01 | ¡A la mierda el amor!

Capitulo 01.

—Todos los presentes estamos aquí reunidos, hoy veintidós de Julio, a las… —Ojeo el reloj de mi muñeca—. Nueve treinta y siete de la mañana, para mandar a la mierda al amor —concluyo mientras levanto un corazón de peluche.

Es un aburrido sábado por la mañana. Cómo de costumbre estoy sola en casa, mi madre trabajando en el hospital y mi hermana lo más seguro es que está con una amiga o en alguna actividad de los múltiples clubs a los que asiste. Dios jamás entenderé cómo es que esas chicas tienen tanta energía. Ellas hacen veinte cosas al mismo tiempo, yo hago una y necesito descansar un mes. No tengo pruebas pero tampoco dudas de que soy adoptada, y mi verdadera familia es una de perezosos.

Tengo un montón de tarea pendiente que realizar, pero hoy es sábado, casi domingo, y los domingos no se hace nada, hoy es pre-domingo, por lo tanto tampoco se hace nada hoy. 
Y como no tenía nada mejor que hacer, busqué en Google un ritual para sacar al amor de mi vida. Casual, cosas de chicas adolescentes.
Bueno, la verdad estaba en Google investigando cosas estúpidas por el aburrimiento, como: “¿Por qué el amor es tan jodidamente horrible”. Y una página llamo mi atención, pues decía: “Ritual fácil y sencillo para alejar el amor de tu vida”. Yo tipo así de puta que ofertón.

Tengo muchos motivos para querer deshacerme del amor. De hecho si pudiera darle una paliza al angelito con flechas lo haría. Estoy a nada de creer que mi vida es la comedia romántica favorita de Cupido, pero de esas que siempre terminan mal.

No quería hacer el ritual sola, aunque la página específico que era algo más que todo psicólogico, tenía miedo de que un demonio apareciera en mi habitación en plan, ¿bueno que se te ofrece?

Así que les dije a mis dos mejores, y únicos, amigos que venga y lo hagamos juntos. Porque si caigo los arrastró conmigo.
Ese par hacen todo lo que yo diga, juro que si les ordeno que se tiren de un puente van y se tiran sin chitar. Jamás les diría eso, son mi motivo de existencia y los únicos que me soportan.

Estamos sentados en el suelo de mi habitación en forma de círculo, o más bien triángulo, cada uno en una punta. Yo sigo en mi pijama rosa favorita. Si estuviera ante otras personas jamás estaría así vestida, pero solo estoy con mis mejores amigos de toda la vida: Kamo y Rara. En realidad no se llaman así, sus nombres son Camilo y Raúl respectivamente, pero les inventé esos apodos cuando éramos pequeños, y se los dejé.

Soy muy creativa a la hora de poner sobrenombres, es mi don, y la maldición para los que me rodean, pues apenas los conozco les cambió el nombre. Ojalá fuera así de creativa para hacer laminas para la escuela. Pero creo que toda la creatividad que habita en mi es utilizada para poner apodos.

Ellos si están vestidos como gente, no como yo, que sigo en un pijama lleno de manchas de comida. Kamo, como de costumbre, lleva puesto unos jeans negros con una camisa blanca y su chaqueta de cuero que nunca se quita, enserio, siempre anda con el mismo look, pero en su defensa, se le ve espectacular con su increíble cabello pintado en las puntas de azul. Por su parte, Rara está vestido de una forma más sencilla, unos shorts beige, una camisa azul y unos tenis.

—¿Todos los presentes?, si solo somos tres —me contradice Kamo, señalando a Rara y a mi.

—¿Quieres hacer el ritual M.A.L.M.E.A o no? —le digo fingiendo enojo.

—Realmente estás obsesionada con ponerle apodos a todo, ¿no? —Rara me mira confundido— ¿Qué es eso del ritual malvea?

—Es M.A.L.M.E.A, que significa «mandar a la mierda el amor». —Empiezo hablar demasiado rápido para resumirles la explicación—. Es un ritual para mandar a la mierda el amor, los sentimientos y todo lo relacionado con eso. Ya que nos ha ido muy mal a todos los presentes en el ámbito amoroso, y por eso vamos a echar a cupido de nuestras vidas; para que no nos volvamos a enamorar y no nos vuelvan a lastimar. —Suspiro— Ya se los había explicado por mensaje.

—¿Por qué insistes en decir «todos los presentes» si solo somos tres? —Recalca Kamo con su tono sarcástico de siempre.

—No me cuestiones, solo obedece —lo miro directo a los ojos—, quieres desacerté del amor ¿no?, entonces has lo que digo.

—La verdad es que si quiero poner los temas amorosos a un lado, por lo menos por un tiempo. —Su cara se torna rojiza, y acomoda un mechón de su cabello azul atrás de su oreja.

