E P Í L O G O

18 de junio del 2019
「 Nueva York, Nueva York 」

¿Así o asao?, me debatía entre dos formas diferentes de poner la pequeña foto que sostenía entre mis manos, mientras Never Be sonaba a todo volumen a través de mis audífonos. Mejor asao.

Admito que le había robado a Juanpa y a Mario la idea de las polaroids, pero las mías no eran nada más imágenes de personas, sino también de lugares y cosas que produjeran emociones positivas en mí. Además, no estaban pegadas sobre la pared, sino guindadas de una cuerdita cuyos extremos iban atornillados a la pared.

Así que sí pretendían quitarme los reales con el mamaguevo copyright, estaban pelando balls.

A este detalle de las fotos se sumaban otros, como una repisa —colocada por la Yolanda— sobre la que reposaban mis álbumes favoritos y alguno que otro libro importante. También había una guirnalda de luces y un par de cuadros pequeños con frases inspiradoras.

Todo eso producto de una tarde de arduo trabajo de orden y remodelación, en la que había logrado transformar el foso de la depresión que era mi cuarto en un lugar de paz e inspiración, que gritaba mi nombre por todas partes.

Yo ya no sabía a quién me parecía más; si a Manny A La Obra o a Bob Constructor.

Tengo que decir que me sentía burda 'e orgullosa de haber salido por mi propia cuenta del agujero en el que yo misma me había metido y del que me había negado a salir los últimos seis meses.

Sí, marico, seis meses decaída total, en los que me la pasaba encerrada en mi cuarto pensando en pajaritos preñados, escuchando canciones depres y desconectándome del mundo, dejando a un lado a las personas que amaba. Seis meses esperando que un webon me llamara, cuando nunca lo hizo.

Había descuidado la universidad, mi canal, a mis fans —por así decirlo—, a mis amigos, a mi familia, y sobre todo, me había descuidado a mí misma. Había perdido la cuerpa que antes tenía, de broma me peinaba, y dormía tan poco que parecía salida de una película de zombies. Ya no era la yo que una vez había sido, esa que se reía por todo y que nunca, nunca, nunca, nunca era seria. Había cambiado, y la culpa no era más que mía.

Me había enfrascado en pensar que mi felicidad dependía de una persona, y de lo que esa persona hiciera respecto a mí. Y cuando dicho músico australiano, rubio y bastante alto no me buscó ni me jaló bolas como yo esperaba que hiciera, me deprimí.

Había intentado atraer su atención de una y mil maneras que no fueran a perjudicarle. Incluso el mismo Luisfer se había llegado hasta Los Ángeles en una oportunidad para contarle la verdad sobre por qué le terminé al susodicho, pero ni siquiera sabiéndola se atrevió a mandarme un piche mensaje.

Luke no me quería realmente, no estaba "enamorado" de mí como había dicho estar. Yo sí, y por eso me había tomado seis meses entender que mi vida no giraba en torno a la suya. Y que sí, muy bonito y todo, un recuerdo más que coleccionar y poner en la repisa. Pero se acabó. Ya estaba. Tampoco podía quedarme atrás, y dejar mi vida y todo lo que era importante para mí porque un pendejo no me parara bolas. Antes de quererlo a él, tenía que quererme a mí, y hacer lo que fuera mejor para la Yolanda.

¿Cómo había caído en eso, así de la noche a la mañana? ¿Por qué ahora? La verdad es que ni yo misma lo sabía.

Quizás es culpa del pajuo de Luisfer y lo de antenoche, pensé. Capaz logró abrirme los ojos en lugar de confundirme más, como había creído.

Entonces que le daba vueltas a la vaina, no debería haberle hecho lo que le hice. Esito, vale. Ahora iba a sentirme culpable.

Pero bueno, ya volviendo a lo que decía, te contaba que apenas me había despertado esa mañana de junio, había tomado la decisión de pararme de la cama y dejar a la depresión durmiendo. Iba a volver al juego, sólo que renovada, y mil veces mejor.

Ya había conseguido hacer limpieza de closet, modificar mi galería web y acomodar mi cuarto; faltaba ponerme fitness otra vez y reactivarme con las redes sociales y el beta de las fotos.

