Sentimientos

Capitulo 17

Al día siguiente de todo lo acontecido de la fiesta, desperté con un fuerte dolor en mi espalda, y no entendía porque. Hasta que recordé que dormí en el diminuto colchón de Rara, apretada por los cuerpos de mis dos mejores amigos.

Al abrir mis ojos me percató que ya se habían levantado ellos, y estaban intentando acomodar las cosas de Kamo en el departamento. Lo cuál se les hace muy difícil, ya que el depa es muy pequeño, y Kamo se trajo demasiadas cosas. Pero Rara como puede intenta hacer un lugar. Aunque creo que tendrá que dejar varias cosas dentro de la maleta.

Yo me quedo en la cama, mientras mi cerebro hace conexión con mi cuerpo. Ruedo mis ojos para ver a mi alrededor. Kamo está al frente de la cama, midiendo la pared, no sé para qué.

Lo escucho murmurar: «Aquí se verá bien», y entendí que seguramente iba a colocar un póster o algo ahí.

—Lamento invadir tu espacio, —dice Kamo, cuando Rara se le acerca. Rompiendo con el silencio que había.

—¿Es broma? Amo tener compañía, y más si es la tuya —contesta Rara con una gran sonrisa, dándole un pequeño abrazo.

Ninguno de los dos se ha dado cuenta de que estoy despierta.

—Estoy un poco triste por como resultó lo de anoche. —Comenta Kamo poniendo un póster de Harry Styles en la pared—. En el fondo de mi corazón tenía la esperanza de que todo saldría bien, mis padres me aceptarían, y seríamos felices. Que tonto fui. —Suspira con pesar—. No sé si debí hacerlo.

—Si no querías hacerlo, no lo hubieras hecho. Ojo, estoy feliz de que estés aquí conmigo, pero si no querías contarles sobre que eres gay, no tenías que hacerlo. —Rara le pasa un martillo a Kamo—. A pesar de lo que nos han hecho creer, no estamos obligados a salir del closet.

—¡Lo sé! Pero es que ese es el problema, si quería, —Kamo pone un clavo en la pared—, estaba cansado de agachar la cabeza cada que mis padres me preguntarán por una novia, de sacar una risa falsa cuando hacían chistes homófobos, de intentar no ser tan afeminado delante de ellos, de no ser yo.

—¿Piensas volver a hablar con ellos? —Inquiere Rara.

—No por ahora. Pero son mis padres, algún día tendré que volver a hablarles. Y quiero hacerlo, el problema es que no sé si ellos querrán.

—Apuesto que sí. Quien no quería hablar con un chico tan guapo, gentil, agradable, divertido y buena onda como tú. —Rara le da un pequeño golpe en el codo.

Giré mi cabeza ligeramente para poder verlos mejor. Y note que Kamo se sonrojo.

—Gra… gracias —tartamudea. Y luego intenta golpear el clavo para introducirlo en la pared, pero le sale fatal y se termina golpeando su propio dedo pulgar—. ¡Auch!

No sé si fallo al golpear el clavo porque estaba nervioso, o porque es él y es pésimo con todo lo que amerite fuerza.

—Deja que yo te ayude. —Un preocupado Rara le quita el martillo, y revisa su dedo con cautela—. ¿Te duele? Sé ve un poco hinchado, pero nada grave.

—Estoy bien, —dice y se aparta, dándole espacio para que Rara pusiera el clavo.

En cuestión de segundos, Rara pone el clavo y cuelga el póster. En dicho póster se ve a Harry sin camisa, sosteniendo un micrófono, con luces de fondo y esa cosas.

—¡Tarán! —Rara abre sus manos y las agita en frente del póster.

—Se ve genial. —Kamo cierra los ojos, como si recordara algo, y su ánimo bajo a cero—. ¿Sabes? Este póster lo tengo guardado desde los trece años, mis padres nunca me dejaron ponerlo. Eran dos, yo había comprado dos póster de Harry Styles, porque estaban en oferta. Colgué uno en mi habitación, y lo oculte tras un cuadro para que mis padres no lo vieran. Cuando estaba a solas ponía su música a todo volumen y bailaba con él. —Ríe para sus adentros, Rara también soltó una risita—. Un día mi madre lo descubrió, ni idea de cómo lo hizo, a veces pienso que la sirvienta lo vio mientras limpiaba y le fue con el chisme. Mi madre le dijo a mi padre, y él lo quemó frente a mí, me obligó a ver cómo lo quemaba. Oculte este entre mi ropa para que no le pasará nada.

