IV

"El que confía sus secretos a otro hombre se hace esclavo de él."

Baltasar Gracián.

***



-¡Titanes al ataque!

-¡Titanes!

Dick tomó aire, caminando por el pasillo que llevaba al gimnasio de la universidad. Era día de competencias para formar parte del equipo oficial de los Titanes de Metrópolis, él probaría suerte para saber si podían incluirle. Sonrió al mirar a Víctor salir de otro pasillo, acompañándole con dos nuevos amigos.

-Hey, Inglaterra, ¿nervioso?

-Un poco, Rachel, gracias -saludó a la chica que solía vestir gótico o dark cualquiera que fuese la idea siempre estaba de negro como su humor.

-Lo peor que puede pasarte es hacer el ridículo, así que tranquilo.

-Ok.

-Oh, Rachel, no lo asustes.

-Me alegra que alguien esté de mi parte -se dirigió ahora a Gar Logan, que tenía bien ganado el mote de Chico Bestia porque siempre andaba encaramándose en cuanto mueble o superficie pudiera sino era que andaba haciendo maromas mientras caminaba.

-Siempre con los amigos.

-Vamos, Wayne, lo harás bien, tranquilo. ¿No olvidaste nada?

-Según yo, no.

-¡Ya quiero verte haciendo tus rutinas! -sonrió Gar, comiendo una golosina.

-Para eso tengo que llegar al gimnasio.

Rieron, entrando ya por esas amplias puertas del gimnasio, Dick se despidió de momento para ir a los vestidores donde estaban ya todos los demás estudiantes preparándose y calentando para el evento mientras porristas amenizaban la espera. En general, no tendría problemas para hacer una buena puntuación, ya era parte del club, salvo un par de compañeros que definitivamente habían nacido odiándolo. Víctor, Rachel y Gar tomaron asiento en las gradas, esperando por el inicio que fue anunciado por el director, presentando algunos patrocinadores. No podía faltar entre los nombres el de Luthor Corp. La ceremonia dio inicio y Gar silbó a Dick cuando salió en su uniforme de gimnasta desfilando en hilera junto con los demás mientras sus nombres eran puestos en la lista de la pantalla entre aplausos. Sus ojos captaron la figura de Alfred en las gradas más bajas, haciéndole sonreír, sabía que su padre no podía estar por un juicio y había mandado a Alfred.

-"¡BIENVENIDOS AL TORNEO INTERNO DE GIMNASIA DE LA UNIVERSIDAD DE METRÓPOLIS!"

Los alaridos mitad en broma mitad en serio llenaron el gimnasio, mientras los grupos de hombres y mujeres se preparaban. Dick tomó aire, concentrándose. Quería dar al menos la batalla para no dejar en mal el apellido Wayne, Alfred iba a grabarlo con toda seguridad para que Bruce pudiera verle después, ya lo conocía. Así que debía esforzarse porque Damian lo criticaría si fallaba o estaba desconcentrado. Sonrió a los aullidos de Gar o los gritos de Víctor a lo lejos cuando subió a su primer aparato, una rutina sólida, sin titubeos o graves errores para quitarse los nervios. Conforme fue haciendo sus rotaciones en los aparatos su confianza fue creciendo con los ánimos de los entrenadores y el director que se paseaba por los pasillos. Sintió una mirada sobre él, cuando estaba por subir a los aros. Al girar su rostro se topó entre el público con los ojos penetrantes de Jason Todd quien le sonrió al notar que le observaba.

Dick frunció su ceño, ya subiendo los escalones para ir al aparato cuando le llamaron, olvidando de momento aquel estudiante problemático que aparentemente se había dado cita en el gimnasio. Los aros eran su aparato preferido donde siempre tenía excelentes puntuaciones. Animado como estaba por su pequeña porra integrada por esos tres chiflados, se atrevió a una salida con giros mortales más complicadas que aterrizó sin problemas, recibiendo una ovación en su nombre junto con otra más cuando vio su alta calificación. Estaba colándose lentamente entre los mejores, su corazón dio un vuelco de emoción, no perdiendo la concentración ahora que casi terminaba su rotación, saludando a un par de chicas gimnastas que le felicitaron. Una vez que todo concluyó, solo quedó esperar por los últimos en presentarse y ver quienes al final integraban el equipo oficial.

