Capítulo 26

Nota: Este capítulo tiene dos finales señalados con un *. El segundo es para las que queríais trío, valorad cuánto os quiero jaja. ¡Muchas gracias a todos los que leéis y comentáis esta historia, me hacéis muy feliz!

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-O sea, ¿que Toby está vivo y tiene una familia con pasta?

-Así es –respondió Bellatrix jugando con sus rizos-. Viven en un castillo en el condado de Essex. Así que no corres riesgo de encontrártelos, están lejos de aquí.

-¿Y no recuerda nada, no se acuerda de mí? –insistió la pastelera.

-No, Nell, lo siento... Sé que le tenías cariño, pero...

-¿Estás de broma? ¡Me importa una mierda que no me recuerde! ¡Mucho mejor, yo lo que quiero es salvar mi trasero!

La mortífaga rió y sintió que se enamoraba aún más. Le metió mano a la zona en cuestión y comentó que tenía todo el sentido que quisiera salvar algo tan maravilloso. Continuaron besándose y jugueteando mientras Bellatrix le relataba los pormenores de la fiesta. Estuvieron así un par de horas. Era sábado y Nellie abría la tienda más tarde, pero aún así, al rato tuvo que levantarse para trabajar. Quedaron para cenar en algún restaurante (sabiendo que probablemente Sirius se uniría también).

Bellatrix no solía citar clientes los sábados, así que en cuanto Sirius bajó a ayudar en la pastelería, se encerró en su laboratorio. Extrajo los cinco filtros que le había entregado el duque. Cada uno llevaba una nota con la composición, aunque no era exacta: salvo uno que había elaborado él mismo, el resto los había comprado a adivinos y era imposible saber si mentían. Si uno de esos resultaba ser la genuina poción de la eterna juventud, resultaría casi imposible de replicar. Pero bueno, bastaría un frasco... Ya no quería garantizar la inmortalidad de Voldemort sino evitar el castigo.

-Un motivo igual de noble que cualquier otro –murmuró mientras preparaba todo.

Cogió un ramo de lirios que le había enviado un cliente, así no tenía que estropear los ramos que le compraba Nellie. Aplicó la mitad del primer filtro sobre una de las flores y después una gota de la poción mortífera que aceleraba el envejecimiento celular. Un minuto después, el lirio estaba muerto. Descartó ese filtro e hizo lo mismo con los otros cuatro. Con uno de ellos se ilusionó: cinco minutos después, la flor seguía viva. Cuando ya notaba su corazón acelerarse y los nervios intrínsecos al descubrimiento, el lirio empezó a pudrirse.

-Hubiera sido demasiado bonito –masculló derrotada.

Había pocas posibilidades de que alguna de esas fuese la buena, pero había intentado mantener la esperanza. Había consultado ya a todos los adivinos y pocionistas de Londres. O al menos a todos los que operaban abiertamente. También a varios magos y brujas que se movían por el mundo muggle. Y nada, ningún resultado. Desde el principio supo que sería difícil pero no creyó que tanto, que fuese una búsqueda tan a ciegas. Pero lo estaba siendo.

Aún así sacudió la cabeza y examinó la composición el filtro que mejor había aguantado. Era uno que el duque compró en un mercadillo de Austria a un supuesto hechicero. Por tanto, su composición no era fiable.

-Raíz de jengibre, leche de burra, bayas de enebro, esencia de oro y jugo de edelweiss –leyó Bellatrix en la etiqueta-.

La realidad era que podía contener cualquier otra cosa y ninguna de esas. Por ejemplo, gracias a sus investigaciones sabía que a los muggles les encantaba asegurar que usaban láminas de oro en sus brebajes, pero casi nunca lo hacían porque era muy caro. Con un hechizo de detección de metales supo que aquel filtro no contenía ni una partícula de oro. Probablemente tampoco llevaría edelweiss, era una flor complicada de conseguir, así que dudaba que la hubiesen empleado. Optó por examinar el resto de ingredientes:

-Leche de burra no tengo... -murmuró Bellatrix- Pero raíz de jengibre y bayas de enebro sí, vamos a ver...

