Capítulo 15

A la mañana siguiente de su cumpleaños, en cuanto despertó, Nellie bajó a su piso a ordenar las prendas que le había regalado Bellatrix. A la mortífaga le pareció maravilloso, así ella podía dedicar un rato a su investigación sobre pociones. La muggle prácticamente se deshizo de toda su antigua ropa interior. Su novia le había regalado un ajuar mucho más bonito y agradable. Dobló cada prenda con cariño y disfrutó mucho ordenándolo todo.

Casi había terminado cuando escuchó un ruido en su tienda. Frunció el ceño extrañada. Bellatrix usaba siempre la escalera interior, pero la tienda estaba cerrada, así que solo podía ser ella... Cerró el cajón con cuidado y salió a ver. De nuevo, una inquietante sorpresa.

-¡Mr. Todd! ¿Qué hace aquí? ¿Cómo ha entrao?

-Guardé la llave que me dio para emergencias. He cerrado para que podamos hablar tranquilos. Verá, Mrs. Lovett –empezó con lentitud-, hemos venido a...

¿Hemos? No estaba solo. Detrás de él apareció su mujer. Se había quedado pequeña y consumida tras el tratamiento para paliar sus desvaríos mentales, pero al menos ya no chillaba. Llevaban una maleta que habían dejado en un lateral. La situación cada vez le daba más mala espina.

-Bueno, digamos que necesito un préstamo –continuó el barbero-. Debemos abandonar la ciudad pero mis ingresos apenas alcanzan para la medicación de Lucy. He pensado que ya que usted es la causante de la desgracia de mi mujer, debería ayudarnos.

-Fue ella la que se tomó el veneno aun teniendo una hija, cualquier problema que tenga es exclusivamente suyo –respondió Nellie estupefacta por su descaro.

Aún así, seguía preocupándose por su antiguo inquilino, no podía evitarlo. Una parte de ella lamentaba la desgracia en que se había convertido la vida de Sweeney. Sobre todo ahora que ella era más feliz que nunca. Así que se apiadó y con voz trémula le preguntó cuánto necesitaba.

-Con cincuenta libras nos apañamos, pero si quiere darnos más, lo dejo a su elección.

-¡¿Cincuenta libras?! ¿Se le ha ido la cabeza? ¡No he tenido tanta pasta en mi vida! –exclamó ella.

-Oh, yo creo que sí. Su tienda va muy bien gracias a mi colaboración y tiene una inquilina, por lo tanto...

-Ahora usted no me ayuda en na y mi tienda va aún mejor –sentenció orgullosa-. Y respecto a mi inquilina... ¿Sabe qué podemos hacer? Le presto la pasta de lo que me pagó usted de alquiler. A ver, déjeme hacer cuentas... Estuvo usted casi dos años, lo cual son unos veinticuatro meses... Contando con que apoquinó, así en cifras redondas, unos cero peniques al mes, yo diría que el total sería... ¿Cuánto, Mr. T? Écheme una mano, es una suma complicada –comentó ella con sorna.

-¡No se atreva a...! –empezó a amenazarla el barbero a quien la ironía no le hacía ninguna gracia.

-¡Hombre, usted aquí otra vez! –exclamó Bellatrix que había bajado alertada por el elevado tono de voz de su casera- ¿Qué quiere?

-Nada que le incumba, es un asunto entre Mrs. Lovett y yo –sentenció él intentando calmarse.

La morena asintió pero no se movió. Con calma, la pastelera volvió a repetirle que no le iba a prestar un penique. Por las buenas aún le habría dado algo, pero con amenazas desde luego no iba a coaccionarla. Además, se sentía mucho más segura ahora que Isabelle estaba con ella. La falsa cordialidad de Sweeney desapareció por completo. Sacudió la cabeza y miró a la pastelera con crueldad, como si fuese ella la que le obligaba a tomar esa decisión:

-He intentado ser amable –comenzó él con frialdad-, pero como no atiende a razones... La situación es la siguiente: la policía ha descubierto que soy un impostor. No sé si conocen mi verdadera identidad, ni si tienen pruebas más allá de que miento sobre mi nombre. Pero en cualquier caso me consideran culpable de la desaparición de Turpin y Bamford. Y vienen a por mí.