-¡VAMOS, INGLATERRA!

Rió al escuchar a Rachel porque su nombre apareció en la lista del equipo oficial, subiendo al estrado para recibir su medalla como su nombramiento con un ramo de flores y un peluche de la mascota de la universidad. Quien sabe de dónde Gar sacó unas serpentinas que lanzó con un pequeño estallido, asustando a los que estaban sentados a un lado sin nada que lamentar, Víctor haciendo rechiflas y Rachel aplaudiendo discreta con una sonrisa torcida. Se giró a Alfred, quien le hizo una discreta reverencia. No se pudo contener, bajando luego para ir con él a abrazarle, emocionado. El mayordomo palmeó su espalda, felicitándole y prometiéndole hacer su postre preferido para cuando volviera de la fiesta que harían para celebrar. De nuevo sintió esa mirada, viendo de reojo que Jason bajaba por entre las personas en lugar de esperar a hacerlo en el pasillo, perdiéndose entre la muchedumbre que pronto los rodeó.

-Que se divierta, Señorito Richard.

-Gracias, Alfred.

-Una vez más, felicidades. Su padre estará muy orgulloso.

Alfred se retiró como él a los vestidores, darse una rápida ducha con sus compañeros hablando de como serían ya un equipo tal cual y luego a los casilleros para vestirse. Ahí se topó con uno de sus rivales que nunca lo había querido en el club, un tal Troy que caminó a él para empujarle enfadado si bien también había quedado dentro del equipo oficial, no tuvo tan buena puntuación como Dick, quien le empujó de vuelta no dispuesto a que le intimidara.

-Tranquilízate.

-Un extranjero engreído como tú no merece estar en un equipo que es para los locales.

-Pues ahora soy un local y mejor que tú, por cierto.

-Te crees muy gracioso, ¿eh?

-Deberías celebrar en lugar de enojarte, Troy.

-Tú no me digas qué hacer, inglés.

Como era de esperarse, todos los demás fueron retirándose para no ser parte de la querella, dejándolo a solas con Troy quien ya sabía podía tener una reacción violenta si era provocado de más. Dick rodó sus ojos, terminando de guardar sus cosas en su maleta que echó sobre un hombro. El otro joven le jaló por su chamarra, casi azotándole contra su casillero.

-¡No hemos terminado!

-Yo creo que sí -dijo otra voz.

Ambos se giraron para ver a Jason ahí, cruzado de brazos con su mentón en alto. Troy bufó al no reconocerlo, dispuesto a darle un puñetazo, pero cayó de bruces por un revés de Jason quien lo pateó apenas para hacerlo caer por completo.

-Hay que ser muy idiota para pelear luego de una competencia, o un gran perdedor.

-Esta no es tu pelea -comentó Dick, arqueando una ceja.

-Pues la hago mía si quiero.

-... mmm bueno, ¿gracias?

-¿Ves? Todo es mejor si eres amable con los demás -replicó Jason pateando de nuevo a Troy quien solo jadeó- Te veré en la fiesta.

-Claro que no.

Dick se dio media vuelta, frunciendo su ceño. Algo peor que un abusador era un engreído problemático que no deseaba en su vida menos ahora que había conseguido algo tan importante. Víctor ya iba camino a encontrarle al ver que se tardaba, llevándole a su auto donde Rachel y Gar esperaban para ir a la casa donde sería la fiesta del equipo. Una enorme casa que pronto se llenó de estudiantes universitarios ansiosos por bailar, comer y otras cosas menos públicas. Víctor codeó a Dick cuando vio entrar a Corine, empujándole para que fuese con ella. A regañadientes lo hizo, arreglándose sus cabellos con su mejor sonrisa al saludarla una vez que Corine le reconoció entre toda la turba moviéndose de un lado para otro.

-No pensé que Starfire vendría -bromeó con su sobrenombre en redes.

