¡Esto ya es mala suerte!
Disclaimer: los personajes de esta historia pertenecen a Masashi Kishimoto. Obra inspirada a fin de entretener y sin fines lucrativos.
"....." pensamientos
-.....- diálogos
●●●● cambio de escena
— ¿A dónde fuiste? —
— Ya te lo dije Ino — colocó el café frente a su compañera, junto a unos bollos rellenos de jalea — Kakashi-san me envió por un recado —
— Apuesto a que no tenía nada que ver con trabajo — resopló degustando su aperitivo matutino — Eres su asistente, no su chica de mandados personal —
— Tampoco es como si fueran favores — la vio rodar los ojos, más de una vez le había dicho lo mismo.
— ¿Y bien? — tomó un sorbo de su té, a la espera de que la rubia empezara con lo de siempre — ¿Qué te envió a hacer? —
— No seas curiosa —
— Anda Hina, por favor — sonrió de medio lado.
— Sólo te diré que compré algo — se inclinó sobre su escritorio para susurrarle — Era delicado y brillante — seguido de eso tomó sus cosas y se fue de prisa hasta su sitio de trabajo, no sin antes escuchar las quejas de su amiga.
— Hey, no me puedes dejar así. ¡Hinata! —
Divertida por el alboroto infantil que había montado en plena oficina, subió hasta su piso, dejó sus pertenencias en su escritorio y entró a la oficina de su jefe. Abrió las cortinas, arregló las revistas y colocó los documentos que tendría que revisar al llegar. Encendió la computadora, tomó los sobres que debía reportar a recursos humanos y antes de salir acondicionó la temperatura de la habitación. Esa era su rutina diaria, la cual cumplía antes de la llegada del peliblanco.
Se sentó en tras su escritorio, y empezó a acomodar la agenda de la semana, lo que le llevó más o menos dos horas. Kakashi pronto tendría que viajar junto a la comitiva corporativa hasta los Estados Unidos, sería un viaje por unas cuantas semanas y esperaba no estar incluida en él. Así las citas debían ser debidamente organizadas. El tiempo voló, y cuando se dio cuenta ya tenía un mensaje de su jefe, así que se dispuso a leerlo.
"Déjalo pasar, llegaré en unos minutos. Y luego hablaremos, señorita Hyūga, de por qué hay rumores en todo el edificio de que estoy comprometido" se puso pálida ni bien terminó de leerlo, eso debía ser obra de Ino de seguro. La rubia debió montarse una película mental tras las últimas palabras que le había dirigido esa mañana.
— ¿Dejarlo pasar? ¿Qué significa? — se cuestionó cuando releyó el mensaje nuevamente, pero no tuvo que pensar tanto pues el motivo de aquello estaba frente a ella, mirándola con aburrimiento.
"¿Cuándo había llegado?" ni siquiera lo había escuchado.
— B-Buenos días Uchiha-san — se paró rápidamente para saludarle, sin recibir respuesta — Por aquí por favor —
Lo guió hasta el despacho, le hizo tomar asiento frente al escritorio y se apresuró en colocar frente a él un vaso junto a una botella de agua y el contrato que había revisado junto a Kakashi el día anterior, todo eso en completo silencio. Cuando el pelinegro tomó los papeles y empezó a hojearlos mientras los comparaba con otros que había traído él mismo, tuvo el impulso de salir de la oficina y no volver hasta que su jefe llegara, pero debía ser cortés.
— ¿N-Necesita algo más? — después de unos segundos, en los que ni se dignó a mirarla volvió a preguntar — ¿Café, té o algún bocadillo? —
— Un expreso estaría bien —
Sin más asintió y se dirigió al área de la cocina. Tocó la máquina con maestría, y después de colocar la taza en su sitio, esperó a que estuviera listo. Luego colocó todo en una bandeja, la taza sobre un platillo, unas cuantas servilletas y los sobres de azúcar junto a una cuchara. Volvió hasta donde estaba el Uchiha, quién seguía leyendo en la misma posición.
Nerviosa se acercó, apoyó la bandeja a un lado del escritorio y después de hacer espacio colocó las cosas una por una, tratando de no molestarlo. Se fijó en su rostro disimuladamente, y notó que en él se encontraban unos lentes, jamás se los había visto, lo hacían lucir serio y apuesto, quizá hasta un poco más intelectual. Se sonrojó por el rumbo que habían tomado sus pensamientos, lo que aumentó su nerviosismo, ocasionando que a la hora de colocar la taza, tropezara con sus propios pies vertiendo el contenido caliente sobre las ropas del joven y los contratos.
— ¡¿Pero qué demonios?! — se precipitó sobre sus pies, sintiendo el líquido caliente quemar su abdomen, su entrepierna y sus muslos.
"Mierda, mierda, mierda y más mierda"
— L-Lo siento, en verdad lo siento — con un paño trató de secar la chaqueta del pelinegro, pero este la apartó.
