~¿Me obligaras a comer?~
Han pasado dos días exactos, pasa lo mismo en rutina, al amanecer tocan la puerta de la habitación, me despierto por el ruido, me acercó a la puerta y le digo lo mismo a la pobre mujer que recibe mis insultos "No voy a probar bocado proveniente de este maldito lugar", pero no se rinde, insiste en que debo comer, sin resultados positivos, se va sin que crucemos otras palabras más que esas, las mismas por estos dos días. Las frutas en el tazón amanecian frescas, como si el pasar de los días no le afectarán, el tazón estaba en el mismo lugar que el primer día, en el centro de la habitación sobre la mesa ratona de oro. Tenía la sospecha de que al caer dormida por el cansancio de llorar la mayoría del tiempo alguien entraba y las cambiaba, pero cierro las puertas con llave y encima las respaldo con los muebles.
Descarte la idea esa mañana, no podían entrar sin hacer ruido.
No podía negar que estaba débil, me sentía débil, mi cuerpo protesta por alimento cada que veía el tazón de frutas, mi tiempo se dividía entre llorar, dormir y ver el techo, paredes o por el balcón. El pueblo frente a mi no era ordinario, lo sabía, pero me negaba a creer que no fuera la tierra, tal vez en un lugar oculto.
Revise las puertas de la habitación, una daba al baño, un baño inmenso y glorioso, una tina de oro pulido donde caben mas de 2 personas, mayormente todo es de oro, pero la madera también predomina, un lavado con un espejo enmarcado, un estante de madera, no habían cortinas, supongo que no se necesitan, no hay mucho que pueda decir, un baño normal pero, extremadamente grande.
La segunda puerta es mas curiosa, es el closet, pero no uno corriente, es inmenso, como una habitación en anexo a la mía, vestidos diferentes pero igual de hermosos colgados con cierta distancia para verlos bien, joyería, calzado, accesorios para el peinado, todo era deslumbrante, vestidos largos, holgados, con corpiño, ajustados, cortos, casuales. Distintos estantes para ropa mas casual, como si supieran de mi llegada y cambiaran lo formal por rebelde. Jeans ajustados, rotos, pescadores casuales, panti medias, licras, shorts, camisones, poleras, blusas, y de igual forma con los zapatos, mi ropa interior guardada en otros estantes y cajones, lo mas extraño, es mi ropa, la que guardo en mi departamento.
Al verla entre en desesperación, esto no puede ser normal, Alan debe estar preocupado por mi, ¿Quien cuidara a Kai? Alan se olvida de ella y mi hermana le dará porquerías, Kai debe seguir una dieta, mi trabajo, mi familia, no e sabido mas de ese hombre, e soñado con el, cada vez que cierro los ojos lo primero que veo es su rostro, sus ojos profundos y enojados, su cara triangular, sus lindos labios, su belleza es extrema, tan delicada y peligrosa, a veces dudo que siga en la tierra.
Pero no es posible, sigue siendo tonto, un pensamiento incoherente, me e cambiado de ropa y me baño casi tres veces al día, trato de despejar mi mente, no quiero llorar mas pero me siento impotente, no me atrevo a abrir la puerta y salir de la habitación, no se que me espera fuera, al menos ya conozco cada rincón dentro.
Hundo la cara en la almohada, tengo que pensar en como salir de aquí, mis ojos vuelven a cristalizarse, sacudo la cabeza, ya llore suficiente, mis ojos están rojos, mi nariz rosada, a penas me libre de una hinchazón, si voy a salir debe ser con precaución, que nadie me vea, camuflarme entre los pilares y rincones.
- No has comido nada desde que te deje aquí - Esa voz masculina y enojada me eriza cada vello del cuerpo, ¿Como es que a entrado? Todo esta cerrado, hasta las cortinas y puertas que dan acceso al balcón, su esencia varonil y exquisita vuelve a hacer presencia en la habitación, siendo un deleite para mi.
Me levanto con rapidez y lo veo justo frente a la cama, lo primero que noto es un casco de oro con cornamenta, como si fuera el diablo o algo así, una armadura de el mismo material que se expandía en zonas especificas, lo demás era verde, una capa del mismo color profundo, el cabello azabache sobre sus hombros.