Sé a la perfección porque lo dice. Si a mí me ha ido mal en el amor, a él le ha ido de la mismísima mierda. Conozco de primera mano su situación, soy quien se calo escucharlo llorar durante altas horas de la madrugada en una llamada. Aunque me quedé dormida un rato, él no se dio cuenta, estaba ensimismado en quejarse de su ex.

—¿Dónde encontraste este ritual mamea. —Arquea una ceja Rara—. ¿Como sabes si funciona de verdad?, o peor aún, si funciona muy bien y luego jamás vamos a poder volver a enamorarnos. —La preocupación es un rostro en notable. Es tan infantil que enserio cree que un ritual sacado de una página pirata de Internet para ocasionar un cambio significativo en su vida.

—Por última vez, es M.A.L.M.E.A. —Respiro para no empezar a gritarles. Aunque son mis mejores amigos, a veces me sacan de mis casillas—. Tranquilos, este ritual no nos volverá arromanticos, tampoco es ningún tipo de ritual satánico, solo es algo estúpido que leí en internet. Pero era la excusa perfecta para reunirlos en mi casa un sábado tan temprano… Estaba aburrida.

—Entonces este ritual no sirve para nada y esto es una perdida de tiempo. Pero como eres una obsesiva quieres que hagamos esto a la perfección —dice Kamo entre risas.

—En efecto. Me conoces tan bien. —Intento mantenerme sería.

—Muy bien, dinos rápido que tenemos que hacer para así poder hacer otra cosa, que si sea productiva. —El peliazul recalca la última palabra. Yo me limito a entornar los ojos, y darles la explicación.

—Les pasaré este corazón de peluche, que simboliza el amor. Cuando lo tengan en las manos tendrán que decir la razón por la cual lo quieren mandar a la mierda. Luego amablemente le pedimos que nos deje en paz, y ya. Bye bye sentimientos.

Muevo mis manos como si despidiera a alguien. Ellos me miran perspicaces, no entienden muy bien el significado de esto, y si soy honesta, yo tampoco. Solo leí las instrucciones del ritual y un poco de la introducción. Pase por alto leerme las otras doce páginas donde se explicaba el porque, el para que y el trasfondo de todo esto. ¿Qué esperaban de mí? No he leído las tres páginas del cuento La muerte de Isolda de Horacio Quiroga, que es para un análisis del castellano que se entrega este lunes, ¿Creen que me leeré doce de una página de fuentes cuestionables? Pues no, mi ciela.

Obviamente ellos no saben esto, piensa que investigue este ritual a fondo, que se me su origen, su evolución, su significado y todo, no que apenas y sé cómo realizarlo. Son detallitos que no necesitan saber.

Ambos chicos se dan una mirada de «Bueno, ya estamos aquí, que más». Y asienten.

Doy un pequeño chillido de emoción, no porque me entusiasme hacer este ridículo ritual, sino porque ahora tendrán que hacer esto conmigo hasta el final, lo que equivale a pasar tiempo juntos, lo que equivale a reírnos, lo que equivale a no tener que estar sola y aburrida en esta casa.

Me acomodo en el suelo, lista para empezar. Pero antes pienso: Dios sé que he sido una perra egoísta casi toda mi vida, y que ayer le robe cinco dólares a mi hermana sin que ella lo notase, y que el jueves me copié en el examen de matemáticas, y que critique a Paola el martes, pero es que entiéndeme, su delineado era horrible, pero ese no es el caso, te pido que ningún demonio interactúe con nosotros en esto, amén.

—Yo empiezo. —Alzo la voz para que me presten atención. Aprieto el corazón de peluche contra mi pecho. Cierro los ojos y me concentro. Kamo tiene razón, aunque esto es algo sin importancia, soy una obsesiva que le gusta que todo lo que haga salga a la perfección, eso incluye rituales baratos de Internet. Hago memoria y pienso en todo lo que he sufrido a causa del amor, e intento resumirlo en una simple oración—. Yo mando al carajo al amor porque siempre me enamoro de chicas heteras, curiosas o confundidas. Termino enamorada sola, siempre acabo sufriendo mucho.

Esa era una de las razones por las que quiero dejar de enamorarme. Amar a una hetera, o bueno, una hetera curiosa no tan hetera, es lo peor del mundo. Sabes que ese amor jamás será correspondido, que solo sale contigo para experimentar un poco, para descubrirse, o para sacar de sus casillas a sus padres. Juegan contigo un rato, y cuando no les sirves te desechan sin remordimientos. Aunque en el fondo sabías que eso pasaría, no puedes evitar enamorarte con las pequeñas demostraciones de cariño que te dan, fantaseando con tener una relación estable cuando ellas solo quieren un buen momento y ya.

