Capítulo 30.
Auden.
Llegamos a la habitación y poco después mi hermana se va junto con Harry para descansar. Mañana será un largo día, y esperemos que todo salga bien, porque si le llega a pasar algo a Mery juro por lo más sagrado que me muero.
Mi chica se posiciona en la cama para descansar, y yo me pongo en el sillón de al lado suya para mirar cómo duerme, y de paso si lo consigo yo sería perfecto.
Cuando Mery se ha dormido, me suelto, pues teníamos las manos juntas, y al darme la vuelta veo a mi padre en el umbral de la puerta.
-Hola papá.-le digo a la vez que me levanto para darle un abrazo, pero en cambio, me coge de los hombros y me arrastra fuera de la habitación, en dirección a los ascensores.-¿Dónde vamos?-le pregunto intrigado.
-Auden, es hora de hablar. Vayamos a la cafetería, te juro que no te robaré muchos minutos de tu tiempo.-me dice mientras me sigue sujetando los hombros.
Cuando llegamos a la cafetería, estaba mi madre sentada en una mesa esperándonos con un café en mano. Se le notaba nerviosa y taciturna, temblaba por los nervios y tenía la mirada perdida hacia un punto cualquiera de la cafetería.
-Hola mamá.-le digo cuando estoy al lado suya, y arrastro la silla para sentarme.
-Hola hijo.-me dice mamá.-Siento mucho lo que te está pasando con Mery, me siento culpable de todo esto.
-Tess, no tienes culpa de nada.-le dice mi padre apretándole la mano.
-Hardin, lo sé pero aún así me siento muy mal.
-Mamá.-le llamo mientras le cojo la mano con suavidad.-Nadie tiene la culpa excepto la persona que le disparó. De verdad no quiero que te culpes, tú vales más que eso.
-Auden, creo que deberías saber algo.-me dice papá, yo levanto la cabeza y le miro. Él suspira y me da una nota.-Leela por favor.
Desdoblo el papel y leo su contenido: Con Mery no fue posible, la siguiente persona será... No pone nada más. Yo me empecé a poner nervioso, pero papá me tranquiliza.
-Hemos encontrado una huella en la nota, es decir, la llevamos a comisaría y no me han podido decir de quién es la huella, solo van a interrogar al sospechoso.
-O a la sospechosa.-dice mamá.
Yo asiento con la cabeza levemente.
-¿Cuándo recibisteis esta nota?
-Hace pocas horas, fui a salir a correr y a la vuelta mire el correo. Cuando vi la nota, pensé que sería una broma o algo similar, pero luego la leí, le dije a tu madre que bajara del dormitorio y fuimos a la comisaría. Esto es una copia, la original está en comisaría aún.
Aturdido sigo asintiendo con la cabeza. Algo despistado, me levanto de la silla e intento volver junto con Mery, que está sola, pero papá no me deja irme.
-Mery está sola, creo que es mejor que me vaya.-les digo a mis padres, y al fin papá cede y me deja ir.
-Hasta mañana cariño.-me dice mamá.
-Adios mamá y papá.
Subo corriendo por las escaleras del hospital hasta llegar a la planta donde está la habitación de Mery y me alivio al verla aún dormida, sin siquiera notar que me he ido. Me siento de nuevo en la silla de al lado de la cama y consigo caer rendido.
A la mañana siguiente, me despierto temprano, y Mery se despierta a la misma vez que yo. Ella tiene que estar en ayunas para la operación, de modo que se ha empeñado en que yo me coma el desayuno que le han dejado en la habitación los enfermeros.
Esta operación me da miedo, miedo porque puede que salga mal y no quiero que se deprima pensando que esto es caso imposible.
Añoro aquellos días de adolescentes rebeldes que, aunque no estaba enamorada de mí, disfrutábamos y lo pasábamos bien en compañía del otro. Pero esos días ya han pasado, y solo queda soledad, tristeza y algo de misterio, pero sobre todo miedo.
-Mery Davidson, por favor posicionate en la silla de ruedas que ya vamos a llevarte a quirófano para operarte.
Suspiro pesadamente y la ayudo a sentarse en la silla, donde, una vez colocada, la llevan al quirófano, y no me dejan pasar. Tendremos que esperar unas largas horas y una larga recuperación.
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