CAPÍTULO 28:

Es gracioso...juraría que alguien me llama, espera, está viéndome, ¿por qué me mira así?, ¿tengo monos en la cara?, se encuentra preocupado...es tan lindo con esa expresión, él es...ah ya recordé, Kevin...oh, ¡ya recuerdo!

– ¿Estás bien?–. Genial, sueno tan lamentable como me siento. Su gesto se suaviza al ver que reacciono, pero no me deja continuar.

<<Escucha, no creo que seas capaz de caminar en este estado y yo no puedo cargarte, así que voy a poseer tu cuerpo para que avances, pero tienes que darme permiso, ¿está bien?>> Me habla como a una niña de seis años a la que le van hacer algo no muy lindo pero necesario, como una vacuna o algo así. Después de unos segundos de confusión asiento, es lo único que puedo hacer.

Al darle el camino libre él ingresa, pero no de un salto como pensé que sería, lo hace lentamente, de forma delicada. Ahogo un suspiro de sorpresa, es muy claro, suave y tierno, igual a un abrazo. Obviamente tener a alguien más en mi cuerpo es incómodo, pero ni cerca de cómo lo imaginaba. Estoy plenamente despierta cuando me levanto y camino, solo que no soy la responsable.

<<Tranquila, seré cuidadoso. >>

No lo veo en ningún lado pero sé que está ahí. Poco a poco soy enviada al fondo de mis pensamientos para cederle el mando, pero antes de que ocurra decido responderle:

<<Confío en ti. >> Y es verdad.

El dolor no regresa hasta que tomo consciencia, me encuentro en casa, específicamente en mi habitación, acostada en la cama. Me incorporo y compruebo que mi hombro está en su lugar.

<<Lo coloqué para ti. >>Kevin está recostado al armario cruzado de brazos, viéndome desde la semi oscuridad de mi cuarto.

–Gracias–. Digo mientras lo muevo despacio para saber que todo está en orden.

<<Deberías darte una ducha y descansar...cualquier cosa te ayudaré. >>Y es sincero, nada del chico mente podrida (por suerte, porque no estoy para lidiar con eso).

–Humm, yo puedo, gracias.

Planeo pararme pero al hacerlo me tambaleo hacia un lado. Kevin me sostiene por hombros.

<<Bien, te ayudaré. >>Sonríe animosamente...es tan sólido, ¿cómo puede hacer eso?

– ¿Cómo puedes hacer eso?–. Pregunto ahora en voz alta.

Realiza una mueca mientras nos dirigimos al baño.

<<Digamos que desde que te conozco mis poderes han crecido un tanto, sumándole la práctica...>> Se corta de golpe como si hubiera confesado algo mortal.

– ¿Así que practicas hacerte físico?, ¿por qué?–. Solo tengo curiosidad, pero su reacción me sorprende. Las mejillas se le colorean levemente por un instante, pero disimula con una mal hecha sonrisa casual.

<<Solo quería saber hasta dónde podía llegar, por ahora mi mayor récord es de una hora si me concentro lo suficiente. >>

Entramos y me sienta en la tapa del inodoro para que descanse.

– ¿Cuándo practicas?

Me dedica una pícara sonrisa:

<<Te sorprendería lo que hago mientras duermes. >>

Ahora soy yo quien se sonroja, la buena noticia es que el viejo Kevin volvió, la mala es que no sé cómo lucharé con eso, lo que me hace más que feliz.

<<Ya vuelvo, voy a traerte ropa. >>

Entonces caigo en la cuenta, él...¿acaso quiere bañarme?, eso es...extraño, supongo. En definitiva es una situación desesperada, estoy hecha un asco, llena de heridas y mi hombro aún no recupera su movilidad. Sin mencionar que todos mis músculos son una pomada.

Aparece cargando mi toalla calipso y la ropa de dormir.

–Wow, te sabes mi guardarropa de memoria.

Rueda los ojos:

<<Vamos Rayito, que hasta el mío es más amplio que el tuyo. >>

Esa respuesta me hace reír, lo que provoca una puntada en mi espalda baja y un Kevin desesperado por atenderme sin parar de decir lo siento.

Se coloca en cuclillas a mi lado, me ve de arriba abajo con los labios apretados y sé lo que está pensando:

1) No puedo ni mantenerme de pie yo sola.

2) Tengo que bañarme.

3) Necesitaré la colaboración de alguien.

4) Y el único alguien en la casa es él.

5) Sí señor, será incómodo para ambos.

Creo que lo mejor sería que tratara de calmarlo, pero por cómo siento mis mejillas sé que no sonaré convincente.

–No te preocupes, tal vez pueda yo sola...