—Eso es horrible, —Rara tenía la voz quebrada, y divise unas lágrimas en sus mejillas—, puedes poner todos los póster que quieras aquí. Llena las paredes del papucho de Harry.

Ambos rieron. A mí también casi se me sale una carcajada, pero me contuve porque fingía que dormía.

—Primero necesito dinero para comprarlos, y de eso no tengo. —Bromeo Kamo—. Pero muchas gracias igual.

Ambos cruzaron miradas por un instante, y una chispa en sus ojos me hizo darme cuenta de que se amaban, de verdad lo hacían.

Los ojos de Kamo resplandecían cuando miraba a Rara.

Kamo lo mira como yo lo miro a él.

Y ese sentimiento apareció, ese que aún no logro descifrar. Sé que soy egoísta al no querer que estén juntos. Pero saber que está mal, no hace que el sentimiento se vaya.

Me siento mal por sentirme mal.

Decido levantarme ante de tener otra pelea mental conmigo misma.

Gud murnaing —Digo y me siento en la cama, estirando mis brazos. Esa mala pronunciación del inglés fue a propósito.

Ambos me miraron riendo.

—Buenos días bella durmiente, ayuda en algo. —Dice Kamo con sarcasmo y me tira un trapo húmedo a la cara para que limpie.

—Que buen amanecer, pase de ser la bella durmiente a Cenicienta en segundos. —Digo también con sarcasmo. Y los tres nos envolvimos en una ola de risa.

(…)

Transcurrió toda la mañana, y a mi modo, ayude a los chicos a organizar el depa.

Cabe aclarar que mi modo de ayudar consiste en sentarme a hablar, hacerlos reír, y observar como los demás hacen todo.

Al llegar el mediodía, decidí ir a mi casa para comer algo decente, ya que ellos iban a almorzar una sopa instantánea, pero mi cuerpo pedía a gritos comida, comida de verdad.

El depa estaba agarrando forma, la mayoría de las cosas estaban apiladas una sobre otras, y el espacio ahora es aún menor, pero de cierta forma está quedando bonito.

No mentiré, me genera incomodidad dejar a Kamo y a Rara solos. Pensar que estando solos pueden llegar a coquetear, o hasta formalizar una relación, me carcome la cabeza. Pero no puedo evitarlo, ahora viven bajo el mismo techo, y pasarán mucho tiempo juntos.

Abro la puerta de mi casa, y lo primero que veo es a mi hermana comiendo una rodaja de pan tostado con mantequilla en la mesa del comedor. Al verla, deje de pensar en Rara y Kamo, y mi cerebro se llenó de una sola imagen: Samantha encima de un lavamanos, besándose con Felipe.

Ella al notar mi presencia, tenso los músculos del cuello. Sabe que tengo preguntas, y sabe que no cesare hasta que me las conteste.

No porque me deba explicaciones, o dar justificaciones, o pedirme permiso. Es su cuerpo y puede hacer con el lo que quiera, cuando quiera y con quién quiera.

Pero soy su hermana, le cuento todo lo que acontece a mi vida, y pensaba que ella también me contaba todo de la suya. Así que me sorprende que no me haya contado que le gusta Felipe, o que se lo quería coger.

Además, soy chismosa.

—¿Cómo estás Sami? —La saludo sentándome en la silla que está al lado de la de ella.

—Odio que me digas “Sami”, ¿Lo recuerdas, no? —Me contesta con sarcasmo, ambas soltamos una risita—. Vaya noche.

—Bueno, —digo alargando esa última “o”. Me acerco un poco más a ella—, pasaron muchas cosas, algunas muy locas.

—Vamos, Theslya. Sé que sabes, y tú sabes que yo sé que sabes. Así que pregunta y ya.

—¿Desde cuándo te gusta Felipe? —Lo solté y ya. Mi impulsividad me impidió pensar una forma más sutil de preguntar—. Osea si está guapo, pero no pensé que te ponía.

—Y no lo hace. —Le unta más mantequilla a su rebanada.

—¿Entonces?

—Es difícil de explicar. —Le da un mordisco a su pan.

—Nos contamos todo, y no me contarás esto. —Le reprocho un tanto desesperada por su respuesta tan ambigua—. Cuando descubrí que me gustaban las chicas te lo conté a ti antes que a mamá. Te conté todo lo de Kamo, mis sentimientos por él y eso. ¿Por qué no me hablas de esto?

—¿Recuerdas a Ronald?

—Si, —respondo confusa ante tan extraña pregunta—, es tu ex. Terminaron hace casi un año.

