VII
"Un amigo es uno que lo sabe todo de ti y a pesar de ello te quiere."
Elbert Hubbard.
***
NOTA: Andrew Pulaski y Lucas Trent son los nombres de Apollo y Midnighter, respectivamente.
Si había algo que no le gustaba a Dick era cambiar planes de último momento, sobre todo si se trataban de citas. No quiso arriesgarse con Jason luego de su mensaje con su hermano menor, estaba consciente de que si no se presentaba en el muelle las cosas serías peores, así que se inventó la mejor excusa que tuvo para decirle a Corine que cambiaban de fecha su cita alegando un asunto familiar de extrema importancia, preparándose mentalmente para lo que sería sin duda una tortura junto al idiota que llevaba por apellido Todd. Para su fortuna, tanto su padre como Damian estarían ocupados haciendo cosas, lo que le facilitó su salida, quedando solamente Alfred a quien le prometió le daría santo y seña de sus andanzas que, aparentemente serían con sus nuevos amigos de la universidad. Era todo muy estúpido, más esperaba que se resolviera pronto.
Aquel idiota no le había dicho exactamente en dónde se iban a ver, por lo que en cuanto llegó al muelle y se acercó al bazar, entró en este para buscarle, mirando todos esas carpas llenas de cuanta cosa a uno se le pudiera ocurrir. Mascotas, comida, herramientas, muebles, películas... estando distraído con todo lo que le rodeaba no se dio cuenta de cuando Jason le encontró, sonriendo triunfante al verle ahí entre tanta gente, maravillado del bazar, acercándose por su espalda para susurrar contra su cuello con una voz ronca.
-Me alegra mucho que vinieras, lindo.
-¡Tú! -Dick se giró, sobándose su cuello con un gruñido.
-Vamos, precioso, yo sé que morías por verme.
-Quería verte muerto, que es diferente. ¿Y bien?
-Noté que te ha gustado este humilde bazar portuario, ¿quieres que te compre algo?
-NO.
-Oh, vamos, un presente para comenzar nuestra cita.
Dick bufó, cruzándose de brazos. -¿No vas a cambiar de parecer hasta que acepte, cierto?
-Empiezas a comprenderme, lindo.
-Desafortunadamente.
Jason sonrió, Dick rodó sus ojos con manos en la cintura, buscando algo que le pudiera gustar al menos ya que aquel buscapleitos así lo quería. Sus ojos captaron a lo lejos unos cabellos negros como la noche con ropas igualmente oscuras y una piel blanca que conoció, tragando saliva y abriendo sus ojos buscando por donde perderse. Un brazo de Jason se lo impidió, arqueando una ceja al notar que intentaba huir de alguien, buscando alrededor. Dick se deshizo de su agarre justo cuando Rachel le alcanzó a ver, masticando una goma de mascar con una sonrisa socarrona que acompañó a su mirada inquisitiva al verle junto a alguien como lo era Jason Todd de quien sabían era todo excepto una buena compañía. Traía un morral que ya estaba lleno de comida y golosinas junto con otras cosas que no supo decir qué eran.
-Hey, Inglaterra, ¿qué haces en tierras mortales?
-Rachel, qué casualidad encontrarte.
-Sí, qué cosas... -ella miró al otro muchacho- Todd.
-Chica gótica.
-¿Se les perdió algo aquí?
-En realidad...
-Solo estaba conociendo este sitio y nos encontramos -cortó Dick con su mejor sonrisa, apuntando a la mochila de Rachel- ¿Qué tanto llevas?
-Ah, haremos una visita a una casa abandonada con un grupo de amigos.
-¿Víctor y los demás?
Rachel negó, aun inspeccionando a Jason. -Mi club de Merodeadores.
-Ah, interesante.
-¿Qué harán exactamente? -quiso saber Todd de pronto curioso.
-Solo explorar y hacer juegos tontos, somos gente de bien, al contrario de otros.
Dick tosió un poco mientras que Jason le dedicó una mirada a la chica que solamente tronó su bomba de chicle sin quitarle la vista de encima.
-¿Podemos ir con ustedes? -sugirió de la nada Jason, sorprendiendo a ambos.
-¿Qué?
-¿Por qué?
-Quiero ver que hace un... ¿cómo dices que se hacen llamar?