-Tenía que felicitar al nuevo equipo de gimnasia. Lo hiciste increíble, Dick.

-No fue nada.

-Oh, la modestia varonil.

-Am... ¿quieres bailar?

-Quiero -rió Corine.

-¿Bailamos?

Gar hizo caras igual que Víctor levantó un vaso de plástico lleno de refresco en su nombre, bailando con la chica hasta que ambos tuvieron sed y hambre. Dick le presentó su pequeño grupo de nuevos amigos, quienes se comportaron para las miradas que le habían dado mientras había estado bailando con Corine. Se disculpó unos momentos para ir al baño, perdiéndose un poco al no saber dónde estaba ni entender cuando le decían entre el ruido de la música y los gritos de alegría que brotaban en los pasillos de la casa. Cuando al fin lo encontró, respiró aliviado de encontrarlo vacío, sin embargo, tuvo una gran sorpresa cuando al salir en la puerta chocó con Jason quien le empujó de vuelta dentro, cerrando con llave. Dick gruñó, mirándole de arriba abajo buscando quitarlo de su camino para irse de ahí pero aquel rebelde le sujetó por sus muñecas.

-No tan rápido.

-¡Suéltame de una buena vez!

-Siempre tan educado como niño inglés.

-¿Cuál es tu jodido problema?

-Es lo que te pregunto.

-¿Qué?

Jason se abalanzó contra él, cargándole por sus caderas para estamparlo contra la pared y robarle un beso de lo más lascivo y posesivo que Dick hubiese recibido en su vida. Sus piernas patearon al aire, rozándose con las caderas de Jason mientras que sus manos primero le quisieron empujar, perdiendo fuerza luego cuando el otro muchacho se restregó contra él, haciendo que gimiera en queja. Una lengua invadió su boca, con manos que recorrieron su cuerpo de una manera que Dick sintió su piel erizarse y sus piernas aferrarse ahora a las caderas de Jason quien se movió de nuevo contra él, sin ánimo alguno de soltar sus labios a los que se prendió con fuerza hasta que ambos terminaron jadeando, mirándose en silencio antes de que Dick reaccionara de vuelta, empujándolo al fin y saliendo casi corriendo del baño.

-Hey, Inglaterra, ¿caíste en el agujero de Alicia o qué?

Casi brincó al escuchar la voz de Rachel al dar vuelta en el pasillo, tragando saliva y terminando de acomodarse sus ropas descompuestas por las manos de Jason.

-Lo siento.

-Estabas orinando, aunque mi tía Petunia se tarda menos que tú. ¿O los caballeros ingleses se toman su tiempo para sacudírsela?

-Rachel...

-Anda, repartirán pastel y quiero.

-¿Víctor te mando a buscarme?

-No, yo lo hice porque primero le darán al equipo de gimnasia, busco tu influencia para ser beneficiada con una enorme rebanada.

-Bueno, creo que puedo hacer algo al respecto -sonrió Dick.

-¿Estás bien, Inglaterra? Pareciera que tuviste una batalla por el universo en ese baño.

-Perfecto, no pasa nada. Anda, vamos por tu rebanada de pastel.

-Excelente.

Agradeció que todos estuvieran bailando, distraídos y que el ambiente no hiciera notorio el temblor en su cuerpo que el enfrentamiento con Jason le había dejado. Era algo que todavía, o, mejor dicho, mantenía sepultado en lo profundo de su ser y que aquel idiota se las había arreglado para descubrirlo sin que aún tuviera idea de cómo lo había logrado. Prefirió concentrarse en seguir bailando con todos ellos juntos incluyendo a Corine de quien ya no se despegó, manteniendo su vista en ella o en sus amigos para no cometer alguna indiscreción. Aunque hubiera querido estar más tiempo, la competencia había drenado sus energías, ya era de madrugada cuando dimitió en la fiesta y le pidió un aventón a Víctor para volver a casa. Como buen grupo de amigos, los demás le acompañaron, decidiendo ya irse con él. Luego de las necesarias despedidas, se marcharon, emocionados de ver donde vivía Dick quien solo negó sonriendo.

-Gracias por traerme.

