El menor de los Uchihas
Disclaimer: los personajes de esta historia pertenecen a Masashi Kishimoto. Obra inspirada a fin de entretener y sin fines lucrativos.
"....." pensamientos
-.....- diálogos
●●●● cambio de escena
"Maldito viejo, no te conformas con nada" estaba furioso, hablar con ese hombre quien hacía llamarse su padre siempre lo alteraba "Nunca estás conforme con nada de lo que hago"
La relación del más pequeño de los Uchihas con su padre no era color de rosas, parecía más un terreno lleno de espinas donde el único afectado era él. Hace mucho tiempo sus interacciones habían pasado a ser quejas y reproches, siempre recalcando lo que hacía mal y jamás halagándole por sus logros o metas. Más que eso, se la pasaba comparándolo con su hermano, que era el hijo adorado de Fugaku Uchiha.
Siendo sincero con él mismo, la única razón por la que aún hablaba con él era por la memoria de su madre y porque aún tenía el control de la empresa legalmente. Mikoto, una mujer dulce y sencilla pero mordaz si tenía que serlo, había fallecido un par de años atrás y desde entonces padre e hijo se llevaban aún peor. Fugaku culpaba a Sasuke de la muerte de su madre, cosa que su hermano trataba de negar cada que podía. Pero en el fondo Sasuke si sentía cuota de culpa por lo que había pasado, su madre dejó esta vida a destiempo debido a las acciones estúpidas de un joven rebelde y problemático.
— Por tu cara deduzco que se pelearon otra vez —
— ¿Tú qué crees? — preguntó con sorna, esa situación lo desquiciaba.
— ¿Qué es esta vez? — Itachi lo iba a visitar con frecuencia, pues consideraba que vivir sólo no le hacía nada bien.
— Puras mierdas — el moreno le reprochaba con la mirada su vocabulario y actitud, pero poco le importó — Siempre es lo mismo, se queja de mí y de lo que hago, todo con el fin de no soltar la compañía —
— Te estresas demasiado Sasuke, a fin de cuentas serás presidente en poco tiempo —
Él había decidido una vida diferente para él y su prometida Izumi. Itachi tenía la necesidad de alejarse de ese tanque de tiburones y llevar una vida pacífica al lado de su amada en el extranjero. Tenía el dinero y las influencias suficientes para no dejarse arrastrar por la tradición familiar y heredar la empresa. Todo lo contrario a su hermano, quien se esforzaba para demostrar que era digno.
— Eso es porque tú no quieres el cargo — se quejó indignado — Si apareciera alguien más le cedería el puesto sin dudarlo, con tal de no dejarlo en mis manos —
— Padre es demasiado orgulloso para dejar todo en manos de quien no es su descendencia directa —
— Eso no es problema, recuerda que desde ese día me considera un bastardo —
El ambiente se volvió más pesado al recordar el pasado. Aún no superaban que no verían a su madre por el resto de sus vidas, lo que los afectaba profundamente. Itachi lamentaba que ella no pudiera estar presente en los pasos que planeaba dar. Casarse, tener hijos y formar una familia, todo lo que ella habría querido.
— No me mires con lástima Itachi — sus mordaces ojos se posaron en su hermano, la persona que mejor lo conocía — No necesito tu pena —
— ¿Piensas salir hoy? — se fijó en sus ropas, las cuales ya no eran formales.
— Por supuesto — afirmó sin ganas — Y a donde voy no es tu asunto —
— Ya me lo imagino — no había que ser un genio para saber lo que planeaba — Sólo no cometas una locura —
— Para ya de tratarme como un niño —
— Actúas como tal a veces — intentó hablar con él — Tus excesos son una de las razones por las cuales padre... — pero fue interrumpido, la paciencia del menor se agotaba rápido.
— Si tanto piensas como él puedes largarte por esa puerta —
Sin decir una palabra más, asintió y salió de su lujoso penthouse, ese que utilizaba cuando tenía planes de llevar a una linda chica para pasar el rato. Sabía que en ese estado no iba a razonar con él, así que desistió y se fue a casa.
