CAPÍTULO 17:

Salgo absolutamente maravillada con lo que mis ojos acaban de presenciar, es más, creo que hacía mucho tiempo que algo no me agradaba tanto.

Anna en cambio sigue un poco molesta por lo de Marcos, pero ya se le pasará.

No puedo creer que la pelusa de ombligo pudiese albergar tanta belleza, en serio, este niño es un prodigio del arte. Debo admitir que aun siento asco por su procedencia, pero al diablo con eso.

Volvemos a la cabaña sin mucho que hacer más que esperar a que la comida asiente. Hablamos de un par de cosas aquí y por allá, ella tiende su cama (algo tarde, por cierto) y luego se le ocurre una idea mientras estamos en el pequeño comedor.

–Ju, ¿vamos a tomar sol y ver chicos sin camiseta?–. Me observa con ambos codos apoyados soportando su cabeza.

Estrecho los ojos precavida:

–No, prefiero ver las camisetas.

Se deja caer sobre la mesa decepcionada, una vez allí imita el llanto de una niña:

– ¿Por qué eres tan cruel?–. Dice con voz ahogada por la superficie.

Curvo la boca hacia un lado, sarcástica:

–Oh, porque amo tu cara de sufrimiento cuando te niego algo.

Coloca ambas las dos manos a modo de súplica y comienza con su maniobra aplicable en situaciones de préstamo, como bien lo es el auto de su padre, o en peticiones desesperadas, lo resulta ser el caso.

Activando plan en tres...dos...uno:

– ¡Porfiiiiiiiiiiis!–. Chilla tanto que puedo sentir los alaridos de mis oídos.

Decido acceder para no acabar con daño cerebral irreversible, pero cuando dispongo a levantarme e ir a la puerta ella me toma por el brazo, volteo y noto su clásica sonrisa de idea, lo que me alarma.

–Bajo ningún motivo dejaré que mi amiga de gran físico me acompañe a la playa sin exponerse, ¡es un delito mundial y una barbarie a la estética!

<< ¡Estoy a favor!>>Grita Kevin alzando la mano en votación.

Los abraso con la mirada pero no los altera ni un poco...patético.

Ann se pone un bikini floreado muy colorido y se suelta el cabello, el cual lo tiene entero y por la cintura. Posee un andar extrovertido y tintineante que llama la atención de algunos muchachos que juegan al boleyball. A mí en cambio no me pudo arrancar la solera con la que me cubrí el cuerpo.

–Oh por Dios Ju, ¡pareces un taco andante envuelta en eso! ¿Cómo haces para estar siempre atada y cubierta?–. Inclina la cabeza con gesto gracioso mientras tira arena por los aires con ambos pies.

<<A mí no me molesta. >>Kevin camina a mi lado feliz y relajado...le ha hecho bien estar lejos de casa, pero es una lástima que no pueda disfrutar de estas cosas, aunque...tal vez lo haga a su manera.

Nos posicionamos a un par de metros de la costa y colocamos nuestras respectivas toallas. Le dejo un poco de espacio a él, da a entender con la mano que no es necesario pero insisto, entonces se sienta.

<<La familia de Ann es genial, extraña, pero muy unida. >>Observa las olas, como se rompen al llegar a la superficie para formar una espuma blanca y burbujeante. Lo hace con gesto pensativo<<Marcos me habló de su descendencia, dijo que su madre es mexicana y su nombre se debe a su abuelo...me pregunto por qué habrá sido el mío. >>

Me encojo de hombros:

–Para mí eres Kevin porque tienes cara de Kevin.

Se queda viéndome y sonríe:

<<Prometo guardarlo. De ahora en adelante me llamaré Kevin y si la gente me pregunta por qué, les diré que una chica linda me dijo que tengo cara de serlo.>>Su supuesta respuesta la pronunció con tono de chico malo que me provocó una leve y casi insignificante sonrisa de orgullo, se siente bien darle a alguien algo que atesorar.

Esto solo lo mencionaría bajo tortura nivel: 99, pero lo considero...un ser querido, alguien en quien confiar de cierta forma.

–Sí...–. Hablo para mí misma. Estamos un rato más, cada quien en su mundo hasta que la voz incomparable de Anna nos altera:

– ¡Daniel!–. Salta y mueve los brazos para indicar nuestra ubicación, él devuelve el saludo sonriente y junto a dos más camina hacia nosotras.

