Eventos desafortunados
Disclaimer: los personajes de esta historia pertenecen a Masashi Kishimoto. Obra inspirada a fin de entretener y sin fines lucrativos.
"....." pensamientos
-.....- diálogos
●●●● cambio de escena
Un día aburrido más en la oficina, estaba leyendo informes del personal tranquilamente. Era temprano, mucho más de lo que acostumbraba a llegar, todo por culpa de cierta castaña que había irrumpido en su casa de madrugada. Sólo recordarlo hacía su cabeza doler.
Al iniciar el día, entre sueños había notado que su puerta era tocada de manera incesante. Lo había estado ignorando por varios minutos, pero el golpeteo se hacía más y más fuerte, combinado con el timbre de su departamento que retumbaba por todo el lugar. Se desperezó y le echó un vistazo a su reloj, marcaban las 5:00 am, demasiado temprano para tener que lidiar con problemas, pero al ver la insistencia de la persona que no se daba por vencida tuvo que ceder. Colocó un albornoz sobre su pijama, tomó sus pantuflas y refunfuñando bajó las escaleras.
— Espero que sea una situación de vida o muerte, porque sino quien va a matarte soy yo — frenó en seco cuando abrió la puerta por completo y vio a su cuñada vuelta un manojo de nervios del otro lado — ¿Izumi? —
Pero ésta sin responderle, había pasado de largo hasta la sala de estar. Tomó el mando del control y encendió el aparato, deteniéndose en el canal mañanero de noticias relevantes. Luego de cerrar la puerta confundido, se acercó y vio que pasaban el accidente de un avión. Según la reportera había sido ese mismo día, pero él aún no entendía qué era lo que la castaña quería decirle.
— Itachi aún no llega — lo dijo como si con eso explicara toda la situación.
— ¿Y qué con eso? —
— Dijo que volvería en unas horas. ¡En unas horas, Sasuke. Pero aún no lo ha hecho! —
Estaba muy nerviosa, sus manos temblaban y caminaba de un lado a otro cual león enjaulado. Tiritaba de frío, estaba desarreglada, vistiendo únicamente un fino camisón. Era extraño para él verla tan descolocada.
— Ven, siéntate un segundo —
La llevó hasta la encimera. Después de apagar la pantalla subió corriendo a su habitación por unas mantas gruesas, las cuales colocó sobre sus hombros y le preparó un té de tilo para calmar su agitado estado.
— Quizá tuvo un percance — puso la taza frente a ella, la cual tomó de inmediato.
— N-No, me habría llamado —
— Quizá su celular se descargó —
— Habría pedido un minuto prestado —
— Pudo haber un retraso en el despegue, o quizá sobrevuelan un lugar que interfiere con la señal — colocó ambas manos en los hombros de la chica — Deja de pensarlo tanto, en unas horas llamará desde el aeropuerto y explicará qué ha pasado —
— ¿Estás seguro de lo que dices? — la verdad era que no del todo, pero lo mejor que podía hacer por ella era calmarla.
— Por supuesto —
— Confiaré en ti entonces —
Después de eso se habían alistado y salieron del lugar para desayunar en el camino. Se detuvieron en el restaurante favorito de su cuñada y así intentó levantar su ánimo, cosa que extrañamente había conseguido. Aunque si era sincero consigo mismo aún estaba inquieto por todo lo ocurrido.
— Veo que has dejado de ser tan irresponsable — la persona que menos quería ver entró en la oficina — No solías llegar temprano en aquel entonces —
"Si que es un día de mierda"
— También es bueno verte, padre — imprimió en sus palabras todo el sarcasmo que era capaz de usar.
— ¿Dónde está mi hijo? —
— Uno está sentado frente a ti, y el otro aún no llega de su viaje —
— ¿Cómo que aún no llega? —
— ¿Por qué no llamas al piloto y se lo preguntas? —
La bandera de la discordia estaba alzada entre ambos, y el moreno no estaba de humor para lidiar con ello.