Finalmente le veo decidido:

<<Tonterías.>>

Iniciamos por la parte de abajo (la que requiere movimiento de espalda, lo cual ahora me resulta imposible. Además es la zona menos....arriesgada), me desabrocho los jeans y me aferro a la tapa mientras lucho por mantener las piernas elevadas para que él tire.

Indeciso coloca las manos a cada lado de mi cadera y comienza a bajarlo...agradezco al destino porque lleve puesta ropa interior decente y normal...pensar que estuve a punto de usar la blanca de lunares con moñita y todo...por favor (aunque es ropa interior, no se ve...a no ser en este u otros casos...bien, mejor me callo).

Está muy concentrado procurando de no tocar alguna herida, es más delicado que yo, y eso que se trata de mi cuerpo. Desde este ángulo veo a través del cuello abierto de su camisa la inserción de sus músculos y su fuerte clavícula, muy linda por cierto (ok, ¿una clavícula linda?, definitivamente necesito terapia).

Sus ojos se cruzan con los míos por un momento y creo que en ese instante ambos tragamos saliva.

<< ¿Voy bien?>> Sus labios se curvan levemente.

–Tú dime–. Sonrío el doble sin ocultar el rojo en mi cara.

Acaba de quitarme los pantalones e inspecciona mis piernas, las cuales además de sucias están raspadas, cortadas y golpeadas por doquier...no lucen bien.

Farfulla algo que no logro entender, supongo que va dirigido a los que me hicieron esto... si ve mi espalda será peor.

Ahora seguimos arriba (por suerte a ninguno de los dos se nos ocurrió bañarme sin ropa interior, no, no, no, es absolutamente innecesario), gimo cuando alzo ambos brazos, de hecho el izquierdo apenas si lo puedo poner a la altura de mi oreja, no mucho más.

Toma ambas mangas y trata de sacar la prenda sin que me duela, pero digamos que en mi actual estado...bueno, no puedo evitar soltar algún que otro quejido ocasional.

<<Lo siento. >>

–Kevin, deja de decirlo, me pones de mal humor...

Sé que está apunto de disculparse otra vez pero se muerde la lengua.

Cada vez que accidentalmente mi piel toca la suya me siento electrizada, sé que trata de impedirlo a toda costa porque le oigo lanzar un pesado suspiro de contención por lo bajo cuando sucede. Su reacción me hace sonreír mientras la tela de la playera cubre mi rostro.

Termina de desvestirme y ahora queda el baño. Abre el grifo y hasta que no está conforme con la temperatura no me lleva dentro. Pasa mi brazo sobre sus hombros con suma delicadeza y nos trasladamos, mi cuerpo se pega al suyo y me doy cuenta de que solo nos separa su camisa, es muy suave, sí, muy suave. Además el cabello de su nuca me hace cosquillas, lo que aumenta mi nerviosismo. Pero mejor no dar a entender nada, sip, inexpresiva

El agua me recibe con su cálida bienvenida, es tan bueno sentirla, elimina la mugre y el asqueroso vestigio espectral que continuaba en mi cuerpo.

Kevin toma la barra de jabón con gesto dubitativo:

<< ¿Puedo?>>Asiento y me doy la vuelta para que empiece por la espalda, la cual sinceramente creo, es la peor parte. Veo de reojo como aprieta los puños, supuse que se veía mal.

–Vamos, sé que está feo pero necesito con urgencia una enjabonada–. Me aferro con esfuerzo al toallero interior para no caer, aunque cada cierto intervalo mis piernas fallan.

Efectivamente comienza, doy un respingo por el dolor pero luego me relajo, lo pasa lentamente de un lado al otro, me gusta....y no, no importa si lo está haciendo el sexo opuesto.

<<Nunca en mi vida pensé que ayudaría a una chica a usar la ducha, es extraño. >>Suspira.

Ruedo los ojos, a medida que pasamos el rato la cosa ya no está tan tensa (es agotador ser pudorosa todo el tiempo).

–Beneficios de ser el compañero de una chica convaleciente del siglo XXI.

Ambos reímos, pero paulatinamente el silencio se apodera de nosotros, no es incómodo, no es nervioso, solo está allí como adorno.

Pasa las yemas de sus dedos enjabonados por mis heridas, examinando todas y cada una de ellas como si quisiera memorizarlas, y yo le dejo. Hace lo mismo con las del abdomen, las piernas y los brazos. Finalmente se va a mi cara, la cual está exactamente igual o peor que lo demás, sangre seca tapan los arañones de las ramas y creo tener un raspón en la mejilla derecha.

Es engorroso pasar un jabón por esa zona así que se enjabona las manos, sé que podría hacerlo yo pero...quiero que lo haga, siento curiosidad por saber si...si me recuerda.

