredé Excalibur...
Otro beso feroz y demandante antes de que Shiryu lo instara a darse vuelta, quedando boca abajo y a merced del dueño de su corazón.
Los besos comenzaron desde la nuca, bajando por amplia espalda mientras sus manos jugaban en su entrepierna, haciendo que Shura levantara las caderas en necesidad.
Los dedos hurgando en la entrada, sin profanar, sólo probando hasta que la boca se unió a ellos. El pelinegro hundió su rostro entre los glúteos y su lengua comenzó a lamer todo a su paso, chupando, besando, entrando y abriéndolo para él. Shura era un desastre de jadeos y súplicas por ser tomado ya.
Levantó las caderas y empezó a frotarse contra la entrada, que ya estaba bien dilatada, aguardando por él. Se deslizó dentro suyo de un sólo movimiento, sintiendo la fricción y la sensación de ser envuelto como una vaina de espada.
'Seré tu Excalibur y tú serás mi refugio'
Se movió apenas y el aullido entre dolor y placer, lo encendió de manera inimaginable; la conexión era completa, Shura devolvía cada embestida con un movimiento en tándem, los sonidos de sus cuerpos chocando, el sudor perlando su frente y tener a ese hombre espectacular bajo suyo, era la perfección para el de ojos azules.
Shura quiso tocarse pero le apartó la mano. Apuró sus estocadas hasta vaciarse en esa cueva que sería su lugar en el mundo a partir de ese momento y acabó con un grito gutural, aullando su clímax.
Volteó a Shura y, sin decir palabras, se sentó sobre su desatendido miembro y se autopenetró; automáticamente el español lo tomó de la cintura y lo acariciaba mientras él saltaba enardecido sobre la enhiesta longitud. Ahora era él quién se sentía como siendo envuelto por un guante, a la perfección. Se sintió cerca y, tomando del largo cabello al chino, lo atrajo hacia su boca y le dio el beso más sucio que podía conocer. Esa acción desarmó a ambos,que estallaron sus orgasmos devorándose los labios.
Tras salirse de su cuerpo, se acurrucaron uno contra el otro, dejando que sus corazones se tranquilizaran y el amor diera paso a dulces besos y tiernas caricias.
-Eso fue... maravilloso, Shura... creí morir en mi orgasmo...
-Yo me sentí igual, pleno y cuidado... yo podría morir en tus brazos... sería una muerte perfecta.
FIN
Hola a todos, amigos lectores, espero se encuentren bien y disfrutando de este día de domingo.
Aquí les dejo este one-shot, que nació como una necesidad de redimir a mi amado dragoncito Shiryu, luego de ponerlo como el malo de mi historia Hot midnight calling.
Espero les guste, los protagonistas son de mis personajes favoritos y lo hice con mucho cariño.
Hasta pronto, nos seguimos leyendo.
Se les quiere, saludos,
Sailor Fighter ❤️
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