CAPÍTULO 20:
Estoy en la cama pensando, pensándolo todo en realidad. ¿Por qué es tan confuso?, sueños, información incierta, preguntas sin responder. ¿Qué puedo hacer? Cada vez me veo más involucrada. Es como un pantano, das un paso y te entierras el doble. Necesito releer cada texto, recopilar cada sueño que tuvimos, meterlo en la licuadora que tengo por cerebro y ver que sale...a quién engaño, no sirvo como investigadora.
<<¿En qué piensas?>> Kevin está sentado en suelo al lado de mi cama, me ve con preocupación.
Lanzo un suspiro resignado:
–Nada...básicamente te estoy ayudando en nada–. Muevo la cabeza.
<<No digas eso, si no fuera por ti ni siquiera podría haber llegado a esto. >>
Le dedico una sonrisa desganada.
–Lo dice el chico que está atado a la adolescente más complicada de al menos toda la ciudad, si no me hubieses conocido tal vez estarías mejor.
Hace una pausa viendo a la pared.
<<Tienes razón, tal vez. >>
Retiro la mirada...lo sabía.
<<Pero no me interesa. >>
Vuelvo a depositar mis ojos en él, ese brillo cautivador que tienen me hace olvidar que está muerto, es extraño.
Voy a decir algo pero me calla.
<<Crees que por ser como eres arruinas la existencia de los demás, cuando no te das cuenta que para mí has sido lo contrario; tú no me arruinas la vida Juliet, me la das. >>Su persona entera desprende seguridad y calidez. Dejándome sin palabras.
–Eso...es lo más lindo que alguien me ha dicho–. Lanzo una risita tonta que puede superar la de Ann....doy pena. Quiero decirle algo bonito también, pero siento que no sea necesario, al menos no ahora.
Él sonríe y noto rubor en sus mejillas, lo que me hace sonreír también..., ¿qué rayos nos pasa?
<<Oye, mejor no más cursilerías por hoy, ¿te parece?>>
– ¿Cómo no decir cursilerías con un cuarto como este?, ¡tiene romanticismo impregnado en todas partes!–. Me río haciendo gesto amplio en toda la habitación.
<<A mí también me pareció extraño al principio, pero si te detienes a observar...ésta eres tú. >>
– ¿Cómo?
Suspira y observa el techo:
<<Claro. Eres seca, aburrida y triste. Incluso puedes llegar a ser extremista, como la pared del blanco y el negro. >>
Frunzo el ceño, ofendida.
–Gracias.
<<Pero...también puedes ser alegre, amable, graciosa, abierta y misteriosa como la otra pared, sinceramente es la que más me gusta. Con respecto a las flores...bueno, son bonitas, llenas de gracia y desprenden su polen, y así eres tú, de alguna manera sabes llegar a las personas. >>
Cuando termina siento las ganas irrefrenables de decir alguna basura romántica de la que seguramente me arrepentiré mañana, así que la sustituyo por la segunda opción.
Levanto una ceja con una media sonrisa:
–Oh, señorito Kevin, ¿más cursilerías?
Hecha su cabeza hacia atrás.
<< ¡Diablos!...algo me fumé esta mañana. >>
Ambos reímos, con el amortiguado bullicio de la ciudad durmiente como fondo.
Esperé a que se durmiera para poder revisar la libreta sin tener que inquietarlo. Leí la carta de nuevo y resalté los hechos más importantes, asociándolos con los sueños recientes:
-SOMNÍFERO A ALGUIEN (¿Kevin?)
-JEREMY-PARTIDO (¿terminó siendo su prometido?)
-LE DIÓ LA LLAVE Y ALGO PASÓ-¿¿¿VIOLACIÓN???
No puedo afirmar lo que vi del todo, lo único seguro es la carta, pero teniendo en cuenta que la nana no estaba bien mentalmente y que es un documento antiquísimo cuyas letras a penas se ven, tampoco lo es.
Un gemido me sobresalta, es Kevin moviéndose en sueños. Presto atención a su expresión, está furioso, me apresuro a despertarlo pero entonces escucho lo que dice:
<<Jeremy...>>Murmura entre dientes de forma casi inaudible.
Me acerco a su rostro para escuchar mejor.
– ¿Qué pasa, Kevin?, dime que pasa–. Le susurro. Al escucharme su rostro cambia a la angustia.
<<Juliet, no...>>
Intento calmarlo:
–Estoy bien, estoy aquí, ¿sí?
<<No...no te mueras.>>Está muy tenso y veo la tristeza en él. Mi corazón se contrae con culpa, debería despertarlo.