La primera la poseía porque era un ingrediente común y la segunda porque Oscar le dio muestras. Dedicó la mañana a estudiar sus propiedades. Certificó que ambas poseían propiedades curativas y permitían a las células conservar su juventud. Pero no a un nivel extraordinario, sino como cualquier otra hierba medicinal. Quizá una de las dos fuese un ingrediente de la poción que buscaba, pero harían falta varios más. No conocía ningún filtro que las incorporase, eso podía significar que la poción que buscaba era obra de un muggle. Pero ni una sola de las personas con las que había hablado a lo largo de esos meses mencionó esas bayas y raíces.

-No puedo rendirme, los Black nunca se rinden. Pero...

Durante la siguiente hora experimentó otra crisis de ansiedad. Cuando logró racionalizar que esos episodios no la ayudaban, se calmó. Anotó en su cuaderno lo que había descubierto esa jornada y después se tumbó en la cama que ahora utilizaba Sirius. Dedicó el resto de la tarde a mirar el techo pensando en excusas que le podía poner a su señor para minimizar el castigo. Transcurrido un tiempo prudencial, asumió que no lograría engañarlo: debía aceptar el castigo. Si la mataba tampoco importaría mucho, así se reuniría con Nellie en otra vida, en una mejor.

Observó la habitación con cariño, era el primer lugar que había sido enteramente suyo. Recordó su llegada, los días que pasó decorando y adecuándolo con hechizos, la primera vez que Nellie y ella durmieron abrazadas... Parecía mentira que un cuartucho tan pequeño se hubiese convertido en el hogar más especial para alguien acostumbrada a la vida de lujo absoluto. Cerró los ojos y pensando en su novia se quedó dormida.

Despertó un par de horas después, alguien le había echado encima una pesada manta de pelo. Intentó incorporarse y deshacerse de ella, pero la manta gruñó. No era una manta, era un enorme perro negro.

-¡Por Circe, Sirius! ¿No puedes compórtate normal ni un solo día de tu vida?

El perro profirió un ladrido que sonó como un "¡No!". Bellatrix volvió a dejarse caer sobre el colchón. Canuto le golpeó la mano con el hocico como indicándole que le acariciara. Se rindió. La vida y su primo la habían derrotado. Empezó a acariciarle el lomo mientras el perro cerraba los ojos con placer y se acurrucaba junto a ella.

-Vaaale... Esto es lo más raro que he visto –informó Nellie cuando los encontró.

-Porque no has estado en las fiestas de los Black. Acariciar a tu primo convertido en perro es lo más normal que te podía pasar ahí -comentó la bruja.

Nellie se sentó al borde de la cama y acarició también al animal mientras les relataba las anécdotas de su jornada. "¿Y a ti qué tal te ha ido?" preguntó sin dar datos para que Sirius no obtuviese más información. La mortífaga negó con la cabeza. Por supuesto Nellie estaba al tanto de su misión y de sus no-progresos y también le angustiaba. Bellatrix agradecía que no conociese a Voldemort e ignorase de lo que era capaz, no quería que se quedara triste o preocupada por ella.

-Bueno, aún queda tiempo –murmuró Nellie.

La mortífaga asintió y sonrió intentando parecer convencida. Pero conforme pasaban los días, las últimas hebras de esperanza se desintegraban. Consultó de nuevo a los adivinos y magos que conocía, probó filtros que ya había analizado, compró todo tipo de ingredientes exóticos, probó a elaborar sus propias mezclas, revisó sus notas... pero nada funcionó. Así que se resignó. Prefirió disfrutar de sus últimas semanas con su novia y dejar de preocuparse. Asumiría las consecuencias cuando llegaran. Empezaba a pensar que todo sucedía por algo, quizá era mejor para el mundo no encontrar esa poción.

Lo único positivo que obtuvo fueron las fotografías de la fiesta, el propio duque acudió para entregárselas en mano. Charlaron sobre pociones y amuletos pero a la mortífaga le costó fingir entusiasmo. En cuanto logró deshacerse de él, bajó a la tienda y le entregó las imágenes a su novia.

-Así tú también tienes un recuerdo mío –sonrió.

Nellie se alegró mucho y las contempló con emoción. Al punto apareció Sirius, que no perdió oportunidad de constatar su propia belleza:

-Mirad cuánta luz emite esa lámpara y aún así brilla menos que mi pelo.

-Porque te lo arreglé yo –apostilló la muggle.

-Es verdad... -masculló- Da igual, mis ojos también brillan de forma especial.

-Sí, porque estás abrazándome y eso te encanta –comentó Bellatrix observando una instantánea de ambos bailando.

