22, No me haces caso.
XXII
No me haces caso.
|Can't pretend|
Arabella lo vio marcharse. Aunque confiaba en su novio, como nunca antes, su plan le hacía mucho ruido. Trató de calmarse, y se dedicó a pensar que todo iba a estar bien. Ella también podía hacer estupideces, y nada de eso la mató, con Hisirdoux podía pasar igual.
Cuando buscó relajarse, dispersar la cabeza del pésimo plan que se trataba básicamente de distraerá a la Orden Arcana con una Nari falsa, mientras Clara iba por Jim, algo se lo impidió.
Era magia. Por un momento creyó que se trataba de Clara. Pues al dejar de usar la vara de sombras (esta se rompió al encerrar a Morgana en el reino de las sombras) comenzó a hacer magia como toda una bruja. Usando sus manos, la energía interna, y el poder de deseo. Hisirdoux le había enseñado bien el truco para hacerlo.
Clara le había comentado que el mago le dijo algunas palabras bastante reconfortantes para intentarlo, y que la incluía a ella.
—Obvio, me enseñó la técnica —le dijo Clara—, pero también mencionó grandes brujas no necesitan elementos para hacer magia asombrosa.
—Seguro se refería a Petunia —dijo Arabella, por completo desentendida—. Ella, ufff, sí que sabe hacer magia grande
—No, él hablaba de ti —dijo Clara, y sonrió—. Una bruja capaz de manifestar magia poderosa y hermosa, sin que nada se lo impida.
—¿Él no menciono que puede ser un problema? —preguntó Arabella.
—Si, pero también que te saca de problemas —respondió Clara—. Crea posibilidades, no es un camino fácil, es uno donde hay que dar un poco más de lo que se espera.
Arabella, quien no era de ver de esa manera hacer magia, llevó la vista a Hisirdoux que hablaba con Merlín. Sonrió, y luego lo volvió a hacer tras pensar en la conversación con Clara. De igual manera, lo que sentía en este momento, se alejaba de lo que hacia la pequeña bruja.
Era algo tan puro, como si fuera el sitio en donde todo lo oscuro nacía, y se esparcía manchando cada persona capaz de manipular las sombras.
—Nari —llamó Arabella.
La semidiosa se acercó a ella, con esa sonrisa amable. Estando cerca, la tomó de la mano, y amplio aún más la mueca. Arabella sabia que no era una niña, solo era su aspecto, porque estaba segura que ella fue parte de volver demente a Morgana. Algo le hacia querer protegerla de todo lo malo, y que nunca se aparte de su lado.
¿Era su lado maternal y protector vibrando enloquecido? Estaba segura que sí. Surgió con Clara (aunque este se creó muchos siglos atrás) y parecía intensificarse con la pequeña semidiosa que requería de un cuidado absoluto.
Arabella supo, que debía resignarse a cuidar niños que no nacían de ella, y no estaba tan incomoda con la idea, no después de que esta se haya cocinado siglos atrás, cuando apenas tenía veinte años, y tomó la primera decisión arriesgada.
—El niño de cabeza anaranjada en realidad es un dios —murmuro Nari, y la trajo de vuelta a la realidad.
Arabella llevó la vista a Toby, y este se encogió de hombros frente a su mirada de reproche. Llevó a Nari a un lugar más apartado, donde estaba segura que los oídos de Blinky no llegarían.
—Necesito tu ayuda —murmuro.
Se agachó, y se vio reflejada en su mirada amarilla llena de una extraña inocencia.
—Dime —dijo Nari, y sonrió.
—Se trata de mi madre —dijo Arabella—. Ella, ¿Está viva?
Nari se apartó, y puso las manos en el suelo. Respiro hondo, iluminando apenas una porción de donde estaban paradas. Arabella asombrada por la magia de la pequeña semidiosa, tocó las raíces que se formaban de luz.
Cerró los ojos, y se dejó embargar por una magia con la cual creyó sentir una conexión que iba más allá de lo mágico. Cálida, familiar, como si fuera parte de ella, y ahora lo descubría.
—Si lo esta —murmuro Nari, con pena en su voz.
—Maldición —respondió Arabella—. ¿Sabes que tan animada esta? No me gustaría que este mas enojada que antes.
—No, ella esta triste —dijo Nari—. No, no quería estar aquí de vuelta.
—Muy bien, llévame con ella —dijo Arabella.