Mi primera relación con una chica fue a los catorce, ella era tan dulce conmigo que me embobo con su amabilidad. Al principio solo éramos amigas casuales, hasta que un día nos dimos un beso en el baño por accidente no tan accidente. Ese fue mi primer beso en general, y ella me dijo que fue su primer beso con una chica. Salimos siete semanas después de eso (si las conté y que), no avanzamos más allá de los besos. Éramos novias de manitas sudadas como dicen por aquí. Me enamore mucho, y cuando le dije que mis sentimientos por ella eran genuinos, creo que la espante porque después de eso me pidió que lo dejáramos en el olvidó. Hasta se atrevió a decir que no le gustaban las chicas. Si me lo preguntan, creo que me lo dijo solo para zafarse de mi sin darme tantas explicaciones o decirme directamente que no le gustaba tanto.

Un mes después conocí a Sofía, oh Dios Sofi me gustaba mucho. Ella era tan cool, muy rockera, le importaba un pepino la opinión de los demás, tan libre y segura de si misma. De esa relación lo único que me quedo fue las bandas y artistas de música rock e indie que ella me mostró. Me volví fan de ese tipo de música gracias a ella, es lo único que le agradezco. Ella era el estereotipo de “chico sexy y tatuado pero con horribles sentimientos” pero en mujer. Era dos años mayor que yo, y aunque me trataba un poco mal, al mismo tiempo me hacía sentir tan protegida. Con ella tuve mi primera vez.

Las primeras veces son una verdadera mierda. Nada como en las pelis o series, que ahí todo es de maravilla, con velas y flores. En la vida real la primera vez que se tiene sexo es incómodo, no sabes que hacer o si debes o no debes decir o hacer algo. Quieres mostrarte como si ya lo hubieras hecho, cuando en realidad por dentro estás temblando de los nervios. Es raro, muy raro. Es la primera vez que alguien toca tu cuerpo con esas intenciones y tienes esa sensación de inconformidad. Para mucha gente su primera vez fue grandiosa, o al menos buena. Pero para la gran, casi toda, la humanidad su primera vez es pésima. Desde que tienes ese despertar sexual quieres perder la virginidad, pero cuando la estás perdiendo quieres que termine ya porque no aguantas la incomodidad que siente tu cuerpo.

Pero eso es solo la primera vez, aunque para algunas personas esa incomodidad se extiende para otras veces y eso está bien, cada cuerpo es distinto, cada quien va a su propio ritmo. Lo importante es no hacer algo que realmente no quieras.

La segunda vez que lo hice con Sofi ví la gloria, seré honesta. Todo estaba más relajado, había menos tensión en el ambiente, y fue mucho, muchísimo más disfrutable. Además, ella lo sabe hacer. Después que lo hicimos solo me buscaba para sexo casual. No contestaba a mis mensajes ni llamadas, ni nos veíamos para algo que no fuera para eso. Me sentí tan estúpida al ilusionarme con alguien que desde un principio solo quería sexo. Me puso migajas de amor en el camino para que yo fuera hacia su trampa, y caí como una pendeja. ¡Dios porque no fue clara desde un principio! Me trataba bonito, tuvimos largas y profundas conversaciones, me enamoro solo para acostarse conmigo. Si desde un principio me hubiera dicho que solo quería sexo y más nada, ya quedaría de mi parte ver si acepto o no su propuesta, y de haber aceptado no involucraría mis sentimientos. Pero no, la chica tenía que ilusionarme. La detesto tanto.

A quien engaño, no la odio. Intenté odiarla y la critique con mis amigos hasta más no poder. Pero cada vez que me llamaba para hacerlo yo toda pendeja aceptaba con la esperanza de que tal vez cambiaría y si quisiera tener algo serio conmigo, aunque ella nunca me prometió nada, yo solita me hice la película en mi cabeza, con actores, giros en la trama, musicalización y todo. Merezco un Oscar. Estuvimos así casi un año, hasta que por fin me llene de valor, la encare y le dije que si no íbamos a tener algo serio, no me siguiera ilusionando. Después de eso ella me bloqueo, y creo que fue lo mejor para mí corazoncito.

El siguiente en mi vida amorosa fue Santiago. No hay mucho que contar de él. Se me acercó, me empezó a coquetear, se me declaro, yo acepte ser su novia, anduvimos un mes, y cuando supo que era bi me terminó. Él es súper conservador, y la simple idea de que yo me había besado en la boca con otras chicas y que el beso esa misma boca casi lo hace vomitar. Si supiera que mi boca estuvo en más lugares de otras chicas le habría dado un infarto, lo juro. No le dije desde un principio que soy bi porque no es necesario, los heterosexuales no se presentan con su sexualidad, ni la andan diciendo cada que conocen a alguien, ¿Por qué yo si tendría? La conversación se dio un día, y le confesé mi sexualidad. Sus valores y creencias lo obligaron a terminar conmigo. No si antes pedirme que me arrepienta y decirme que rezará por mi alma. Ni siquiera yo comprendo porque salí con un chico así.