-Tenemos que cuidar al nuevo miembro del equipo de gimnasia.

-¿Los veré pasado mañana?

-Cuenta con ello -sonrió Víctor- Descansa, Dick. Y felicidades, merecías ese lugar.

-Gracias, Vi, nos vemos entonces.

-No caigas en agujeros de conejo, Inglaterra.

-También te quiero, Rachel.

-¡Felicidades! Y buenas noches.

-Hasta luego, Gar.

-Estaremos en contacto -Corine le guiñó un ojo.

-Tenlo por seguro, linda. Que sueñes conmigo.

-¡UUUHHHHH! -aulló Gar.

Dick entró al edificio, con un suspiro, riendo todavía ante las ocurrencias de Gar mientras el elevador subía a su piso y entraba en silencio. Todo estaba ya a oscuras, encontrando una nota que tenía la letra de Damian felicitándolo igual que unas palabras de Bruce. Sonriendo al ver ese detalle en su puerta le hizo sonreír de oreja a oreja, tumbándose en la cama sin querer pensar en nada. Ya estaba casi durmiendo cuando salió del baño en pijama, metiéndose bajo las cobijas para dormir a pierna suelta porque ese nuevo día era libre para él por la competencia. Unos sueños intranquilos que se combinaron entre la gimnasia y un muchacho con mechón blanco en la frente que se interponía con sus ejercicios. Dick no despertó hasta que un peso cayó sobre su espalda, haciendo que se quejara, girándose para atrapar a Damian antes de que se escabullera, haciéndole cosquillas hasta que el niño le amenazó con acusarlo con su padre si no se detenía.

-Flojo, ya ha amanecido.

-Me han dado este día.

-Alfred me mostró el video, lo hiciste bien.

-¿Sólo bien?

Damian sonrió a medias. -Okay, tal vez un poco mejor. Pero ya debes levantarte, Alfred te hizo un super desayuno y padre está esperándote.

-¿No se ha ido?

-Quiso estar contigo.

-Bien, me levantaré... pero antes...

-¡AAAAHHH JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA! ¡NOOOOOOJOJOJOJOJOJOJO! ¡COSQUIJIJIJILLAJAJAJAS NOJOJOJOJOJO!

Desayunó con su familia entre felicitaciones, bromas y abrazos que pusieron una eterna sonrisa en su rostro. Damian ya había editado un video de sus rutinas como solía hacerlo con sus competencias allá en Sussex, dándole el disco para que lo viera antes de irse a la escuela. Tumbado en el sofá con la laptop en sus piernas y un pastelito que Alfred le había hecho, se quedó viendo su video. Sus ojos notaron entre el público enfocado atrás a Jason, dándose cuenta de que siempre había estado siguiendo sus rotaciones, mirándole de una manera que hizo a Dick gruñir, quitando el video primero para luego cerrar la laptop.

-¿Sucede algo, Señorito Richard?

-No... no, Alfred. Todo está bien.

-El Amo Bruce ha ordenado que hoy se coma lo que usted quiera.

-¿Y si es hamburguesas con papas y pizza?

-Me alegrará mucho no cocinar.

-Aw, Alfred. Dicho está, yo las pediré, me siento algo inútil sin hacer mucho aquí.

-Fue una competencia dura ayer.

-Sí, interesante. Hay buenos gimnastas aquí en Metrópolis, no digo que no era posible, solo que tienen buen nivel.

-Parece que Metrópolis tiene muchas sorpresas.

-Y que lo digas, Alfred.

Recogió a Damian en el colegio, ambos no perdiendo tiempo en ir a casa cuando el pequeño supo que habría hamburguesas y pizza de comida. Bruce no tardó en llegar, cosa que sorprendió a Dick porque sabía que estaba muy ocupado con los nuevos casos que ahora la firma le había dado además de las representaciones. Se llevó una genuina sorpresa al recibir de manos de su padre una colección de boletos de metro antiguos que sabía le gustaban. Hacía tiempo que no recibía un obsequio así de Bruce, un signo sin duda de que estaban mejorando las cosas. Con una nueva felicitación seguida de un abrazo grupal, comieron entre bromas y risas en una tarde familiar que le dejó un agradable sabor de boca. Su padre tenía que regresar, Damian tenía tareas que vigiló hiciera en el comedor con Alfred ayudándoles.