Lo que llamo mi atención, ademas de su vestimenta, el cetro que llevaba en la mano, parecía mas una lanza, con la puta filosa y curvada, pero en el medio de la curva, había un especie de gema, azul resplandeciente, muy llamativa.
- ¿Como has entrado? - Cuestiono cortante, sin importarme su enojo y la posible arma que lleva en su mano.
- ¿En serio creíste que no podría atravesar una cerradura y el juego de muebles? - Cuestiona con palpable diversión. Ladeo la cabeza para ver detrás de el, todo volvió a su lugar, la puerta no tenia nada encima, cada mueble estaba donde debía, hasta sospecho que ya no tenia seguro, vuelvo mi vista a el y me siento como india.
- Dios de el orgullo y el fastidio, ¿Que se te ofrece? - Cuestiono sin ganas, no quería verlo, necesitaba que se fuera, su presencia me daban ganas de llorar, quería irme. Aun así ignore el hecho de que mágicamente atravesó la puerta.
- Has rechazado cada alimento que se te a ofrecido desde que despertaste, no comes las frutas del tazón y en las mañanas te niegas a dejar entrar a las sirvientas, eres Midgardiana, tu cuerpo no resistirá mucho, lo único que tienes en el sistema es agua, tu cuerpo es débil, ni hablar de tu voluntad...
- No hables como si fueras una deidad - Lo interrumpo enojada - No hables de mi como si no fuéramos iguales, ¿Como lograste entrar? - Vuelvo a cuestionar, decidida a saberlo.
- No hagas preguntas tontas y tendrás respuestas, criatura - Se voltea, su capa verde ondea sobre su espalda con cada paso, mueve el cetro con elegancia, espero que se vaya pero no lo hace, solo se acerca a la mesa ratona, donde esta el tazón con fruta fresca.
- No es una pregunta tonta, quiero saber como ordenaste cada cosa y abriste la puerta sin hacer ruido - Bufo cerrando los ojos con fuerza, un mareo repentino, la cabeza me da vueltas.
- Solo lo hice - Responde frente a mi, me obligo a abrir los ojos para verlo, tiene dos manzanas en la mano, a una le da una mordida, con lentitud, la degusta, y yo quiero sacarle esos lindos dientes por comer frente a mi.
Mi estomago ruge, aparto la mirada pero a observo de reojo su sonrisa de burla. Aunque su atuendo impone respeto, como si fuera a la guerra, para mi es solo un bufón mas.
- Quiero irme a casa - Suspiro y ladeo para verlo, frunce el ceño, no le ha gustado lo que e pedido.
- No... - Deja la manzana en la cama y dispone a irse, pero rápidamente me levanto y sujeto el cetro, obligando a que se detenga, se voltea con palpado enojo, levantarme tan rápido me trae otro mareo, trastabille hacia atrás y tropiezo con el sofá.
Escucho su bufido, se acerca a mi, escucho sus pasos con cuidado, dejar de comer tal vez no fue la mejor opción si quiero escapar, parece leer mis pensamientos ya que sujeta mi mano con fuerza, alzo la mirada y me topo con un par de esmeraldas encendidas en ira.
- Eres débil, patética, quieres regresar, huir, pero no sabes nada, no has intentado saber donde estas, no comes y te debilitas, rechazas cualquier contacto con los demás, bestia inútil - Me hace tensar la mandíbula, mis ojos se cristalizan, tiene razón, solo e llorado en vez de buscar opciones, pero no dejare que me hable así.
- No sabe nada de mi, me secuestro y dice ser un Dios, que soy Midmardiana o como sea, que no estoy en la tierra, me tiene en contra de mi voluntad, me alejo de mi vida, la bestia aquí es usted, hasta el hombre mas fuerte y valiente puede derrumbarse si es alejado de lo que mas ama, si lo pierde es aun peor - Me levanto pero vuelvo a caer, mi cabeza duele aun mas, todo me da vueltas.
No obtengo respuesta de su parte, en cambio, me eleva en sus brazos, trato de bajarme pero me sujeta con fuerza, estilo princesa, me lleva hasta la cama, me deja en esta y cubre con las sabanas de seda verde.
