Déjame pensar

By Katsuki


Habían pasado dos semanas desde lo de Izuku.

No podía desahogarme con nadie. No podía hablar con mis padres sobre eso, porque no había nada realmente de qué hablar, y tampoco podía hablarlo con mis amigos, porque era demasiado vergonzoso como para explicarlo en voz alta.

Se sentía como el infierno.

Creía que gradualmente las cosas se calmarían, pero con el pasar de los días el enojo en mí sólo se volvía más fuerte.

En algún punto llegué a pensar que quizá yo estaba actuando un poco mal también. Después de todo, fue comprensible mi reacción, sin embargo, probablemente debí haber escuchado alguna explicación o disculpa por su parte, ¿y cómo hacerlo si me había dedicado a ignorarlo?, ¿cómo hacerlo si me la pasaba apartándolo?

Sólo deseaba avanzar con mi vida.

[•••]

Cuando el profesor Aizawa entró a la clase acompañado por el director Nezu, supe que algo grande iba a suceder.

Como siempre, yo nunca me equivocaba.

Una pareja de rubios salieron de alguna parte y se presentaron como nuevos estudiantes que venían de intercambio. Eran familia, en cuanto los olí lo confirmé. Ella era una omega, y él era un alfa.

La chica avanzó hacia un asiento desocupado, lanzando sonrisas y usando movimientos como si estuviera en una pasarela, haciendo babear a más de un idiota en el proceso. Mientras que el chico se limitó a caminar de lo más despreocupado en busca de lo mismo, con una actitud petulante que me pareció de lo más molesta por alguna razón.

Era como si el imbécil se creyera superior, y por supuesto que mi actitud empeoró cuando se acercó a mi asiento, observó detrás de mí, o mejor dicho, observó a la persona detrás de mí y le guiñó el ojo.

¿Qué mierda?

Le había guiñado el ojo a Izuku.

¡Le había guiñado el maldito ojo a Izuku!

¿Qué ganaba con eso? ¡Se había visto ridículo!

Quise gruñirle, pero después de lo que me costó todo mi autocontrol, decidí que no era mi asunto en realidad.

Izuku no era nada mío, nunca lo había sido.

No había motivos para que eso me molestara.

Mis amigos y yo nos encontrábamos como de costumbre conversando a la hora del almuerzo en U.A.

-Mina: Y es por eso que estoy castigada.

-Denki: ¿Sólo por eso?

-Katsuki: Idiota, casi mata a una anciana en una tienda de ropa.

-Mina: ¡Yo vi esos jeans antes que ella! Además, la señora ni siquiera los habría llenado

-Denki: Pero tú tampoco los llenas.

-Mina: Repite eso.

-Sero: Pero, Mina, ella los tomó antes que tú y cuando viste que los tenía le pisaste un pie, se los quitaste y después saliste corriendo.

-Mina: No es para tanto. Ni que en serio casi la hubiera matado como dice Kats.

-Eijiro: Bueno, pero, ¿valió la pena?

-Mina: ¿A qué te refieres?

-Eijiro: Le pisaste su piecito a una pobre señora. Eso es bastante serio.

-Mina: Pues sí valió la pena. De hecho, son estos mismos jeans que llevo puestos, ¿acaso no se me ven hermosos?

-Katsuki: Nah, están feos.

-Sero: Realmente no creo que sean lo tuyo.

-Denki: No, no los llenas.

-Eijiro: ¡Pues sí! ¡Se te ven geniales!

-Katsuki: Saben.. yo ahora vuelvo. Necesito algo de comer.

-Mina: ¡Tráeme unas papitas!

-Denki: ¡Y a mí una soda de limón!

-Katsuki: No a ambos.

Me incorporé de mi asiento junto a ellos.

Se me antojaba una ensalada. Iba en mi camino para conseguirla, yendo hacia una de las muchas cafeterías de la academia cuando algo me detuvo en mi lugar.

— Hola — alguien dijo a mis espaldas mientras que un delicado agarre tocó mi hombro.

— ¿Ah? — me giré por inercia.

— Lamento molestarte — se disculpó, era la estudiante de intercambio nueva. — Mi nombre es Camie.

— ¿Y?

Ella sonrió sin importar mi evidente desinterés.

— Tú eres Katsuki, ¿cierto?

— Bakugō.

— ¿Perdona?

— Sólo las personas cercanas me llaman por mi nombre, Katsuki — expliqué.

Ella asintió.

— De acuerdo, Bakugō. Pues quiero que seamos cercanos.

Aquello me pareció extraño. No pude evitar arrugar la nariz.

— No estoy interesado — esta vez fui más directo. — Con permiso — e intenté alejarme.

— Espera — sin embargo, la tal Camie me sujetó del brazo, reteniéndome un poco más. — Aún no te vayas.

— ¿Qué haces? — le gruñí.

¿Quién se creía para tener esa clase de confianza conmigo?

— Te acompaño — respondió con una bella sonrisa en su rostro a pesar de todo.

¿Qué sucedía con ella?

La observé unos segundos tratando de descifrar su actitud. Por supuesto, no era normal, pero después de pensarlo detenidamente, lo cierto era que a esas alturas todo me daba igual. Lo único que quería era un descanso y mi maldita ensalada lo antes posible.

Comencé a avanzar sin decir nada más, simplemente dirigiéndome en busca de mi almuerzo en silencio junto a una hermosa y extraña omega acompañándome del brazo.

[•••]

La nueva y yo terminamos sentados en una mesa cerca de la cafetería principal.

Había silencio entre nosotros, pero no era incómodo, únicamente era eso, silencio. Por alguna razón, incluso podría decirse que era disfrutable en la medida de lo posible.

Yo comía mi ensalada y ella comía la suya.

Habían pasado unos diez minutos y casi terminaba mi almuerzo, así que decidí ser el primero en hablar.

— Bien — comencé. — Dime de una vez qué está pasando.

— ¿A qué te refieres, Bakugō? — sonrió como de costumbre.

— ¿Por qué diablos querías acompañarme?

— No te entiendo.

— ¿Alguien te está molestando? — fue mi turno de sonreírle, socarrón. — ¿Te estás escondiendo de alguien?

Camie arqueó una ceja, confundida.

— Porque si es así, mejor quédate con tu hermano, yo no pienso hacer nada — agregué.

— ¿Neito? — se burló. — Para empezar, él es mi primo, no mi hermano. Y nadie me molesta, aunque créeme que de ser así, soy perfectamente capaz de arreglármelas sola.

— ¿En serio?

Asintió.

— De hecho, no es tan complicado. Si quise acompañarte es porque.. bueno, tú me gustas, Bakugō.

Lo pensé un momento.

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