Hablando de, debo decir que una de las cosas en las que había caído cuando regresé del mundo alterno en el que estuve metida esos seis meses, era que quería dedicarme a la fotografía. YouTube no se iba a ir a ninguna parte, pero sentía la necesidad de darle sazón a mi vida profesional con otra cosa, eso que siempre había dejado en segundo plano hasta que cuatro chamos y su manager me pidieron que los acompañara en su gira por Estados Unidos, y después Europa.

Había revisado todas las opciones, y creía que lo mejor para mí era lanzarme a la fotografía de moda, porque así podría trabajar para marcas variadas e incluso para una revista. Eso como empleada, pero nada me impedía practicar otro tipo de fotografía por mi cuenta, y quizás algún día tener un estudio.

Era un reto mezclar una vida así con la de una influencer, pero se podía. Yo podía.

Epa, sí es verdad, me acordé de algo que me había propuesto a hacer apenas terminara de arreglar, y que como ves había olvidado al estar concentrada admirando la obra de arte que en ese momento era mi cuarto.

Sin pensarlo dos veces, me quité los audífonos, salí del cuarto y bajé rápidamente las escaleras. Abajo, estaban mis compañeros de apartamento —a excepción de Luisfer— echados en el sofá, imagino que viendo una película o cualquier mariquera en la televisión. Daniel medio dormido y Bárbara acostada sobre las piernas de Pepe Sequeda, que entonces era más bien Pepe Sefue de Venezuela o Pepe Sevino a Webo York.

Ni siquiera había pisado el último escalón cuando ya me estaban jodiendo la paciencia.

—Se levantó la Bella Deprimente —me echó broma Giuseppe, echando un vistazo por encima del respaldar hacia mí.

Bárbara levantó la cabeza de las rodillas del moreno para poder ver por encima del hombro de este. Al caer en la cuenta de que hablaba de mí, mi hermana le metió un coñazo a Pepe en el coco. —Coño, tú no tienes filtro, vale —masculló por lo bajo, mirándolo con una cara que hasta a mí me dio cague.

Cabe destacar lo preocupada que había estado Bárbara esos últimos meses por mi salud, no sólo física sino mental. A decir verdad, se preocupaba demasiado. Yo sólo estaba pasando por una depresión; tampoco es algo equis, pero no es una cosa del otro mundo como ella lo hacía ver.

Pero bueno; ¿cómo culparla? El talón de Aquiles de Bárbara Rodríguez, esa chama súper rela que jamás se alteraba emocionalmente por nada, era su familia.

Yo por mi parte rodé los ojos, terminando de bajar las escaleras. —Eres un bonche, marico —le respondí a Pepe, ante lo que los tres chiflados se me quedaron viendo raro. Normal: llevaban como seis meses sin escucharme responder una joda con otra joda.

—¿Qué pasa, pues? —me les alcé, llegándome hasta ellos—. ¿Quieren coñazo?

—Irrrrga... —Daniel sacudió la mano, haciéndola sonar. Vainas que yo jamás había logrado hacer número mil noventa—. Se arrechó el chichón de piso.

—Reaccioné es lo que es —repliqué—. Siento como si fuera Bolívar y me hubiera quedado dormida durante toda la guerra de independencia. —Rodeé el mueble y me paré entre ellos y el televisor, con toda la intención de impedirles ver lo que fuera que estuvieran viendo—. Pero ya volví a ser yo misma, así que tiemblen, coño 'e madres.

—Fino, terremoto —se apresuró a contestar Pepe, estirando el cuello como la propia jirafa para poder seguir viendo la pantalla por encima de mi cabeza—, pero carne 'e burro no transparenta.

Volteé pa' averiguar qué era lo que estaban viendo en esa vaina, y me conseguí con la cara de mi morocha de madre distinta cantando a todo pulmón al lado de Víctor Drija.

—¿De pana? —Alcé una ceja, regresando mi mirada a los casi-novios y a la lámpara de Daniel—. ¿Somos Tú y Yo otra vez?