- Come, si no quieres morir, cuando la noche caiga, saldrás de la habitación, una sirvienta esperara por ti fuera, te llevara al comedor, sin excusas - Busca el tazón de frutas y lo lleva a la cama - Comeras y te vestirás bien para la noche - Lo deja en la mesa de noche y ladea para verme, parece enojado, pero sus palabras distan mucho a tener alguna pizca de ese sentimiento, salen de su boca tranquilas - Si no te presentas puedes despedirte de tu vida.
Sin dejarme responder toma de vuelta el cetro y se va de la habitación, me deja con la palabra en la boca y el miedo sembrado en la boquilla del estomago, de un momento a otro pasa de una emoción a otra, no entiendo nada de el y a penas le he visto, aun recostada arranco una uva del tallo y la acerco a mi boca, esta dulce, se me escapa un suspiro... No puedo seguir así y solo llevo dos días.
Saldré, explorare un poco, sera solo reconocimiento, seguiré a la mujer que vendrá por mi, me grabare el camino de vuelta a este lugar, si algo no me gusta a donde sea que vaya volveré, sencillo. No quiero morir en esta habitación por faltar a la orden de "El Dios"
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Tome un baño de burbujas a media tarde, con agua a temperatura ambiente, me deje llevar un rato por las burbujas, mi cuerpo descansaba en la bañera, cuando sentí que ya comenzaba a arrugarme me levante, seque mi cuerpo y me en volví en la tela del Albornoz que se encontraba en el baño, como lo había hecho estos dos días, me acerque a las puertas del closet tarareando una canción.
El dijo que me vistiera bien, supongo que se refería a los vestidos de gala en el closet, suspiro y busco el que mas cómodo sea, la mayoría es de color verde, algunos esmeralda, otros pera, y varían entre ligues, me decidí por uno largo y con unos centímetros de cola, decoración en dorado y escote en corazón, luego del escote tela transparente hasta los hombros, con detalles de esmeraldas reales.
¿Quien pone gemas esmeralda a un vestido? Existe la utileria, el que se robe el vestido gana una fortuna nada mas con el escote. En fin la forma del vestido se apegaba a mis curvas, yo no soy tan curvilínea, ¡Milagros del guardarropa! Bueno, lo que combina con este vestido son unas zapatillas de tacón alto, me dan mas altura, así podría alcanzar a mi secuestrador en estatura... ¿Que es lo que estoy pensando?
Me acerco al espejo de cuerpo completo en la pared frontal, ocupa casi toda la pared, me veo bien, mi trasero resalta, mi pecho esta voluptuoso, mis caderas encajan en el vestido... ¿A quien quiero engañar? desearía poder estar en jeans o shorts para salir de este lugar, suspiro y con mis manos delineo mis costados, sera solo por ahora, observo mi cabello y luego todas las joyas que puedo poner en el. Tengo una extensa variedad, desde diademas a coronas, ganchos para fijarlo y flores por si lo llevo suelto.
Lo peino con paciencia y recojo la mitad de arriba en una liga, el resto del cabello queda suelto, para que la liga no se vea pongo un broche de dragón dorado en el, agarro pequeños mechones del cabello suelto y los trenzo, las sujeto con ligas del color de mi cabello para que no se noten, jalo algunos mechones al frente y me pongo unos aretes de perlas negras, mi maquillaje esta entero, me pongo algo de polvorete para las mejillas y lápiz labial rojo, pero solo retoco mis labios, sin darle profundidad, me observo nuevamente, mas natural que maquillada, perfecto.
El vestido es ajustado, me obliga a estar recta en todo momento, al menos mi ropa interior es cómoda, no me gustan los hilos, pero a Alan le encanta que los use, es incomodo pero por complacerle compre casi una colección, al menos aquí puedo usar ropa interior cómoda.
Roció el perfume de vainilla que compre la navidad pasada, su aroma es exquisito, lo dejo en su lugar y salgo de el closet, me acerco a el balcón, abro las ventanas sin apartar las cortinas, el atardecer se hace presente en el horizonte, observo todo con atención, el puente iluminado, desde esta altura parece ir cambiando de color, colores claros pero del arcoiris, me e fijado mucho en el lugar donde termina el puente, detrás no hay nada, solo estrellas y constelaciones nuevas para mí, el pueblo alrededor y el bosque ligados en un ambiente prospero, hay casas en parcelas elevadas, algo fuera de lo común, pero en nueva york hay hombres en trajes de metal, uno se hace verde y destruye todo lo que ve, sin embargo, esto es nuevo, hasta donde se sabe, no hay pedazos de tierra flotantes en Midgard.