Nellie dio un respingo y sintió un escalofrío. Sospechaba por dónde iba aquello e intentó no temblar, pero...

-Vienen a por mí ahora mismo. El portero de la comisaría es buen cliente mío y me ha dado el soplo de que planean detenerme esta misma mañana. Habrán visto que mi tienda está vacía, así que probablemente estén viniendo hacia aquí. Creo que entenderá que si yo caigo, usted también.

-Pero... -empezó a balbucear atemorizada.

-Es más, me declararé culpable a cambio de que ingresen a Lucy en un hospital. Contaré la verdad y les daré pruebas no solo de los dos desaparecidos sino de todas las demás víctimas; la condena será perpetua en cualquier caso. No podrá justificar usted de dónde sacó la carne esos meses y seguro que en su sótano aún quedan gotas de sangre.

Durante un segundo Nellie venció la parálisis para mirar de reojo a su novia. No parecía asustada ni sorprendida por la información, se la veía más bien rabiosa por la impotencia. Aún así disimulaba bien.

-Es muy sencillo: o me da lo que le pido para que podamos empezar una vida lejos de aquí o pasa en la cárcel el resto de sus días.

Nellie cerró los ojos intentando calmarse. Era verdad que no tenía ese dinero: con lo que Bellatrix le pagaba y la mejora de su negocio estaba abonando las deudas y arreglando desperfectos. Tenía ahorros, pero no tantos.

La bruja también pensaba a toda velocidad. ¿Cómo podía solucionarlo sin alterar la Historia? No podía matarlo, eso tendría repercusiones. Aunque hiciese olvidar a Sweeney todo lo relacionado con Mrs. Lovett, la policía lo detendría igualmente... Y a su casera también. No podía hacer olvidar a todos los investigadores implicados... ¿Usar imperio y obligarle a asumir a él toda la culpa? "Pero si su destino no era ese y lo cambio, lo fastidio todo" caviló la morena agobiada. Se dio cuenta de que realmente la mejor opción era pagarle y dejarlo estar. No recordaba la última vez que había sentido tanta rabia.

-No tengo tanta pasta, Mr. Todd –sentenció la castaña derrotada-. Ya sabe que siempre he malvivido, tengo muchas deudas... Y lo poco que ahorro lo guardo en el banco, no tengo na aquí. Si quiere esperar a que abra el banco podemos...

-¡No tengo tiempo! –la cortó él con rabia- ¿No me ha oído? ¡Vienen hacia aquí! Es usted sorda además de estúpida, vulgar y...

-Eh –le advirtió la morena propinándole una bofetada que resonó en la sala-, lo menos que puede hacer es ser amable.

Sweeney se acarició la mejilla y la miró con furia. Parecía dispuesto a devolvérsela, pero la francesa parecía peligrosa... Además no quería más conflictos, solo dinero. Así que apretando los dientes le espetó a Nellie que le diera lo que tuviera. La muggle asintió y le pidió que esperara ahí. Sweeney aceptó distraído: estaba demasiado ocupado en su duelo de miradas con la mortífaga. Aprovechando que no la veía, Nellie cogió discretamente el rodillo de amasar. No solucionaría nada golpeando a Sweeney, ¡pero lo a gusto que se quedaría! A él y a su estúpida esposa que... "¿Dónde está Lucy?" pensó Nellie con horror. No le habían prestado atención y había desaparecido de la tienda.

La encontró en su salón. Estaba sentada en el sofá, balbuceando incoherencias y llorando con una de sus botellas de whisky. La pastelera sintió una rabia inconmensurable por el allanamiento. Y más al comprobar que era su botella buena, la que su difundo marido le regaló.