-¡No es verdad! –protestó él.

-Sí, mira –murmuró Nellie desplegando las fotos sobre la mesa-. En las que sales solo o con otras mujeres se te ve menos feliz que con Bella.

-Porque me siento más tranquilo cuando la tengo vigilada –aclaró Sirius-, si no tengo la angustia de que esté por ahí degollando muggles.

-¡Oh, prefieres que te degüelle a ti! ¡Qué bonito! –exclamó Bellatrix con dulzura.

El animago le dio un codazo en protesta pero sonrió. Estuvieron unos minutos más bromeando y después continuaron con su jornada.

A mitad de marzo Bellatrix empezó a despedirse de sus clientes. Les contó que su marido y ella debían regresar a Francia, pues sus negocios no les permitían estar lejos por más tiempo. Muchos le dieron las gracias, otros le hicieron regalos (flores, alcohol, joyas, perfumes...) y algunos incluso lloraron. Para la mortífaga resultaba surrealista que tantos muggles la adoraran, era como si lo estuviera viviendo desde fuera. Pero aceptó los regalos y les dio las gracias también. Así fueron pasando los días.

-Nell, preciosa –susurró Bellatrix-, tienes que levantarte ya, es tu hora de abrir.

La muggle se acurrucó más junto a ella y hundió la cara en su cuello. "No voy a abrir esta semana, quiero aprovechar cada minuto contigo" murmuró. Bellatrix iba a replicar pero se contuvo, le pareció un buen plan. Había llegado abril y el viernes estaba fijado su viaje de vuelta. Ya no le importaba no tener la poción: la tristeza por separarse de su novia eclipsaba cualquier otro sentimiento. Así que pasaron esos días sin separarse. Hubo sexo a todas horas, largos paseos, comidas en restaurantes elegantes, fueron de compras e incluso utilizaron a Canuto para aterrorizar a las vecinas que le caían mal a Nellie.

-Creo que preferiría ir contigo... -murmuró Nellie cuando se despertó el jueves- Aunque me muera, prefiero eso que quedarme aquí sola...

-No –respondió la mortífaga al punto-. No quiero que te pase nada, no podría vivir conmigo misma de saber que has muerto por mi culpa.

Estuvo a punto de añadir que si se metía con ella al armario evanescente, Bellatrix aparecería en 1998 con su cadáver. Y esa no era la última imagen que quería tener de su primera y única novia. Pero optó por ahorrarse el dato macabro.

-¿Y cómo sabes que no me voy a morir de pena aquí?

-No se puede morir de pena, mi pequeña muggle –aseguró Bellatrix acariciándole el rostro e intentando convencerse de ello-. Eres una superviviente y ahora tienes dinero ahorrado...

-Ya, pero quedarme otra vez aquí sola...

Hubo unos minutos de silencio hasta que la mortífaga tuvo una idea que le pareció bastante buena:

-Múdate. El carnicero dijo que le gustaría comprar tu casa, ¿verdad? Véndesela y múdate a un pueblo junto al mar. Puedes comprar una casa y más adelante alquilar un local para poner otra pastelería... Te será mucho más agradable hacerlo ahí, aquí es todo gris y lleno de recuerdos sangrientos.

-Sí, tienes razón... No es mal plan...

-Deberías mudarte a España. Está cerca, es barato, muy bonito y el clima es mucho mejor que aquí. Busca un pueblo con playa y vete de aquí.

-Eso suena bien –respondió Eleanor meditándolo-, siempre he querido viajar...

Bellatrix asintió. No le interesaba el clima de España ni sus playas: lo que sabía era que se trataba de uno de los pocos países que se mantuvo neutral en la Primera Guerra Mundial. Su principal interés era que Nellie viviera.

La muggle pareció un poco más ilusionada. Por supuesto sin Bellatrix todo le resultaría triste, pero sería más sencillo si se alejaba por fin de aquel lugar. El mar y la distancia siempre suavizaban las penas. Estuvieron dándole vueltas al proyecto hasta que Sirius llamó a la puerta y preguntó si estaban vestidas. Nellie respondió afirmativamente. "Debe ser la primera vez esta semana", masculló el animago que se había llevado bastantes sobresaltos gracias a la lujuria de sus caseras. Entró al dormitorio y se sentó en el borde de la cama. También a él se le notaba profundamente deprimido y de mal humor.