Conformando el pueblo, hay pedazos del suelo elevados, con arboles y casas encima, pero, también puede ser parte de mi imaginación, desde que llegue no e comido y solo me comí las uvas hace un par de horas, debo seguir débil, pero la misma alucinación tantos días no es normal.
El sol termina de ocultarse y el pueblo se ilumina, puntos de luz en todas partes, pero no opacan el cielo estrellado, me alejo del balcón y cierro las ventanas, la habitación ya a sido iluminada como todas las noches, por la luz de las velas, como si fueran bombillas, sin sorprenderme por la iluminación me acerco a las puertas, fue sorpresa la primera vez, abro en silencio y con lentitud, preparándome para todo lo que pase fuera de las cuarto paredes donde me refugiaba.
Entre abro la puerta unos centímetros, observo a fuera, la luz es diferente, resalta en las columnas de oro, parece mas fuerte que el de las velas pero permanece encerrado en los protectores, observo detenidamente cada detalle, si es seguro salir, no veo a nadie, abro un poco mas la puerta, veo a una mujer, como de mi edad... Creo... Lleva un vestido oscuro con un delantal blanco en la cintura, las manos juntas sobre su regazo, el cabello rojizo trenzado a la perfección, la vista baja, aguardando a que yo salga.
Abro la puerta lo suficiente como para salir sin chocar con el vestido, verifico que la llave este cerca para cuando entre, aunque ya no se si sirva de mucho cerrar cuando vuelva, el tacón de las zapatillas resuena en el pasillo cuando salgo, la mujer alza la mirada, ojos color cían encantadores, una sonrisa ligera, me inspiro confianza.
- Buenas noches mi señora... - Habla con seguridad, sin acercarse o moverse.
- Buenas noches... - Respondo automáticamente y cierro la puerta detrás de mi, me acerco a ella con lentitud, aun no puedo estar segura de que sea una buena persona - ¿Cual es tu nombre?
- Dahlia, mi señora - Responde con la misma sonrisa.
- Es un nombre muy lindo, Dahlia - Lo repito con una leve sonrisa, me detengo frente a ella, es de mi estatura, claro, si no tuviera tanto tacón en las zapatillas, tiene leves pecas en las mejillas - Me llamo Tara.
- Es un gusto mi señora - Se inclina en son de respeto, al instante se borra mi sonrisa.
- No tienes porque inclinarte, no soy una reina o algo así, tampoco me digas "Señora" llámame Tara... Por favor - Pido y parece sorprenderle.
- Como guste, Tara... - Vuelve a sonreír y le devuelvo el gesto - ¿Me permite llevarla al gran salón para la cena?
- ¿Gran salón? - Cuestiono pero asiento.
- Si, Tara, el gran salón es donde se llevan a cabo las fiestas de celebración, por fechas especiales, victorias o logros del rey, también de los guerreros - Me cuenta con paciencia mientras la sigo a la par.
- ¿Que se celebra hoy? - Trato de asimilar todo lo mas rápido que puedo, no es tan difícil.
- El regreso del rey, para nosotros es motivo de fiesta, tener de vuelta al padre de todo en el castillo - Ladea para verme con una sonrisa, las manos entrelazadas sobre su pecho, parece inocente, en todos los sentidos.
- ¿A donde fue?... Perdona que pregunte tanto - Me disculpo apenada al darme cuenta de que no estoy siendo muy discreta.
- No se preocupe, Tara, se que no ha salido desde que llego - Le resta importancia caminando junto a mi, con las manos en la espalda - El rey fue a Jötunheim para firmar un nuevo tratado de paz, las discusiones llevaron tiempo, pero por fin habrá paz entre los reinos...
- ¿Como sabes que no he salido? - Cuestiono a la defensiva.
- Yo llevo su desayuno todas las mañanas - Murmura cabizbaja, su voz suena algo apagada y yo quiero estrellar mi cabeza contra los hermosos muros.
- ¿Tu eres a la que yo le grito todas las mañanas? - Un sonrojo se apodera de mi rostro por la vergüenza - Por favor discúlpame, no sabía que eras tan agradable yo...