–No me iré, no te dejaré solo ¿ok?, lo prometo...tranquilízate–. Lo arrullo lo mejor que puedo, nunca fui muy maternal pero tengo la necesidad de calmarlo, no soporto verlo así.
Eso parece surtir efecto en él porque retorna al silencio.
Lanzo un suspiro y sonrío para mí.
–Dijimos que no más cursilerías, creo que esto no va a funcionar...
Despierto con una cara peluda y babosa sobre mi rostro que me da los buenos días con un húmedo beso al estilo Henry-el-perro-vaca.
–Increíblemente te extrañé, vaca tonta –. Le acaricio el lomo mientras trato de incorporarme.
El perro ladra y salta feliz de que por fin acepte su maldito pero tierno cariño.
<<Buenos días Rayito dormilón, son las nueve menos cuarto de la mañana en esta hermosa ciudad y un delicioso cereal te espera en la alacena. >>Kevin me sonríe como siempre lo hace y se retira para que pueda vestirme.
Papá está sentado en el desayunador devorando unas tostadas con mermelada natural que Ambar misma preparó.
Le saludo y pregunto por ella, resulta que se fue a dar clases de pintura en su taller. Luego de comer papá me invita a Los Cocos de Chanel, lo cual acepto porque me levanté con increíble buen humor...anda a saber por qué.
Estacionamos en frente, los edificios durante el día se tornan más serios sin las luces de neón, pero este antro (con el cual me estoy encariñando, sí, esto es un problema, me da miedo empezar a querer a Jenny) parece mantener su onda a pesar de todo.
Joe está en su silla vistiendo igual que cuando lo conocí .Voy a saludarlo.
–Señorita Juliet, reconocería esos pasos dónde fuese, ¿cómo estás?–. Me toma de las manos y las mece suavemente.
–Muy bien, Joe, ¿y tú?
–Excelente, gracias por preguntar.
Papá hace su extraño movimiento juvenil a modo de saludo que aún no puedo seguir y entra como si fuese su casa.
Joe va a seguirlo pero lo retengo.
<< ¿Qué haces?>> Kevin no entiende nada, pero ya tengo todo mi mini plan ejecutándose.
<<Busco respuestas. >>
–Disculpa Joe, me gustaría hablar contigo de un asunto en particular, ¿podemos?
Hace una pausa por la petición repentina pero luego asiente.
–Claro, claro que sí–. Sonríe e ingresa al edificio haciendo ademanes para que lo siga. Nos sentamos en una mesa un tanto apartada, uno frente al otro. Kevin ocupa la que está entre nosotros, no es necesario que lo haga pero quiere estar cerca para tratar de captar algo.
Joe se acomoda lentamente sin apuro alguno, levanta la mano y le pide al mozo un vaso con agua, tengo la sensación de que esto va a ser un poco largo, así que me enderezo y acepto la invitación de la bebida.
<< ¿Me dirás en algún momento qué es lo que pasa o tendré que suponer?>> Se está impacientando.
<<Averígualo. >>Le dedico una sonrisa traviesa.
Joe abre la boca para preguntar lo que yo ya sé que va a decir:
– ¿De qué quieres hablar?
Bien, sabía que iba a pasar...rayos, ¿a qué clase de investigador se le ocurre indagar con la primer persona vieja que encuentra?, a mí, solamente a mí.
–Bueno–me rasco la barbilla–dime Joe, si no es mucha molestia..., ¿cuántos años tienes?
Él no me está viendo pero esa sonrisa va para mí:
–Noventa y cinco señorita, muy bien cumplidos–. Menciona orgulloso, no puedo evitar sorprenderme por su longevidad, wow... ¡cinco años más y llegará al siglo!
–Y... ¿Eres de aquí?
Asiente con una leve curvatura, se nota que tiene un alto sentido del origen.
–Nacido y criado..., ¿por qué lo preguntas si se puede saber?
Lanzo un suspiro imperceptible, claro...era obvio que tendría que darle una razón. Mi mente se despliega en únicamente dos opciones:
A) "Oh..., ¿recuerdas que cuando vine pensaste que traía pareja? Bueno, es un chico muerto llamado Kevin, en realidad yo le puse ese nombre, pero no importa...indagamos sobre él y su muerte para entender por qué estamos conectados. Lo que hemos obtenido hasta ahora son algunos documentos de 1850, tal vez puedas brindarnos un poco de información".
B) "Simplemente me gusta la historia y estoy haciendo un reportaje para el periódico escolar... antes de que comiencen las clases".
