Disclaimer: los personajes de esta historia pertenecen a Masashi Kishimoto. Obra inspirada a fin de entretener y sin fines lucrativos.

"....." pensamientos
-.....- diálogos
●●●● cambio de escena

— Te veo de buen humor, Sasuke —

— Lo estoy Izumi, lo estoy —

De sólo recordar la cara empapada de la Hyūga la noche anterior un gran regocijo se instalaba en su pecho. Había sido él el responsable de acelerar su auto justo frente a ella, ocasionando que el agua contaminada de la calle la cubriera por completo. Esa era su forma de vengarse por su caro traje de Armani, que se había estropeado por completo.

— ¿Sucedió algo en especial? —

— Nada que tengas que saber, cuñada entrometida —

— Disculpe mi imprudencia, señor ogro — rieron en confidencia, hasta que la castaña empezó a citar punto por punto la agenda de ese día.

La relación entre ambos era muy peculiar, si bien Sasuke no era del todo cariñoso, estimaba en sobre manera a su cuñada. Ella siempre había sido amable y gentil, aunque tenía un gran temperamento, solía regañarlo en sus días de juventud cuando sus decisiones no eran las más inteligentes. Pero si algo hacía siempre, era tratar de defenderlo siempre que su padre trataba de denigrar sus esfuerzos. Costó mucho tiempo para que lo admitiera, pero la quería como a una hermana, una hermana irritante y entrometida.

— Y a las once tienes una cita con... ¡Oye ¿Me estás escuchando?! — golpeó su escritorio al verle meditar, sabía muy bien que estaba haciendo oídos sordos a su discurso.

— Ya te escuché. No tienes que ser tan ruidosa —

— ¿Entonces qué haces ahí aún? — inquirió con impaciencia — Mueve tu trasero, nos esperan — alzó una de sus cejas, no sabía a qué se refería — ¿No que me estabas escuchando? —

— Hmph, como sea — tomó su saco y se encaminó hacia la salida — Vamos ya, no soporto tus ironías —

— Y luego preguntas por qué te llamamos ogro — salió de la sala mientras el pelinegro sostenía la puerta, al pasar junto a él agitó su cabello haciendo que este le golpeara el rostro.

 — Estás muy joven Sasuke-kun, a este paso te saldrán arrugas — la vio caminar por los pasillos con soltura, moviendo las caderas de forma burlesca sólo para irritarlo. 

— No sé como Itachi te soporta — cerró la puerta y la siguió sin chistar, tenían una reunión que atender.

●●●●

— Te ves terrible mujer —

— Dime algo que no sepa — colocó un té de hierbas frente a ella, junto a unas galletas de jengibre y una pastilla.

Tenía el cabello húmedo, la cara sonrojada por la fiebre y la nariz roja por la congestión. Eso sin contar lo irritados que se veían sus sensibles ojos, Hinata era débil y delicada, así que un mínimo resfrío podía con ella. El clima tampoco ayudaba, habían anunciado que una posible tormenta se acercaría a las costas, desatando lluvias constantes. 

— ¿Qué tanto te mojaste anoche? ¿No ibas a tomar el autobús? —

— Si... es una larga historia — estornudó un par de veces antes de volver a hablar — Prefiero no darte detalles Ino, no me apetece —

— Entonces bebe esto, debería ayudarte con tu dolor de cabeza — le alcanzó la pastilla, no dudó en tomarla — ¿Aún no recibes noticia de tu familia? —

— No, trataré de contactarlo más tarde — lo cierto era que la noche anterior después de llegar a casa, no había intentado comunicarse con su primo, estaba tan sumergida en su miseria que lo olvidó por completo.

