Aromas


Me encontraba en uno de los lavamanos, observándome en el espejo con mis brazos recargados uno a cada lado.

Mi pecho subía y bajaba. Mis ojos se sentían apagados, mi cabello estaba despeinado cubierto por pequeñas gotas de sudor y mi cara aún escurría levemente por el agua que había usado para intentar despabilarme.

Cuando él entró, no hizo falta girarme para verlo a través del reflejo frente a mí.

Su rostro me observaba con atención de arriba a abajo entre la vergüenza y el miedo. Algo me decía que yo no le agradaba mucho.

Éramos los dos completamente solos en aquellos baños.

Como era de esperar, un silencio bastante incómodo comenzó a tomar forma, volviendo el ambiente mucho más tenso de lo que se supone debía ser.

Para mi maldita suerte, Izuku ya había dejado esa mezcla asquerosa de sus feromomas intercaladas con las de Shoto.

Cada vez volvía a tener ese aroma tan delicioso propio de él.

Me estaba volviendo loco.

Al ver que no iba a hablar por cuenta propia, decidí ser yo quien diera el primer paso.

— ¿Qué quieres? — ladré. No pude posponerlo más.

Aunque claro, puede que el tono que había ocupado no fuera el mejor. Me había salido más brusco y ronco de lo normal.

— Lo siento — sus ojos verde me veían sin perderse un sólo detalle de los míos. — No quería interrumpirte — hasta que de un momento a otro se desviaron a sus manos en donde sus dedos comenzaron a jugar.

Aquello fue mi limite. Finalmente me di la media vuelta. Quería verlo bien.

No sé lo diría jamás, pero cuando se encontraba así de nervioso me recordaba a un chihuahua. Me parecía increíblemente lindo.

Era casi imposible no dejar de lado mi enfadado teniendo esa expresión tan cerca.

Concéntrate.

Por favor no, míralo un poco más.

— Bien, si no piensas pedirme nada, por favor vete.

— El profesor Aizawa me envió para asegurarme de que volvieras a clase.

Ah, con que eso era.

— Si no regresas en los próximos diez minutos, me pidió que te advirtiera que lo mejor será que no te presentes más por el día de hoy — una vez más me encaró.

— ¿Eso es todo?

Y de nuevo bajó la mirada.

— Sí.. creo que eso es todo. Ya debería irme, con permiso — sin más giró en la dirección contraria y sus pies comenzaron a moverse. En serio tenía prisa por huir de ahí.

Carajo.

Yo realmente no quería que se fuera tan pronto.

Dios mío, decídete.

Era la primera conversación formal que entablábamos, bueno, si es que a eso se le podía considerar una. También era la primera vez que estábamos completamente solos los dos.

En ese momento su aroma era exclusivo para mí, no podía dejarlo ir así como así.

— ¡Oye! — al final mi boca me traicionó.

Mierda.

Izuku regresó su atención de golpe con una cara de preocupación digna de una película de terror.

Tenía ganas de pedirle que se relajara, me estaba poniendo más nervioso a mí.

— En realidad — comencé, aclarándome la garganta. — No me siento muy bien. Por favor infórmale al profesor que tuve un imprevisto y necesité retirarme antes. — fue lo único que se me ocurrió en el momento.

— ¿Y tus cosas?

— ¿Ah?

— Tus cosas siguen en tu asiento, ¿las dejarás?

Iba a responderle que no era su maldito asunto, pero antes de arruinar todo aún más, él continuó.

— Yo puedo traértelas. O si te sientes muy mal, puedo acompañarte a la enfermería. No tienes por qué estar solo.

Sin darme cuenta, su rostro mutó de uno nervioso a uno genuinamente preocupado.

¿Preocupado... por mí?

Mi corazón se estrujó en mi pecho.

De nuevo, si fuera un perro mi cola habría estado como loca moviéndose de un lado a otro.

— No te preocupes, no es para tanto — fue todo lo que permití que saliera de mis labios. — Le pediré a un amigo que las tome y las lleve a mi casa más tarde.

Asintió.

— Entonces espero que te mejores.

Nuevamente no me dió tiempo de responder. Se fue antes de que pudiera detenerlo una segunda vez.