Decido efectuar una idea C, que consiste en una mezcla improvisada de las otras dos.
–Es que tengo un amigo al que le encanta la historia y esas cosas, le prometí reunir información para él mientras está...de vacaciones.
Afortunadamente logro convencer a este buen hombre, siento pena de mentirle así para obtener lo que quiero, pero es lo mejor que tengo por el momento.
–Ya veo...veré que puedo contarte. –se queda pensativo un buen rato y toma un sorbo de su vaso (el cual el mozo trajo recientemente). No despego mi vista de él hasta que decide hablar–Mi abuela me dijo una vez que cuando ella había nacido, su madre trabajó muy duro para mantenerlas a flote, tú sabes lo que ocurría en ese entonces con la esclavitud–realiza ademanes suaves y niega con la cabeza–nada fácil, la pobre trabajaba para una familia muy avara que no le daba ni de comer. Incluso la abuela estuvo a punto de morir de hambre siendo tan solo una bebé. Pero mi bisabuela conoció a una mujer, María, creo...la nodriza de la familia de al lado.
Mi corazón pega un salto por la sorpresa, rememoro a la nana y el documento del psiquiátrico, María, María Antúnez.
–Y..., ¿sabes cómo se llamaba esa familia?
Él arruga la nariz hurgando en su memoria.
–Si mal no recuerdo, creo que eran algo así como Dinawork o Denwork.
– ¡Dankworth!– Kevin y yo saltamos de nuestros asientos simultáneamente sin doblegar ni un poquito la emoción.
El pobre Joe casi se cae del susto:
–Exacto–acomoda su boina y se re-posiciona como quien está acompañando a un conductor primerizo y fanático de la velocidad...sí, creo que lo asustamos, bueno, yo lo asusté– ¿Los conoces?
Sacudo las manos para quitarle importancia (y que soy tonta porque no puede verme):
–Solo he oído hablar de ellos, ¿puedes continuar, por favor?–. Tomo un poco de mi vaso.
Hace una pausa para retomar la narración:
–Esta señora tenía un corazón muy grande, todos los días le daba comida, le regaló ropa vieja y mantas para pasar la noche...al fin y al cabo que se hicieron buenas amigas...casi inseparables.
– ¿Y qué pasó?–. Pregunto ansiosa.
–Fue horrible...un día la chica que cuidaba murió, estaba destrozada. No comía ni dormía, incluso quedó peor que los padres de la joven. Mi bisabuela sabía lo que había pasado y trató de apoyarla, pero no sirvió...la pobre mujer se volvió loca, decía que su ahijada no había muerto, que seguía allí con ella y que la veía vagar por la casa. Estuvo así un par de días hasta que se la llevaron al manicomio. La bisabuela nunca la olvidó. Mi abuela también la tuvo muy presente porque su madre siempre le decía: "Hija, come de esta comida, cúbrete con esta manta, vístete con ésta ropa, que María es Santa y debes pedir por ella.", eso lo repitió hasta la muerte.
– ¿Sabes qué fue lo que ocurrió con su ahijada?–. Trago fuerte para desatar un nudo en mi garganta.
–La abuela sabía la historia...pero nunca estuvo dispuesta a contármela, "¡Anda niño, que a los muertos no se los agobia con cosas del pasado!", decía.–Joe ríe al recordar, pero yo estoy cada vez más deseosa de saber la verdad–Pero...una vez escuché a mi madre hablar con ella sobre eso, solo una vez, cuando me escondí detrás de la pared...todo ese asunto de la segregación estaba muy complicado en ese tiempo...y creo que fue por eso que surgió. Nunca lo olvidaré porque como niño que era, escuchar esas cosas marcan...
–Mamá...usted sabe que debe andar con cuidado–observa hacia ambos lados, preocupada–la secta está muy activa últimamente.
– ¡Bah!, con gente como la Santa María esto no pasaría, ¡y mira como terminó!–. Bufa molesta mientras golpea la mesa.
–Ya madre, María estaba loca.
– ¡No digas eso!, ¡con su ahijada penetrada y muerta cualquiera se pone así!–. Espeta.
Ella cierra los ojos resignada:
–Escuche...mamá, usted me ha contado esto para que adore a Santa María, pero no creo que fuese tan buena gente, mire lo que le hizo a la pobre muchacha...
– ¡Santa María me dio la vida después de mi madre y también te la dio a ti!–le señala con el dedo acusadoramente–era un ángel, deberías estar rezando por ella ahora.
