Capítulo 31

Era fin de semana y los Black no tenían que ir al trabajo. Ambos lo agradecieron, pues los recuerdos de su vida actual seguían asentándose en su mente y hubiese sido complicado desempeñar sus labores. Habían decidido tomarse la situación con calma, si sucedía algo ya reaccionarían, pero hasta entonces... Se sentaron a la mesa y Didi les preparó el desayuno. Estaban a mitad cuando escucharon a lo lejos el ruido de la chimenea del salón.

-¿Quién será? –preguntó Bellatrix poniéndose en alerta.

-Igual James... Le dije que viniera para probar el campo de vuelo...

El que apareció en el comedor no fue James Potter. Era un hombre alto, atractivo, de figura atlética, con el cabello rubio oscuro y los ojos claros. Sonrió como si fuese para él natural colarse en casa y exclamó alegremente:

-¡Buenos días! ¿Qué tenemos hoy de desayuno, BB?

La mortífaga tardó un rato en reaccionar. Llevaba un año sin verlo, pero no recordaba que su marido (ahora exmarido) fuese tan atractivo. Entonces cayó en la cuenta de que él tampoco había pasado por Azkaban.

-¿¡Pero qué haces aquí, Rod!? –exclamó- ¡Y no me llames bebé!

-Desayunar, vida mía, como todos los días –informó tomando asiento y sirviéndose huevos con bacon-. ¿Qué tal, primo idiota de BB? ¿Y tú quién eres, querida?

Sirius y Nellie aún lo miraban con más estupor. Era evidente que Rodolphus y Sirius solo se soportaban por Bellatrix. La muggle contestó:

-Eh... Soy Nellie.

-Encantado, Nellie. Yo soy Rodolphus, puedes llamarme Rod. Soy el mejor amigo, lugarteniente y durante unos meses prometido de BB. Al final la dejé por diferencias irreconciliables: me quitaba horas de comer y por mucho que la quiera, eso no se lo permito a nadie.

-¡Pero qué dices, imbécil, te dejé yo a ti! –exclamó la mortífaga que de eso estaba segura.

-Claro que sí, BB, lo que tú digas –respondió él sonriente.

La mortífaga resopló con rabia y le explicó que Eleanor era su novia. Rodolphus la contempló de nuevo sorprendido (pero sin soltar el soufflé de chocolate). Al final se encogió de hombros y murmuró:

-Entiendo. Tuviste que buscarte a una mujer porque el hombre de tu vida siempre seré yo. ¡No, no digas nada! –se adelantó- En el fondo siempre seré tu gran amor, no hace falta que lo digas. El mío también eres tú... justo después de las hamburguesas de carne de hipogrifo.

La bruja volvió a insultarle pero le dio igual y no hubo manera de echarlo. Al parecer trabajaba con Bellatrix y fueron mejores amigos desde que se conocieron el primer año de colegio. Por supuesto se llevaban fatal con los merodeadores y no perdían oportunidad de enfrentarse. De eso estaban hablando cuando Didi apareció de nuevo con grandes reverencias:

-Disculpe, Madame, pero le ha vuelto a traerle flores el caballero que la pretende. Didi no le ha dejado pasar, pero dice que no se irá "sin admirar su inefable rostro que parece tallado por los más habilidosos duendes del mundo".

La mortífaga se atragantó con el zumo de calabaza. Observó que el ramo que llevaba la elfina era exacto a las otras docenas que había por casa. Por tanto, no los compraba ella, sino que se los enviaba alguien. Antes de que pudiera preguntar, Rodolphus se levantó con brusquedad:

-¡Maldito acosador! Le avisé de que si te molestaba otra vez, le reventaba. ¡Que no se diga que Rodolphus Lestrange no es un hombre de palabra!

Sin añadir más, salió de la habitación a toda velocidad en dirección al recibidor. Los tres que quedaban se miraron desconcertados sin saber qué hacer. Sirius tenía mucha curiosidad:

-Creo que deberíamos ir. No sé si te has fijado pero tu maridito está...

-¡Que no es mi marido! Al parecer es un amigo que viene a robarme comida...

-Está bastante en forma –completó el animago-. Le hará más daño con los puños que con la varita.

Así que se levantaron y acudieron a la entrada. En el suelo había un hombre sangrando por la boca e intentando levantarse. Se notaba que Rodolphus tenía ganas de seguir atizándole, pero le resultaba demasiado patético atacarle más en ese estado. Se trataba de un mago mayor, de cabello oscuro (probablemente teñido), ojos castaños y piel muy blanca. Pese a su deplorable estado tras el enfrentamiento con el rubio, seguía teniendo un aspecto elegante. Bellatrix ahogó un grito cuando lo reconoció. A él se le iluminaron los ojos en cuanto la vio.

