Capítulo 19
Los días siguientes en el 186 de Fleet Street fueron entretenidos. Nellie le explicó a Sirius cómo usar el horno y la picadora de carne y el mago se esforzó. No estaba acostumbrado a trabajos que requirieran fuerza física: los magos tenían ahí un importante punto débil, lo solucionaban todo con magia. Le sorprendió lo bien que se le daba a la muggle, pero claro, llevaba años ganándose la vida con sus empanadas. La castaña no tuvo problema en regañarle, meterle prisa y suspirar que su difunto marido con obesidad era más ágil. Temió que dimitiera la primera semana, sobre todo después del incidente al atender las mesas del velador:
-¡Esa mujer me ha tocado el culo descaradamente! –protestó el animago señalando a una elegante dama que se hacía la sueca.
-Bienvenido al negocio, querido –suspiró Nellie con resignación-. Y espera a que estén borrachos...
-¿Esto pasa a menudo? ¿Y cómo reaccionas?
-Normalmente le grito al cerdo que sea, pero suelen burlarse de mí, así que... Aunque si Bella está aquí le crucia y disfruto viendo cómo se retuerce en el suelo.
-Yo no tengo mi varita... Pero si alguno se pasa, avísame y le parto la cara, que un puñetazo funciona igual de bien en todos los siglos.
Nellie sonrió agradecida y asintió. Sirius centró en su trabajo intentando esquivar a las mujeres que flirteaban con él. Todo se cortó cuando las clientas descubrieron que la adivina que ya conocía las intimidades de todo el barrio era su mujer. Ahí ya nadie se atrevió a rechistarle. ¡Por fin su prima aportaba algo bueno a su vida! Además lo pasaba bien con la pastelera. Por su parte, Nellie agradeció que le echara una mano. Pese a sus quejas, era mucho más fuerte y útil que su marido y que Toby. Así que se llevaron bien. Por supuesto Sirius intentó sonsacarle información sobre su prima, pero no consiguió nada. Aún así no se rendía:
-Estuvo en la cárcel, ¿sabes? –comentó Sirius mientras compartían una botella de ginebra en el sofá- La condenaron por torturar a...
-A un matrimonio hasta que se les fue la cabeza, lo sé, querido –le cortó Nellie rellenando su vaso.
-¿Y por qué le permites urdir sus asesinatos (o lo que sea que planee) en tu casa?
Había comprobado que no era por miedo, coacciones ni por ningún maleficio. Aquella mujer actuaba por voluntad propia, pero Sirius no comprendía por qué. Nellie sonrió ante la idea de que la considerarse una muggle dulce e inocente y murmuró:
-No critiques a un demonio delante de Satán.
-¿Perdón?
-Na, tonterías mías. Bella está a punto de cerrar su tienda, sube ya pa no cruzaros.
Lo hacían así: Sirius trabajaba con Nellie y bebía con ella hasta que la bruja terminaba su jornada. Entonces él subía a su piso por la escalera interna y ella bajaba por la externa procurando no coincidir. Porque cada vez que se cruzaban, olvidaban su acuerdo de cordialidad. El mayor riesgo era que Bellatrix seguía trabajando en su laboratorio analizando pociones. Procuraba hacerlo mientras la panadería estaba abierta para no encontrarse a su primo, pero en alguna ocasión él subía a cambiarse de ropa o ella iba al baño y ahí chocaban. Ninguno de los dos solía terminar en buen estado.
-¿Y ahora que ha pasao?
La pastelera estaba leyendo en su sofá cuando el animago entró furibundo al salón. Identificaba bien su estado anímico porque era muy similar al de Bellatrix. Por eso y porque en esta ocasión, su mano y su cuello sangraban. Sin molestarse en curarse, Sirius abrió el armario donde almacenaba el alcohol y cogió una botella dispuesto a beberse hasta la etiqueta.
-Esa no –le amonestó la muggle-, es mu cara pa desperdiciarla por otra de vuestras pataletas. ¡Y cúrate eso, que me lo estás poniendo to perdido de sangre!