Antes de irse y volver a cerrar la puerta detrás suyo, Izuku se detuvo para regalarme una sonrisa sincera, una sonrisa maravillosa.

Casi pude ver los estúpidos corazoncitos revoloteando a mi alrededor.

A pesar de que ya se había retirado de los baños, mis ojos no dejaban de ver en su dirección completamente embobados.

Al volver en mí intenté despejar todo ese sentimiento voluble para poder irme de una vez por todas a casa.


By Izuku

En cuanto mis piernas lograron responder, sin pensarlo dos veces salí corriendo de esos baños.

No sabía muy bien el por qué, pero mi compañero Katsuki siempre lograba ponerme realmente nervioso. Parecía ansioso por poder apuñalarme con la mirada.

¿Quién diría que aquello me incomodaba? - sarcasmo -.

Sí, no la pasaba muy bien alrededor de alfas bruscos que lucían como si quisieran asesinarme la mayoría del tiempo.

No me hacía mucha ilusión estar cerca de él y tampoco era algo bueno.

Alfa + Omega + Completamente solos = No una buena combinación.

Estando aislados podía percibir mejor su aroma, el cuál por mucho que no quisiera, y por más píldoras supresoras que hubiese ingerido, me provocaba calor y mareos a la vez.

Tonto cuerpo que reacciona solo.

Sonaba feo, pero agradecía haberme librado rápidamente del rubio, sólo deseaba volver a mi aula y estar tranquilo, sin embargo, esperaba de todo corazón que él también estuviera bien. Lo cierto era que se veía un poco mal.

No pude evitar preocuparme durante un rato.

Una vez dentro del aula, tal y como mi compañero Katsuki me lo había pedido le informé al profesor sobre su condición, justo como él me lo había indicado.

Aizawa se limitó a darme las gracias y a partir de ahí, el resto de las horas transcurrieron de lo más normal.

Durante los ratos libres me reunía con Ochaco.

Ese día noté que Shoto pasaba la mayor parte de su tiempo estando solo, sin más amigos, algo que no terminaba de comprender.

Aquel joven había sido tan amable conmigo que me era imposible verlo como alguien asocial. Así que después de estarlo meditando un tiempo, al final invité a Shoto a unirse a Ochaco y a mí.

El resto del día pasamos los descansos juntos los tres. No me había equivocado, él había encajado muy bien.

Cuando terminaron las clases, Ochaco y yo nos dirigimos al transporte de la academia como lo hacíamos todas las tardes.

Nos encontrábamos caminando por uno de los corredores principales totalmente concentrados en nuestra conversación, tan ajenos a todo que no notamos a la persona que nos seguía hasta que su firme agarre sobre mi hombro me detuvo en seco.

— Midoriya.

Apenas y tuve tiempo de girar para encararlo cuando mi amiga ya estaba hablando con él.

— Que sorpresa, Shoto. Creía que te ibas a casa en cuánto terminaban las clases, ¿a qué debemos el honor?

— Hola a ti también, Uraraka — le saludó indiferente antes de continuar conmigo. — Necesito hablar con Midoriya antes de irme.

— ¿Conmigo? — pregunté confundido. — ¿Está todo bien?

— Sí. No tardaré, lo prometo.

No tenía idea sobre qué podía tratarse, y por la mirada de mi amiga, ella tampoco. Ambos nos mantuvimos en silencio esperando sus palabras.

— Pues verás — antes de continuar carraspeó un poco. — Hoy, después de que el señor Yagi me explicara un poco más tu situación, quiero decir, por lo que tengo entendido no hay nadie contigo en ese departamento que pueda ayudarte cuando tengas problemas como el de la mañana.

Genial, el tío Yagi le había hablado de mis mommy issues a mi compañero de clases, eso era lo único que me faltaba.

— Así que estaba pensando, y claro, si no tienes inconveniente, yo podría ayudarte con lo del transporte. Puedo pasar todos los días por ti y llevarte del instituto a tu departamento y viceversa. Ya no tendrías que preocuparte por evitar situaciones como las de hoy en un futuro.

¿Había dicho lo que creía que había dicho?

Sí, me parece que sí.

¿Se estaba ofreciendo a ayudarme?