No tenía ni la más mínima idea de porque sacaba a relucir el tema de su ex ahora. ¿Qué tenía que ver él con Felipe?

Ella le da otro mordisco a la rebanada y dice: —Él me terminó. Termino conmigo por una razón en específico. —Traga lo que masticaba para seguir hablando—. Porque yo no quería tener sexo con él.

Esto se volvió un tanto extraño.

—¿No te excitaba?

—Ni él. Ni nadie de hecho.

Mi cerebro apenas pudo procesar lo que dijo. ¿No le excitaba nadie? No lo entendía. Pero antes de seguir dándole vueltas al tema en mi cabeza, ella prosiguió.

—Por mucho tiempo me forcé a mi misma a creer que si. Que si me excitaban las personas. A qué si quería tener sexo. A qué el sexo era algo que quería. —Un nudo en su garganta se hace evidente—. Pero no es así. Nunca lo fue. No lo entendía, no me entendía.

»No comprendía porque todo el mundo a mi alrededor hablara del sexo con tanto placer, y que anhelaban tenerlo. En lo personal nunca sentí interés en practicarlo. Ni con el porno más bueno me llegaba a excitar. —Deja la rebanada de pan en el plato, y yo tomo su mano—. Pensé que el problema era yo, o que tal vez era muy quisquillosa, o que todo el mundo se sentía así. Así que me forcé a tenerlo.

»Sabia que no me gustaría, sabía que no quería hacerlo. Pero me deje llevar por lo que me decían, el «si no experimentas no lo sabrás». ¿Te doy un consejo? —Me miro de reojo, y yo asentí— no necesitas experimentar nada. Si sabes algo, si en verdad lo sabes y lo sientes, no necesitas experimentar. Pero en el fondo también quería creer que si lo tenía, algo iba a cambiar dentro de mí. Cómo si después de perder la virginidad mi deseo sexual reprimido saldría a frote. Pero no fue así.

»Tuve sexo con Ronald la primera vez, no me gusto. Pensé que la razón era porque era virgen, y ya sabes, todos dicen que la primera vez no se disfruta. Pero yo la disfrute muchísimo menos. De hecho lo odie. Luego lo intente otra vez, tampoco me gustó. —Su voz salía en un hilo, la abrace por instinto—. Y luego una tercera, cuarta y quinta. Cada vez lo odie más. Ronald no me entendía, yo tampoco lo hacía. Él pensaba que el problema era él, yo también lo pensé. Creí que tal vez era que el no me gustaba. Pero en verdad me gustaba, solo que no me gustaba el sexo con él. Entonces pensé que el problema era yo. Y ahora comprendo que nadie era el problema, que no había un problema. Simplemente es que yo soy así.

Me limito a escuchar. No opino, ni pregunto nada. Solo la miro mientras ella habla. Espero que termine para poder entender todo. Pero a este punto ya sé a lo que se refiere.

»Ronald y yo discutimos mucho. Yo ya no quería tener más sexo con él. Ni con nadie. Él pensaba que me daba asco, o que ya no lo quería, hasta llegó a pensar que tenía otro. No lo culpo, es un muy buen chico. No le expliqué las cosas como debí de hacerlo porque en ese entonces no tenía una explicación. —Toma aire—. Cómo recordarás, terminamos. Se harto de mis dudas, y siendo honesta yo también estaba harta de ellas. Con el pasar del tiempo, intente experimentar más, como todos me decían. «Seguro cuando encuentres a uno que te guste de verdad tendrás ganas, a lo mejor es que te falta probar, cuando tengas más experiencia te gustará», nada de eso paso, nada de eso era verdad.

»Intente hacerlo con una chica, pero solo llegue hasta los besos. No me gustan, eso es lo tuyo —me guiño un ojo, intento ponerle un poco de humor a la situación—. Ahora, con Felipe, todo el mundo decía que está bueno, y si lo está. Así que pensé que si lo intentaba con él, me gustaría. Solo lo busque porque es estereotípicamente atractivo. Pero no fue así, no me gusto nada. No me gustaron sus besos en mi cuello, ni la forma en la que me tocaba, ni su respiración tan cerca de la mía, ni sus jadeos, ni nada. No era él, era yo. Agradezco que llegarás e interrumpieras, así tuve una excusa para detener todo y no llegar hasta el final. Solo fueron besos, después que abriste la puerta le dije que me había incomodado y que lo dejáramos para otra ocasión.

Suspira hondo, pero muy hondo. Giro su cabeza en dirección a la mía, dejando nuestros ojos mirándose muy de cerca. Vi sus grandes ojeras, que de seguro yo también tenía. Y sus ojos de acuarela que contenían lágrimas.