Si de mí dependiese ella estaría tragando arena en este instante, pero como el destino se ha enfrascado en hacerme infeliz con situaciones subnormales y normales-problemáticas, lo único que me queda por hacer es esperar el maldito golpe.

–Ann...–.Dice una vez se acerca lo suficiente, en seguida deposita sus ojos en mí y me doy el lujo de permanecer inmóvil unos instantes más de lo moralmente posible, pero tanto como para parecer una antisocial. Me levanto y le tiendo la mano, pero él lee mis movimientos y me estampa un beso en la mejilla antes de que reaccione, mi mano se queda estática, aunque retomo el control utilizándola tal cual está para presentarme a sus amigos.

<< ¿Ves?, se impone a tu voluntad, es un idiota. >>

Ellos dan nombres de esos que no se recuerdan, igualmente los repito para aparentar (ni que los vaya a llamar seguido).

–Así que lo de las vacaciones era cierto...–no deja de mirarme feliz e ilusionado, no sé de qué.

–Sí–. Le resto importancia, pero Ann, cuyo principal valor consiste en no dejar pasar conversaciones de cualquier índole, usa una táctica peligrosa que podría poner en juego la estima que le tengo:

–Como ya pasaron dos horas podemos ir a nadar–. Sonríe pícaramente.

Hago una mueca incómoda e intento sonar simple:

–Vayan ustedes chicos, yo...me quedaré aquí.

Daniel ríe incrédulo:

–Qué, ¿no vienes?

Cuando voy a inventar una excusa como la hidrofobia Anna salta igual que una pulga:

– ¡Ah no!, ella sí va a entrar. –sin previo aviso desata la cinta al cuello que sujeta mi solera y esta se desliza por mi piel, revelando el bikini.

– ¡Ann!–. Le grito mientras recojo la ropa apresuradamente, pero toma mi pinza para el cabello, soltándolo como animal salvaje.

Al tratar de detenerla me llevo las manos a la cabeza y olvido que en realidad debería cubrirme. Como no tengo cuatro miembros superiores y la situación se descontroló, permanezco con la cabeza en alto, tensa pero inamovible.

La muy tonta (a la que pienso asfixiar con la almohada mientras duerme) continúa riéndose; los chicos presentan sorpresa, Daniel me ve de arriba a abajo con los labios apretados en una sonrisa.

La mirada de los tres comienza a arruinar mi dura compostura, ellos lo notan y los otros dos comienzan a reírse.

–Quien lo diría–codea uno al otro–ella es una...

–Ya chicos, no la molesten–. Corta Daniel, está sonriendo pero veo una chispa de fastidio..., ¿qué le importa?, se supone que debo ser yo la enojada, más bien la enfurecida.

– ¡Vamos a nadar!–chilla Anna, los otros dos se abalanzan a su orden, pero Daniel solo da un par de pasos para acercarse. Veo sus músculos un tanto pronunciados, pero no demasiado como para ser gimnasta, solo buen físico. Resulta que su tez es tan pálida como la mía, bueno...no sé si tanto.

Sigo clavadita en la arena, expectante, imponente, da otro paso y ahora estamos casi enfrentados, él va y yo vengo. Se queda allí un momento y luego avanza, pero no sin antes susurrar en mi oído:

–A mí tampoco me gustan los trajes de baño.

Toma mi mano sin pensarlo dos veces y me lleva hacia el agua entre risas.

Simplemente corro, dejando un rastro de huellas irreconocibles en la cálida superficie hasta que el agua espumante me invade, recorre todos mis rincones sin preguntarme primero, agua salada. Formo parte de millones de litros de agua, solo porque se me ocurrió meterme.

Por ahora mis pies se encuentran apoyados en el suelo, bien. El mar me da por la barriga, hasta ahí es mi límite.

Ann aparece entonces como si nada hubiese pasado, pero decido darle donde más le duele, la única forma en la puede comprender mi fastidio: Ignorándola.

– ¡Por fin estás aquí!–. Sonríe de oreja a oreja.

Yo, nada. A ella ya le cambia el rostro, espera unos minutos.

– ¿Ju, qué pasa?

Sigo igual, en menos de cinco minutos está llorando mientras implora perdón.

–Lo siento. –gimotea– ¡Prometo nunca más destapar tu belleza natural, en recompensa haré lo que quieras!–. Lucha por soportar los ahogos del llanto.

Finalmente le dirijo la palabra:

–Eres una idiota.

Sustituye rápidamente las lágrimas por una risa infantil:

– ¡Sííí, me quiere otra vez!