¿Era una mala idea? Estaba segura que sí, pero también estaba segura de que no podía seguir ocultándose de ella. Ni fingir que no tenían asuntos que resolver.
•
Clara se enfrentaba con la versión troll de Jim. Estaba haciendo todo lo posible para hacerlo reaccionar, de alguna forma, sin forzarlo, debía devolverlo a su lado.
—Por favor, dijiste que encontraríamos el modo de como salvarnos —dijo Clara, con voz trémula—. Te amo.
Se acercó a él, y trató de tocarlo, pero el gran troll, asustado, se apartó de inmediato. El suelo tembló, junto a él, y perdió por completo el control.
—Mi destino, es estar aquí —gruño, haciendo que Clara se fuera hacia atrás.
A espalda de ella, se abrió un portal, y cayó Arabella sobre la pequeña bruja. Las dos se vieron, y la rubia sonrió apenada por caer en el sitio equivocado.
—¿Qué haces aquí? —pregunto Clara.
—Es que le pedí a Nari que me trajera a ...
—A mi lado de vuelta —interrumpió alguien mas—. Mi hija, mi sucesora, dos aprendices juntas ...
—Si, porque no viste con quien mas me juntaba antes —exclamo Arabella—. Por un momento pensé que estabas mal de verdad, pero veo que la muerte te empeora.
—¿No puedes morirte de una vez? —exclamo Clara.
—Clara —la regaño Arabella —la regañó Arabella—. Solo yo puedo molestar a mi madre.
—Lamento decepcionarlas, pero la Orden tenía otros planes para mí.
Morgana se acercó a Arabella, tomándola por sorpresa. Tenerla tan cerca, con una extraña magia rodeándola, le causo escalofríos. Quería gritarle que ya no tenia miedo, pero estaba segura que la hechicera se daría cuenta que le estaba mintiendo.
La realidad, es que quería abrazarla, y rogarle porque volviera a ser la madre que alguna vez fue, y así decirle lo mucho que la necesitaba como la familia que dejó atrás, y la guía para como dar algunos pasos.
A punto de abrir la boca, ignorando el escenario a su alrededor, un portal se abrió a sus pies, y cayó en él con Clara a su lado. Llegaron a la planta baja de la torre de la Orden Arcana. Las dos se ocultaron, para así planear como ir a dar una mano a sus amigos.
Un fuerte estruendo hizo temblar todo, y Arabella perdió el poco equilibrio que le quedaba.
—¡Clara! —gritó asustada.
La pequeña bruja, no pudo evitar que cayera, y Arabella terminó en el suelo de abajo, justo al lado de Hisirdoux, quien no estaba en las mejores condiciones. Al verlo, temió lo peor. Se arrastro hasta quedar a su lado, y lo cubrió con sus brazos, creyendo que así lo podía proteger de lo que fuera. De que aquella magia oscura que viciaba el aire del salón, y las extrañas presencias a su alrededor.
—Doux, despierta —murmuro—. Vamos, chico malo, no nos podemos quedar aquí.
Oyó un leve quejido, y los pasos de alguien acercándose a ellos. No quería levantar la vista, y encontrarse con quien era él que emanaba la magia mas densa, pesada, que alguna vez sintió en su vida.
—Al fin nos volvemos a ver, princesa de Camelot —gruño aquel ser.
Arabella se obligó a verlo, no lo reconoció de inmediato.
—Aléjate de los niños —exclamo Merlín.
El hechicero saltó al frente, e hizo un campo protector mágico, que los separaba del caballero oscuro que les hablaba. Los ayudó a ponerse de pie, y Arabella sintió la mirada de reproche de Hisirdoux.
—¿Qué haces aquí? Te dije que debías quedarte allá, es peligroso —le le reprochó Hisirdoux—. Nunca haces caso.
—¿Que te sorprendes cariño? —exclamo Arabella—. Debía estar aquí, esta mi madre allá arriba, y tú, por pocos mueres ¿Qué parte de que tengas cuidado no entiendes?
—Ya cierren sus bocas, mocosos —exclamo Merlín—. Ya tendrán tiempo para jugar al matrimonio.
—Me preocupo —dijeron los dos al unisonó.
Merlín los observo por un instante, y sonrió feliz de que ellos estuvieran bien, que estuviera juntos pese a toda la historia que vio con tan solo tocar sus manos. Le alegraba saber, que pese al tiempo que los separó, y la cantidad de malos momentos que lo siguieron haciendo, al fin hayan encontrado una porción de presente para estar donde pertenecían.