-Mi hermosa Bellatrix, no sabes cuánto te he añorado. Sé que se me advertiste que me mantuviera alejado de ti, pero es irremediable que la pobre alma de este viejo se sienta atraída por la estrella más brillante que iluminó su vida.

La bruja no sabía ni qué replicar, así que Rodolphus le espetó al hombre:

-Hace veinte años que fuiste su maestro, ya es hora de superarlo, viejo mestizo.

-¡Jamás podré superar algo así! –replicó él ofendido- ¡El mundo mágico siempre recordará que la mejor bruja de la historia fue discípula de Tom Ryddle! Aunque pronto me superaste en poder y habilidad, por supuesto, pero fue un honor enseñarte todo lo que sabía.

Nellie no entendía nada. Bellatrix y Sirius eran incapaces de apartar la vista de aquel hombre. Voldemort no existía en ese mundo, pero Tom Ryddle sí. Había que reconocer que estaba mucho mejor envejeciendo así que en su versión sin nariz ni pelo. Y al parecer las tornas se habían invertido porque estaba completamente enamorado de su pupila. Aprovechando que no era capaz de pronunciar palabra, el mago no cesaba de hablar. Insistía en alabar sus cualidades y en ofrecerse para realizar cualquier labor en su nombre. Rodolphus iba a echarlo definitivamente, pero la bruja le detuvo.

-Espera, sí que quiero que hagas algo por mí.

-¡Por supuesto! –exclamó Tom con ojos brillantes- ¡Será un honor, cualquier cosa!

-Vale, vas a... -pensó Bellatrix intentando pensar algo lo más desagradable posible- Siempre he soñado con criar una manada de escregutos, pero estoy demasiado ocupada. Así que vas a hacerlo tú por mí. Pero no quiero que sean unos escregutos salvajes y desarrapados como los demás: quiero que les pongas calcetines en todas sus patas y gorritos y guantes para sus aguijones. Puedes tejer las prendas tú mismo. Y lo quiero cuanto antes.

El hombre hubiese perdido el color de la piel de haber tenido alguno. La había escuchado con creciente asombro, asintiendo cada vez con menos entusiasmo. ¿Qué locura absurda era aquella? Rodolphus y Nellie miraban a la bruja con el ceño fruncido sin comprenderlo tampoco. Solo Sirius -que sabía que se trataba de una venganza más que merecida- se partía de risa con la idea. Al final, al hombre no le quedó otra que prometer que lo cumpliría y marcharse.

-¡Ah, una última cosa, Tom! –lo llamó de nuevo.

El mago se giró con absoluta rapidez e indisimulable emoción:

-Si no lo consigues, no te molestes en volver.

Sin más, le cerró las puertas en las narices sintiéndose más satisfecha que nunca. El resto volvieron al salón. Para que no quedase raro que los Black no lo recordaran, fue Nellie quien le preguntó a Rodolphus quién era aquel hombre. El mortífago se lo contó:

-Desde pequeño fue un gran mago, dicen que el segundo más poderoso después de Dumbledore. Parecía destinado a grandes cosas. Tenía muchos planes, pero para ello necesitaba seguidores. Contaba ya con unos cuantos cuando eligió a Bella. ¿Qué edad tenías, BB, quince?

-¡Que no me llames...!

-Sí, quince –decidió él mismo-. El caso es que fue la única a la que le enseñó todo lo que sabía, sin reservas. Bella disfrutaba mucho aprendiendo artes oscuras y todo lo que él le enseñaba, pero nunca le cayó especialmente bien. Sin embargo él se obsesionó: se enamoró de nuestra BB, pero sabía que era demasiado mayor y demasiado mestizo para ella y nunca sucedería. Así que cuando ya no tuvo nada más que enseñarle y Bella dejó de visitarle, se deprimió. Ya no hizo nada con su vida, renunció a todos sus planes. Ha pasado sus días encerrado en la Mansión Ryddle lamentándose y enviándole cartas, flores y joyas.

Todos habían escuchado con suma atención. Bellatrix intentaba descubrir qué detalle habían alterado en el pasado para cambiar su comportamiento, pero no se le ocurría nada.

-Qué vida más triste... -murmuró Nellie.

-¿Y nunca se casó ni tuvo familia? –inquirió Sirius que buscaba la misma información que su prima.

-No... Yo creo que fue por lo que me contaste, BB, lo de su madre...

-Ah sí... -respondió ella- Pero cuéntalo tú, que te encanta hablar.