Y me abraza...así de psicótica es mi amiga, ¿cómo no perdonarla? Se aleja al grupo de los amigos de Daniel, jugueteando con las olas.

Estoy viendo la actividad cuando un chorro de agua me golpea la cara. Me volteo instintivamente para quejarme cuando veo que es Daniel, con los brazos abiertos esperando el golpe. Para no quedar más extraña de lo que ya soy se lo devuelvo, suavizado.

Él pone cara de quien no recibió el regalo de cumpleaños que deseaba, pero me encojo de hombros:

–No soy la clase de chica que usa el agua como diversión.

Inclina la cabeza sonriente:

–Oh vamos, ¿solo un poco más fuerte?

Sonrío levemente y arremeto otra vez, ahora con más energía.

Cuando queremos acordar los cinco estamos enfrascados en una aguerrida batalla por la supervivencia acuática, es divertido, lo admito, pero es más lo que lamento no haber notado al chico de la orilla observándome, no enterarme de lo solo que se sentía....no haber hecho algo por él.

Salimos cuando el sol caía, exhaustos...cada quien se fue a su casa. Daniel prometió visitarnos al día siguiente y Anna, por supuesto, aceptó en mi lugar.

El resto del tiempo no pude hablarle a Kevin, no sé qué hacer; no dijo nada pero me doy cuenta de que necesita apoyo, hoy al parecer está muy nostálgico. Aunque lo oculte con una sonrisa cada vez que lo veo fugazmente, es obvio.

Cenamos el pollo que Emilia nos hizo llevar a nuestra cabaña y vamos a la cama.

El calor es sofocante, odio cuando ocurre pues debo dormir con poca ropa. Maldición.

Me pongo una playera sin mangas y mi ropa interior, luego voy por las sábanas, es agradable estar cubierta.

Ann insiste en que es un delito taparme con el calor que hace, pero a mí que, últimamente me he comportado como una extraña delincuente.

Una vez acostada veo hacia donde se encuentra Kevin, está en el suelo, recostado a la pared más alejada, en silencio y sin levantar la cabeza de sus rodillas...si no fuese por la dependencia que tiene conmigo de seguro estaría lejos. Se supone que no es mi problema, él fue el que se me pego aquel día y la verdad es que no ha sido el compañero ideal... aunque ahora que lo pienso yo tampoco lo soy, admito que definitivamente no me parezco a Teresa de Calcuta o a Mahatma Gandi, pero tal vez podría empezar por ser Juliet, la chica sensible y bondadosa estándar.

<<Ven>>El diálogo se abre sin mucha dificultad. A pesar de que estoy acostumbrándome, sigue siendo demasiado antinatural...por otro lado, prefiero esto a tener que arriesgarme a:

1) Recibir un palo por parte de Anna.

2) Que haya traído al tipo de las cuentas en la porta equipaje para exorcismos de emergencia.

3) ¿Por qué duermo con una psicópata?, no tengo remedio...

Levanta la cabeza confundido, más bien sorprendido por la interrupción. Un rayo de preocupación atraviesa mi rostro cuando noto la nubosidad negra a su alrededor...esto no está bien, así...así lucen la de los espectros. ¿Qué clase de cosas pueden haberle causado esto?

<<Que vengas>>Repito firme, Kevin parece un poco reacio pero termina accediendo cuando realizo gestos con la mano .Viene hacia mí con un andar pesado, luego finalmente se coloca a mi lado haciendo rechinar al viejo colchón de forma imperceptible

Sonrío de costado pero no reacciona, solo está allí quieto.

–Acuéstate–. Susurro en forma de orden, tras un suspiro suave lo hace y quedamos cara a cara, con pocos centímetros como frontera. No siento vergüenza alguna y ni me incomoda porque sé que necesita ayuda. Continúo observándolo para determinar qué es lo que reflejan sus ojos de caramelo, estos están clavados en los míos pero no sé si buscan algo, así que le introduzco una cuchara imaginaria por las órbitas y comienzo a revolver materia cerebral a ver que hallo.

Cierra los ojos y da una pequeña sonrisa cansada:

<< ¿Qué haces?>>

Los abre de nuevo esperando respuesta, pero no se la doy hasta un momento más tarde:

–Quiero ver que tienes–. Estrecho los ojos para apreciarlo aún más, pero aparta la mirada evasivo.

<<No es nada. >>

–Kevin, mírame.

Tuerce la boca y no lo hace.

Respiro profundamente para ordenar las ideas.