De mala gana Sirius se envolvió la mano en un trapo y se sirvió un vaso que le tendió la muggle hasta rebosar. Se sentó en un sillón mientras disfrutaba de la ginebra.
-He subido a darme una ducha. Como las paredes son más finas que un pergamino, la he escuchado inventarse el tarot de un cliente y me he echado a reír. No es posible que nadie se crea las subnormalidades que les suelta... Total, que lo ha despachado de inmediato y ha venido dispuesta a cruciarme.
-¿Y lo ha hecho?
-No, me he burlado diciéndole que sin una varita es más débil que un hufflepuff. Entonces ha sacado las uñas y... Bueno, aquí estoy: sangrando. No subestimes a una loca violenta.
Nellie sonrió con crueldad. Sweeney Todd cometió el mismo error. Sirius comentó que sin magia no podía curarse. Tenía fe en que la muggle le pidiera a Bellatrix que le devolviese su varita. En lugar de eso la pastelera se levantó, buscó algo en el baño y le arrojó un botiquín de primeros auxilios. Sirius lo miró con fastidio. Pero aún así se vendó la mano y apuró la ginebra. Hubo varios enfrentamientos así durante las primeras semanas.
Otro asunto peliagudo fue ir a misa. Por supuesto hubiese sido raro que la francesa fuese sin su marido... Y además Bellatrix deseaba regalarle esa hora semanal de mortal aburrimiento. Así que ahí estaba el trío en el banco de la iglesia. Domingo tras domingo, acaparando más miradas que un unicornio cocainómano. Sirius intentó ampliar su campo de conocimiento y prestar atención, pero había datos que le desconcertaban:
-No sé por qué alucinan tanto, es evidente que el tal Jesucristo era mago –le susurró a su prima-. ¿Sale eso en algún capítulo del libro ese que está besando el cura?
-No era mago, es que los muggles son imbéciles y necesitan creer en un ser superior para justificar sus patéticas vidas.
-¡No me digas! ¿Y le llaman maestro, amo y señor y se ofrecen a alistarse en un escuadrón asesino para ligárselo?
Bellatrix solo pudo fulminarlo con la mirada y clavarle las uñas en el muslo. El animago tuvo que contener la risa. Aprovechaba esos momentos en público porque sabía que podía desquiciarla sin que ella pudiese defenderse. Ya luego dirimían el asunto en casa...
-Oye –le comentó en otra ocasión-, ¿qué hechizo crees que ha usado Jesús para curar al paralítico? Porque no valdría con un...
-¡Que ya te he dicho que no es mago, joder! –masculló ella haciendo que varios parroquianos se giraran.
-No blasfemes, que estamos en la casa de Dios –le advirtió Sirius.
Nellie se congratulaba de lo divertidas que se habían vuelto las misas desde que los Black aparecieron en su vida. A veces también intervenía en las discusiones eclesiásticas:
-En realidad sí que tiene sentido que fuese mago –susurró-, porque cuando lo crucifican...
-¿¡Que lo van a crucificar!? –exclamó Sirius horrorizado- ¿Por qué? ¡Si solo hace el bien! ¡Ya me has destripado el final!
Nellie fingió toser para disimular la carcajada. Con mucha elegancia Bellatrix se levantó y se cambió de banco. Después de la misa obtenía por fin una victoria emocional: varios feligreses se acercaban a felicitar a su marido por la excelente esposa que tenía. Muchos eran clientes suyos, la adoraban y no reparaban en cumplidos. Sirius debía fingir agrado y confirmar que su mujer era maravillosa; le costaba más eso que los doce años en Azkaban.
En ocasiones, los días que había poca gente y era menos peligroso que los descubrieran, iban al mercadillo. Nellie seguía comprando flores para la tienda de Bellatrix y la bruja hablaba con los vendedores de filtros para ver si les sonsacaba algo. Solo que ahora tenía que hacerlo con discreción porque su primo solía rondarla intentando averiguar qué tramaba.