Sasuke, al saberse sólo, ni corto ni perezoso se colocó una chaqueta de cuero sobre su polera. Encendió un cigarrillo, empacó goma de mascar y tomó las llaves de su Ducati negra ya que no le apetecía manejar ningún auto. Salió de su edificio a todo gas en dirección a Neptuno's, un restaurante-bar donde su cita lo esperaba, pasarían una noche divertida y alocada para así olvidar sus problemas, al menos por ese día.
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— ¿Estás segura que no quieres venir? — su amiga no dejaba de insistir, pero ella no daría su brazo a torcer — Quizá nos encontremos con el bombón que te saludó en la oficina — trató de picarla sin efecto alguno.
Hinata le había contado lo ocurrido el día de la reunión, haciendo que ella se destornillara de la risa. No pudo hacer más que eso, ¡lo que no le pasaba a Hinata no le pasaba a nadie!, realmente tenía una suerte terrible.
— Ya te dije que no — le reiteró una vez más — No puedo darme el lujo de desperdiciar dinero, tengo cuentas que pagar —
Contrario a ella, Ino no tenía infinitas deudas bancarias y cheques de hospital aguardando sobre la mesa. Por eso podía permitirse tales gustos, a pesar de no ser una persona rica, ganaba lo suficiente para vivir como el promedio por su buen sueldo.
— Te dije que viviéramos juntas, pero no quieres dejarme ayudarte —
— Necesito mi espacio, verte todos los días y vivir contigo bajo el mismo techo, me asfixiaría — lo decía como una broma, pero una parte era cierta, ella necesitaba su propio lugar.
— Nos veremos mañana entonces, señorita bromista — se despidió con un abrazo y un beso, y la acompañó hasta que el bus llegó.
— No llegues borracha al trabajo mañana —
— No prometo nada, mojigata — al escuchar ese apodo no hizo más que sacarle la lengua cual niña malcriada, siendo secundada por la rubia. Terminaron riendo pues no tenían remedio, podían ser muy infantiles a veces.
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Era más tarde de lo acostumbrado cuando caminaba por las solitarias calles en dirección a su domicilio. Había sido un día agotador, lleno de llamadas, contratos pendientes y firma de documentos. Su propio jefe se había quejado del montón de papeles que habían tenido que revisar, maldiciendo el éxito que había alcanzado la empresa luego de la junta de hace una semana.
Tan perdida en sus pensamientos iba, que cuando un ruido resonó a su izquierda, pegó un respingo del susto. Estaba frente a su edificio, pero algo se arrastraba por los arbustos, haciendo que ella sacara una pequeña linterna para asegurarse de qué sucedía. Preparada estaba para lo que fuera, cuando un animal emergió desde las hojas verdes, sucio y mal herido. Con el corazón sobrecogido se animó a acercarse al cachorro, que no dejaba de aullar. Ella amaba a los animales, y aunque no tenía uno debido a sus gastos, no podía ser indiferente al pequeño animalejo frente a ella.
— ¿Estás perdido? — con lentitud se acercó hasta que le tomó la suficiente confianza para dejarse acariciar. Buscaba su toque con desesperación, queriendo sentir amor — Pobrecito, la persona que te hizo esto es muy cruel — comentó al ver su pata lastimada.
Lo tomó con delicadeza entre sus brazos y lo escuchó gruñir con satisfacción al verse envuelto con su calor. La noche era fría, y seguro estaba hambriento. Pensar en ello la hizo decidirse, se quedaría con el animal aún si eso significaba privarse de más cosas, sólo quedaba pensar en cómo lo llamaría.
— Canela — murmuró al ver su lindo color acaramelado, el mismo que le recordaba a los sabrosos rollos de canela que solía disfrutar cuando podía. Al fijarse en él se percató de que no apartaba su vista del lugar donde había salido.
Curiosa, se acercó con cuidado, cualquiera que la viera pensaría que estaba loca. En medio de una calle semi oscura, con un can en brazos y en dirección a un matorral cual ninja en una misión. Pero sin importarle lo más mínimo se asomó, encontrando una escena que le conmovió profundamente. Allí había una caja llena de un total de seis cachorros, cuál de todos más descuidado. La camada parecía haber sido abandonada en conjunto, algo que ningún ser vivo merece.
— Algunas personas realmente no tienen corazón —
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Ahora sí, me voy. Demos gracias al pollito de la inspiración XD
Disfruten el cap, estaré actualizando lo más pronto posible (✿◠‿◠)
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