- No tiene de que preocuparse, Tara, no me ofende, hay peores visitas - Le resta importancia alzando la mirada.
No supe que decir en largos segundos, en vez de eso, observe a mi alrededor, a mi derecha, justo pasábamos por la entrada a un jardín, desde mi lugar se veía esplendido a la luz de la luna, parecía mágico, me detuve por un instante, ella también lo hizo.
- Es el jardín favorito de la madre del rey... - Comenta Dahlia y yo ladeo para verla.
- Es muy hermoso... ¿Puedo preguntar algo mas? - Retomo el paso junto a ella, a la distancia se escucha música y gritos de ¿Guerra?
- Claro, Tara, me enviaron para servirte.
- ¿Como se llama este lugar? Lo llamaste... ¿Como se llama este mundo, Dahlia? - Re formulo mi pregunta observándola, ella pierde los colores del cuerpo.
- L-lo siento... Mi se-seño... Tara - Se corrige - No puedo hacer eso.
Baja la cabeza y camina mas rápido, cuando voy a detenerla la música se intensifica por 3 millones, se escuchan risas, gritos varoniles, una verdadera fiesta de hombres, Dahlia sin decir otra palabra abre las puertas de mas de 4 metros que dan paso, a lo que supongo, es el gran salón.
A penas las abre, observo todo sorprendida, una mesa increíblemente grande, donde yacen cientos de personas con armadura, mujeres sobre el regazo de varios hombres, coqueteando, todos sentados en la gran mesa, llena de platillos, un banquete para una ciudad entera, pero el pueblo es mas grande, las mujeres y hombres con armadura han de ser los guerreros, algunas miradas caen en mi al verme en la puerta de entrada, se escuchan mas risas.
Todos llevan tarros inmensos de lo que supongo es licor, algunos comen mientras ven como las mujeres (Que no llevan armadura, ellas coquetean de otra forma, mas directa) se contonean o tratan de llamar la atención, llevan vestidos elegantes y largos como el mío, solo que este parece ser mas lujoso, me adentro desconfiada, Dahlia cierra las puertas y se queda detrás de mi, por un segundo olvido completamente las miradas y el festejo en la mesa, justo al final, en una gran silla, esta el. Todos guardan silencio ante mi presencia.
Una copa en la mano, el cetro en la otra, los codos recargados en los reposa brazos, parece un trono, recargado como si la fiesta fuera aburrida, lo cual dudo, las piernas levemente separadas, el cabello cayendo con libertad sobre sus hombros, el mismo casco dorado con cornamenta y la misma armadura, levanto la mano con la copa y la acerco a sus labios, sus ojos dieron en mi al escuchar el silenció en el que se sumió el salón, su expresión seria cambio a una divertida, tomo un sorbo.
Sin darme cuenta me había acercado con lentitud hasta el, esquivando a todos, todos aguardaban en silenció, expectantes a cada movimiento que hacía, con la cabeza en alto me acerque totalmente confiada. Había mujeres realmente hermosas, con belleza exótica y figura despampanante. Hombres corpulentos, altos, imponentes y con cierto atractivo rustico, aunque ninguno podía ser comparado con la belleza fina y elegante de aquel hombre de mirada traicionera.
- Me alegra saber que sabes seguir ordenes - Su voz hace estragos en mi estomago, pero no retrocedo, aunque hay diversión en ella - Puedes sentarte junto a mi, a menos que te apetezca hacerlo en el suelo como tu raza salvaje.
- Bueno, tenía curiosidad sobre tu castillo, veo que eres el rey de este lugar, Dios de la ignorancia - Respondo ignorando lo ultimo, sentándome recta a su costado, en la orilla de la mesa, la silla era cómoda y frente a mi había un buen plato de carne.
- No te atrevas a insultarme, Midgardiana - Advierte con voz autoritaria.
- Lo haré cuando dejes de burlarte de mi con apodos absurdos, "Dios" - Pronuncio lo ultimo con burla, aparto el plato de comida como si no fuera suficiente, las miradas se dispersan cuando me encuentro sentada junto al "Rey". La música vuelve a resonar en las cuatro paredes con alegría, las charlas se escuchan como murmullos a lo lejos, pero seguía sintiendo que una que otra persona se le quedaba viendo.