-Me moriría (por segunda vez) más tranquilo si supiera que vas a desertar –apuntó.

-Sabes que no puedo hacerlo –replicó su prima.

Conforme se acercaba el final, a la desesperada, Sirius había iniciado un nuevo proyecto: convencer a su prima de que abandonase a Voldemort. Eso supondría una ayuda enorme para Harry. Pero aunque aquel viaje había cambiado la percepción y el afecto hacia su maestro, Bellatrix no estaba por la labor.

-No te pido que luches con los buenos –aclaró el mago-. Me dijiste que la guerra será prácticamente en cuanto vuelvas: no participes, simplemente lárgate y espera un par de meses. Voldemort no tendrá tiempo para buscarte, Harry le derrotará como siempre (aunque intentes engañarte sabes que será así) y el mundo estará en paz.

-Me pasaré la vida huyendo o en Azkaban, tú mejor que nadie sabes que eso no es vida.

-Si te quedas, morirás en la guerra –vaticinó su primo.

Para su sorpresa, Bellatrix no replicó ni le recordó lo poderosa que era. Asintió como si ya le hubiese dado mil vueltas a ese tema.

-Así es. Yo no huyo, moriré luchando porque soy una guerrera y cuando eso suceda... Sé que ambos estaréis esperándome al otro lado.

Hubo un silencio por lo lúgubre de esa idea.

-Yo llevaré medio siglo esperándote... -calculó Nellie- Y si muero de vieja, ¿seré una anciana en el más allá? Yo no quiero ser vieja...

Ambos Black se miraron. Dado que en una década habría una guerra mundial, sería un milagro que Nellie lograse morir de vieja... Pero no podían revelar eso. Así que la bruja la abrazó más fuerte y aseguró que estuviese como estuviese, ella la seguiría adorando. La muggle asintió compungida.

-¡Vale, se acabó! –exclamó Sirius arrepentido de haber iniciado tan deprimente conversación- Vamos a salir a que nos dé el aire ahora mismo. Y esta noche vamos a salir a beber hasta que consideremos que Snape es atractivo.

-¿Quién es ese señor y por qué siempre habláis mal de él? –inquirió Nellie divertida.

-Un imbécil –aclaró Sirius.

-Y un cobarde traidor –se sumó Bellatrix.

-¿Y si en lugar de salir hacemos la fiesta de despedida en el salón? –sugirió la muggle- Tenemos muchísimo alcohol que le han regalao a Bella, si me lo dejáis todo a mí seré una alcohólica el resto de mis días.

-Buen plan. Así podemos reír, chillar, llorar y meternos mano sin que nadie diga nada –apuntó Bellatrix.

-Me parece genial –se sumó Sirius-. Pero para lo último tendré que estar muy borracho... Bella, sé que adoras tu apellido y todo lo que conlleva, pero no te permitiré meterme mano, seguro que la Biblia dice que es pecado.

Su prima le arrojó un cojín con rabia mientras Nellie le miraba pensativa.

-Dado que al principio solo estaban Adán y Eva y de ahí salió toda la humanidad... Creo que en la Biblia hay sexo hasta entre hermanos –sentenció la muggle.

-Al final me lo voy a tener que leer –murmuró Bellatrix sorprendida.

-¡Ves! ¡Si es que Jesucristo es el mejor hasta como novelista! –exclamó Sirius.

Nellie rió con ganas, Bellatrix intentó atrapar su varita para lanzarle un ataque, pero no pudo moverse porque su novia la abrazó con más fuerza. Suspiró y se rindió. Como había sugerido el animago, salieron a dar un paseo y comieron en su restaurante favorito. Por la noche la bruja bajó varias botellas de licores que le habían regalado sus clientes y cada uno eligió una (¡para qué andarse con estrecheces si sobraba el alcohol y la necesidad!). Cuando Sirius murmuró que necesitaban música, la muggle se sentó al piano y empezó a tocar y cantar varias piezas de composición propia. Los Black bailaron de forma errática (pues ya estaban bastante borrachos), rieron y cantaron con ella; al menos Bellatrix cantó, ella conocía las canciones, pero a Sirius le desconcertaron bastante.

-¿Qué tipo de letra es esa? –preguntó dando un trago a la botella de ron que se había agenciado- ¿Quién escribe una canción sobre hacer las peores tartas de Londres o sobre comerse a un cura?