-Iremos a comprar cosas para mi taller -dijo Damian cuando terminaron- ¿Quieres venir con nosotros?

-Creo que pasaré, campeón.

-Bueno.

-Puedes traerme alguna golosina.

-Se supone que no comas tanto así.

-Se supone que tengo un metabolismo acelerado.

-Hm, está bien.

-Cuida bien de Alfred.

-Lo haré.

Una vez a solas, revisó de nuevo sus rutinas, distrayéndose por ver ese entrometido de Jason en los videos, haciendo que gruñera para sí mismo. Negó, tallándose su rostro al recordar más vívidamente ese beso en el baño. ¿Por qué no le pateó el trasero como se lo merecía? ¿Y por qué casi le corresponde el gesto? A ambas preguntas tenía igualmente dos respuestas que ni siquiera quiso pensar, buscando su celular para enviar unos mensajes a Corine, prefiriendo distraerse con ella hasta que su mente se olvidara de aquellas manos recorriendo posesivas su cuerpo, apretando su trasero con un... Dick gruñó con fuerza, sacudiendo su cabeza, esperando por la respuesta de la chica que tardó un poco. Luego de una pequeña charla le invitó a salir el fin de semana, contándole de su hazaña a Víctor quien le felicitó haciéndole burla después. El teléfono de la casa sonó, extrañándole porque siempre era para su padre y sabiendo que estaba en la firma pareció raro que alguien le llamara. Se levantó de su cama, casi corriendo para responder.

-Residencia Wayne.

-Hola, lindo.

Dick abrió sus ojos de par en par, mirando el auricular como si fuese una pieza extraterrestre, tragando un poco de saliva antes de volver a pegarlo a su oreja.

-¿Qué... quién infiernos te dio este número? Es privado, ¿sabes?

-No tanto cuando eres hijo del famoso abogado Wayne.

-¿Qué quieres?

-Vamos, no es manera de saludar a alguien con quien te has besado en un baño de casa ajena.

-Cállate, eso fue forzado.

-Tus gemidos me dijeron lo contrario.

-¿Qué es lo que quieres, Todd? -Dick rechinó sus dientes, sintiendo su rostro hervir.

-Vaya, vaya, ahora te indignas. Bien, quiero que nos veamos.

-¿Estás loco?

-No, en el puerto este de la ciudad, donde hay un bazar. Seguro has oído de él.

-¿Cuándo?

-El fin de semana.

-No puedo.

-O bien puedo comenzar a contar en la universidad cómo es que nos besamos en la fiesta de celebración de los Titanes de Metrópolis.

Dick tomó aire, su mano libre en puño que tembló. -Eres despreciable.

-No tanto como quien oculta lo que es.

-¡Yo no oculto nada!

-Te veré ahí al mediodía. Soy poco paciente, así que no me hagas esperar.

Dick cerró sus ojos al escuchar el clic de la llamada que terminó, dejando el auricular que deseó azotar, prefiriendo dar de patadas en el aire con un grito de frustración. Tenía una salida clara, que era dejar plantado a ese mentecato, el problema radicaba en que lo expondría y... Dick no estaba listo para ello. Tenía aun problemas con ello, ni siquiera estaba seguro de que realmente fuese así. No estaba seguro de nada en ese aspecto de su vida. Lo que sí tenía por seguro era que no deseaba darle problemas a su padre con eso, porque algo le decía que el escándalo que Jason Todd pudiera armar bien podría afectar a su familia y no se podía imaginar a Damian siendo molestado por ello, cuando ya habían superado eso de las peleas de su pequeño hermano en el colegio. Maldijo en todos los idiomas que hubiera aprendido al insolente aquel, volviendo a su recámara a donde fue a rumiar su coraje y frustración antes de que volvieran Alfred y Damian. Para cuando ellos regresaran ya estaba como antes, sonriente y bromista, olvidando que tenía un asunto grave en manos.

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