La última puñalada a mi pobre corazón fue Clara. Las dos nos gustabamos, nos llevábamos más que bien. Realmente pensé que me amaba. Duramos once meses, once fuck meses. Salíamos a pasear, tomar café, comer hamburguesas, charlas en la madrugada, nos dábamos regalos cada que cumplíamos un mes de relación, toda esa mierda romántica. Lo nuestro lo llevábamos en secreto para el mundo, pero ya hasta le había hablado de ella a mi mamá, mi hermana y mis dos amigos, ¡Se las presente! Eso es ya otro nivel. Ella me pidió que no le dijéramos nada a nadie que no fuera de confianza, no quería andar en bocas de todos en la escuela como la nueva lesbiana. Y la entiendo, yo pasé por eso, tuve la fuerza para atravesarlo y amigos a mi lado que me dieron animo, pero no cualquiera lo hace. Además, nadie debe salir del closet sino quiere, no puede, o aún no esta preparado. Aceptarse a uno mismo es difícil, pero que los demás lo hagan es casi imposible.

Adivinen que sucedió. Adivinen. Dejen sus teorías de que ocurrió.

Me montaba cachos.

La muy hija de las tres mil putas me era infiel. Luego de once meses de relación, ¡Once meses! En la colegio empezó a circular el rumor de que tenía novio. Yo estaba tipo así de “eso es improbable, y en dado caso yo sería el novio”. Hasta que la muy sínica llegó un día al cole de manitas agarradas con un tipejo, y me entero que llevaba saliendo con el seis meses, ¡Seis meses! Osea que ella andaba conmigo mientras salía con él. La termine, obviamente, es lo que todos debemos hacer luego de una montada de cachos. Podemos tener cachos, pero no estaremos pendejos.

Ella quiso victimizarse diciendo que solo salía con él porque a su madre empezaron a llegarle rumores, y para evitar sospechas se ennovio con el tipo. Si será verdad o no, no me importa. Lo que me hizo fue espantoso. Pudo haber hablado conmigo para contarme lo que pasaba, buscar una solución juntas, o simplemente para apoyarse en mí. Pero una infidelidad no tiene justificación. Terminamos en muy mal términos. Lo peor es que hasta hoy en día sigue con el chico ese. Y eso que les mandé muy malas vibras, no lo negare.

Gracias a ella y a lo que me hizo fue que me hice tan fan de las canciones de Olivia Rodrigo, sobretodo de su canción Traitor. Dios, que vergüenza pensar que ponía esa canción a todo volumen en las cornetas de mi cuarto y la cantaba a todo pulmón. O que subí clips de la canción en mis historias de Instagram como indirectas para ella. Esos fueron mis momentos humildes. Pero al menos me quedo ser ahora una livie.

De mis exs lo único bueno que me dejaron fueron los excelentes gustos musicales.

Esos serían todos, si no cuento la gigantesca cantidad de parejas heterosexuales que al saber que soy bisexual me invitaron para hacer un trio. La gente al oír la palabra bi, inmediatamente lo asocia con que le gusta coger con ambos géneros a la vez. No critico a quien le gusta hacerlo, pero en lo personal no me interesa los tríos, el poliamor ni ninguna de esas cosas. No por mi orientación sexual se definen todos mis gustos. Que se jodan los estereotipos.

Todos mis exs me lastimaron, unos más que otros, de una manera u otra, pero lastimaron. Mi corazón se ha roto, le he puesto curitas, ha sanado, y no pasan ni dos meses cuando ya llega alguien nuevo con un bate de béisbol listo para darle como piñata. Traición, engaño, mentiras, falsas ilusiones, sentirse insuficiente, incapaz, incompleta, impotente, engañada, ridícula, uf y la lista sigue. He pasado por tantas cosas en mis cortos años de visa. Mi personalidad actual se vio afectada por mis relaciones, para bien o para mal. Pero saben, ahora soy tan genial. El dolor de una mala experiencia amorosa es individual, y cada quien lo vive distinto, a su tiempo y modo. Tal vez yo supere a mi ex en dos días, pero tú necesitas un año, y eso está bien. Cada quien sana a su velocidad.

Pero lo que no puedo negar es que duele, duelen muchísimos las relaciones amorosas. Más si eres una chica bisexual en un mundo heteronormativo y en una ciudad aún muy retrograda.

Aunque si, he sufrido mucho. Y ya tengo razones de sobra para querer deshacerme de todo los sentimientos románticos. Existe una razón más. La principal. La que más odio, detesto y aborrezco. La verdadera razón por la que quiero matar a cupido, y por la cual busque este tonto ritual, es porque estoy desesperada. Hace un tiempo descubrí que siento algo por alguien que no debería. Que mi corazón se acelera por alguien que no debe. Me di cuenta que me gusta uno de mi dos mejores amigos.

Kamo.