-Son metáforas, Siri, es un estilo demasiado sofisticado para que tú lo captes –intervino Bellatrix dándole un trago al vodka.

-¿Metáforas de qué? –inquirió arrastrando las palabras.

-Yo nunca me comí a nadie, cocinaba pero no consumía –aclaró Nellie que había optado por el brandy porque le parecía muy elegante.

-¿Qué tú qué? –balbuceó el mago.

Antes de que la muggle le confesara todas sus tramas asesinas, Bellatrix se sentó al piano junto a ella. Tanto ella como sus hermanas tomaron clases de piano y canto como era recomendable para cualquier niña de sangre pura. La bruja siempre lo odió y le resultó desesperante: tenía demasiada energía y ganas de sembrar el caos como para perder el tiempo aporreando el teclado. Nunca se le dio bien. No obstante, cuando Nellie se unió a su improvisación y sus dedos se acariciaron al rozar las teclas decidió que había valido la pena. Sirius se tumbó en el sofá y las contempló relajado. Varias piezas después, Bellatrix se giró hacia él y le preguntó si él sabía tocar:

-Nah, pero si lo haces tú no puede ser muy complicado –aseguró.

Las dos mujeres se levantaron de la banqueta y él se sentó. La pieza que inventó no tenía sentido ni ritmo, pero eso no fue óbice para que Nellie y Bellatrix bailaran juntas por todo el salón. Varias botellas se rompieron a su paso, pero ellas rieron y siguieron abrazándose y haciendo piruetas. El alcohol mitigaba sus angustias y se sentían un poco más libres. Era su última noche juntas y nada iba a estropearlo.

En algún punto de la velada, Sirius hechizó el piano para que tocase solo y así pudo unirse a la extraña danza de sus compañeras. Nellie dio gracias de no tener vecinos porque habrían llamado a la policía del alboroto que organizaron.

-¡No recuerdo la última vez que me lo pasé tan bien! –exclamó Sirius tumbado en la alfombra.*

Nellie apenas lo oyó, estaba medio dormida en el sofá con la cabeza sobre el regazo de Bellatrix que la acariciaba distraída. La bruja lo veía todo bastante brumoso y le costaba articular las palabras, eso significaba que había sido una gran noche. Con la punta de su bota golpeó el hombro de Sirius para atraer su atención.

-¡Eeh! ¡No me agredas! –protestó él revolviéndose.

-Me alegro de que hayas estado aquí, Sirius, de que al final... hayamos vuelto a ser familia.

Era la típica confesión de borracho, pero era sincera. El animago la miró y estuvo de acuerdo. "Yo también" aseguró. Le tendió la mano como símbolo final de su reconciliación y la bruja se la estrechó. Ninguno de los dos la soltó. Bellatrix se vio sentada en el sofá, acariciando a una muggle dormida sobre ella y a su primo el traidor tumbado en el suelo cogiéndole la mano con fuerza. Sintió un calor dentro de ella que supo que era lo que llamaban amor. No había encontrado la poción de la eterna juventud, pero había encontrado algo que siempre consideró mucho más inalcanzable: felicidad.

-Deberíamos irnos a la cama –murmuró el mago un par de horas después.

Bellatrix estuvo de acuerdo. Le esperaba un día largo que empezaría por recoger su piso y terminaría con el reencuentro con Voldemort. Más le valía descansar... Sirius se levantó y se ofreció a llevar a Nellie a la cama para no despertarla. En cuanto lo intentó, la muggle se levantó de un salto y exclamó desperezándose:

-¡Estoy despierta! ¡Es nuestra última noche juntas, debemos...!

-Vaaale... Ya sé por dónde va esto y no quiero oírlo. Buenas noches, zumbadas –la interrumpió Sirius subiendo al piso de arriba.

Las dos le dieron las buenas noches y Bellatrix miró a su novia.

-Nell, estabas profundamente dormida, no hace falta que...

-¡Estaba cogiendo fuerzas! Espero que tú también porque de esta no te escapas –murmuró la muggle besándola de inmediato.

Bellatrix no tuvo opción a responder y tampoco lo necesitó. Deseaba a Nellie tanto que viajar un siglo sola y sin recursos había merecido la pena solo por ella. Así que dedicaron el resto de la noche a disfrutar de sus cuerpos por última vez.