-Merodeadores.
-Eso, queremos verlo.
-¿Queremos?
Todd pasó un brazo por los hombros de Dick, pegándolo a su costado y torciendo una sonrisa.
-¿No les molesta?
-Como quieran, síganme, está en las afueras de Metrópolis -Rachel se encogió de hombros, mirando luego a su amigo- ¿Solicitaste permiso en el palacio, Inglaterra?
-No hay ningún problema, querida.
Dick no supo qué tramaba ahora Jason, solamente le codeó para que le soltara caminando detrás de Rachel quien los llevó del otro lado del bazar y el muelle, hacia un pequeño bote que manejó para llevarlos hasta la parte más alejada de Metrópolis donde estaba la zona abandonada de casas que pronto demolerían y que por supuesto, era un lugar atractivo para hacer maldades o hacerse el valiente como supuso era el caso del club de la chica. Puesto que ya era tarde, cuando llegaron a la casa que explorarían, la noche ya caía, el momento ideal para las andanzas del club, un grupo de chicos igualmente vestidos como Rachel que repartieron linternas antes de entrar a la casa amplia de muchos pasillos con cuatro niveles más el sótano. Jason, por supuesto, estuvo junto a Dick, siempre sonriéndole y acercándose si se distraía. Curiosamente, encontraron algunos objetos antiguos que luego examinarían, unos rastros de sangre que dio un toque de suspenso a la exploración, con las fotos que juraron después mostraría fantasmas que era obligado tendría.
-Yo temería más a los vivos que a los muertos -murmuró Jason.
Después de asegurarse de que realmente no había nadie en la casa, se reunieron en lo que era la enorme sala para jugar. Todd bostezó mientras aquellos locos se ponían de acuerdo en el juego a hacer por esa noche, eligiendo al fin el juego de la botella. Reunidos todos alrededor formando un círculo, comenzaron a girar la botella. Verdad o reto fue el tema. Dick reía con las respuestas o los retos ridículos que se ponían, a veces soltando un suspiro al mirar a Jason quien hasta ese momento se había comportado bastante decente pese a que se notaba que no les creía ni una palabra de lo que los muchachos del club decían sobre las casas así. Cuando llegó el turno de Rachel de girar la botella, luego de fingir que era un espíritu chocarrero, es que de la botella apuntó tanto a Dick como a Jason.
-¡¿Verdad o reto?! -preguntó uno de los muchachos.
-Ver...
-¡Reto! -atajó Dick antes de que Jason lo fuese a meter en problemas, sintiendo su corazón latir aprisa.
-Bien... ustedes dos subirán al baño en el tercer piso y harán el juego de Bloody Mary.
-Ay, por favor -gruñó Jason.
-¿Miedo, Todd?
Éste le dedicó una mirada a Rachel, tomando una linterna y llamando a Dick para ir al tercer piso, donde tratarían de invocar un fantasma que en su opinión ni existía, bastante seguro de ello. Dick le siguió tragando saliva no por el miedo sino porque estaría a solas con aquel y ya sabía lo que eso significaba. Oró porque el fantasma fuese real y de paso se tragara a Jason para librarlo de su tortura. Tal como lo esperaba, apenas se encerraron en el baño, las manos de aquel impertinente buscaron su cuerpo, pero lo empujó, señalando el espejo frente al cual se colocaron.
-Tenemos que hacer todo bien o tendremos un castigo que no te gustará, te lo aseguro.
Jason gruñó, rodando sus ojos, mirando al espejo igual que él. -Adelante.
Invocaron a Bloody Mary tal como se los indicaron, pronunciando su nombre tres veces y luego apagando la linterna, quedándose a oscuras. Dick ni siquiera esperaba que algo sobrenatural pasara, más bien quiso alejarse, pero un brazo lo atrapó, jalándolo a un pecho fornido con unos labios robándole otro beso más. Trató de empujarle y solo sintió un par de manos viajando a su trasero, pegándolo contra la entrepierna de Todd, jadeando al sentirle excitado. Fue un forcejeo entre jadeos y gruñidos, manos tocando en lugares indebido con otras quitándolas entre quejidos que fueron sonando más a gemidos entrecortados. En una oportunidad, Dick pateó la entrepierna de Jason, logrando soltarse y salir del baño a toda prisa, respirando agitado y arreglándose lo mejor que podía sus ropas antes de que alguien los viera. Rachel y otros ya iban en camino a donde ellos, iluminándole cuando le encontraron en las escaleras.