— Kakashi dijo que podías tomar el día libre, no tienes que estar aquí si te sientes mal —

— De todas formas me lo descontarán, así que prefiero guardarlos para mis vacaciones — hizo una mueca — La de recursos humanos me odia —

— Eres muy terca Hinata-chan — suspiró resignada, con su amiga siempre era lo mismo — Iré a pasar la noche contigo, así que no te vayas sin mí —

— No tienes que hacerlo. ¿Lo sabes verdad? —

— No seas tonta — golpeó su frente con uno de sus dedos, mientras su otro brazo descansaba en su cadera — Quiero hacerlo, así que no aceptaré excusas. Iremos a comer más tarde, Shikamaru invita —

— ¿Él lo sabe? — le cuestionó, pero parecía confundida — ¿Sabe Shikamaru que pagará la cuenta? — vio una felina sonrisa delinear sus labios.

— Ya se enterará. Nos vemos mas tarde — 

"Pobre Shikamaru-kun" negó lamentando la situación del pelinegro, si Ino seguía así lo llevaría a la bancarrota.

●●●●

— ¿Por qué estás tan feliz? — al otro lado del ordenador, podía ver a su hermano claramente.

— Si son tal para cual — bufó molesto al escucharlo.

— ¿De qué hablas? —

— Tú y tu mujer — le aclaró fastidiado — Hoy me hicieron la misma pregunta —

— Bueno, es raro verte tan animado — le escuchó suspirar, claro indicativo para que dejara de molestarlo — ¿Qué tal el contrato? —

— Lo conseguí — cuadró sus hombros, orgulloso — Tenemos la posibilidad de llegar a América —

— Esas son buenas noticias, es un gran paso —

— Lo sé, yo lo conseguí después de todo — la carcajada monumental que lanzó el pelinegro lo dejó pasmado.

— Humildad Sasuke, no olvides la humildad —

— No me toques los cojones, hermano —

— Hahah, bien bien. No te molestaré más — lo vio arreglar su cabello, desperezándose en su asiento — ¿Está Izumi? —

— ¿Por qué no la llamas y lo averiguas? —

— ¿Con quién hablas, Sasuke? — la mencionada irrumpió en la habitación, con el café frío que le había pedido.

— Con el idiota de tu esposo — vio su expresión cambiar de inmediato.

— Muévete — le entregó su pedido sin miramientos y arrastró su silla para hacerse espacio ante la cámara.

— La falta de respeto abunda por aquí — se quejó pero fue cruelmente ignorado por la pareja.

Se alejó de ellos unos pasos mientras fijaba su rostro en el cielo gris y relampagueante. Empezó a tomar su bebida, concentrándose en las gotas de repiqueteaban en la ventana, todo con tal de no prestar atención a la conversación de aquellos dos. Podría morir de una sobredosis de azúcar, por lo melosos que eran el uno con el otro.

"Que desagradable" 

— ¿Ya vas a volver? — la castaña colocó una mano sobre su pecho, estaba inquieta, quería a su prometido devuelta.

— Así es, voy camino al aeropuerto. ¿Sasuke no te lo dijo? — 

— No mencionó ni una palabra — el moreno sintió cómo lo fulminaba con la mirada, pero lo ignoró descaradamente.

— No me sorprende — compartieron unas palabras más hasta que el menor se acercó nuevamente.

— ¿Piensan durar todo el día en lo mismo? —

— Ya debo colgar, estoy por subir al avión — tiró un beso a su mujer y le sonrió tranquilizador — No te preocupes tanto, nos vemos en unas cuantas horas. Te amo —

— Yo también te amo — el pelinegro rodó los ojos, eran terriblemente cursi.

— No te pongas celoso, también te amo a ti, tonto hermano menor —

— Deja de decir estupideces y apresúrate en volver. Hay cosas que necesitan tu visto bueno — sonrió del otro lado de la pantalla sin poder evitarlo, su hermano era tan orgulloso que no le respondería.

— Entonces nos vemos — 

Luego de eso se cortó la comunicación, dejando la oficina en un incómodo silencio. Izumi se veía inquieta y nerviosa, no dejaba de mirar por la ventana con preocupación. La forma en la que apretaba sus manos sobre el pecho mientras tocaba el anillo, le estaba poniendo los pelos de punta.

— Vamos a comer, una sopa caliente te hará bien — asintió de acuerdo, y por primera vez no sintió ganas de discutir con él o llevarle la contraria.

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