"Es a ti a quién le gusta escuchar mi voz profunda y sexy" respondió él alzando las cejas de forma sugerente. Bellatrix le arrojó un pomelo (que él atrapó y devoró) y Nellie empezó a mirarlo con recelo. Rodolphus se dio cuenta.

-No temas, Eleanor, lo nuestro es platónico; más que nada porque a mi marido no le parecería bien que sucediera nada... Sí, yo también tuve que buscar a alguien de mi mismo sexo porque no hay ninguna mujer como mi BB.

-Qué asco os tengo a todos, de verdad –masculló Sirius-. Cuéntanos lo de la madre de Vol... de Ryddle.

-Resulta que la pobre Merope tuvo una vida dura. Por culpa de su padre y su hermano apenas podía practicar la magia. No conoció a su madre, lo único que heredó de ella fue un filtro amoroso que le compró a una adivina muggle.

Nellie y los Black ahogaron la exclamación de sorpresa.

-Decidió usarlo para seducir a un muggle noble llamado también Tom Ryddle. Pero obviamente el filtro era falso (ya ves tú, cómo va a saber elaborarlo una muggle) y no funcionó. Con el paso de los años, el noble no encontró a otra mujer y se casó con Merope por voluntad propia. Ella amaba a su hijo porque era igual que el padre y además era la prueba de que la quería, pero murió poco después del parto. El padre no tenía mucho interés en el niño y prácticamente lo educaron sus asistentas... Creo que eso le dejó un trauma al crío.

Bellatrix asintió con lentitud. Eso era lo que había cambiado: uno de sus filtros falsos acabó en manos de la madre de Voldemort. Como la poción falló, Tom no fue fruto de una violación sino de una relación en la que al menos ambos progenitores fueron dueños de su voluntad. El niño tampoco creció con mucho amor, pero no tenía esa macha dentro de él que causó su concepción bajo un filtro amoroso. ¡Otro misterio resuelto!

-Espero que nos deje un poco en paz con la granja de escregutos –murmuró Rodolphus terminándose el zumo de calabaza-. Bueno, tengo que marcharme, he de asegurarme que mi marido no me avergüenza en la fiesta de esta noche yendo hecho un dementor como siempre...

Preguntarle quién era su marido sería raro, Bellatrix debería saberlo, pero la información no acudía a su mente. Así que optó por preguntarle por la fiesta.

-¡No te hagas la loca, BB! Odio los cumpleaños de Lucius tanto como tú, hay más gente que en los mundiales de Quidditch, pero si no tu hermana vendrá y te llevará a rastras. Y a vosotros igual.

Nellie abrió la boca para comentar que dudaba mucho que a la señora Malfoy le interesara su asistencia. Sirius por su parte estaba seguro de que él no asistía a los cumpleaños de semejante imbécil en ningún universo existente o por existir.

-Ya me contaréis, yo he quedado con James para... -empezó Sirius.

-Para nada, los Potter también van –le cortó el pequeño de los Lestrange-. ¿No ves que su hijo y Draco están liados?

-¿PERDÓN? –inquirió Sirius.

-¿Pero en qué mundo vives, que no te enteras de ningún cotilleo? –le espetó Rodolphus indignado- De verdad, BB, no sé cómo puedes vivir con semejante paria social...

-¡Oye! –protestó Sirius sin saber cómo defenderse- Me da igual, si Harry es feliz... -murmuró mientras meditaba que debía debatirlo con James- Entonces quedaré con Remus, no le he visto desde que... Desde hace días.

La extrañeza en la mirada de Rodolphus se agravó. Se giró hacia Bellatrix esperando recibir un gesto de complicidad. La mortífaga alzó las manos como dando a su primo por perdido (y esperando acertar con ese gesto). Con lentitud, el rubio comentó:

-¿Estás tonto, Black? ¿No te he dicho que mi marido viene a la fiesta? Si yo aguanto sus lunas llenas, él aguanta a Lucius (que ya os digo que sale perdiendo). Así que ahí estará con un traje que pienso comprarle yo porque él tiene el gusto de un dementor.

Con esa mención, las memorias acudieron a la mente de ambos primos. Recordaron que hacía dos años, en una de las fiestas que organizaban ellos en su mansión, encontraron a Rodolphus y Lupin muy borrachos liándose en la playa. La imagen fue tan traumática para los primos que retrocedieron, se encerraron juntos en el dormitorio de Bellatrix y durmieron abrazados con miedo a tener pesadillas. Meses más tarde surgió el amor entre los dos magos. Lupin intentó boicotearse a sí mismo –como siempre- y alegó que era un hombre-lobo y era demasiado peligroso. Rodolphus le pegó un puñetazo que lo dejó inconsciente durante varias horas. Cuando despertó, le espetó: "¿Ves? Yo soy más peligroso, así que no me pongas excusas, cansino mío". Ante eso, el profesor no supo replicar.