-¿Todo bien?
-Sí... yo me asusté... algo frío rozó mi cuello.
-¡Wow! ¡La próxima vez quiero intentarlo! -dijo uno de los jóvenes.
-¿Y Todd?
-Ahí viene, quiso averiguar qué fue.
Jason bajó enseguida con una mirada de pocos amigos por aquel rodillazo que le había propinado. El juego siguió un par de veces más antes de que decidieran retirarse pues pronto sería la ronda de la policía y los sacarían de ahí. Por cortesía más que otra cosa, Rachel les invitó a continuar su noche de merodeadores, esta vez Jason fue quien tomó la iniciativa, diciendo que tenía cosas que hacer, y llevaría a Dick a su casa.
-Cenicienta debe volver antes de medianoche.
Rachel solo arqueó una ceja despidiéndose de ambos antes de marcharse con su grupo. Dick siguió a Jason, no muy contento de hacerlo, pero entre menos contacto tuviera con sus amigos mejor. Ya había sido suficiente por aquel día. Caminaron del lado opuesto de la calle, en silencio. A veces sintió la mirada de Todd sobre su persona, ignorándola.
-¿No es peligroso caminar por aquí?
-El peligroso soy yo.
Dick bufó, metiendo sus manos en sus bolsillos. El celular de Jason sonó para su sorpresa, quedándose ambos parados a mitad de una calle deshabitada pasada la medianoche en lo que aquel respondía algo que le hizo gruñir, maldiciendo varias veces y haciendo gestos de enfado. Fuese lo que fuese, pareció que estaba cortando sus planes. Dick escuchó unos pasos, volviéndose para ver a una docena de tipos salir de una esquina, llevando palos, navajas y cadenas, mirándolos con malicia al rodearles. Todd terminó la llamada de malas, guardando su celular, jalando a Dick a su lado, pasando un brazo por su cintura al pegar su espalda a su pecho. Para su enorme sorpresa, sacó una pistola de su espalda con la que disparó sin más cercano a ellos, tumbándolo al herirle un hombro. Luego a otro en su rodilla y otro más en un pie.
-No me voy a repetir, se largan o los envío al infierno.
-¡Hijo de perra!
Jason disparó al que lo había insultado, volándole la oreja. Dick sintió que la sangre abandonó su rostro, bien sujetado por aquel brazo apretando su cintura.
-Voy a contar hasta tres. Uno... dos...
El resto del grupo ni se lo pensó ya, echando a correr con sus heridos que dejaron unos rastros de sangre en el pavimento maltrecho.
-Por todos los cielos...
-Vamos.
Caminaron ya sin que nadie les estorbara hasta salir de la zona y llegar a una avenida más transitada donde Jason silbó a un taxi cuya portezuela abrió para Dick.
-Cenicienta, tu calabaza. Retomaremos esta cita para después, tengo que irme.
-¿Qué... qué es lo que haces tú?
-Nada que te interese, cariño -Jason le guiñó un ojo- Te veré después.
Dick no tuvo ánimos de discutir aquello, entrando al taxi sintiendo que las piernas le temblaban de recordar la sangre fría con la que Jason había disparado. ¡Tenía un arma consigo todo ese tiempo! Esos rumores de que tenía problemas con la ley no estaban mal fundamentados. Sintiendo el corazón en sus oídos, le pidió al taxista que lo llevara no a su casa, sino al departamento de Víctor, no podía volver con su familia en esas condiciones, sus manos estaban temblando y notó por el espejo retrovisor que estaba pálido. Su amigo no estaba durmiendo para su sorpresa, estaba trabajando como era su costumbre en sus computadoras que usaba para jugar en línea como para hacer sus casuales hackeos por diversión.
-Hey, Wayne, ¿estás bien?
-¿Puedo pasar la noche aquí?
-Claro, hermano, anda pasa.
Dick se dejó caer en el sofá, tallándose su rostro. Víctor se sentó frente a él ofreciendo una botella de cerveza que le tendió luego de sacar dos del refrigerador, una para él.