Odio sentir esto. Me odio por esto.
Desde hace unos meses me percaté que tenía estos sentimientos hacia él, que lo amaba, pero no de la forma en que lo amaba antes, por ser mi mejor amigo, sino que lo amaba en forma romántica. Al principio me rehusaba a admitirlo. Me autoengañaba diciendo que solo lo veía como un amigo, como siempre lo he visto. Pero cada vez me fue imposible camuflajear mis sentimientos. Me reía de sus chistes, aunque no causarán nada de gracia, pero el nato hecho de que fuera él quien lo contará, me daba una estrepitosa carcajada. Que al cruzar miradas mi corazón de un vuelco. Que al darme un abrazo, esos que siempre nos hemos dado, me ponga roja como un tomate, cuando antes nos los dábamos como si nada. Que me haya cachado a mi misma mirarlo de reojo y suspirar embobada. Que el olor de su característico perfume se convirtiera en mi olor favorito. Que en las noches antes de irme a dormir, él fuera el último pensamiento en mi cabeza, y por las mañanas es en lo primero que pienso. Que al recibir un mensaje de él tenga que tomarme unos minutos para calmar la emoción. Que al llegar a mi casa luego de pasar un día juntos tenga que agarrar mi almohada, abrazarla y gritar de emoción al recordar el más mínimo contacto que tuvimos. Ahora sé me hace mucho más guapo, siempre lo he visto atractivo, pero ahora lo veo y guao, necesito calmarme. Que todas las cosas que antes hacía con él y que no generaban nada en mi, ahora las hago y me emociono o me pongo nerviosa.

Dios, en definitiva me gusta.
Pero, ¿Pueden culparme? Tiene esos labios finos, pero a la vez un poco gruesos que te mueres por morderlos. Unos ojos verdes que te hipnotizan, hacen que quieras verlos por horas, él tiene el verdadero “te pierdes en su mirada”. Una piel pálida que al más mínimo toque dejas marcas rojizas en ellas. De ambos oídos cuelgan unos zarcillos con forma de dragón color negro que le da un aire misterioso de chico rebelde. Una voz ni tan gruesa ni tan fina, perfecta para tener cualquier tipo de conversaciones con él. Si le agregamos que se viste tan genial, con tintes medio gótico, pero a la vez moderno y juvenil, es la combinación perfecta. Es que hasta sus uñas están perfectamente cortadas, siempre están limpias, cortadas al ras, con una simetría de otro mundo… ¡Dios, necesito parar! me fijo hasta en sus uñas y me gustan. Que asco el amor.

Pero existe un pequeñísimo problema, uno minúsculo, casi sin importancia. Que no afecta en nada.

Es gay.

¿Por qué todos los chicos guapos, con buen estilo, higiene, no ridículos, ni agresivos, ni obsesionados con el fútbol o con Messi, tampoco pervertidos, asquerosos, machistas, con responsabilidad afectiva, buenos sentimientos, corazón puro, no malintencionados y en general green flag, son gays?

Está más que claro que jamás de los jamás, never ever, tendremos algo. No le gusto, no le gustan las chicas, e incluso si le gustarán las chicas, tengo el presentimiento de que ni así yo le pudiera gustar. ¡Es que somos amigos desde niños! Ni yo comprendo cómo diablos me enamore de él. Quiero arrancar mi corazón y darle una buena paliza.

¡Es que tengo una puntería! Si no me fijo en chicas heteras, me fijo en mi mejor amigo… ¡que es gay!

No quiero dañar nuestra amistad, no quiero hacerlo sufrir, no quiero que sospeche, no quiero que las cosas se tornen incómodas entre nosotros, no quiero confesarle lo que siento y arruinar más de media década de amistad.

Además, él ya ha sufrido mucho.
Desde pequeño le han hecho daño. Cuando teníamos alrededor de once años, en la escuela se burlaban de él por afeminado, por usar el cabello un poco largo, por no gustarle el fútbol ni jugarlo en el recreo, por ser un poco inteligente y no tan grosero como el resto, por ser diferente. En ese momento fue cuando me hice su amiga. Conozco a la perfección lo que es que te hagan a un lado por ser diferente. A las chicas de mi edad yo no les caía bien, me ignoraban por ser brusca, un poco tosca, y por no pasármela hablando todo el día de moda y de lo guapo que era Justin Bieber, en cambio prefería hablar de cuentos terroríficos, pelis de miedo o acción, y mis chistes no eran de su agrado. Es irónico, ¿No? A mí las chicas me apartaban y a él los chicos, a ambos por el mismo estúpido motivo, ser diferente.

Esto no es cuestión de género, o de "es que los niños o niñas son así". Si, los niños pueden ser crueles. Pero son niños, ellos no nacen con esa malicia ni con esos prejuicios. Estos son introducidos en ellos. ¿Adivinan quien lo hace? Exacto, sus padres. Los niños no aprenden a hacer comentarios pasivo agresivos, ni que si no actúas de cierta forma específica estás mal y hay que dejar de hablarte, eso se lo enseñan sus padres, tíos o familiares cercanos. Tal vez no directamente le dicen que sean malos con los otros niños, pero a través de comentarios o acciones que hacen los adultos, los niños aprende que está bien y que no, y como reaccionar ante esto. Por la cabeza de un niño no pasa la idea de decirle a otro niño “marica” solo por gustarle las pelis de princesas, seguramente solo está repitiendo un comentario que escucho decir de su papá, o de cualquier otra figura de admiración para él.