-¡Pero qué te crees que haces, repugnante vagabunda! –le espetó quitándole el alcohol.

Por suerte no había bebido, solo lloriqueado sobre ella, así que pudo volver a guardarla. La aspereza de su voz despertó algo dentro de la rubia.

-¡BRUJA! –empezó a gritar- ¡TÚ ERES LA BRUJA, HIJA DEL DEMONIO! HUMO NEGRO NACE EN TU CHIMENEA Y...

En ese momento, por si la tensión no fuese suficiente, se escucharon golpes en la puerta de su tienda. "¡Policía, abran la puerta!" bramó una voz. Nellie abrió los ojos con horror, desesperada, sin saber cómo gestionar la situación. No iba a hacer falta ni que el barbero hablara: le habían pillado en su casa. Y con su mujer. Descubrirían su verdadera identidad y el móvil para el crimen. Estaba paralizada. Sin embargo, a la trastornada intrusa no le afectaba:

-¡BRUJA, HIJA DEL MALIGNO, ARDERÁS EN...!

-¡Cállate, retrasada! –le espetó Nellie- ¡¿No ves que estamos todos jodidos?!

Pero la vagabunda no se callaba. La policía volvió a advertir que o abrían la puerta, o la derribaban. Nellie estaba a punto de llorar de la tensión. Intentó taparle la boca a Lucy pero ella le pegó un puñetazo. La rubia apenas tenía fuerza, así que no logró hacerle daño. Pero sí quebrar del todo su paciencia. Al segundo siguiente, el rodillo de amasar chorreaba sangre y la rubia yacía muerta en el suelo. "La he matao" pensó Nellie con horror, "¡Toda la vida deseando hacerlo y la he matao justo ahora que tengo a la pasma en la puerta!". Miró hacia todas partes intentando encontrar un hueco para esconder el cadáver. Pero entonces escuchó un ruido seco en su tienda. Supuso que la policía había entrado.

Salió a toda velocidad para contar su versión antes que Sweeney y salir lo mejor parada posible. La puerta seguía cerrada, aunque se tambaleaba bajo las acometidas de los agentes. ¿Entonces que había sido ese golpe? Bajó la vista y descubrió la respuesta a los pies de Bellatrix.

-Lo he matado –masculló la bruja notablemente irritada por no haber sabido controlarse-. No se callaba, amenazaba con...

-¡Da igual! –la cortó Nellie, total un crimen más...- ¡Yo me he cargao a su mujer, qué hacemos!

Bellatrix la contempló horrorizada. ¡Adiós, curso de la Historia sin alterar! Aún así sacudió la cabeza y elaboró un plan con rapidez. Asesinatos, intrigas y mentiras: ese era el campo en el que mejor se movía la lugarteniente de Voldemort.

-Distráelos –le ordenó a Nellie-, no confieses nada, hazte la loca. Yo me encargo de los cuerpos.

Antes de que la muggle pudiera preguntar, su inquilina había arrastrado el cadáver al salón y también la maleta que los delataba. Nellie estaba dispuesta a limpiar el rastro de sangre, pero el cadáver no sangraba. "¿Cómo lo ha matado tan rápido sin hacerle ninguna herida?" se preguntó sorprendida. Sacudió la cabeza, no era en absoluto el mayor de sus problemas. Intentó calmarse y cogió aire:

-¡Voy a abrir! –gritó para que la policía se apartara y para avisar a su inquilina.

Sacó la llave de su bolsillo y la giró lentamente en la cerradura mientras intentaba camuflar sus temblores. En cuanto lo hizo, seis agentes de Scotland Yard irrumpieron en tropel. Nellie se retiró unos pasos fingiéndose sorprendida. Rezó porque acharan su miedo a la sorpresa y no a la culpabilidad.