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*-¡No recuerdo la última vez que me lo pasé tan bien! –exclamó Sirius tumbado en la alfombra.

Sus compañeras asintieron. Nellie estaba sentada en el sofá acariciando la cabeza de Bellatrix sobre su regazo. La bruja lo veía todo bastante brumoso y le costaba articular las palabras, eso significaba que había sido una gran noche. Con la punta de su bota golpeó el hombro de Sirius.

-¡Eeh! ¡No me agredas! –protestó él.

-Me alegro de que hayas estado aquí, Sirius, de que al final... hayamos vuelto a ser familia.

Era la típica confesión de borracho, pero era sincera. El animago la miró y estuvo de acuerdo. "Yo también" aseguró. Le tendió la mano como símbolo final de su reconciliación y la bruja se la estrechó. Ninguno de los dos la soltó. Bellatrix se vio tumbada en el sofá, con una muggle acariciándola y su primo el traidor tumbado en el suelo cogiéndole la mano con fuerza. Sintió un calor dentro de ella que supo que era lo que llamaban amor. No había encontrado la poción de la eterna juventud, pero había encontrado algo que siempre consideró mucho más inalcanzable: felicidad.

-Yo estoy contenta –aseguró Nellie-, este año he cumplido todos los sueños que me quedaban: comer en el restaurante más caro de la ciudad, que mi negocio vaya bien sin complicaciones cárnicas, tener ahorros para comprarme cosas bonitas, pasar unos días junto al mar, enamorarme de alguien que me corresponda...

-Qué suerte... -masculló Sirius contemplando el techo- Yo me morí con muchas cosas por hacer... No he probado todas las marcas de whisky del mundo, nunca he montado en dragón, no he usado poción multijugos para besar a una versión de mí mismo, no he conducido un avión, no he hecho un trío, no he visto crecer a mi ahijado... ¡y ni siquiera voy a saber cómo termina la vida de Jesucristo!

Bellatrix se deslizó del sofá hacia el suelo, le besó en la boca y murmuró: "Ya has besado a una versión mejorada de ti mismo. Una menos". El animago abrió mucho los ojos por la sorpresa, pero no pareció sentir desagrado... Nellie decidió cumplir otro de sus deseos:

-A Jesucristo lo crucifican. Resucita, funda su Iglesia y se hace súper famoso en todo el mundo.

-Bien. Ese es mi ídolo, sorprendiendo y molando hasta el final –sentenció Sirius.

Hubo unos minutos de silencio. Se sentían incapaces de beber más e incluso de moverse, pero les daba muchísimo miedo que la noche terminara y tras ella sus vidas se deshicieran. Lentamente, Nellie sugirió:

-Ya que nunca más nos vamos a volver a ver ninguno de los tres... Creo que podríamos reducir la lista aún más...

Sirius frunció el ceño y preguntó de dónde iban a sacar un dragón. Cuando la muggle lo besó comprendió que no se refería a ese punto. El animago murmuró que por mucho que lo deseara, tras tal ingesta de alcohol no se veía capaz de funcionar. Bellatrix bajó a la alfombra, se sentó sobre su regazo y le besó lenta y concienzudamente.

-¡Vaaale! Había infravalorado mis capacidades -comentó Sirius al sentir su cuerpo agitarse-. Pero no quiero meterme en nada si vosotras no...

-A mí me parece estupendo –intervino Nellie-. Estamos tan borrachos que seguro que no nos acordaremos mañana. Y aún así qué más da: Bella se va, yo me quedo y tú te mueres...

Ante tan nefasto resumen, Bellatrix besó a su novia para callarla mientras con la otra mano le desabrochaba la camisa a su primo. Con movimientos torpes y sin dejar de meterse mano, llegaron a la habitación de Nellie. Los Black se habían deshecho de la ropa por el camino y ambos lucían únicamente la ropa interior negra. La bruja empezó a desnudar a su novia mientras esta besaba a Sirius. Cuando lo consiguió, decidió que debía estar al mando:

-Yo me encargo –murmuró entre jadeos mientras Sirius le besaba el cuello-, soy... soy la más hábil de los tres. Vamos a ver, Nell, tú...

Su novia y su primo intercambiaron una mirada. Bastó eso para que Bellatrix quedase inmovilizada.

-¡Eh! ¡Soltadme ahora mismo! –exigió.