Nuestros ojos se encuentran y a partir de ahí no se desvían más, esos condenados ojos de fruto seco, ¿por qué tienen que obsesionarme?, no voy a mentir si digo que la primera vez que los vi casi me da un vuelco al corazón..., tan brillantes y buenos.

Coloca una mano en mi mejilla y masajea en círculos suaves retirando cualquier cosa que no pertenezca allí, pero inconscientemente su movimiento lo va transformando en caricia, va con la otra y ocurre lo mismo. Cuando quiero darme cuenta está sosteniendo mi rostro con ambas manos, llenas de jabón. Veo algo escondido en sus ojos, y es exasperante que no lo libere...sé que quiere, pero lucha con todas sus fuerzas por lo contrario..., ¿por qué?

Se acerca más a mí y continúa tocando mi cara con precaución. Justo es ese momento mis piernas flaquean y para no caer instintivamente me aferro a sus hombros y él a mi cintura, estoy peligrosamente cerca de sus labios, solo un poco más y podría...mi pulso se acelera, poco a poco me aproximo más y coloco mi frente mojada con la suya, que está increíblemente seca porque el agua no le afecta. Nuestros ojos están en pleno contacto y puedo ver cómo sus pupilas se dilatan con interés...diablos.

<<Juliet...por favor. >>Gime cerrándolos, casi rogándome; no quiere hacerlo. Él no quiere que me acerque.

Todo vuelve al silencio (esta vez sí podría catalogarse como incómodo), y para colmo soy yo quien decide romperlo:

–Yo...ya terminamos–. Cierro el pase del agua y me ayuda a salir. Estoy algo molesta sí, pero confundida más que nada, ¿cómo en mi sano juicio podría hacer algo así?, ese es el problema, creo que lo perdí.

Decido que lo mejor es vestirme sola pues debo cambiarme de ropa interior, y no, ya no lo quiero aquí, ahora necesito repensar las cosas y punto.

Busco como loca, cuento una y otra vez y no lo creo..., ¡no hay ropa interior!, ni sostén ni calzones..., ¿cómo pudo olvidársele?, bueno, no es el fin del mundo, al menos no vio mis otros calzones, pero, ¿qué hago? Ok, me los pondré cuando salga, después de todo mi playera-pijama ésta vez se trata de una camiseta de papá de los Rolling Stone negra con el logo de la banda...que es una boca (qué, ¿tan desesperada por besar luzco?, por Dios, ¿qué pasa conmigo?). Lo importante es que cubre hasta más de la mitad del muslo. No pasará nada...supongo.

Luego de tres horas de pelea infernal entre los pinchazos de la espalda y mi brazo poco colaborador puedo ponérmela. Estoy húmeda lo que hace que mis curvas se marquen más, pero afortunadamente es muy grande como para notar que no tengo...eso.

Abro la puerta para descubrir que él estaba detrás, listo para funcionar como transportador personal.

Decido dejar que me ayude de nuevo, paso mi brazo por sus hombros para apoyarme, me siento verdaderamente cansada, tanto que casi caigo dormida de cara en la cama. Él me cubre, luego se inclina quedando a escasos centímetros de mi rostro, se lo piensa un momento, sube sus labios y deposita un beso en mi frente...o estoy seriamente mal, o de verdad cree que soy una escolar.

<< ¿Necesitas algo más?>>

Dudo un poco, pero en definitiva yo soy la delicada aquí, tiene la obligación de cumplir con mis caprichos:

– ¿Puedes quedarte aquí hasta que me duerma?, por favor...

<<Claro. >>Me observa un poco extrañado, normalmente compartimos cama, así que está de más pedirlo. Pero igual, necesitaba decírselo, deseo que se quede.

Le dejo su respectivo espacio y él se coloca a mi lado, apoyando el codo en la almohada para levantar la cabeza y así verme el rostro.

–Oye... ¿cuánto falta para que se vaya tu estado físico?

Tarda un poco en responder:

<<Puedo parar cuando quiera, pero se cortará como en media hora más, ¿por qué?>>

–Solo curiosidad..., ¿no te hace daño?

<<Pues bien, acabo algo cansado, pero nada grave. >>

Si soy honesta, amo que me abrace como aquella vez, tan sólido...no es lo mismo que percibirlo. Hablando en otros términos, hay una diferencia entre oler el pastel y poder comértelo...a pesar de que sea el mismo (mis ejemplos apestan, NOTA MENTAL: No poner ejemplos con comida).

Siento que tiene muchas dudas en su interior, pero no las comparte porque sabe que viene una historia larga detrás...como por ejemplo cómo rayos lo salvé.

<<Gracias por salvarme. >>Dice de repente como si hubiera leído mis pensamientos.

Desearía que se durmiera primero para poder tocarlo mientras dure el efecto, pero el agotamiento es inminente.

Apenas si logro murmurar un "no hay de qué" antes de rendirme.

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