—Es que Mayor Monograma dice kike soy igualito al gago —se excusó Giuseppe, viendo a mi hermana como si le cayera mal a pesar de tenerla entre sus brazos—. Y no, pues.

—¿No? —Bárbara le peló los ojos, levantando el cejero loco que esa caraja tenía mientras soltaba una carcajada—. Y yo no tengo diez años sin probar un Pingüinito y tal.

Pepe estaba a punto de responderle, pero yo lo interrumpí antes de que se agarraran a coñazos. Por octava vez en lo que iba de día. —Dejen las peleas maritales para otro momento y párenme bolas. —Una vez tuve su atención, cruzada de brazos, les pregunté por la persona cuya presencia necesitaba en ese momento—. ¿Dónde anda Luisfer?

—Se lo llevó un perro en la boca —echó vaina Pepe, haciéndonos a los otros tres rodar los ojos.

—Pelo 'e Escoba fue pa'l supermercado de al lado. —Daniel le echó un vistazo a su reloj. Luego, volvió a levantar la cabeza hacia mí—. Pero de eso hace como media hora, pues; debería estar lle... —Pudo haber seguido hablando, pero justico en ese momento fue interrumpido por el sonido de la puerta abriéndose con un tintineo de llaves. Y como era de esperarse, detrás salió Luisfer, cargado de un bolsero loco—. Nawebona, lo reventé.

—Ay vale —nos echó vaina el aludido, hablando con dificultad por la fuerza que tenía que hacer para cargar las cosas—. Kike hablando de mí. Con razón me picaba la oreja.

A diferencia de los tres colaboradores aquellos que se quedaron sentados como los sendos flojos que eran, yo no tardé ni dos segundos en llegarme hasta donde mi mejor amigo y ayudarlo, quitándole algo de peso de encima.

—¿Lucía? —Frunció el ceño, algo confundido cuando se dio cuenta de que era yo quien le estaba prestando ayuda. Dejó las bolsas que aún llevaba sobre la mesa de la cocina. Luego se quedó apoyado de esta, recuperando el aliento—. ¿Ba... bajaste? ¿Te sientes... bien?

—Yo estoy fina —le respondí, intentando sonar sincera, imitando su acción a excepción de la parte en que se hiperventilaba—. Pero necesito tu ayuda con algo. —Habiendo dado ya suficiente tiempo para que retomara su respiración, lo agarré de una de una de sus muñecas y lo arrastré conmigo cuando me encaminé de vuelta a las escaleras
—. Deja las bolsas ahí y yo ahorita te ayudo a sacar el corotero. Esto es súper importante.

Me di cuenta de que mi repentino tacto lo sobresaltó, y entonces volví a ser consciente de que las cosas entre nosotros eran un chin diferentes desde lo que había pasado hacían dos noches.

—Bájale dos, chamita —disimuló la vaina mientras subíamos al segundo piso del duplex que ambos llamábamos "casa"—. ¿Qué pasópa?

—Ya va, vale —lo obligué a esperar, subiendo los escalones rápidamente. Estaba impaciente por saber qué pensaba él de mis prometedores planes de futuro.

—Mira, por cierto —soltó el valenciano a mis espaldas, como si se hubiera acordado de algo importante así de repente—. Mi cacho... digo, tu mejor amigo Michael me escribió preguntando cómo estabas.

—Deja los celos. 'Tas claro que el oficial eres tú —lo tranquilicé, riéndome por la vaina. Parecíamos un matrimonio, marico—. ¿Mike te dijo por qué no me escribió a mí directamente?

Luisfer se encogió de hombros, deteniéndose frente a la puerta de mi cuarto, junto a mí, una vez acabamos de subir las escaleras. —No sé, pero tengo el presentimiento de que es porque se cansó de que nunca le contestaras, como haces con todo el mundo.

—Mámalo. —Rodé los ojos mientras daba un par de zancadas por el pasillo y abría la puerta de mi cuarto, aunque estaba clara en que lo que Pelo 'e Coleto decía era verdad. Hablaba en serio cuando te dije que me había distanciado de Raimundo y todo el mundo.