- Mi señora... ¿No le apetece lo que esta servido? Si es así puedo traerle algo diferente para su deguste - Dahlia interrumpe la guerra de miradas en la que me encontraba sumergida, ladeo para verla y niego.
- No quiero nada...
- Comeras del banquete servido esta noche - Su voz me interrumpe y fijo mi mirada en la suya, desafiándolo, mientras que yo me negaba el parecía advertirme.
- Y si me niego, ¿Me obligaras a comer? - Cuestiono desafiante, dispuesta a ganar.
- No me rebajaría a algo tan primitivo como eso, sin embargo, conozco algunos que lo harían sin rechistar si lo ordeno - Esto no me gusta, trago en seco - Lo harás, me obedecerás si quieres que te conceda libertad.
Me levanto apoyando mis manos en la mesa, el lugar se queda en silencio nuevamente, los guerreros observan expectantes, los músicos no saben que hacer, las mujeres parecen asustadas con mi acción.
- La libertad no puede ser otorgada ni arrebatada de ningún ser, creerte un Dios y con el derecho de pisar a todos te vuelve mas primitivo que mi raza Midgardiana, aunque me tengas en este castillo encerrada por el resto de mi vida, no seras capaz de arrebatarme mi libertad - Al igual que yo se levanta, mis palabras lo enfurecen aun mas.
- Sigan con el banquete, me retirare unos minutos - Se excusa y me sujeta de el antebrazo, todo vuelve a como estaba, sin rastro de incomodidad, la música resuena mas fuerte aun, todos comen y festejan ese tratado de paz.
Me lleva fuera del gran salón sin soltarme, sujetando mi brazo con brusquedad disimulada, al pasar por las puertas, lejos de cualquier mirada curiosa, en el pasillo oscuro y desolado, me estampa contra el muro, mi espalda choca contra la textura fría, nos encontrábamos detrás de un pilar, entre sombras, un destello verde pasa me deslumbra, una daga es enterrada a el costado de mi cabeza en son de amenaza.
- No te atrevas a faltarme el respeto de esa forma de nuevo si no quieres perder la lengua - Me amenaza, sus ojos esmeralda son lo que mas resalta en la oscuridad, esta furioso, me penetra con la mirada, con el no se juega, esta claro - Tu concepto de libertad esta mas fuera de lugar que tu comportamiento, la libertad puede ser arrebatada de todos los seres si se encuentra el punto exacto de dolor, ese punto donde la libertad se vuelve agonía y desesperación.
- Todo lo que e dicho es verdad - Jadeo cuando su mano se aferra mas a mi cuello, no me impide respirar pero no le falta nada para hacerlo, sintió la presión ejercida nublarme la vista - Aunque me hagas caer en desesperación, agonía, y tristeza no cederé a tu deseo de opresión.
- Me niego a creer en tus mundanas palabras, ¿Que puedes saber tu de la vida? Vivías en un cuento de hadas, engañada por todos, ignorando lo que realmente pasaba a tu alrededor - Gruñe aun mas enojado y me suelta, caigo al suelo algo mareada.
- Eso no es cierto... mi vida comenzaba a tener sentido... iba a casarme, tendría una familia, la paz que había deseado desde pequeña comenzaba a llegar a mi vida, ¡Tu lo arruinaste todo trayéndome a este lugar! - Lo observo con lagrimas en los ojos.
- ¿Eso es lo que crees? - Cuestiona, se acuclilla frente a mi, la daga desapareció en una estela de humo verde - Tienes una venda en los ojos, te traje aquí para que te la quitaras de una buena vez, me dio asco tu ignorancia y por eso decidí alejarte de la tierra.
- No me conoces por un demonio - Sollozo de impotencia, quiero estrellar su cabeza contra el pavimento - ¡No sabes nada de mi, quiero ir a casa!
No recibo respuesta, bajo la mirada, observo el suelo desesperada, algunas lagrimas caen, no me molesto en sacarles, reprimo los sollozos, sigue frente a mi, pero no hace nada.
Con mis manos cubro mi cara, ¡Quiero irme! No debería estar aquí, no se nada de este lugar, no conozco a nadie, anhelo estar en casa, con mi cerdita, con mi prometido, ¡Esto es una basura!
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