EPÍLOGO:
Blanco, muy blanco...se supone que morí, ¿no?, ¿por qué no estoy en la azotea? Me encuentro de pie, vestida como siempre...ok, ¿qué se jodió ahora?
<<Oye, por aquí. >>
Kevin está sonriente usando una sudadera y jeans con zapatillas deportivas, igual que un adolescente normal.
Corro a abrazarlo y me recibe de brazos abiertos, presionándome contra él. Me despego solo un poco para probar sus labios, nos besamos y entonces recién caigo en la cuenta:
–Espera –me separo– ¿no se supone que tú estás vivo y yo no?, ¿estoy en tu mente acaso?–. Sonrío ilusionada y confundida a la vez.
Desvía la mirada con una sonrisa suave:
<<Pues...nop, sigue siendo la tuya. >>
Levanto una ceja:
–Kevin...¿qué pasó con mi deseo?
Sus ojos brillan felices:
<<Resulta que soy muy convincente, dije que la única forma en la que yo podría vivir sería si tú lo hacías, así que éste es el trato. –Se encoge de hombros– Todito igual...espero que duermas más por mí. >>Hace un guiño.
Le golpeo el pecho con el ceño fruncido:
–Eres un idiota, ¿cómo se te ocurre pasar por encima de mis decisiones así nada más?, yo...
Rueda los ojos y me besa de una manera tan...wow que me trago las palabras. Juntamos nuestras frentes y comienzo escuchar algunos murmullos de fondo.
<<Una cosa más...podré ser humano para ti por un día, cortesía de la Muerte, así que no desperdicies. >>
–Créeme que no lo haré.
Las voces y los sonidos se hacen más fuertes.
<<Oh, es momento de despertar, nos vemos. >>Me da un último beso antes de que sea llevada a la realidad.
¡Mi vieja conocida, la máquina bip-bip-bip! Estoy en el hospital con suero y vendaje, mi madre, mi padre, Ambar, incluso Anna está aquí. Kevin también forma parte del conjunto, muy sonriente.
–Les pido que no la agobien demasiado–. Ruega la enfermera.
Dicho esto Ann se me arroja haciéndome liberar un quejido.
– ¡Lo siento Ju, prometo nunca jamás en la vida enojarme contigo por ninguna razón en el mundo!–. Sus lágrimas son reconfortantes, mojadas, pero reconfortantes.
Cuando llegué a casa me lo explicaron todo, al parecer Daniel era un loco y obsesivo coleccionista de antigüedades que tenían que ver con asesinatos (eso fue lo más factible que encontraron). Robó el celular de Ann y me secuestró, llevándome a su refugio en una fábrica abandonada. Yo lo maté en defensa propia y alcancé a llamar al 911 antes de desmayarme (parte del deseo de Kevin supongo, nada de dar explicaciones).
No hablaron sobre el bibliotecario o mi compañero de clases, así que no debieron haberlo ligado a eso.
Ann no se me despegó por una semana, Kevin y yo nos la pasamos en grande en mis sueños (nada desmedido) y Ambar anunció que tendré un hermanito, no voy a mentir si digo que estoy muy feliz con la noticia, sí, soy una sentimental al fin y al cabo. Le contaré de mis aventuras cuando crezca y le enseñaré a ser tan gruñón como su hermana. Papá también está histérico, y mamá, y Ann, y Kevin, bueno. Creo que todos lo estamos.
Ahora nos encontramos en el cementerio con Ambar (la única a la que pude explicarle casi todo sin que quisiera internarme) rindiéndole tributo al señor bibliotecario (quien resultó llamarse Albert) y a Cristian. Luego de dejarles flores en sus tumbas y hacer un minuto de silencio, caminamos lentamente hacia la salida para volver a casa.
<< ¿Qué haremos ahora?>>Sonríe.
Le devuelvo la sonrisa más completa que le haya podido entregar y observo hacia la lejanía con mi cabello al viento, tan libre como debió haber sido siempre.
–Pues...adivinémoslo.
FIN
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