Sirius no consiguió eso, pero sí descubrió cuál era la relación entre su prima y su casera. Aunque transcurrió más de un mes hasta ese momento. Estaban a finales de noviembre y el tiempo no mostraba clemencia. Hacía mucho frío, las casas no contaban apenas con protección y la gente se resfriaba cada dos días. Sirius estaba acostumbrado a pasar frío, pero no vio la necesidad de hacerlo fuera de la cárcel. Bellatrix solo le había dejado una manta. Una noche se despertó castañeteando los dientes. Decidió bajar a por la del sofá, ya comprarían más al día siguiente. Como era muy tarde dio por hecho que las dos mujeres se habrían acostado. No fue así.
-¡POR EL AMOR DE CIRCE, QUE UN CUERVO ME ARRANQUE LOS OJOS Y SE LOS COMA! –gritó a pleno pulmón.
Bajo la gruesa manta de pelo del sofá, los cuerpos de Bellatrix y Nellie se hallaban tan enroscados que era difícil distinguir a quién pertenecía qué. Se estaban besando además con un ansia exagerada y se notaba que ambas tenían las manos ocupadas. Se separaron con fastidio cuando escucharon a Sirius. Tampoco les sorprendió mucho, en algún momento tenía que enterarse. Aunque rezaron porque nadie más le hubiese oído gritar...
-¿¡QUÉ, QUÉ, QUÉ...!? –preguntó el mago sin saber cómo seguir.
"¿Te lo explico o te lo tatúo?" respondió Bellatrix mientras Nellie, en absoluto avergonzada, las cubría bien a ambas con la manta. Era su casa, podía hacer lo que le diese la gana. Sirius agitaba los brazos con desesperación, abría y cerraba la boca y parecía tener un tic nervioso en el ojo.
-MAL, ¡ESTÁ MAL, MUY MAL!
-Fíjate, el aclamado Sirius Black ahora es homófobo –comentó su prima burlona.
-¡No! ¡No me importa en absoluto que cada uno folle con quien quiera! Lo que ha desintegrado mi cerebro es que alguien quiera tocarte. ¡A ti! ¡A mi prima la tarada! Sin duda esto no ha sido un viaje en el tiempo sino a un universo paralelo.
-En un universo para lelos tú serías el rey –le espetó su prima-. Lárgate, estaba muy cerca de conseguir que mi muggle se corriera.
Sirius perdió el poco color que le quedaba en el rostro. Prefirió no analizar el vínculo afectivo que implicaba "mi muggle". Aún así no se movió. Miro a su casera con quien se llevaba mejor a fuerza de trabajar juntos y aseguró:
-Eleanor, puedes hacerlo mejor, cualquier cosa es mejor que ella, te lo aseguro. Te está utilizando. En serio, no...
-Mr. B, agradezco su preocupación –comentó la muggle con solemnidad-. Pero como acaba de comentar Bella, estaba a punto de hacer que me corriera y no llevamos ni cinco minutos desnudas. Es imposible que nadie sea mejor que ella. ¿Cuánto le cuesta a usted que su pareja...?
-¡Ja! –se burló la morena- Dado que su pareja es su mano, dependerá de lo salido que esté.
-¡Anda que tú...! –empezó Sirius.
No supo cómo continuar. Tenía mil y un argumentos contra su prima, pero el de que nadie la soportaba ya no podía usarlo. Ni el de que todo el mundo la odiaba: la muggle no podía estar más sonriente. Menos aún lo de "Nadie te pondría un dedo encima", ya que su amante estaba por completo encima de ella. Viendo su parálisis le preguntaron qué quería, para qué había bajado. Él negó con la cabeza, no lo recordaba en absoluto. Sin añadir nada, volvió a su habitación y se metió en la cama. El frío pasó a ser el menor de sus trastornos.
Dedicó el resto de la semana a intentar convencer a la pastelera de que liarse con su prima era peor idea que lamerle el pelo a Snape. Argumentó desde todos los ángulos posibles:
-Imagino que ser lesbiana en este siglo es complicado, pero aún así con cualquier otra sería mejor. Bellatrix es como las mantis religiosas: cualquier día te arrancará la cabeza después de hacerlo.