-¿Qué pasa?
-Víctor... tengo un problema.
-¿Hay que esconder un cuerpo?
-No... -Dick rió nervioso, dando un largo trago a su botella- Pero similar.
-Estás pálido, Wayne. Me estás asustando.
-Yo...
-¿Sí?
-Me he metido en un lío gordo porque... porque...
-Escúpelo, hermano.
Dick se pasó una mano por sus cabellos, armándose de valor con otro trago de cerveza.
-Soy gay.
Sintió sus ojos arder por el silencio que siguió a su confesión, Víctor se quedó muy quieto, luego caminando alrededor un poco antes de volver a sentarse esta vez a su lado, dejando la botella en la mesita frente a ellos. Dick jugó con su botella, sintiendo un nudo en la garganta.
-Ya sé, no quieres que...
-Oh, cállate Wayne.
Dick levantó su mirada hacia su amigo quien negó, abrazándole con fuerza.
-Está bien. ¿Creíste que me ofendería? ¿Quién crees que soy?
-¿No te molesta?
-Me ha sorprendido, pero al mismo tiempo... como que está bien.
-No entiendo eso.
-Ni yo, es decir, vaya... ¿eso es lo que te hizo venir a mi departamento en madrugada?
-No.
-¿Qué es?
-Es que... soy tan idiota.
-Ya lo noté, pero explícame ¿quieres?
-Jason... Todd, él... bueno...
-¿Ustedes son pareja? -Víctor abrió sus ojos sorprendido.
-¡No! No, es que...
-Toma más cerveza, necesito esa lengua más relajada.
Dick le explicó todo lo que había sucedido, desde que conociera a Jason hasta esos momentos con el incidente con la pandilla.
-Yo sé que puede chantajearme, es que...
-Hay algo que no entiendo, mi amigo, ¿cuándo te diste cuenta de que te gustaban...?
-Ah, no es algo de estos momentos si es lo que piensas, ya tenía tiempo. Solo que siempre lo disfracé con novias y citas... luego mamá enfermó. La verdad callé porque no quise darle más carga a papá, suficiente tenía con eso como para lidiar además con un hijo gay.
-Lo cual te ha metido en este embrollo.
-Sí, no sé qué hacer.
Víctor se sobó su mentón, luego mirándole, palmeando su espalda.
-Esto es lo que haremos, yo tengo que terminar esto, tú te vas a dormir y mañana daremos un pequeño paseo.
-¿Paseo?
-Tranquilo, hermano, confía en mí. Ahora quiero verte descansar, y no te preocupes, si no quieres que le diga a los demás, está bien.
-Gracias, todavía me está costando... asimilarlo bien.
-Ve a dormir, Wayne. Te prometo que mañana tendrás las cosas más claras.
-Te debo una, Víctor.
-Nah, para eso estamos los amigos, anda. Es tarde.
Su amigo le dio un fuerte abrazo que le tranquilizó, tomando prestada su cama para dormir mientras el otro terminaba su labor. Tal como lo dijo, al otro día salieron temprano para ir a otra ciudad, a Bludheaven donde buscaron una linda casa californiana en la que se detuvieron, bajando del auto para tocar a la puerta. Víctor iba muy sonriente mientras que Dick no sabía exactamente qué estaba pensando hacer su amigo. Un hombre alto, de cabellos que caían a sus hombros lacios y rubios con una sonrisa amable vestido en ropas deportivas que tenían bordadas las siglas de la NASA les abrió la puerta, abrazando a su amigo con fuerza.
-¡Víctor, cuanto tiempo!
-Andrew -rió aquel, volviéndose a Dick- Te presento a Richard Wayne, mi amigo.
-Dick, por favor -saludó con una sonrisa.
-Gusto en conocerte, Dick, mi nombre es Andrew Pulaski. Vamos pasen, el desayuno está listo.
Dick miró a Víctor quien le guiñó un ojo, pasando dentro. La casa era ese típico ambiente familiar que podía apreciarse de solo caminar por el pasillo. Pronto entendió porqué habían ido a ese lugar al mirar las fotografías de la pared, notando el rostro de Andrew en una foto de boda junto a otro hombre más bajo, pero de expresión dura y socarrona, cabellos cortos castaños. Y luego una más reciente, donde aparecían con una niña de sonrisa brillante como ojos traviesos que los abrazaba con tanto amor como ellos a la pequeña.