–Kevin, no permitiré que un amigo mío pase por un mal momento y no me lo diga, así que quiero que me veas, y hazlo porque si no retiraré el título que tanto te costó ganar–.Lo último lo agrego con cierto tono chistoso pero sin quitarle ni una pizca de seriedad.

Ya lo dije...me cae bien, no importa cuántas veces lo llame idiota o lo amenace....lo quiero de alguna manera que es difícil de entender, ¿como a Ann? No, no es así. ¿Como a un conocido?, es más que eso. ¿Como a un hermano?, es posible...ahora, ¿qué es?, no tengo idea...y me da miedo descubrirlo.

Ante esa palabra que podría definirse como "te tengo cariño" los ojos se le iluminan considerablemente y hasta veo que su boca presenta una imperfección catalogable como casi-sonrisa.

Su mirada se deposita en mí nuevamente, pero con tanta fuerza que mi firmeza flaquea por sí sola, siento como las mejillas se me encienden debido a su vehemencia, tengo que controlar esto, ¡se supone que debo ayudarlo, ser el respaldo!, ¿por qué no puedo hacer nada bien?, tonta, tonta, ¡tonta!

<<Yo...he estado raro, solo es eso. >>

Arqueo una ceja (y agradezco que no haya visto mi pequeña fuga emocional).

–Continúa.

Rueda los ojos:

<< ¿Qué quieres que te diga?, es que...–sé que quiere soltarlo, necesita librarse del peso. Si tan solo fuera algo más empática o madura podría aconsejarlo, pero mientras siga siendo una inútil lo único que queda es esperar a que hable–es...– sustituye las palabras por una sonrisa, completa esta vez–Muchas gracias, Rayito. >>

Abro los ojos con sorpresa:

– ¿Yo?, ¿por....?–. Me detengo por la mitad, anonadada otra vez por su forma de verme, tan cálida, silenciosamente activa y vivaz...muchas cosas al mismo tiempo.

Nos quedamos así por un rato más hasta que el cansancio comienza a vencernos, al menos a mí.

Kevin pone su mano en la almohada con gesto conciliador, el colmo que sea él quien me dé ideas de cómo ayudarlo, pero si eso lo hace feliz... Sabe que lo atravesaré, pero no parece importarle.

Alineo la mía perfectamente con la suya y la cierro como si la sostuviese, él hace lo mismo. Envueltas en la bruma fantasmal no se distinguen una de la otra, se funden en una extraña homogeneidad que impresiona. Si la retirara en este momento su brazo volvería a la normalidad, pero...no quiero hacerlo.

Estoy sentada en la nada, mirando a la nada y haciendo...nada (sí, muy productivo).

Es exactamente la misma sensación que antes de despertar en el hospital, pero ahora se asemeja a un lienzo sin usar, blanco, liso y compacto .Genial, ¿cuánto tiempo voy a estar aquí?, ¿a qué debo esperar ahora? Justo en ese momento mi compañero de cuarto hace acto de presencia y se sienta conmigo, aún más sonriente que antes:

<< ¡Hola, hola, corazón de melón!, ¿qué quieres hacer?>>

Abarco toda la nada con mis brazos mientras efectuó una pregunta retórica:

– ¿Qué crees que pueda hacer con esto?

Se encoje de hombros:

<<Haz lo que quieras, después de todo es tu subconsciente. >>

Bien, volvemos con este tema, espero que no se le ocurra dormirse.

–A ver, explícame esto del subconsciente–. Me cruzo de brazos.

<<Bueno...cuando sueñas es más fácil llegar a él, aquí estás tú, lo que aspiras, lo que deseas...>>

Al principio mientras digiero la información no ocurre nada, pero luego mis ojos se abren como platos ante la idea:

–Espera..., ¿quiere decir que....te deseo?–. Inclino la cabeza absolutamente confundida y sonrojada.

Su mirada también se amplía descomunalmente y veo como el rojizo sopor de la sorpresa se apodera de su rostro. Para alivianar el asunto sacude la cabeza rápidamente.

<<No, no..., yo solo soy un invitado. >> Lanza una risa nerviosa.

Ambos acabamos riendo por esta estupidez, enterrándola en el conveniente olvido espontáneo.

–Humm, nunca recuerdo haberte "Invitado".

<<Ya...entonces digamos que soy un colado. >>

–Ok, colado–hago una mueca–dime que hacer.