A todos les chocó esa relación, no parecían tener nada en común, sin embargo funcionaban bien. Se casaron un año después. Bellatrix y Rabastan fueron los padrinos de Rodolphus y James y Sirius los de Lupin. Remus trabajaba en Hogwarts pero casi todos los días viajaba por la red flu al château que compartía con su marido. A Rodolphus le parecía maravilloso: así podía pasar mucho tiempo incordiando y robándole comida a Bellatrix que era su mejor-amiga-casi-hermana.

-Entonces iremos a la fiesta esa –intervino Nellie viendo que los otros dos estaban superados por los recuerdos.

-¡Esa es la actitud, amante de mi BB! –exclamó Rodolphus chocando los cinco con Nellie- ¡Nos vemos esta noche!

Antes de recibir un crucio de su bebé, el rubio salió corriendo y escapó por la chimenea. Bellatrix y Sirius se quedaron en silencio, más pálidos que el mantel de hilo, con la vista fija en el frutero. Al final, el mago consiguió preguntarle qué le parecía aquello.

-Me parece que si lo pienso vomito, sinceramente –declaró la bruja-. Que sean gays me parece estupendo, así no se reproducen. Pero es que esos dos juntos... Mira, no puedo.

Dirigió la varita a su sien y extrajo con dificultad una hebra plateada. De inmediato su primo la imitó. Así, aunque no pudieron olvidarlo del todo, sacaron ese pensamiento de su memoria por unas horas.

-Bueno, ¿qué quieres hacer hoy? –le preguntó la bruja a su novia.

-Había pensao... Te importa si... ¿si visitamos Fleet Street? Me gustaría saber qué fue de mi tienda... Sé que hace un siglo y no quedará nada, pero...

-Claro, podemos ir. ¿Tú qué vas a hacer, Siri, ahora que por fin puedes librarte de nosotras?

-Eh, pues... No lo sé... Ya vi a James anoche y si hoy va a estar en la fiesta y también Remus...

-Creí que tendrías necesidades más... urgentes –comentó Bellatrix con una sonrisa torcida-. ¿Has mirado el correo? Hay cartas como de veinte amantes tuyas.

-¿Sí? –inquirió él poco sorprendido- También tengo notas, fotos y regalos curiosos en mi habitación... Pero de momento quiero algo de calma, eso puede esperar a esta noche.

A Nellie le dio la impresión de que Sirius era el más afectado de los tres. Había resucitado y recuperado a sus amigos, ya solo eso era difícil de procesar. Aunque era su mayor sueño cumplido, también le hacía replantearse las cosas. Todos tenían una familia perfecta -¡hasta Lupin!- y él estaba solo, viviendo con su prima que era muy feliz con su novia. Claro que tenía decenas de amantes, pero nadie con quien compartir más de un par de noches. Era parecido a lo que hubiese sentido Nellie de haberse quedado sola en su siglo. Seguramente pronto se adaptaría, Sirius era un superviviente. Pero debía ir poco a poco, semejante cambio era muy brusco.

-¡Pos ven con nosotras! –le invitó alegremente- Podemos ir a Fleet Street, luego a comer y luego prepararnos pa la fiesta. ¡Oh y me encantaría ver el Callejón Dragón del que me hablasteis! Ahora sí que puedo ir, ¿no? E igual hay que comprarle algo al marido de tu hermana, ¿no? Si es su cumpleaños...

-Oh... Pues... -empezó Sirius intentando esconder su ilusión por ser invitado- Nah, no te preocupes. Vosotras tenéis vuestros planes y no quiero inmiscuirme, me entretendré solo, no hay problema.

Hubo unos segundos de silencio mientras Nellie miraba a su novia esperando que interviniera. Bellatrix no los miraba, estaba muy concentrada en sus pensamientos. Al rato alzó la vista y declaró:

-Siri, desde que Nell ha comentado lo del regalo de Lucius he tenido una revelación: vamos a regalarle un pavo real hechizado que por las noches se convierta en un cerdo y aúlle. No puedo hacerlo sola, tú eras el mejor en Transformaciones (después de mí, claro), necesitaré tu ayuda. Así que vístete que nos vamos.

El animago asintió con una pequeña sonrisa. No le dio las gracias a su prima para no hacer la situación más incómoda, pero se lo agradeció profundamente. Tampoco hubo opción a ello: mientras subían a sus habitaciones Nellie llenó el silencio con múltiples preguntas sobre el cerdito mutante. 

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