-Pero, Trixie, preciosa –murmuró Sirius burlón quitándole el sujetador-, aún no has pagado tu deuda conmigo por matarme...

-Conmigo tampoco te has disculpado por asustarme muchísimo el día que te conocí insinuando que ibas a denunciarme... Y luego me echaste el tarot falso para asustarme más... -se sumó Nellie con fingida inocencia introduciendo sus pulgares en la cintura de las bragas de Bellatrix- Eres una bruja mala y debes pagar por eso.

Bellatrix sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Nunca se había sentido tan indefensa, apenas podía con Nellie como para poder con los dos... A la vez sentía una excitación preocupantemente palpable. La muggle deslizó un dedo sobre su pubis y murmuró: "Estás mojada como una perra". No era la única. La excitación de Sirius estaba ya a un nivel que le dolía físicamente; llevaba mucho tiempo sin sexo y aquellas mujeres le ponían inimaginablemente cachondo.

-Tienes suerte de que sepa cómo encargarme de las perras –murmuró burlón quitándose la única prenda que le quedaba.

-¡Joder, Siri! –murmuró Bellatrix asombrada- Lo que no te dio el mundo de inteligencia te lo dio de tamaño...

-No te hemos dado permiso para hablar – intervino Nellie retorciéndole un pezón y besándola con brusquedad-. Vamos, Sirius, con lo empapada que está no vas a tener problema...

El mago no necesitó más para obedecer. Penetró a su prima con brusquedad mientras la bruja gemía y se retorcía bajo él. Nellie deslizó una mano a su clítoris y empezó a masajearlo. "¿Cuánto crees que vas a aguantar sin correrte como una furcia barata?" susurró Nellie en su oído deslizando una mano a su clítoris. A Bellatrix le hubiese gustado responder, pero su novia empezó a frotar con maestría su zona más sensible y eso se sumó a las fuertes embestidas de su primo que no dejaba de penetrarla. Pese a los esfuerzos de ambos Black por aguantar, ambos se sentían próximos a estallar. Eso despertó en Bellatrix un repentino miedo que su primo acalló al instante:

-Tomé una poción a los catorce, no vamos a tener bastardos, con nosotros dos ya sobra.

-Quizá tu falta de inteligencia no es tan preocupante como... -empezó la bruja.

-¿Qué te he advertido sobre hablar sin permiso? –la interrumpió su novia retorciéndole un pezón- Y ni se te ocurra correrte antes que a tu primito, eso solo lo hacen las putas.

Bellatrix gimió, retorciéndose mientras Sirius la mantenía bien sujeta por las caderas. Cerró los ojos y se sintió sobrepasada. Su primo follándola como a una muñeca indefensa mientras su novia le frotaba el clítoris y pellizcaba la tetas resultó ser su nueva fantasía erótica. Le estaba costando toda su fuerza de voluntad cumplir las órdenes de Nellie; no quería tener menos autocontrol que Sirius. Para distraerse, deslizó la mano que le quedaba libre y le introdujo dos dedos a su novia que estaba casi más mojada que ella. Nellie exclamó un "Joer" con inmenso placer mientras seguía a lo suyo. Cuando Bellatrix ya no pudo más, decidió acabar con la voluntad de Sirius:

-Eso, Siri, fóllame como si fuese una de tus putas con cerebro enano y tetas enormes.

Dio igual que su voz sonase más desesperada que sensual: su primo se corrió y Bellatrix sucumbió ante un orgasmo que casi duró medio minuto. No fueron los únicos. Toda aquella charla sucia, el poder que sentía en ese momento y la habilidad de la mano de su novia hicieron que Nellie se corriese con más profusión que los Black. Se tumbaron los tres jadeando, completamente empapados en sudor y casi sin poder respirar. Tardó varios minutos, pero fue la muggle la primera capaz de juntar una frase:

-Joer, ha sido la mejor despedida del mundo...

-¿Ha sido? –inquirió Bellatrix incorporándose- ¿Qué te hace pensar que esto ha terminado, muggle traidora?

Se sentó sobre su cintura y le sujetó las muñecas sobre su cabeza. Sirius las contemplaba divertido y absolutamente incapaz de moverse.

-Tú eres la que ha sugerido el trío y estoy segura de que planeabas hacerme esto desde el principio –continuó la bruja.