Sonríe con una chispa de diversión:

<<Solo cierra los ojos y piensa >>

Suelto un bufido por la desilusión, esperaba que...no sé..., ¿me diera un manual? Le dedico un instante más a este absurdo sitio vacío, y me pongo a trabajar. Después de todo no tengo nada mejor que hacer, es eso o comenzar una conversación y esperar a que se me ocurra despertar. ¿Por qué no puedo dormir solamente, como el resto? No, Juliet la inadaptada social que ve a los muertos no puede darse el lujo de ser normal en algún aspecto...claro que no, yo tengo que soñar con recuerdos de siglo XIX o entrar en algún recoveco de mi mente para hacer anda saber qué cosas. Si tan solo fuese una superdotada o algo por el estilo no sonaría tan raro. "¡Puedo doblar cucharas con la mente!", eso es genial, "¡puedo ser más rápida que una calculadora!", también lo es, ¡ah!, pero decir "¡veo gente muerta!" solo te hace más raro y marginado de lo que puedes parecer. A no ser que seas el chico de Sexto sentido, ahí como eres actor de Hollywood siempre te va bien.

Pero ese no es el punto, el punto es..., ¿cuál era?, ah sí, debo pensar en algo supongo, ¿en qué?...veamos....mmm...rayos. Yo no sirvo para esto, se supone que papá es el creativo de la familia (y eso que no un gran artista que digamos). Mamá también lo es, pero su trabajo no suele darle mucho tiempo para expresarse. En definitiva lo único que debo hacer es pensar y ya estoy en eso, así que está...no, maldita sea, por supuesto que no está. Si no invento algo pronto creerá que tengo una especie de retraso. Todo esto es una porquería, yo no elegí estar aquí, ¡ni siquiera quise estas vacaciones!, si fuera por mí hubiese ido a aquel lago otoñal que visité una vez con mis padres. Ese sitio era hermoso, sus cabañas de madera endurecidas por el frío, los frondosos y altos árboles antiguos que daban por la época un tinte anaranjado al cielo. El atardecer sí que era un espectáculo, el lago funcionaba como un gran espejo natural que también se tornaba rojo, parecía que iba a incendiarse en cualquier momento. Tal vez era por esa sensación de calidez en un día tan frío o los colores llamativos, pero me gustaba estar allí. Siempre me pregunté cómo luciría en verano, el lago tibio y trasparente, las copas verdes y el cielo azul serían combinaciones diferentes que le darían una vitalidad inigualable. Mis padres prometieron llevarme, pero ese mismo año se divorciaron y nunca más pusimos un pie en aquel lugar.

<<Ábrelos. >>Dice con nota de admiración.

Ahogo un suspiro de exaltación: ¡Estoy en el lago! La suave brisa recorre juguetonamente el extremo de mi cabello y trae con sigo una agradable fragancia a miel y polen, esencia campestre pero delicada. Las aves trinan lujuriosas por el calor del verano y vuelan de aquí para allá en pequeñas bandadas. Las copas de los árboles incluyen todo tipo de verdes que, como imaginé, rebozan de vida; éstas bailan graciosamente ante los dibujos invisibles que forma la corriente de aire en la ancha y perfecta banda azul que llega hasta el infinito. Pero lo más impactante es el agua, recopila todo lo del exterior y lo amplifica en belleza, difuminando los bordes y distorsionándolos con las leves ondulaciones en un bello mosaico.

<<Tienes talento. >>Está detrás de mí en cuclillas y con ambas manos sobre mis hombros, apreciando el lugar.

Continúo observando hasta que noto que verdaderamente puede tocarme, doy la vuelta sorprendida:

–Espera, espera, ¿ahora puedes tocarme?

Me da una sonrisa plagada de picardía y diversión.

<<Podría decir que en los sueños todo vale, ¿no?>>Sin cambiar ni un poco su mueca toma mi mano y comienza a llevarme camino al lago...oh no, ¿no querrá...? No.

Abro los ojos de par en par mientras lucho por no tropezar a la velocidad que vamos y tener una fractura ficticia.

Kevin lanza un grito de júbilo mientras se lanza por el pequeño muelle de madera.

– ¡No, Kevin, no!–. Grito justo antes de que el agua también me trague.

El ambiente acuoso y traslúcido es agradable. El fondo está a un metro de nuestros pies, allí algunos peces de agua dulce se mueven con gracia cerca de las piedras enverdecidas, tratando de evitar los tenues rayos del sol que los atraviesan como lanzas.