Joe sacude la cabeza como para mover sus pensamientos, pero por su expresión no tiene nada más de aquello.
–Nunca escuché a mi abuela tan enojada...después de eso mi madre rezó por Santa María todas las noches. –hace una pausa y redirige su rostro aproximadamente donde están mis ojos–Yo de pequeño no entendía nada, pero uno cuando crece le ve los recovecos a la cueva–da una risa franca–y la verdad es que lo lamento por la joven.
Yo no sé qué decir, no quería que mis últimos sueños hubiesen sido reales, pero sin duda lo fueron. De repente tengo ganas de gritar, de llorar, siento ese ardor inconfundible de las lágrimas que se agrupan y pelean por derramarse. Joe, que a pesar de su edad tiene buen oído, comenta:
–Lo siento, señorita, no creí que éste tipo de cosas te afectaran.
Esas palabras bastan para que trague absolutamente cualquier cosa que pueda salir, no debe importarme, esa chica ya no está, se murió. Pero, ¿por qué creo que esto no es todo?, algo falta...algo grande, lo sé.
–No es nada, muchas gracias por todo, Joe.
Me levanto dispuesta a irme cuando un brazo me retiene, me doy vuelta y noto que se trata de Daniel...no quiero verlo, no hoy. Pero sé que de todos modos iba a querer hablar conmigo.
–Hola Joe, ¿te la puedo robar un momento?–. Sonríe como si me pidiese para bailar.
El mencionado sonríe con picardía:
–Por supuesto Dan, yo ya me iba...hasta luego señorita–. Realiza un saludo de mano y se aleja.
Me deshago de su agarre y le recrimino con la mirada:
– ¿Qué quieres?
–Hablar–su gesto denota tristeza, distinto al de Kevin, que parece querer hervirlo con los ojos– ¿podemos...ir detrás del escenario?–no le respondo aun–por favor–agrega.
Decido aceptar, a este tipo de problemas debes arrancarlos de raíz, y más cuando se trata de un chico que intentó besarte y tú no querías...yo, veré que puedo hacer (no soy una experta en este tipo de asuntos).
Me toma de la mano y me lleva hacia la parte trasera, donde están los instrumentos que piensan usar luego en la práctica. Un lugar con olor a polvo y madera, como en una tienda de música. Pero sumándole pequeños trozos de cuerda y tela por doquier que le dan cierto aire de abandono.
Nos sentamos en los tablones del escenario, él no ha soltado mi mano todavía lo cual es molesto, no sé qué quiere conmigo.
Está algo nervioso, me doy cuenta porque sus dedos martillean la superficie y sus pupilas están levemente dilatadas, genial...más incomodidad en el ambiente.
–Escucha Juliet...yo, yo no quise hacerte nada, es que–baja la cabeza y suspira como para liberar tensión–tú me gustas, ¿está bien?, me gustaste desde la primera vez que te vi. Deseo de estar a tu lado, quererte... No pretendo ser correspondido, pero no me pidas que te deje porque no podré con eso–se acerca un poco más a mí–cada vez que estás cerca mi cuerpo no responde, por favor, no me hagas esto, no me causes más dolor del que ya tengo.
–Yo...–trato de defenderme con palabras pero no soy capaz, nadie nunca me había dicho eso es...extraño, verdaderamente extraño. Siento como la vergüenza surge a través de mis pómulos...y para mejorar la situación se me arroja ágilmente y deposita un beso, solo un roce de labios que se mantuvo un poco más al final, lo justo como para evitar que reaccionara. Me provoca una confusión monumental; mi cerebro hace corto circuito como una caja vieja de fusibles, ¿qué acaba de pasar?, fue tan rápido... Él, ¿él me besó?..., ¡oh por Dios, lo hizo! Mis mejillas se encienden a más no poder con un calor pegajoso y lento, que horror. Cuando todo vuelve a la normalidad me enfoco en él nuevamente, está esperando una respuesta, supongo.
–Lo siento, Daniel pero...no, no sé qué decirte–. Tiene una boca suave y bonita, lo admito, pero no pienso siquiera mencionárselo.
Veo cierta desilusión en su rostro y algo de arrepentimiento, tarda un poco en contestar:
–Te entiendo, pero déjame seguir intentándolo, solo déjame ¿sí?
Aparto la vista hacia otro lado, ahora no solo estoy incómoda sino también comprometida, no puedo creerlo.
–Haz lo que quieras, pero ahora debo irme–. Le digo, es lo único que se me ocurre, sacar a mi yo grosera y autocomplaciente del armario para que me dé una mano con la situación.