Al notar que ambos pasábamos nuestros recreos en solitario, me acerque a Kamo. Fue la mejor decisión de toda mi vida. Un simple “hola, ¿Quieres jugar piedra, papel o tijera?” bastó para que nos acercamos. Él era muy tímido al principio. Pero cuando le escupí por error su camisa cuando casi me ahogo bebiendo agua, y él en vez de enojarse y decir que no tengo modales, se rió tan fuerte que casi me deja sorda, su timidez desapareció. Empezamos a pasar los recreos juntos, aunque éramos de secciones distintas, nos buscábamos apenas sonaba el timbre. Para el siguiente año pedimos quedar en el mismo salón.

Aún recuerdo que el día que nos conocimos le dí un emotivo y cursi discurso. Aún recuerdo con exactitud cada palabra que le dije. Dudo que él siquiera tenga un pequeño recuerdo que ese día me pase de dulce dándole un tonto discurso de amistad eterna. Pero atesoro ese momento con mucho cariño, y pienso cumplir con todo lo que le prometí ese día.

Lo defendía de los acosadores. Él les temía mucho, pero yo al ser una niña tenía ventaja. Estaba segura que no me tocarían un pelo, y si lo hacían el castigo sería peor para ellos que para mí. Lo único bueno de ser mujer en este mundo. Así que podía decirle lo que quisiera a esos idiotas en miniatura a la cara, y lo que más me divertía era ver su cara de impotencia al no poder contestarme nada, pues si lo hacían solo tenía que contestarles con un insulto igual de retrograda que ellos para dejarlos con la boca cerrada. El típico “no le contestes a una niña, o ¿Acaso eres niña?”. Machista, lo sé, pero funcionaba. Su orgullo y masculinidad frágil les impedía seguir discutiendo luego de usar esa frase. Así que los insultaba como queria y ellos se quedaban callados. Venganza le dicen unos, karma le digo yo. Para que vieran lo que se siente que alguien te grité y no poder hacer nada.

Desde entonces somos inseparables.   
Ya de adolescentes llegó a su vida Rodrick, un tipo que tiene más músculo que cerebro. Aunque terminó con él hace unas semanas, las secuelas de esa relación tóxica siguen presentes. El tipejo ese, o como me gusta decirle, cavernícola, nunca me cayó bien, instinto de mejor amiga podrían decirle.

Consejito de mi parte, si ustedes le presentan a su pareja a sus amigos, y estos le dicen que le da mala vibra, terminen con sus pareja de inmediato. Créanme, se ahorrarán muchas noches de llanto, y a sus amigos tener que desvelarse escuchándolos.

Además, Kamo aún está en el closet con su familia, sus padres son súper homofóbicos, y si me lo preguntan, tontos. Yo sé que no les caigo bien, y ellos saben que no me caen bien, es un odio mutuo, pero justificado de mi parte, e injustificado por la de ellos. Si no me dieran tanto miedo les diría lo que pienso de ellos en la cara.

Solo me tiene a mí y a Rara en todo el mundo, no tiene familia que lo entiendan ni otros amigos. Somos su única red de apoyo, y no quiero dañarla por mis estúpidos sentimientos.

—Theslya… hola… ¡reacciona de una vez! —Kamo me jala del cabello.

—¡Auch! —exclamo sobando mi cabeza.

—Lo siento, pero te quedaste abrazando a ese peluche sin hablar durante varios minutos, nos estábamos asustando. —Hace una mueca—. Creímos que un demonio había entrado en ti.

—Oh… ya veo… me quedé absorta en mis pensamientos, — justifico mi descarada disociación—, toma es tu turno. —Le paso el peluche al pelirrojo.

—¿Qué yo? —Rara recibe el peluche confundido—. Debo decirle algo al corazón, ¿No?

—Sí, es tu turno de explicar tus motivos para mandar al carajo al amor. Ya se los había explicado. —Exhalo con fuerza. Me molesta que a pesar de mi muy detallada explicación sigan sin entender que tienen que hacer. Esto es lo malo de tener amigos con dos neuronas funcionantes.

—Vale. —Toma aire, apretando con fuerza el peluche. Su expresión se torna sería, lo que me demuestra que se está tomando esto enserio—. Estoy cansado de enamorarme. Es muy doloroso. —Suspira—. Se supone que debe ser mágico, en las pelis lo muestran como algo mágico, pero siempre acabo llorando en el baño, hecho pedazos. No sé cuándo entenderé que la vida real no es como en las películas. Cada vez que tengo un crush, reúno el valor para declararme, pero no sirve de nada. Me rechazan, una y otra vez. Estoy cansado de eso.