Eso dijo.

— En serio lo agradezco — respondí, porque era cierto, pero no era correcto. Aquello ya era demasiado. — Pero no te preocupes. Odiaría ser una molestia.

Shoto terminó intensificando su agarre en mi hombro y fue imposible no comenzar a flaquear cuando comenzó a acercarse de más.

Su aroma bailaba con una suavidad embriagadora en mis fosas nasales.

— Midoriya, te pido que no digas algo así frente a mí de nuevo nunca. Para alguien como yo, alguien cómo tú jamás podrías ser una molestia.

Internamente tragué saliva.

¿Qué significaba?

— Vamos, déjame ayudarte — intentó convencerme usando una de sus sonrisas más amables.

Era consiente del calor en mi propio cuerpo. No necesitaba verme en un espejo para saber que un sonrojo cubría mi piel.

Las feromonas que desprendía el alfa comenzaban a afectarme, sumándole aquellas palabras y esa mirada...

Supongo que Ochaco lo notó todo estando ahí al lado, y casi como si pudiera leer mi mente, de un momento a otro sostuvo mi otro brazo y con firmeza me atrajo de vuelta a ella, logrando que me liberara del agarre de Shoto.

— Lo siento, querido — le dijo sin rodeos. — Pero si Izuku fuera todos los días contigo terminaría dejándome sola a mí — agregó junto a una sonrisa maliciosa, recargando cómodamente su cabeza sobre mi hombro. — Y eso es algo que no puedo permitir. Yo te lo gané.

Shoto arqueó ambas cejas.

Pareció pensarlo durante un minuto, después liberó un cansado suspiro y se dirigió a mi amiga.

— No será ningún problema, Uraraka. Si quieres puedo pasar por ambos.

— ¿Perdón?

— ¿Cómo dices?

La sonrisa de la beta se borró de golpe y su cabeza se levantó de mí con tanta fuerza que creí que se había lastimado el cuello.

— No será ningún problema pasar por Midoriya y por ti. Si no me equivoco, viven cerca. Igual somos compañeros, creo que los tres deberíamos conocernos mejor, ¿no es así?

Ochaco fue la primera en reaccionar.

— Te conozco desde hace años, cariño. Hemos estudiado juntos desde los doce y hoy ha sido la primera vez que hablamos más de quince minutos sin sernos indiferentes. Si que tardaste mucho en querer conocerme, eh.

— ¿Qué puedo decir? — se encogió de hombros. — Siempre hay tiempo para todo. Nunca es tarde para hacer amigos.

La beta bufó divertida.

— Supongo que tienes razón.

La vista de ambos viajó hacia mí.

— ¿Y bien? — preguntó Shoto, dedicándome otra sonrisa amigable.

— Como tú digas, Izu. Tu eliges — Ochaco secundó.

Lo pensé, vaya que lo hice.

Como siempre, no sé cómo es que llegamos a ese punto.

— Pues siendo así y si en serio no te molesta,  sería increíble. Me ayudarías bastante — fue lo único que atiné a responder.

— Perfecto — Shoto pareció genuinamente feliz por aquella respuesta. — Entonces a partir de mañana pasaré por ustedes todos los días. Ahora ya se me hizo tarde, así que no podré ir a dejarlos a sus casas hoy. Tengo un asunto que atender con mi padre, pero después de hoy haré un espacio para ustedes, ¿de acuerdo?

— ¿Estás seguro?

— Totalmente. Por el momento debo retirarme, pero nos vemos mañana, ¿bien?, con permiso.

Ni siquiera nos dió tiempo de despedirnos de vuelta. Al darnos cuenta, el alfa ya había comenzado a caminar en dirección contraria.

Creo que mi amiga y yo tardamos más de un momento en procesar lo que acababa de suceder. Después de unos minutos, ambos reanudamos nuestro andar también.

— Aghh, que fastidio — una vez sobre el autobús del instituto, la beta se quejaba, observando la pantalla de su móvil con irritación.

— ¿Qué pasa?, ¿todo en orden?

— Es por lo de la primer grande respondió como si fuera lo más normal del mundo, como si yo comprendiera de lo que hablaba. Ella continuaba viendo el aparto en sus manos hasta que notó mi silencio y terminó por caer en cuenta que tendría que ser más específica conmigo. — Cierto, olvidé que eres nuevo. Lo lamento.