Sonríe como si para él fuese un consuelo:
–Nos vemos luego–. Me despide con la mano sin siquiera dar un paso, al menos me permite esa libertad.
Cuando por fin salgo suelto el aire que tenía guardado desde que esta espantosa conversación-beso comenzó.
<< ¿Qué fue eso?>> Kevin está molesto, mucho diría yo.
– ¿Qué cosa?–. No entiendo a qué viene esa pregunta, más bien porqué le incumbe.
<< "¿Haz lo que quieras?", ¿en serio?, ¿piensas dejarlo hacer lo que se le dé la gana?, ¡es un imbécil!, ¡te besó!>>
Ruedo los ojos:
–Solo lo hizo una vez...
Ahora se pone peor:
<< ¿Solo una vez? Juliet Bronson, dime por favor que estás bromeando. >>
Me encojo de hombros, no sé por qué se pone así, tal vez le vino el período fantasmal o algo parecido.
–No pensó lo que hacía.
Abre los ojos enormemente y se coloca frente a mí:
<< ¡Esa no es una excusa!>>
Me impaciento:
– ¡Ya basta Kevin, no te metas!, esto es asunto mío...además, bien tengo derecho a ser amada–. No me importa eso último, pero igual tengo razón.
Él bufa:
<<Nadie te dice que no puedes serlo, pero...>>
– ¿Pero?...–. Ah no, tiene prohibido iniciar una oración y dejarla suspendida para que me pique la curiosidad, no señor.
Niega lentamente evitando verme en forma directa, cruzado de brazos como un niño caprichoso, solo que de complexión más adulta.
<<Ya, olvídalo. >>Corta con la conversación de un toque.
Espero pasmada a que me dé una respuesta, ¿qué rayos pasa con él?, ¿qué quiere?.. Mi enojo aumenta a medida que su silencio se acentúa.
– ¿Sabes qué?, ¡tú también haz lo que quieras!–. Ya me cansó, no estoy para soportar esos cambios de humor que tiene y mucho menos que me recrimine por lo que hice (cosa que ni siquiera fue culpa mía...creo).
Le lanzo una mirada de fastidio y busco a papá para decirle que me voy a casa. Él insiste en llevarme así que termino cediendo.
Durante el camino se atreve a preguntar:
–Oye, nena, ¿qué sucede?
Al parecer mi cabeza tiene un cartel de "Me siento pésima", no tengo derecho a hablarle mal a papá sin razón alguna, así que suavizo mi expresión.
–No es nada.
En eso salta el idiota de atrás:
<<Señor Fred, su hija tiene un serio problema mental al darle oportunidad a un tarado como Daniel, yo ser usted pondría cartas en el asunto. >>
Bien...bien, no voy a caer en eso. ¿Él quiere que yo reaccione?, pues no lo voy a hacer. No...no.
<<Ella no sabe lo que hace. >>
Sigo soportando...
<<Es demasiado vulnerable como para poner los puntos sobre las íes. >>
Está bien...¡¡USÓ LA MALDITA PALABRA CON V!! ¿Cómo?, ¿por qué?..., ¿qué clase de tipo es?
Respiro hondo y me giro hacia atrás fulminándolo con la mirada:
<<Escúchame bien porque solo lo diré una vez, eres un idiota egocéntrico con graves disturbios hormonales y no me importa lo que pienses de Daniel, resulta que me gustó, ¿quién sabe?, ¡quizá tengamos una relación!>>Termino gritando mentalmente.
– ¿Qué pasa?–. Papá está tan confundido cómo la situación misma.
Kevin me da una sonrisa presionada y estrecha los ojos, se acerca a escasos centímetros de mí sin cambiar su expresión:
<<Inténtalo, a ver cómo te va. >>Juro que puedo sentir su veneno siendo expulsado hacia mi cara, ¿quién se cree que es para retarme así?, maldito estúpido.
Suelto un gruñido de fastidio mientras me vuelvo hacia el frente.
–Juliet, nena, tú sabes que yo a tu edad usaba alguna que otra droga rara, pero no quiero que tú lo hagas, ¿me puedes decir qué ocurre?–. Está que no puede más de preocupación. Genial, ahora por culpa del muerto infantiloide mi padre cree que estoy en drogas, veamos cómo arreglo esto:
–Eh...nada papá, solo pensé que había olvidado algo en la parte trasera, pero no.
Él asiente feliz de haber obtenido respuesta.
<<Claro, me olvidaste a mí. >>Susurra de forma casi inaudible.
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