Nellie asintió sonriente y sin rubor. Bellatrix mostró también una sonrisa ladina, la besó con ganas y después se deslizó sobre su cuerpo. Mordisqueó sus pezones desatando varios gemidos de placer y después siguió bajando. Se situó entre sus piernas y murmuró: "Ahora vas a pagar, muggle traidora, no te pienso dar nada hasta que supliques". Empezó a chupar toda la zona pero sin llegar a tocar el punto que más deseaba la muggle. Nellie no pensaba suplicar, así que para mantenerse ocupada, atrajo a Sirius y lo besó.

-Besáis muy parecido los dos –comentó divertida-, como con rabia y necesidad.

-A nuestros padres les hubiese hecho ilusión saberlo –decidió Sirius.

Nellie no pudo seguir bromeando porque en ese momento Bellatrix succionó su clítoris con energía. Ya no podía hablar, ni apenas respirar, solo quería acabar ya y a la vez que aquello durase lo máximo posible. Sirius, que estaba disfrutando mucho del espectáculo, aprovechó que su prima estaba ocupada para acariciarle el trasero.

-Joder, qué culo tienes, Bella... Eso sí que es una maravilla del mundo mágico.

La respuesta de su prima fue proferir un gruñido que envió nuevas vibraciones al clítoris de su novia. Sirius se entretuvo dándole suaves azotes y Nellie abrió los ojos porque la excitaba muchísimo esa imagen. "Dale más fuerte" le ordenó. El mago obedeció. Bellatrix reaccionó estrujándole ambos pechos sin dejar de succionar y cuando Nellie estaba a punto de correrse... se incorporó.

-Ahí tienes tu castigo, así te quedas –sentenció la morena con una mueca cruel.

-¡No! –protestó Nellie retorciéndose incómoda- ¡Sigue!

Fue ignorada. En lugar de seguir Bellatrix empezó a comerle la boca con brusquedad. Sirius decidió complacer a la muggle: le abrió las piernas de nuevo y se acomodó en medio. Su prima le echó un vistazo y comentó burlona:

-No me digas que eso también se te da bien.

-La duda ofende, primita –respondió Sirius haciendo un alto en su succión-. ¿No ves que soy medio perro? Soy muy bueno con...

No pudo terminar porque Nellie le empujó la cabeza y lo apresó entre sus muslos. El mago apenas podía respirar pero no protestó, siguió centrado en su labor. Bellatrix abandonó la boca de su novia y bajó de nuevo a sus tetas. Y así, con un Black comiéndole el coño y otra Black comiéndole las tetas, Nellie tuvo un intenso orgasmo. Lo único que fue capaz de decir fue: "También os parecéis mucho en esa técnica, podéis seguir vosotros". Tras eso, se quedó dormida prácticamente al instante. Los Black la contemplaron con cariño, sin duda dormiría muy a gusto hasta el día siguiente. Después Bellatrix contempló el estado de su primo...

-¿Otra vez? -comentó sorprendida- Creí que la hiperactividad de mini-Sirius eran exageraciones de las idiotas de gryffindor...

-Sinceramente lo eran, suelo necesitar más tiempo –reconoció su primo-. Pero veros a ti y a tu novia follándoos como si os fuese la vida en ello me pone terriblemente cachondo.

-Entonces aprovechémoslo.

Tumbó a su primo en la cama de un empujón y con deliberada lentitud se acomodó sobre él. Empezó a moverse sobre él produciendo suaves gemidos que a él lo excitaban todavía más. Sirius empezó a masajearle y pellizcarle el pecho mientras comentaba: "Tu culo es una obra de arte, pero tus tetas tampoco se quedan atrás...". Bellatrix rió sin dejar de frotarse con ansiedad. Al poco Sirius decidió echarle una mano: bajo ambas manos al trasero de su prima, lo sobó con ganas y la agarró con fuerza para ayudarla en sus movimientos.

-Me voy a correr, preciosa –jadeó él.

-Ya somos dos –masculló ella.

Ambos cumplieron su palabra al segundo siguiente. Se separaron por fin, Sirius le dio un beso en la mejilla y murmuró que se iba a su cama para darles espacio. Una vez sola con Nellie, Bellatrix le acarició el rostro con cariño y la apretó contra su cuerpo. Viajar un siglo sola y sin recursos había merecido la pena solo por ella, por su familia. 

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