-Disculpen la tardanza. Estaba en la ducha y no los oía. En cuanto me he dao cuenta de que llamaban he salido a vestirme y he venido corriendo. ¿Qué sucede?

La observaron con detenimiento. Parecía plausible: siendo hombres consideraban que únicamente abrocharse el corsé le llevaría más de media hora. Porque por supuesto una mujer siempre debía estar presentable y no podía recibirles de cualquier forma... Mientras observaban cada rincón de la tienda, el que se presentó como jefe explicó:

-Buscamos a Sweeney Todd. Está acusado de la desaparición de dos personas y... No descartamos que tenga cómplices. ¿Está aquí?

-No, señor –respondió ella despacio para intentar ganar tiempo-. Vino de madrugada, hace unas horas, pero ya se marchó.

-¿Qué quería?

-Que le prestara dinero. Me dijo que su mujer se ha puesto enferma y necesita dinero para medicamentos y el hospital. Yo no tengo casi na, pero le he dao un par de libras para que al menos pudieran coger un carruaje.

Los hombres se miraron entre sí. Nellie esperaba que dedujeran que quería dinero para huir del país: así parecería aún más culpable y dejarían de buscarlo en Londres. Pero no podía sugerirlo tal cual o la acusarían de cómplice por no haberlos alertado de sus intenciones...

-¿Llevaba alguna maleta?

La muggle entrecerró los ojos como haciendo memoria.

-Sí, creo que llevaban una. Supongo que sería ropa y cosas así por si tienen que ingresarla en el hospital.

-Será el equipaje... -murmuró otro agente- Creemos que intenta huir de la ciudad, hemos descubierto que no es australiano, ha mentido sobre su identidad. Así que es el principal sospechoso de las desapariciones.

Nellie le miró fingiendo consternación pero intentando no sobreactuar. Tampoco sabía qué esperaban que dijera... Por suerte, continuaron preguntándole y no necesitó improvisar.

-¿Le dijo a usted algo de eso?

-No, por supuesto que no, les hubiese avisao de inmediato de sospechar algo así. Ese hombre nunca me pagó el alquiler ni me hizo ningún favor, no le debo na.

Aquello sonó despechado y convincente. Los policías asintieron y le preguntaron si había notado algo raro en su comportamiento. De nuevo, Nellie fingió hacer memoria durante largos segundos.

-Bueno... Mr. Todd siempre fue reservado y nunca me contó nada... Sí, parecía tener mucha prisa y se le veía asustao. Yo creí que era por la salud de su mujer. Pero ella mencionó algo de un barco, que llegaban justos de tiempo. Creí que deliraba por la fiebre...

-¡Qué cabrón! –exclamó el jefe- Vosotros dos, id inmediatamente al puerto a ver si los atrapáis ahí. Aunque temo que ya hayan huido...

Los dos agentes asintieron.

-¿Y si usted no le debía nada por qué le prestó dinero?

-Bueno... -respondió nerviosa- Me dio lástima. No me trató bien, pero tampoco quiero que su mujer caiga enferma, por eso le di algo...

Los cuatro agentes escrutaron su rostro intentando discernir si mentía.

-¿Le importa si registramos la casa? –preguntó uno acercándose a la puerta que conectaba con la vivienda.

-En realidad...

-No era una pregunta –la atajó otro entrando también-, tenemos que comprobar su historia.

Nellie asintió porque no podía hacer otra cosa. Por mucho que su inquilina hubiese escondido los cadáveres, los encontrarían. Eran cuatro hombres y su casa era pequeña y sin ningún escondite. En cuestión de segundos descubrirían el doble homicidio. Empezó a maquinar una historia para que al menos Isabelle quedase libre. Asumiría ella los dos asesinatos; al fin y al cabo así era. Suerte había tenido de que la morena no la hubiese delatado en cuanto Sweeney soltó que eran unos asesinos. Hablando de la francesa...

-Oh, bonjour! –exclamó Bellatrix sentada en el sofá- No esperábamos visita.