Luego nos empujé a ambos a través de la habitación, la cual Luis Fernando se detuvo a observar de arriba a abajo como si fuera la primera vez que entraba. —Nawebona de cambio, bro —exclamó, soltando un largo y melódico silbido como piropeando el cuarto.

Puse el dorso de ambas manos bajo mi barbilla, sonriendo inocentemente mientras levantaba una patica. Luego de que Luisfer se rió y me miró como si fuera Meap de Phineas y Ferb, me senté frente a mi escritorio y me puse a buscar lo que quería mostrarle a mi mejor amigo en la ya encendida computadora.

—Dime qué te parece —le pedí, una vez tuve abierto el archivo, a lo que él se inclinó sobre mi hombro para poder leerlo.

Admito que cuando me volteé para contarle de qué iba todo eso, al ser consciente de la cercanía que había entre mi jeta y su cara, se me pusieron los pelos de punta horrible. Fue una vaina de segundos, pero bastaron para hacerme reconsiderar las decisiones que había tomado la otra noche.

—Es un correo que quiero mandarle a todas las revistas de moda de Nueva York —expliqué mientras él paseaba sus lindos y súper cuchis ojos por la pantalla, tratando de disimular lo de antes—. Estoy segura de que quiero hacer algo más que puro YouTube y redes sociales con mi vida, y esto me parece una buena opción. Ni puta idea de si soy suficientemente buena fotógrafa para algo así, pero ya lo veremos.

—No —me respondió apenas terminé de decir la última palabra de mi anterior frase, haciéndome suponer que ya se había leído todo el escrito—, no eres buena. —Se volteó un chin hacia mí, sonriendo de medio lado—. Eres una vergataria. Y no sólo en eso; en todo lo que haces, webon.

Qué bello es mi mejor amigo, man. Lo amaba demasiado.

Michael, agárrate, que Luisfer va ganando puntos.

Decretado aquello, Luisfer zumbó el culo sobre mi cama, obligándome a dar media vuelta en la silla rotatoria si quería seguir mirándolo a la cara. —Como que me llamo Luis Fernando Polito García Fava González que a ti te aceptan en esa mierda, porque si no voy y les caigo a coñazos a todos, nojoda.

—Te amo, vale —le recordé entre una carcajada y otra, cagada de la risa por el bojote de apellidos de ese carajito. Simón Bolívar y Luisfer. Hundí la cabeza entre las manos, con los brazos apoyados de las rodillas.

Llevaba meses —seis, para ser exactos—, que no me reía tanto. Y a decir verdad, fue maravilloso volver a hacerlo.

—Yo también —contestó él, buscándome una mano cuando me calmé un chin y levanté la cabeza. Cuando se la di, él empezó a jugar con mis dedos como era costumbre entre nosotros—. Y hablando claro me encantó que decidieras ponerte las pilas y salir de aquel encierro. No sé cómo ni por qué pasó, pero me parece fantástico, Lu.

Si tú supieras, pensé. En un principio, planeaba ocultarle el que había estado dándole vueltas al asunto del otro día, pero en ese instante caí en cuenta de que no tenía por qué hacerlo. Total, Luisfer era mi mejor amigo, y confiaba en él más que en nadie. Así que cero pena.

—Loish —llamé su atención usando el apodo de cariño que se tenía a todos los miembros de la familia Polito, incluido él. Luisfer levantó la mirada de nuestras manos hasta mis ojos, dejándola ahí pegada—. ¿No crees que deberíamos hablar de lo de antenoche?

Esperaba que fuera sincero conmigo y se decidiera en decirme las cosas como eran, sin hacerse el loco. Obviamente que eso requería uso de unas buenas bolas, seriedad y más cosas que salieron corriendo de Luisfer en ese momento.

Nawebona. Fue decirle eso y dar por finalizado el momento cuchi.

—De repente me acordé que tengo que vaciar las bolsas del mercado —se excusó, soltándome la mano para luego levantarse de mi cama y casi que salir corriendo del cuarto.

—¡Luisfer! —lo llamé, riéndome por su actitud de muchacho chiquito. Sin pensarlo dos veces me levanté yo también y empecé a perseguirlo—. ¡No seas cagón y ven a afrontar tus miedos!