— ¿Tienes idea de lo que acabas de hacer? — le increpó molesto — Esta ropa vale más que todo tu salario en un año — despeinó su cabello, frustrado — ¿Lo hiciste a propósito cierto? —
— N-No, no es así... — tenía ganas de llorar, esta vez se había metido en un buen lío.
— No quieras hacerte la tonta — se acercó a ella con intenciones de tomarla fuertemente por el brazo, pero la aparición de Kakashi detuvo los movimientos de ambos, aunque la ojiperla no dejaba de temblar.
— ¿Sucede algo? — los dos chicos giraron en su dirección.
— Pu-Pues... —
— Ha sido culpa mía — se adelantó luego de soltar un suspiro — Por un descuido se resbaló mi taza y ocasioné este desastre — el peligris paseó su mirada sobre los papeles manchados y la roba del moreno — Incluso quemé a su asistente —
Al escucharle, Hinata miró su mano con rapidez y en efecto, su mano derecha estaba roja por el contacto con el líquido caliente. No lo había notado por toda la conmoción, y aún más por ver que no la estaba metiendo en problemas.
— Es impropio de ti, Sasuke — no le creía nada, su ex-alumno no era para nada torpe — ¿Estás bien, Hinata-chan? —
— S-Sí señor —
— Muy bien — caminó hasta su teléfono y marcó el servicio de limpieza, para después sentarse en su sillón — Puedes ir a que te chequeen la mano, y tu ve donde Naruto. De seguro tiene algo que te puedas poner —
Ella salió primero de la sala, suspirando de alivio porque nada pasó a mayores. Creyó que perdería su trabajo, pero gracias al cielo pareciera que aquel hombre tenía corazón.
— No te relajes demasiado — lo escuchó hablar tras ella — Te lo cobraré después —
Y luego de escucharlo se dio cuenta que se había equivocado. Estar bajo la mira de Sasuke era mucho, muchísimo peor.
●●●●
— Realmente eres torpe cariño — Ino vendaba la muñeca de su amiga luego de aplicarle una crema para el dolor y el ardor, era la segunda vez en el día que lo hacía — ¿Qué es lo que te tiene tan preocupada? —
Algo debía estar rondando la cabeza de la peliazul, llevaba dos semanas con mala racha. Se le olvidaban las cosas, perdía documentos y hasta se saltaba las comidas. Estaba casi segura de que se trataba de un asunto familiar, sino no se explicaba su comportamiento.
— Neji-nii no contesta mis llamadas — empezó a recoger y sus cosas, con ayuda de su amiga — ¿Y si les pasó algo? —
— No seas exagerada Hinata, debe haber una razón para que el buenorro de tu primo no conteste el teléfono — trató de bromear, enfatizando siempre lo apuesto que le parecía el castaño.
— No vas a cambiar — negó resignada.
— Sabes que me gusta — se encogió de hombros con simpleza — Es una lástima que no parecía nada interesado, lo que no sabe es que eso lo hace más interesante —
Ino se había interesado en el ojiperla en uno de los tantos viajes al hospital en los cuales había acompañado a su amiga. Según ella, la actitud seria y distante de Neji lo hacían lucir sexy e imponente. Cada vez que lo mencionaba sus ojos brillaban y se relamía los labios, la peliazul no se molestaba en preguntarle lo que pasaba por su cabeza pues no quería quedar traumada con las perversiones de su mejor amiga.
Bajaron a la primera planta, y se fijaron en el aspecto de las calles. Era una noche lluviosa, lo suficiente para no ver a mucha gente circular por las mismas, además de dejar varados a más de uno.
— Un segundo... ¿no estabas saliendo con Sai-san? — preguntó al recordar al pálido chico, con el cual la rubia se había revolcado más de una vez.
— Estoy con él por diversión —
— Eso es cruel Ino —
— No si la otra parte también está de acuerdo — fijó su vista al frente, reconociendo el auto del albino al instante — Hablando del diablo... — con paragua en mano, ambas se acercaron hasta él — ¿No quieres que te llevemos? —
— No, tomaré el autobús — de pensar en los toqueteos que se darían todo el camino, la hacía preferir mil veces el transporte público.
— Vale, vale. Avísame cuando llegues — besó su mejilla para después cerrar la puerta y marcharse con su acompañante.
Mientras tanto ella caminó hasta la parada de autobús, donde esperó bajo su paraguas pacientemente. Estaba cerca del borde de la acera, y mientras veía el agua correr se perdió en sus pensamientos. Hasta que una luz iluminó su rostro y lo siguiente que sintió fue agua caer por todo su cuerpo, empapándola. Un deportivo negro había acelerado junto frente a ella, levantando con sus ruedas toda el agua que se había ido acumulando en los bordes de la calzada.
"Maldita sea mi suerte" definitivamente aquello ya era mala suerte.
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Megapack 2/?
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