La muggle parpadeó varias veces. La morena estaba sentada en el sofá cosiendo una de las prendas que Nellie tenía para remendar como si tal cosa. La bruja no sabía ni coger bien la aguja, se notaba que estaba fingiendo; pero claro, lo notó ella, no esos hombres a los que sus esposas les zurcían hasta la última prenda. Vio cómo se ruborizaban al ver a Bellatrix turbada ante su presencia. Se disculparon y comentaron que debían revisar la casa. Ella asintió fingiendo desconcierto pero sin mayor preocupación. Nellie desvió la mirada con disimulo y vio que había limpiado el charco de sangre. ¿Cómo le había dado tiempo?

Los policías se dividieron: dos empezaron a revisar el salón, otro se ocupó del dormitorio y un tercero del cuarto de baño. Examinaron armarios, sacudieron las cortinas e incluso abrieron las ventanas para comprobar que nadie hubiese huido por ellas. Nellie se cruzó de brazos y observó desconcertada cómo abrían el aparador donde guardaba los juegos de té. ¿Qué pensaban, que Sweeney estaba oculto en una taza? Sin duda estaban todos demasiado nerviosos...

Excepto una persona. Isabelle no parecía en absoluto asustada, se la veía tan tranquila intentando deducir cómo usar la aguja. Nellie recordó la vez en que le remendó todas sus prendas magistralmente. ¿Cómo lo había hecho? Vio que incluso le costaba aguantar la risa.

-¿Quieren que me levante del sofá por si está debajo de los cojines? –preguntó Bellatrix solicita empezando a incorporarse.

-No será necesario, Madame –la cortó uno.

Por suerte estaban tan centrados en su búsqueda que no notaron la burla ni las dificultades de la bruja para no estallar en carcajadas. Nellie estuvo a punto de matarla. Como empeorara la situación, permitiría que la condenaran con ella. Sería romántico compartir celda...

-Aquí no hay nada –sentenció el que había investigado el cuarto de baño.

-Aquí tampoco –confirmó la pareja del salón-. ¿Jack, tú tienes algo?

La pastelera cerró los ojos por unos segundos. Los cadáveres estarían debajo de su cama o en el armario, era los únicos sitios donde cabían. El tal Jack volvió y negó con la cabeza.

-El dormitorio está limpio.

Nellie disimuló su sorpresa con dificultad. ¿¡Qué diablos había hecho con los cadáveres!? ¡Eran dos pesos muertos muy difíciles de mover! No supo ni qué comentar. Así que la morena tomó la palabra. Con aire inocente preguntó:

-¿Qué sucede, podemos ayudar en algo?

-No, Madame, muchas gracias, ya las hemos molestado bastante, lo lamento –se disculpó el jefe.

-El muy bastardo se habrá subido a algún barco de mercancías de los que salen de madrugada y estará ya en aguas internacionales –comentó otro mientras abandonaban la estancia.

-Entonces habrá que archivar el caso: ni han aparecido los cuerpos del juez y del aguacil ni el del sospechoso. Aquí no ha pasado nada –sentenció el jefe-. Si apareciera alguna pista, reabriríamos el caso, pero si no, tenemos trabajo de sobra.

Todos estuvieron de acuerdo. Nellie los acompañó a la calle, ellos se disculparon una vez más y se marcharon. Ella cerró la puerta con rapidez y soltó el suspiro de alivio que llevaba minutos conteniendo. Después volvió al salón y miró a su inquilina. Había abandonado la costura y se había dado a la ginebra. Veía en su expresión una angustia que nunca antes había mostrado. Además evitaba mirarla.

-¿Dónde están? –preguntó Nellie.

-Me he deshecho de ellos, no los encontrarán –sentenció con firmeza.

Nellie sintió un escalofrío al notar que decía la verdad. A ella desmembrar un cadáver le llevaba no menos de dos horas y siempre quedaban cientos de restos. Ya estaba, hasta ahí podía tolerar sus peculiaridades. Se sentó junto a ella y con firmeza sentenció:

-Tenemos que hablar.