Créeme que de esa noche no pasaba que habláramos y aclaráramos las cosas. Por Papi Chiabe.

Pero bueno, ya ese es un cuento pa' otro día.

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25 de enero del 2021
「 Sídney, Australia 」

—...y yo no sé, chama —decía mi mejor amiga al otro lado del teléfono—. Siento que ese man es demasiado huevo sin sal pa' mí. Yo soy una piñata al lado de esa cajita de Amazon.

—Eso mismo te dije yo, webona —le reclamé, rodando los ojos al tiempo en que despegaba la espalda de la pared—. Estaba mejor el papi de Venecia, pues.

—No voy a decir que tienes razón porque sería una falta de respeto a mis principios, pero sabes que es así —reconoció Fiorella, imagino que encogiéndose de hombros.

—Te amo, wircha —miré a ambos lados, comprobando que mi jefe no estuviera cerca, pues si me descubría guaraleando en el trabajo me iba a ganar sendo regaño de su parte—, pero me jui. Ya va a empezar el photoshoot para Elle Australia.

—Epa, por cierto, antes de que me cuelgues —me detuvo Ranchos, cuando estaba a punto de darle al botoncito rojo de la pantalla—; ya que estás en Sídney, ¿te vas a llegar al cumpleaños del chino?

—Él me invitó y todo —le recordé, dándole poca importancia con un tono despreocupado—, pero lo dudo mucho. Capaz y le digo para salir a tomarnos algo con Michael, pero a la rumba está difícil que vaya. No por Calum, sino por el innombrable.

—Mejor que no vayas, entonces —estuvo de acuerdo conmigo—. Ahora ve y cómete el mundo como siempre, Gasparín. Le mandas saludos a la vecina de parte de su ranchito favorito.

—Sí va. —Me reí, negando varias veces con la cabeza mientras me encaminaba hacia la zona donde se suponía debía estar, arreglando todo para la sesión—. Te llamo cuando llegue al hotel pa' que me termines de echar los betas. Chau. —Y sin esperar respuesta, acabé por colgar.

En un par de pasos ya estaba tras las cámaras, comprobando por cuarta vez que todo fuera como debía ir. Como no tenía nada más que hacer puesto que la modelo no había llegado aún, iba a empezar un quinto chequeo, pero unas manos que me rozaron los hombros y me hicieron parar en seco por el susto lo impidieron.

—Han pasado ochenta y cuatro años, nawebona —dijo la reconocible voz de mi delicada y para nada grosera vecina, cuyo rostro apareció ante mí con una sonrisa atravesándolo.

Mano, naguara. Si no fuera porque estábamos donde estábamos, me le fuera lanzado encima ahí mismito en un abrazo.

Yo sé que no entiendes nada y debes estar tipo qué coño pasó durante ese poco de años que se está comiendo la pana Lucía con jamón y queso, pero tranqui, todo a su tiempo. Ya habrán otros momentos para contarlo todo. Lo único que sí me gustaría aclarar es que esa chama, como ya dije, era mi vecina —venezolana también—, y que como estábamos metidas en la misma agencia artística —ADB Agency— a veces nos conseguían trabajos juntas; a ella como estilista, y a mí como fotógrafa. He de decir que éramos tremendo equipo, así no entendía por qué causa, motivo, razón o circunstancia tenían como dos meses sin mandarnos a las dos a los mismos trabajos.

—Admito que me emocioné horrible cuando vi tu nombre en la lista que me rotaron los de la agencia —siguió diciendo ella, a la vez que se sentaba a mi lado.

—Y la Yolanda —confesé, sonriéndole de vuelta—. Ya era momento que esa gente nos reuniera otra vez, porque ni siquiera viviendo en el mismo edificio te veo.

—De pana —coincidió conmigo, haciendo un gesto con la mano para luego cruzar las piernas—. Y ¿qué ha sido de tu vida? El trabajo veo que bien, pero ¿la familia? ¿Los amigos? ¿El novio?