Uno al lado del otro.
Ya no creía que Arabella fuera un peligro para Hisirdoux, ni que él perdía su tiempo tratando de seguir a su lado. Encontraba en ellos dos, lo que él alguna vez fue, antes de echar a perder lo que había formado antes de ser el gran hechicero que el mundo conocía.
—Me alegro que lo hagan, ambos merecen a alguien que los cuide, sin importar el riesgo de su estupidez —dijo Merlín.
—Eso es tan lindo como ofensivo —dijo Arabella, y sonrió—. Significa lo que creo que significa.
Arabella sonrió como si fuera una vez mas la princesa que esperaba horas y horas a que aceptaran una propuesta. Merlín la veía como si ella fuese todo lo bien que le hacía falta a Hisirdoux. No le hacía falta su aprobación para estar a su lado, pero una partecita suya se alegraba que así fuera.
—Que hermosa reunión familiar —dijo alguien más.
Y los cincos (incluidos White y Archie) llevaron la vista al frente. Era el caballero oscuro. Su armadura protegía su identidad, pero su magia les daba una idea de quien se trataba.
—Merlín, viejo amigo, ¿Ya no me reconoces?
Cuando se quitó el casco que protegía su rostro, los demás lo vieron tan sorprendidos como espantados.
—No puede ser —murmuro Arabella—. Es, es ...
—El rey Arturo —completo Hisirdoux.
—¿Qué ha hecho su majestad? —pregunto Merlín preocupado.
—Acepté que siempre estuve del lado equivocado —dijo Arturo—. Ellos me dieron una nueva oportunidad, me renovaron.
Arabella sintió su sangre hervir bajo su piel, y con eso la magia enloquecer a la par. Escucharlo le hacía doler, pues de todo lo malo que pudo haber presenciado ese día, el saber que el rey Arturo, quien siempre estuvo en contra de todo lo mágico, se haya pasado al lado enemigo con tanta facilidad, superaba lo demás.
—¡Eres un traidor! —grito Arabella, a punto de quebrarse en llanto—. Abandone la corona, la vida en el castillo, mis amigos, al amor de mi vida, solo porque tu me hiciste elegir. Y, y, y te dieron algo mas de poder, para ponerte en nuestra contra tan fácil.
Hizo una pausa, tratando de contener las lágrimas que quemaban sus ojos. Poco a poco se iban tiñendo de rosa, y lento se hacían rojos.
—Fui la cobarde que abandonó su pueblo, la traidora que dejo a su familia —murmuro—. Ya no más.
Las lágrimas comenzaron a correr de un color rosa, producto de la magia. Arabella no dudo ni un segundo más, y comenzó a lanzarle ataque tras ataque, sin importar que tan débil estuviera su poder. Se dejo llevar por la magia que nacía de la ira.
Corrió hacia él, con sus flechas brillantes, y lanzándosela a ciegas. No sentía en ningún momento que la energía se le drenara, o las grietas se abrieran aún más. El dolor de la traición, la tenía por completo anestesiada. Arturo la esquivó, y se acercó a ella a una velocidad que no le dio tiempo a nadie para esquivarla. De un solo golpe la alejó.
—¡Arabella! —exclamo Hisirdoux.
Hisirdoux quedó atrapado bajo Jim troll cuando quiso ir por la bruja.
Clara y Steve fueron congelados por la magia de uno de los semidioses. Skraell era el guardián de los vientos del norte. Un bromista que se divertía lastimando al resto.
—Hemos decidido cambiar el trato —dijo Bellrok.
Él y ella, pues eran dos en uno, eran el guardián de la llama, con el peor temperamento que cualquiera pudiera conocer.
—Denos a Nari, o ellos mueren —señalo, al troll.
Merlín vio como Jim troll, arrastraba a Hisirdoux por el suelo, y se acercaba peligroso a Arabella, quien estaba semi consciente.
—Esto, esto es mi culpa —murmuro Hisirdoux —. Lo siento.
—No se que clase de oscuridad los manipula, pero no dejare que los lastimen —exclamo, y alzo su báculo mágico—. No mientras yo respire.
El caos se desató, y Arabella fue absorbida por un portal. Al cruzarlo, todo a su alrededor se volvió frío y oscuro.
☆☆☆
Ni cerca del final, así hay más para disfrutar 💅🏻💅🏻💅🏻
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