Su mirada baja al suelo. No pensé que se tomaría esto tan enserio, ni yo lo hice.

—No sé porque. Feo no estoy, no soy un modelo de Victoria's secret, pero no estoy mal, o eso creo. Puede ser mi personalidad infantil y un tanto irritante. O es que no me visto bien. Tal vez sea mi sentido del humor que no todos entienden, o mis chistes que la gente no comprende. Mi forma de hablar, puede que sea eso, me enredo al pronunciar varias palabras juntas y eso no se ve atractivo. —Una pequeña lagrimita se asoma por el rabillo de su ojo. Por instinto se la limpio y el me regresa una sonrisa a medias. Detesto verlo triste, él entre todas las personas es el que menos merece sufrir. Es tan puro y bueno que no merece que le hagan daño—. O piensan que no soy lo suficientemente maduro, o lo suficientemente inteligente, o lo suficientemente guapo, carismático, hábil, sensato o no sé. Que no soy suficiente.

—¡Nada de eso! —Exclama Kamo. Giramos a verlo exaltados por su repentino grito. Se encoge de hombros al ver lo fuerte que a pronunciado esas palabras—. Eres perfecto tal y como eres. Eres chistoso, amable, te preocupas por la felicidad de los demás, incluso más que la tuya propia, siempre buscas que los demás estén cómodos, de hecho eres la persona más maravillosa que he conocido en la vida. Cualquier persona mataría por salir contigo, y si alguien no se da cuenta de eso, ese su puto problema, esas chicas te pierden por tontas. —El peliazul pasa una mano por su cabeza peinando su cabello para atrás—. Lo que quiero decir, es que eres suficiente.

Rara al instante de escuchar esas palabras deja ver una ensanchada sonrisa en su rostro. Todo ápice de tristeza que antes había en él desapareció. 

No puedo evitar sonreír también. Agradezco que Kamo le haya dicho todo eso, yo no soy buena con las palabras, menos las reconfortantes. Miro al peliazul, tiene su cara entre sus piernas, como ocultándola. Logro ver entre una pequeña abertura que sus mejillas entran sonrojadas. Creo que soy la única que lo notó. Rara es tan despistado que ni aunque sucediera frente a sus ojos se percataría. Aunque técnicamente si está pasando frente a sus ojos, ya que el ojos verdes está sentado enfrente de él. 

Pero, ¿Por qué se habrá sonrojado? será acaso… no, eso es imposible.

—Gracias por eso. —Le dice el pelirrojo a nuestro amigo sonrojado—. No las culpo por rechazarme. No es su obligación estar conmigo solo porque a mí me gustan. Pero que te rechacen hace que cuestiones muchas cosas de ti mismo. Te hace creer que no eres suficiente o merecedor de esa persona, sé que si lo soy, pero no puedes luchar contra la mente y los pensamientos que te manda en esos momentos.

Kamo levanta su cabeza de dónde la estaba escondiendo tal ñandú. Espero que le diga otro discurso motivacional, pero en cambio solo lo observa. No logro descifrar que dice su mirada. Al ver que no hablará, decido hacerlo yo. Tomo valor e intento que mis neuronas hagan click.

—Algún día llegará la persona indicada, créeme. —Poso mi mano encima de su hombro, buscando las palabras correctas para decirle—. Cuando esa persona llegué, todo será más fácil. Todo es más fácil cuando estás con los indicados.

—Eso espero. —Se queda con la mirada perdida unos instantes, luego recoge el peluche y se lo pasa a Kamo—. Creo que me extendí hablando, es tu turno.

—Yo paso. —Se niega el ojos verdes a recibir el corazón cruzándose de brazos.

—No estamos jugando domino para que estés pasando. —Bromeo con él.

—Vamos, ya lo hicimos Theslya y yo, te toca a ti —Insiste el pecoso metiendo el corazón entre las piernas de Kamo—. Que tú no lo hagas sería injusto. ¡Injusticia! —Grita, también jugándose con él.

—Además estamos entre amigos… Mejores amigos—Me uno a insistirle. No me importa este tonto ritual, pero mi lado obsesivo me impide hacerlo mal—. Además, ya nosotros hicimos un pacto con el diablo, tienes que hacerlo tú también para que los tres nos vayamos al infierno juntitos.

—Si vamos contigo de seguro Satanás se harta de ti y nos manda derechito al cielo. —Me sigue el juego.

—¿Ves? Ganar ganar. —Rio—. Conocerán el cielo y el infierno por mi. Luego me lo agradecen.

Los tres soltamos una carcajada, que con el pasta de los segundos se va apaciguando. El peliazul se queda observando el peluche, dudando en si hacerlo o no.

—Ustedes ya saben toda la historia de Rodrick, —al mencionar su nombre, pasa saliva por su garganta. Le es imposible mencionarlo sin conmocionarse—, no hace falta repetirlo.