Me reí por la forma en que alzó las cejas con esa última pregunta, y automáticamente bajé la mirada al anillo que decoraba uno de los dedos de mi mano derecha.

Y no, vale, no era un anillo de compromiso, por eso precisamente iba en la mano derecha. Pero aún así, era importante para mí, porque me lo había regalado mi jevo el día que cumplimos un año juntos, que había sido el viernes pasado. Y sí, man, un año ya. Yo jamás creí que una relación me pudiera durar tanto a mí, pero ahí está; aunque usted no lo crea. Agarra, Chávez.

—Luisfer está bien —fui respondiendo en orden inverso a sus preguntas—. Dice que pases por el apartamento cuando quieras. Los ladillas de mis panas siguen igual de ladillas que siempre, así que no hay de qué preocuparse. Tú querido rancho te manda saludos también. Y la familia fina, chama. Se supone que la semana que viene nos llegamos a Miami para pasar un finde con los papás de Loish, pero todo depende de qué tan full estemos los dos. Y yo creo que eso es todo, pues. Mi vida no es tan interesante. ¿Tú? ¿Qué has hecho?

—Si la vida de la que se fue de tour con Halsey, Sebastián Yatra y otro bojote 'e gente no es interesante —dijo la ojiverde, apretando la boca en una mueca de reproche—, ¿qué quedará pa' mí?

—Ay, Aalondra —le reclamé yo también—. Sí eres dramática, marico. Yo te dije que te hacía el contacto con los Jonas si querías meterte en eso también. Yo no voy porque aunque no me lo diga, a Luisfer no le entusiasma la idea de que ande tanto tiempo sola entre puro macho. Y a mí tampoco es que me fascine, la verdad, no desde lo que pasó la última vez.

Aalo se mordió la mejilla interna, mirando pa'l techo como pensándose mi propuesta. Estaba por darme respuesta cuando de repente se escuchó un portazo que se lo impidió.

Ambas volteamos al lugar del que provino el sonido, y automáticamente nos levantamos y nos erguimos al ver al equipo de Elle Ausralia entrar al estudio junto a nuestro jefe —el director de la agencia—, la modelo y la manager de esta.

Había algo en esa tipa —la modelo, digo— que me parecía extremadamente familiar. Quizás el azul de los ojos, o su cara levemente alargada... No pude descifrar qué era realmente. Por eso, calladito, le pregunté a mi compañera mientras aquella gente se llegaba: —¿Quién es que es la modelo?

—Aleisha McAlgo —respondió Aalondra por lo bajo, sin darle demasiada importancia.

Pensaba preguntarle si sabía otra cosa sobre ella, pero fui interrumpida por la voz de un carajo que lideraba el grupo recién llegado, y que nos mandaba a todos a ponernos en nuestras posiciones. Ahí, tanto mi vecina como yo dejamos la guachafita y pasamos de ser Aalondra y Lucía a la estilista y la fotógrafa principal, poniéndonos a trabajar como la gente seria y profesional que éramos. No es sarcasmo, por si acaso.

Lo que yo no sabía, era que esa tal Aleisha jugaría un papel un poquito bastante importante en la vida de la Yolanda, y que por mucho que me perdiera fiestas de cumpleaños y reuniones con tal de no ver al innombrable —cosa que hacía constantemente—, ese año que apenas comenzaba me tenía varias sorpresitas esperando a que las abriera. Podía salirme barajita repetida, o podía rellenar el álbum. Todo dependía de mí.

Dedicación para aimr04 , Babylonx5sos seventyniker y para -spxdye ❤️

Así que bueno, menor. Estas fueron las últimas dedicaciones de la historia, al menos hasta la s2.

Cuéntenme qué les pareció este epílogo, vale, que lo estuve cambiando constantemente hasta que terminó en esto. Dígalo sIay-z

Ya está la fecha oficial de Reminiscencia, pero se las cuento en el capítulo de agradecimientos

Pueden preguntar cualquier cosa que quieran aquí en los comentarios, sea de la s1 o de la s2, que yo contesto. En los agradecimientos dejo también un espacio para preguntas

Los amo, y mucho🥰

~Cams😘

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