Con pesar, Bellatrix asintió. Estuvieron unos segundos en silencio debatiendo qué contar. Habían asesinado en tándem, mentido a la policía y eliminado las pruebas. Estaban hasta el cuello, nada podría empeorarlo. Además, las últimas semanas que habían pasado juntas como pareja tenían que significar algo... Nellie cogió aire. Decidió empezar ella puesto que sus cartas ya habían quedado descubiertas:

-Mr. Todd asesinó al juez y al aguacil como venganza por separarlo de Lucy y arrebatarle a su hija. Antes de conseguir echarles el guante a ellos, se cargó a decenas de personas. Yo le ayudé a deshacerse de los cadáveres y los convertí en empanadas de carne. Por eso triunfó mi pastelería.

Su inquilina no se horrorizó ni sintió nauseas, no parecía sorprendida en absoluto. Al final respondió lacónicamente:

-Lo sé.

-¿Perdón? –inquirió Nellie- Es imposible, no dejamos testigos, nadie conoce toda la historia.

Bellatrix decidió soltar también la información de golpe:

-Os leí la mente a ambos, soy bruja, por eso se me da tan bien la videncia. No soy francesa, soy inglesa. Solo que no de este siglo, sino de dentro de cien años. También soy una asesina y mi... el hombre para el que trabajo me ha mandado aquí para conseguir una poción que le ayude a ganar la guerra que está organizando en 1997.

Nellie la miró con estupor. Debía ser broma, pero ninguna de las dos sentía la más mínima gana de reírse. Claro que sabía que había algo oscuro, de otra forma no cuadrarían sus extraños comportamientos. Podría incluso aceptar que existieran las brujas (llevaban siglos quemándolas), pero que tuvieran poderes reales y viajaran en el tiempo...

-Me llamo Bellatrix, por cierto, Bellatrix Black. O Lestrange de casada. Fue un matrimonio de conveniencia, en eso no mentí. Aunque tengo más dinero, posición y títulos que él, los Black somos la más noble y ancestral familia.

La castaña la seguía mirando sin saber cómo reaccionar; es que no se le ocurría ni por dónde empezar.

-Respecto a los cadáveres, he usado un maleficio para convertirlos en polvo. Los tienes ahí, en la chimenea –murmuró sacando su varita-. Y ya que estamos...

A continuación, empezó a levitar cosas, cambiar de color otras y transfiguró algunos objetos. Un extraño florero se convirtió en la maleta de Sweeney y un pisapapeles en el rodillo ensangrentado. Nellie lo observaba todo como fuera de su cuerpo, seguramente estaba soñando.

-Ah, otro dato interesante es que pasé catorce años en la cárcel por torturar a un matrimonio. Mira –murmuró ejecutando un hechizo limpiador en su cuello-, uso un maquillaje mágico de alta cobertura que me dio mi hermana, pero este es mi número de presa.

La pastelera acarició con mano temblorosa el número noventa y tres grabado en su piel. Igual era una enferma mental... Hizo algunas preguntas al azar aunque no sabía ni por dónde empezar.

-En el caso de que me lo creyera... ¿Hay más como tú? ¿Cómo lo haces para viajar en el tiempo? ¿Quién más lo sabe? ¿Por qué viniste a mi casa? ¿Te han hecho alguna vez un examen psiquiátrico?

Bellatrix notó que su novia se alejaba de ella inconscientemente. La miraba con miedo, incredulidad y recelo. Así que la mortífaga decidió ser sincera y respondió lo mejor que pudo a las cuestiones que le planteó. Nellie asentía, completamente abrumada sin saber qué creer. De forma rocambolesca lo que le contaba tenía sentido, encajaba con su comportamiento y con cosas que había notado toda la vida. Pero aún así...