— Tardaste un poco, eh.

Mi amiga rascó su nuca y comenzó a explicarse.

— Mira, aquí en U.A anualmente se celebran tres fiestas simbólicas conocidas como las tres grandes. La primera será este sábado por la noche, celebrando Halloween, la segunda se da unos cuantos días antes de navidad y la tercera cerca de que se termine el curso.

¿Fiestas?

Ochaco continuó.

— Se supone que cada una de las tres grandes se realiza con el fin de mejorar la convivencia entre alfas, omegas y betas del instituto, aunque eso es una completa mentira. La mayoría del tiempo sólo son excusas para embriagarte como si no hubiese un mañana o simplemente para acostarte con alguien a quien le hayas puesto el ojo — terminó de explicar con una de fastidio.

— No imaginaba que para ti embriagarte o acostarte con alguien significaba algo así de malo.

— No seas bobo — rió.

— ¿Y por qué estás tan molesta entonces?

— Es que aún no sé qué disfraz ocuparé este sábado. De verdad no tengo nada.

— ¿Disfraz?

— ¿Que creías?, es Halloween. Obviamente será una fiesta de disfraces y..

Antes de terminar su oración, la expresión de Uraraka cambió radicalmente en un segundo. Sus ojos cafés se abrieron tanto que me asustó y una sonrisa de oreja a oreja le adornó el rostro.

De no haber estado sentado habría dado un paso hacia atrás.

— Ahora si que das miedo, ¿qué sucede? — pregunté con temor de conocer la respuesta.

— ¡Izu, será tu primer grande!

— Pero ni siquiera me han invitado.

— No seas tonto, todos los de U.A están invitados. Son eventos exclusivos que realizan los alumnos de la academia para los mismos alumnos de la academia.

Oh no.

Ochaco debió darse cuenta de lo que pasaba por mi mente porque al instante esbozó una sonrisa malvada.

— No no no — comencé a negar.

— Sí sí sí — y ella a asentir.

La verdad era que me gustaban las fiestas, pero las que tenían globos y pastel. Nunca antes había asistido a una en donde la diversión principal fueran el alcohol y el sexo. No me sentía tan listo para aquello.

En mi país las cosas no funcionaban así.

— Pero.. no.. no tengo disfraz — titubeé un poco, sacando la primer carta que pude.

Wow ¡Denle un premio de actuación!

No me ayudas, conciencia inservible.

No quiero ayudarte, me avergüenzas.

Auch.

— ¡Tú déjamelo a mí! — exclamó aún con su expresión traviesa. — ¡Yo me haré cargo de todo!

— Pero es jueves, sólo faltan dos días.

— No te preocupes por nada. Nos encontraré los mejores disfraces de la noche para este sábado. Confía en mí.

Al final no supe cómo decirle que no, no quise verme como un mojigato.

En cuanto puse un pie dentro del departamento me desplomé en mi sofá favorito en la sala.

Mi madre continuaba fuera del país y no regresaría hasta dentro de una o dos semanas.

¿Qué me habría aconsejado ella?

Por más que no intenté pensar en todo el tema de la fiesta, no pude evitar caer en cuenta de ello.

No me encontraba en Japón, las cosas no tenían por qué funcionar como allá.

Después de darle vueltas y vueltas en mi cabeza, decidí dejar el tema en paz. Me estaba comenzando a arder el cerebro por pensar tanto en lo mismo.

Al final, el día avanzó y con ello llegó el Viernes.

En la mañana, Shoto me recogió en la puerta de mi departamento tal y como había dicho que lo haría el día anterior. Ochaco ya venía junto a él cuando pasaron por mí.

Dejando de lado lo serio que a veces podía llegar a ser aquel chico, sabía que disfrutaba estar con nosotros así como nosotros disfrutábamos estar con él.

Sorprendentemente nadie hablaba de la fiesta que se realizaría.

¿Acaso era como un culto secreto de iniciación?

Cuando menos lo noté, el viernes terminó por concluir también, dándole la bienvenida a la primer grande del año.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top