-Sí, querido, pero esa carne no se va a picar sola –le respondía la muggle que apenas le escuchaba.
Sirius retomaba su trabajo con la picadora pero no se rendía. El principal fallo de su argumentación era pensar que la relación entre ambas era únicamente física; porque por supuesto en ningún momento se le pasó por la cabeza que hubiese nada más.
-Sé que es duro estar solo, a mí me lo vas a contar... -comentaba él mientras limpiaban la tienda tras el cierre- Y supongo que ser viuda es aún peor... Pero mereces mucho más, eres una mujer estupenda.
-Por supuesto –contestó ella distraída.
-Mira, yo siempre lo hice así: todas mis relaciones fueron solo sexo. Y sí, en el momento está muy bien, pero luego te sientes aún más vacío, sabes, más solo. Bellatrix se marchará (ni idea de cómo, pero lo hará) y te está utilizando únicamente para satisfacer sus necesidades. ¿No lo entiendes?
-Claro que sí.
-¿Y entonces? ¿Por qué te conformas en lugar de buscar a alguien que...?
-Porque la quiero –sentenció Nellie mirándole por fin-. Y ella me quiere a mí.
Sirius soltó tal carcajada que hasta un dementor se hubiese asustado. La pastelera no se ofendió. Le ignoró y siguió limpiando el mostrador. Hubo diez minutos de risotadas, de comentarios de lo ridículo que sonaba eso y de lo inocente que era por creer a la mortífaga. Nellie se lo permitió mientras terminaban de recoger. Después se sacudió los restos de harina, se colocó frente a él y le miró a los ojos:
-Cuando unos hombres me vinieron a amenazar a la tienda, Bellatrix los echó por mí. Cuando mi exinquilino intentó abusar de mí, se libró de él. Cuando una noche me oyó llorar, vino y durmió conmigo para que no me sintiera sola. Cuando me puse enferma, me cuidó hasta que estuve bien. ¿Crees que tu prima, siendo lo bruta, impaciente y cruel que consideras que es, dedicaría tanto esfuerzo a mantener una farsa?
-Yo no...
-No, llevo días escuchando tus críticas, ahora me escuchas tú a mí. Debes pensar que soy imbécil y me dejo engañar por cualquiera. Pues, ¡noticias!, no lo soy. He tenido una vida dura, he pasao por mucho y visto cosas probablemente más desagradables de lo que hayas visto tú en vuestras guerras. Y sigo aquí. No soy una cría inocente e inexperta que se deja engatusar por el primero que le dice que la quiere. Sé de sobra cuando alguien no tiene interés por mí, Sweeney me lo demostró durante años... Así que si te digo que quiero a Bellatrix y ella a mí, no necesito que te lo creas ni que te parezca bien; solo que cierres la boca y no hagas comentarios que nadie te ha pedido. ¿Lo has entendido, amor?
Sirius la miró completamente atónito. Desde luego si alguien podía controlar a la mortífaga era esa mujer. Aunque le resultase del todo increíble, se había quedado paralizado desde el comentario de que la cuidó cuando estuvo enferma. Era lo más antiBellatrix que había oído nunca. Así que simplemente asintió.
Nellie sonrió dando el tema por zanjado. Por supuesto había alterado algunos pequeños detalles como que los hombres que fueron a amenazarla eran policías y que la forma de librarse de Sweeney fue asesinarlo. Pero su invitado no necesitaba saberlo. Así que dieron la jornada por terminada.
Sirius subió a su habitación sintiéndose más desconcertado y asustado de lo que había estado en su vida. Nellie le había conseguido mantas, pero esa noche tampoco pegó ojo. ¿Bellatrix tenía la capacidad de amar a alguien que no fuese Voldemort? ¿Realmente se preocupaba por alguien que no fuese ella misma? ¿¡A qué mundo siniestro había ido a parar!?
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