-¿Y puedes ver el futuro, sabes qué va a pasarme?

-No, solo puedo ver lo que hay en tu mente, nadie puede predecir el futuro. La adivinación suele ser un fraude.

Claro que sabía cosas: en unos años habría una guerra mundial muggle y otra mágica, la gente moriría de hambre y enfermedad... Pero no podía revelarle eso y alterar el futuro aún más. Así pasaron varias horas, hasta que finalmente Nellie se quedó sin preguntas y sin saber qué comentar. Bellatrix se resignó:

-Sé que es demasiado, si prefieres que me vaya, lo haré. Te prometo que esto no te afectará de forma alguna.

"Te borraré los recuerdos para asegurarme" pensó con más tristeza de la que le hubiese gustado. La pastelera la miró y le pidió que le diera tiempo para pensarlo. Bellatrix asintió y le dijo que estaría en su piso. Subió a su dormitorio y se tumbó en la cama agobiada. Había logrado pasar cinco meses sin hacer nada que afectase al futuro. Hasta ese momento. ¿Qué repercusiones tendría? No tenía ni idea.

Estuvo dándole vueltas mientras retorcía mechones de pelo entre sus dedos. Cayó en la cuenta de que no era el primer cambio sustancial que hacía: "Nada más llegar hice que el barbero recordase a su esposa". Incorporó ese nuevo dato a sus cábalas y la conclusión la animó un poco:

-Si no le hubiese hechizado para que reconociera a su mujer, probablemente la hubiese matado –hiló para sí misma-. Y dado que ella era su único motivo para vivir, probablemente él se habría suicidado. Así que al intervenir, impedí que ambos murieran.

Hizo una pausa para revisar su análisis pero al final asintió, parecía plausible.

-Ergo en realidad, al matarlos ahora, lo que he hecho ha sido enmendar el error anterior: esos dos debían estar muertos y ahora lo están. No creo que el hecho de concederles unos meses extra afecte a la Historia... O si lo hace será de forma mucho más mínima que si los hubiese dejado vivos.

Se aferró a esa idea y se sacudió la angustia de encima. Volvió a su laboratorio de pociones. Se centró en revisar sus notas y los brebajes que otros adivinos le habían facilitado. No se molestó en cerrar la puerta porque ahora Nellie conocía la verdad. Cuando ya entraba la noche, apareció.

-Así que esto es lo que tienes montao aquí... -murmuró la muggle observando los pequeños calderos y los brebajes de la bruja.

Bellatrix asintió sin saber qué decir. Intentaba negárselo a sí misma, pero separarse de esa mujer le iba a costar mucho más de lo que suponía. La quería, la quería de verdad aunque nunca se lo hubiese dicho porque eran palabras tabú para ella. La única bocanada de oxígeno, el único refugio del que disponía en ese mundo. Le daba verdadera tristeza separarse de ella antes de tiempo. Le preguntó si había decidido ya y la muggle respondió que antes necesitaba hacerle una pregunta.

-Elegiste esta calle, este piso, esta profesión y todo porque era parte de tu plan –resumió la pastelera- ¿También lo era liarte conmigo? ¿Lo hiciste para que fuese más dócil, pa engañarme o algo así?

La mortífaga la contempló dispuesta a mentir, pero de nuevo, se ciñó a la realidad. Sacudió la cabeza y respondió:

-Toda mi vida me han enseñado a odiar a la gente no-mágica. Y lo sigo cumpliendo. Hice todo lo posible para no enamorarme de ti y mantener la distancia, pero fracasé. No eras parte del plan; has sido el punto débil del plan, lo único que no había previsto.

Nellie la miró mordiéndose el labio inferior con duda. Pero finalmente, sonrió y la abrazó. "Entonces quédate conmigo" susurró en su oído. Bellatrix suspiró aliviada, apoyó la cabeza en su hombro y se recordó que lo importante era sobrevivir, aunque fuese gracias a una muggle.

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