»En fin, creo que di muchas vueltas para decir algo muy simple. Soy asexual.

—¡Ay hermanita! Hubieras empezado por eso. —Pase mis brazos por su espalda, dándole un fuerte abrazo de oso—. De verdad que diste muchas vueltas. ¿Por qué no me lo habías dicho?

—No lo sabía. —Admite—. Desde siempre me sentí así, pero no sabía que era o como llamarlo. En parte, gracias a ti me descubrí. Me ayudaste mucho.

—¿Yo? —pregunte extrañada.

¿En qué pude ayudarla yo?

—Si, tu, o ¿acaso vez a otra hermana menor impulsiva por aquí? —Ambas reímos, y terminé con el abrazo para sentarme al frente de ella—. Cuando saliste del closet, me hiciste cuestionar mi propia sexualidad. Ver cómo mamá te acepto, y el valor que tuviste a hacerlo público, me ayudó a aceptarme. A pensar que no era la única. A darme cuenta de qué si yo era diferente no iba a ser un bicho raro o me odiarían por eso. Me diste valor para descubrirme.

Una calidez lleno mi cuerpo. El pensar que yo sin hacer nada, ayude a alguien, y más si ese alguien es mi hermana, me llena de alegría. Constantemente tengo el pensamiento de que no hago nada bien, y saber que a veces si hago cosas buenas, me alegra un montón.

—De nada. —Dije con una sonrisa de lado a lado. —¿Cuándo se lo piensas decir a mamá?

—Dentro de poco. Dame tiempo para procesarlo. Apenas ayer confirme que lo soy. —Responde, agarrando su rebanada de pan, que ya debe de estar muy fría, y le da un mordisco—. Aunque ya lo sabía, algo dentro de mí siempre lo supo. Pero me deje llevar por lo que me decían, que debía probar —pone los ojos en blanco— y ya probé, y lo confirmé. Soy asexual.

—Estoy segura que a mamá no le importará. Tal vez como paso conmigo, al principio le cueste entenderlo, ya sabes las terminologías, pero no le afectará en nada.

—Lo sé. Ya tiene una hija bi, ¿Qué más da una ase? —Bromeo untando más mantequilla a su rebanada—. ¿Te das cuenta que somos todo lo contrario? Tu quieres darle a todo, y yo a nada.

Yo puse cara sería, intentando no reírme de su tan mal chiste. Aunque si me dio risa.

—Vamos, sé que ser bi no es eso. Pero hay que tomarlo con humor.

Yo relaje mi expresión, y solté la risa que tenía retenida por su chiste. Ella me miró extrañada, pero se unió a mi carcajada.

—Aun quiero casarme, es mi sueño desde pequeña. —Añadió de repente, apaciguando nuestras risas.— Ser asexual, no me hace arromantica. Son cosas diferentes.

—Eso lo sé. No nací el siglo pasado. —Poso mi brazo sobre su hombro—. Encontraras un chico para ti, uno que te entienda y te acepte. Créeme.

Ella levanto las comisuras de sus labios para formar una sonrisa.
Termino de comer su pan, que parecía eterno porque desde que llegué se lo estaba comiendo, y se levanta de la mesa.

Me invitó a su cuarto para seguir conversando. Hablamos mucho. Hasta me dolió la garganta de tanto hablar.
Un hambre atroz atacó mi estómago, así que baje para prepararme una pasta.

Mientras la preparo, pienso en lo feliz que estoy por todos a mi alrededor.

Estoy feliz por mi hermana, feliz por su valor, feliz porque tuvo la confianza de contarme, feliz porque ya sabe quién es.

Y también feliz por Kamo, porque ahora va a tener más libertad, porque ya no se va a tener que esconder.

Feliz por Rara, que va a tener compañía, y esa compañía es la mejor del mundo. Y aunque me doliera, tendrá la oportunidad de estar muy cerca de la persona que ama.

Y sin explicación, pensé en Yiyi, también me sentí feliz por ella, la veía feliz, yo la hacía feliz

Pero, ¿Estaba feliz conmigo misma? ¿Yo me hacía feliz?

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Nota del autor: vaya vayaa, capitulo largo. Creo que es el más largo que he escrito hasta ahora. Y los que siguen son iguales.

Pasaron muchas cosas, pero díganme, ¿Cuál fue su favorito?

Cabe aclarar que como no soy asexual, para escribir este cap investigue mucho del tema, y hablé por redes sociales con personas ase. Para hablar con información real, y no desinformar.

Les mando love del bueno soñadores <3

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