—Tienes razón, pero… —Busco en mi mente un punto medio entre no obligar a mi amigo a hacer algo que no quiere, y complacer mi lado perfeccionista que por algún motivo necesita realizar este ritual—. No digas mucho, solo di algo simple y ya. —Paso mi mano por su espalda acariciándolo.

No quiero forzarlo a hablar, se todo lo que sufrió con ese cavernícola. Es una persona horrible. El típico gay con homofobia internalizada. Siempre le hacía comentarios ofensivos, incluso siendo su pareja. Cosas como “eres un marica”, “no hables así”, ¿Por qué eres tan afeminado?”. Le metió en la cabeza que está mal ser como era. A tal punto de dejar de vestir, comportarse y ser como él es, para complacer al imbécil. Y cuando en tu casa no te aceptan, buscas consuelo en la gente de afuera, pero si te encuentras con un tarado que te reafirma lo que tus padres te dicen, la pasarás de la mierda. Nunca salían juntos, las pocas veces que lo hicieron Rodrick le pedía explícitamente que se comportará “más masculino” y que fingieran ser solo amigos. Desde otra circunstancias y pedido de otra forma no tendría casi nada de malo, pero como él lo hacía, provocaba que Kamo pensará que daba vergüenza salir con él. Si me lo preguntan, yo creo que solo lo buscaba por sexo, y en el fondo Kamo lo sabe.

Él le creo muchas inseguridades y le bajó la autoestima hasta el subsuelo, paso por unos días horrendos por su culpa, al punto de… autolesionarse. Fue entonces cuando decidió dejarlo definitivamente.

Kamo levanta el peluche de corazón hasta su pecho, lo estruja con fuerzas con este. Veo sus ojos cristalizados y me arrepiento en el instante de presionarlo para que haga esto.

—Déjalo así, —con una mano bajo el peluche—, no tienes que hacerlo.

—Quiero hacerlo. —Agarra mi mano, y la aparta del peluche. Me voltea a ver con esa sonrisa tan sincera que amo. Esos simples actos provocan que mi corazón lata con fuerzas—. Será como terapéutico.

Me limito a asentir con la cabeza, ya que por mi boca no salen más que balbuceos que ni yo entiendo. Dios cómo odio estar enamorada, es tan estúpido, mejor dicho, soy tan estúpida cuando estoy enamorada.

Él toma aire, y visualizo una pequeña lagrimita recorriendo su mejilla hasta desvanecerse en sus finos labios. Nunca pensé que envidiaría a una lágrima.

—Mando al carajo al amor por las relaciones tóxicas y por las personas que no saben lo que quieren. —Me pasa el peluche, o más bien me lo lanza, y con rapidez vuelve a meterse entre sus piernas, muy seguramente para que no lo veamos llorar.

En esa simple oración resumió muy bien la mayor parte de su dilema amoroso. Si fuera él añadiría: "También por los cavernícolas idiotas estúpidos sin cerebro, horribles de cara y de sentimientos que solo joden la existencia de las personas buenas”. Pero creo que lo resumió excelente.

—Ahora que todos hemos dado nuestros motivos, oficialmente echamos fuera de nuestras vidas al amor, y le pedimos a cupido que nos deje en paz. —Pongo mi mano en el centro del círculo, triángulo, o cualquier forma geométrica que estemos formando, y les hago señas de que hagan lo mismo— Ahora, por favor, todos los presentes a la cuenta de tres griten conmigo: A la mierda el amor.

—¿Todos los presentes?  —Saca su cabeza de entre sus piernas, arqueando una ceja. Hace cinco minutos estaba depre, pero para bromear si está bueno.

—Cállate Kamo, mira que si no aprovecho e invoco un demonio ahora mismo para que te posea.

Él se ríe. Le doy un codazo para que se tome esto con la seriedad que se amerita para culminar un ritual que leí en una página de fuente sospechosa.

Cierro mis ojos, y levanto mis cejas para que imiten mi acción. Los dos me obedecen, no sé si cerraron sus ojos, pero ponen sus manos encima de la mía.

—A las una, dos y tres…

Respiramos hondo, ahora creo que también se lo están tomando enserio. Con todas nuestras fuerzas, como si nos saliera de lo más profundo del alma, como si de eso dependiera nuestra existencia, gritamos a todo pulmón y al mismo tiempo:

—¡A la mierda el amor!

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Nota del autor: Holiiis. Este es el comienzo de lo que será una loca, enredada, divertida (entre muchas otras cosas más)  historia de amor... O de desamor.

Cuéntenme aquí que les va pareciendo la trama, los personajes y todo.

¿Ustedes también quieren mandar al carajo al amor? O ¿Ustedes si lo quieren en su vida?

(Aclaro que estoy reeditando la historia. Cambiando algunas cosas, y añadiendo más escenas, diálogos y ese tipo de cosas. Los cap q están enumerados ya están listos).

Les mando love del bueno. Les tqm soñadores.

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