Capítulo 29 - Partes de este mundo
Capítulo 29
Partes de este mundo
Mágica queda sola en su morada, con la espalda encorvada y una consistencia un tanto traslúcida. El lugar es demasiado grande para un solo individuo y, a la vez, no se nos ocurre nadie capaz de ocuparlo junto a ella.
Sabiendo su identidad, podemos asumir que la forma física que muestra al resto es en algún punto una materialización no del todo inmutable. Si la ha elegido a conciencia y, en dicho caso, por qué eligió verse así específicamente, es algo que está fuera de nuestro conocimiento. Si hay una mente en la que no nos podemos infiltrar, es en la de esta criatura.
Podemos apenas asumir lo que siente: confusión, melancolía, tal vez una pizca de alegría. Al menos esas son las emociones que le adjudicaríamos a alguien que acaba de descubrir algo nuevo sobre sí mismo.
—Váyanse —dice, de repente, al aire.
Por más que uno mire alrededor, no hay interlocutor posible, incluso Vimar se ha marchado para poder despedir a sus nuevos amigos con más calma. Por el resto, nadie ha querido quedarse, se imaginan, así que en este sitio ha quedado una única persona... si es que, al final del día, lo es.
—Lo soy.
Sus palabras resultan una incógnita en este lugar vacío.
—No está vacío.
.........
... oh.
Nosotras somos, en esencia, criaturas invisibles, imperceptibles en el sentido más literal de la palabra. Sin embargo...
—Sin embargo, puedo sentirlas. Fuera de aquí.
Seremos bien metiches, pero nuestro objetivo nunca es incordiar a nadie, mucho menos a la creadora de nuestro hogar. Nos despedimos, entonces, de la única majestuosa persona que sabe de nuestra existencia.
Incluso la enorme Mágica se ve más pequeña según nos alejamos, hasta que acaba por confundirse con el paisaje. No es de extrañarse, no obstante, pues después de todo ella también es parte de este mundo. Una parte que, al parecer, no requiere de nuestra presencia.
Regresemos, entonces, con el grupo al que hemos estado siguiendo más de cerca y al cual, a diferencia de otras personas, no le incordia recibir nuestra atención. Puede parecer difícil encontrarlos entre el gentío, pero nosotras los ubicamos enseguida.
Para suerte de TR, esta vez nadie necesita subírsele encima, pues se ha acordado que las criaturas más pesadas, encabezadas por el dragón, vayan adelante para abrir paso al resto.
Caminan los cinco, entonces, bajo la suave luz del amanecer, ligeramente rosada. El comienzo de un nuevo día, ya sea en su forma metafórica como en la literal, hace que incluso un sitio tan inhóspito adquiera un tinte cálido, perdiendo con ello todo lo que antes tenía de amenazador.
Con unos cuantos misterios ya resueltos, la incógnita más grande que queda es la del futuro. Los extranjeros por fin han comprendido y comenzado a aceptar que tendrán que quedarse aquí, por lo que es momento de considerar qué harán a partir de hoy.
—Ahora a regresar a Puerto Imposible, ¿verdad? —pregunta Leona, a quien la idea no le desagrada en lo absoluto. En alguna época había soñado con vivir en una ciudad junto al mar, cuando ya no tuviera tantas responsabilidades.
Etka asiente.
—Sí, Jackie se pondrá contenta. Temo que no nos dejará irnos después de tan pocos días como la otra vez.
—No me parece mal, creo que estoy de humor para un par de trasnochadas con amigos.
—¿Tú te vas a casa, TR? —pregunta Eli.
—Sí, ahora de verdad regresaré con CL. Espero que no haya adoptado algún cachorro de otro mundo en mi ausencia, porque luego de todo esto sí que estoy retirada.
La última afirmación es difícil de creer viniendo de su parte, pero nadie la contradice porque es bien sabido que sería en vano.
—Algún día tienes que invitarnos —insiste la niña.
—Sí, prometo que lo haré.
Satisfecha, Eliana le hace la misma pregunta a Vimar, obligando al resto a detenerse por un momento para leer la respuesta.
Los acompañaré un poco más y luego regresaré aquí. Aún le debo una visita a Mágica. Quizás ella la necesite ahora más que nunca.
La mención de la criatura trae el silencio durante unos momentos. Qué surreal se siente todo, aún ahora, incluso para alguien como Leona que ha aceptado tantas cosas desde su llegada a Cambalache. No se le puede echar mucho la culpa, no todos los días uno se encuentra con la encarnación de un elemento de la naturaleza. En un rincón de su mente queda la pregunta de qué sucederá a partir de hoy con la magia, pero pronto se dice que con lo ocupada que estará, se quedará sin tiempo para pensar en ello.
Por otra parte, no todos parecen estar preocupados por asuntos de ese nivel de seriedad.
—El lunes tendré que volver al trabajo —se lamenta Etka con un suspiro.
Leona queda confundida por unos instantes antes de caer en cuenta de que este par de semanas locas han sido para el hombre una labor no remunerada.
—Había olvidado que hiciste todo esto solo por buena voluntad... Déjame compensártelo algún día.
—No, no. No te preocupes por eso.
—Aunque sea permíteme pagarte un café cuando ya esté establecida, ¿sí?
—No, en serio. No hace falta.
A esta altura, ya se imaginarán que estas no son palabras de rechazo, sino de genuina humildad. La... para no ser duras, vamos a decir ingenuidad... de Etka no es pasible de ser cambiada ni siquiera por un evento mundial como el que acaba de presenciar.
Por suerte, tenemos una aliada aquí. Se trata de TR, quien suelta una frase en idioma eco para que las humanas no la entiendan, y que puede traducirse a algo como lo siguiente:
—Es una maldita cita, Etka.
Gracias. De vez en cuando no está mal que haya alguien que pueda decirles las palabras que nosotras no somos capaces de hacerles llegar.
La expresión del hombre da un giro repentino ante esta revelación.
—Oh. —Vean cómo le giran los engranajes del cerebro y le sube el calor al rostro, ya sea por la cita en sí o porque se ha dado cuenta de que tiene menos intuición que un nabo—. Perdón, en realidad sí me gustaría.
Leona ríe con total despreocupación.
—Pasarán unos meses, creo, ¿igual me esperas?
—Sí, por supuesto. —La respuesta de Etka llega con quizás demasiada energía, cosa de la que él mismo no se da cuenta. Parece que las nuevas integrantes de este mundo no son las únicas que han salido de la aventura con un nuevo algo importante.
Con gusto dejamos así a nuestro grupo, del que temporalmente llegamos a formar parte pese a que ignoraron nuestra existencia de principio a fin. Aliviadas nos quedamos de verlos más contentos que al comienzo, sabiendo que pase lo que pase tendrán los recuerdos de este viaje, sus risas y sus tristezas.
Así como antes sucedió con Mágica, al apartarnos los cinco van quedando disueltos en la multitud. Son puntos pequeños en algo mayor, y aun así su ausencia no se nos pasaría por alto ni por un instante.
En medio de esta tierra caótica y mágica, lucen todos como piezas de una misma cosa, avanzando juntos en la misma dirección.
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