Levanto la cabeza y me encuentro con Kevin, quien todavía no ha soltado mi mano. Su cabello realiza leves movimientos de algas y sus ojos muestran el entusiasmo de cien niños en una dulcería, además las luces en el agua le dan un aspecto casi mágico a su persona. Me roba una sonrisa. Él me la devuelve y luego sube a la superficie lentamente dejando un rastro de burbujas tras de sí... ¿Cómo es posible que respire?, sacudo la cabeza con una mueca de resignación, en un sueño todo vale al fin y al cabo, ¿no?

Nado hacia arriba también, una vez encuentro el aire lo inspiro ruidosamente para volver a la normalidad. Él me espera unos metros más adelante, completamente estático.

– ¿Qué haces?–. Pregunto.

Me le acerco con curiosidad, está haciendo una mueca de placer mientras libera un suspiro de alivio. Incluso me dedica una miradita antes de responder:

<<Hago pis>>

Ya estoy demasiado cerca como para que su contenido urinario no me haya tocado, aun así nado horrorizada hacia el otro extremo con una mueca de horror.

– ¡Eres un cerdo, ¿a quién se le ocurre orinar en el sueño de una chica?!–. Grito mientras me alejo y ruego mentalmente por no haber tragado ni un poco de...eso.

Me detengo al escuchar una sonora carcajada que viene a mis espaldas, el ceño se me frunce de forma mecánica y mi enojado cerebro refunfuña por lo que acaba de suceder.

<< ¡No puedo creer lo inocente que puedes llegar a ser!...ya, ya, no puedo ser tan abusivo–se serena con gesto serio por un instante, pero nuevamente su risa estalla– ¡ah maldición, pero es divertido!>>

Me encuentro completamente molesta, está a punto de derramar el vaso.

<<Oh Rayito...creo que el Ju de Fru te queda perfecto con esa cara. >> Me señala.

Ah sí...¡¡SE ACABA DE DERRAMAR!!

Mi rostro erupciona en rojo vivo mientras braceo a toda prisa para embestirlo, ahogarlo o agregarle más agujeros de los que ya tiene, lo que ocurra primero.

– ¡La vas a pagar!

Al percibir mi amenaza solo levanta su brazo y hace un gesto de "ven" con los dedos aguantando una sonrisa tonta. Eso me da más ganas de querer golpearlo.

Cuando estoy por llegar para darle su merecido el muy idiota se sumerge y reaparece detrás.

Me giro apretando los dientes con frustración:

– ¡Quédate quieto para que te golpee!

Sonríe con sarcasmo.

<<Sí cariño, como tú desees. >>

Hace la misma maniobra y queda más lejos de mí esta vez. No pienso estar todo el día siguiéndolo, así que me zambullo y nado hacia él muy lentamente cosa de que no me note, voy hasta el fondo, gano impulso y lo agarro por la espalda con un grito de guerra.

Él lanza una exclamación de sorpresa al tiempo que intenta liberarse de la maraña en que me convertí. Pero entonces me toma las piernas, las cuales pasé por sus hombros con la intención de estrangularle, y se mueve hacia arriba y hacia abajo.

<<Me hubieras dicho si querías caballito. >>Está muy sonriente mientras ignora mi rostro furioso; no puedo evitar reírme, no sé si por la frustración de ser tan inútil en una pelea, o que a él se le ocurran soluciones tan infantiles como esta.

Mi semblante se torna inexpresivo, peligrosamente inexpresivo mientras dejo que me cargue con la intención de provocarle una desviación de columna (sí, soy muy mala).

– ¿Ya te he dicho que eres un idiota?–. Es uno de mis tantos insultos casuales que deberían provocar molestia en la gente, pero no parece importarle, es más, tiene el suficiente atrevimiento como para responder:

<<Mmmm, al menos unas tres veces. >>

Lanzo un bufido absolutamente impregnado en fastidio. Cruzo los brazos por su pecho y apoyo la cabeza en la coronilla de la suya. Debo admitir que tiene el cabello más suave de lo que esperaba.

Cuando pido que me baje lo hace obedientemente (por lo menos eso).Como ahora estamos en la orilla puedo posar los pies, lo que me da seguridad para cobrarle, al menos de forma suavizada, tanto la broma como el comentario. Le lanzo una gran cantidad de agua directo a la cara.

Sonrío triunfante al ver cómo se sacude para despejar sus ojos, pero inmediatamente hace lo mismo a modo de juego, yo se la devuelvo otra vez y seguimos así hasta que cae el sol, entre risas tontas y peleas casi olvidadas (aunque creo que la riña solo fue de mi parte) .

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