-Por favor, muchachos, tomen asiento.
Así lo hicieron, olfateando aquel delicioso desayuno en la mesa que hizo sus estómagos gruñir. Poco después apareció la pareja de Andrew, por la puerta trasera diciendo algo de los deberes paternos en pleno fin de semana antes de saludarlos y dar un beso al rubio, sentándose a su lado. Se notaba a leguas que era alguien fuerte y no solo físicamente, vestido en jeans y chaqueta, apostó que al menos debía ser instructor de algún gimnasio, o de defensa personal. Tenía un humor ácido y voz ronca acostumbrada a dar órdenes. Dick estaba sorprendido, algo confundido.
-Lucas Trent, gusto en conocerte, muchacho.
-Señor.
-Víctor me dijo que tenías un problema, Dick -habló Andrew, sirviendo el jugo.
Conforme fueron terminando su desayuno, Dick contó lo que le sucedía, curiosamente no tuvo ningún problema en hablar con ellos. Aquella pareja tenía algo que inspiraba confianza, probablemente sus muestras de afecto o esas miradas firmes pero amables que tenían. Andrew palmeó su mano, dándole un suave apretón después.
-No te preocupes, estamos contigo. Pero hay algo que debo pedirte, Dick, tienes que decirle esto a tu padre.
-Pero...
-Creo que él te ha demostrado confianza, se merece la verdad.
-Nos mudamos a Metrópolis buscando empezar de nuevo, no quiero ser quien eche a perder eso. No luego de tanto.
-Te entiendo, chiquillo -habló Lucas- Pero la cuestión con este asunto es esta: entre más lo escondas o huyas, serás más vulnerable a las estupideces del mundo. Nosotros pasamos también por eso, no fue fácil claro, pero míranos, mi esposo es un astronauta que se me va cada medio año y yo vigilo los traseros a varios políticos. Y todos saben que somos pareja sin que se metan con nosotros porque ya saben que les rompería el hocico si tocan a mi Andrew.
-Y yo a mi esposo -sonrió el rubio.
-Ahora somos padres, y nadie habla mal de nuestra familia porque si lo hacen habrá consecuencias. Eso es lo que tienes que hacer. Usar lo que eres como tu armadura. Cada burla, pelea, cada intento de lastimarte, pelea. Eres tú y solo tú quien decide hasta donde van a lastimarte. Y a medida que les dejes claro que no pueden meterse contigo, tu familia estará a salvo porque sabrán que hay una fiera protegiéndolos. Una fiera gay -rió Lucas.
-Ese tal Jason no podrá seguir manipulándote si ya no tienes punto débil con qué hacerlo. Y como dije, estamos contigo. Podemos ayudarles si él quiere hacer algo más grave.
-Gracias, Andrew, Lucas.
-Yo apuesto a que tu padre no te defraudará, Dick, por lo que nos has contado, es un hombre que te ama no porque seas el molde típico del hijo perfecto. Te ama porque simplemente eres su hijo y te defenderá del mundo como el abogado que es, así que... habla con él.
-Si las cosas no resultan, aquí tienes un lugar a donde llegar -aclaró Trent, uniéndose a las palabras de su esposo- Siempre lo tendrás. Pero antes, pelea.
-Vaya... gracias.
-Te dije que las cosas mejorarían -Víctor habló alegre.
-Gracias, amigo.
-¿Alguien quiere probar el tiramisú de Lucas? -ofreció Andrew.
Todas las manos se levantaron, entre risas. Dick se sintió mucho mejor luego de eso, por fin volviendo a casa para la tarde, esperando nervioso a que Bruce regresara de recoger a Damian, a quien saludó como siempre cuando cruzó la puerta. Su padre se percató de su inquietud por hablarle, llamándolo a su estudio luego de que Damian terminara de contar sus aventuras en Kansas. El joven tomó aire, recordando todos los consejos de aquella singular pareja que realmente envidió. Su padre le miró preocupado, sentado frente a él.
-¿Hijo?
-Papá, hay algo que debo decirte. Es importante.
-Te escucho.
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