— Al final Naori tendrá razón sobre ti, cada vez te vuelves más impertinente — aquello le tocó las narices, no dejaría que le faltara el respeto cuando él no tenía la moral para hacerlo.
— No me vengas a decir que tu perra conoce cosas sobre mí —
— ¡Deberías respetarla, es mi pareja! —
— ¿Qué? ¿Ahora quieres que la llame mamá? — se irguió sobre sus pies, colérico de tanta estupidez — Puedes morirte esperando, porque no va a pasar —
— Eres un insolente. Respeta la memoria de tu madre —
— No me ordenes hacer cosas que ni tu mismo haces — se quejó lleno de repugnancia por el hombre frente a él, distaba mucho de lo que había sido su padre años atrás — Eres tú quien la irrespeta revolcandote con una mujer mucho menor que tú en la misma casa en la que viviste con mamá —
Empezaron una acalorada discusión, se dijeron cosas que habían guardado por años sin importarles que estaban en su lugar de trabajo. Estaba cansado de intentar agradar a un desgraciado que no se conformaba con nada. Así estuvieron un momento, hasta que Izumi pasó de su suegro para tomar las solapas del chaleco de Sasuke con firmeza.
— Me mentiste —
— ¿Izumi qué...? —
— ¡Me mentiste! — gritó de forma desgarradora, asustando a ambos hombres — Me dijiste que todo saldría bien — después de susurrar esas palabras lo soltó y echó a llorar.
Sasuke trataba de calmarla, incluso le pidió ayuda a Fugaku con la mirada, pero este estaba igual de perdido que él. La joven balbuceaba un sinnúmero de palabras inentendibles, mientras frotaba su rostro y tallaba sus lágrimas.
— Dime qué sucede — la zarandeó con algo de fuerza, necesitaba que se centrara.
La joven sólo atinó a señalar la gran pantalla plegable colocada justo en la pared del frente. Sin pensarlo demasiado, procedió a encenderla y subir el volúmen. Lo que pasaban en los noticieros lo dejó de piedra, su aliento se escapó por completo y sus piernas temblaron inevitablemente.
— Ya hemos identificado a las víctimas del reciente accidente aéreo, ocurrido en horas de la madrugada. El avión abordado por Itachi Uchiha, su asistente de vuelo y ambos pilotos cayó al norte cerca de las aguas que rodean al país. La ruta era inusual, y debido a las tormentas eléctricas.... — dejó de escuchar con atención después de que mencionara el nombre de su hermano.
"Esto no puede ser, no puede ser cierto" cerró los ojos y apretó los puños con frustración.
Se sentía irreal, el corazón le palpitaba tan fuerte que le zumbaban los oídos. No podía ser, su hermano había acordado reunirse con ellos de nuevo, lo estaban esperando. Itachi era muy joven para morir, no era justo, le faltaba demasiado por experimentar aún. El pelinegro iba a iniciar una nueva vida, tranquila, lejos de lo ruidoso de la ciudad y sus problemas. Estaba listo para dejar todo y compartir el tiempo que le quedaba junto a la persona que amaba, así que no podía morir todavía. ¡Se negaba a creerlo!
Pero salió de su letargo de confusión, cuando los teléfonos empezaron a sonar, llenando el eco de la sala y mitigando el llanto de la castaña. Aquello sólo hacía confirmarle que lo que acababa de ver si estaba pasando. Dejó sus pensamientos de lado al oír un golpe seco seguido de una exclamación por parte de su cuñada.
— P-Padre — la joven trataba de sostenerlo desesperada, mientras Fugaku se agarraba el pecho con un gesto de dolor.
— ¿Papá? — al comprender lo que sucedía, se precipitó hasta él, apoyó uno de sus brazos en sus hombros y empezó a caminar hasta el elevador — ¡Izumi, llama a una ambulancia! —
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Megapack 4 /?
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