Final

A mis padres no les agradó. Durante la mayor parte de la comida ignoraron la presencia de Jimin. Cada vez que descaradamente le pasaron por encima, abrí la boca para protestar y su pie pisaba el mío por debajo de la mesa. Me dio una pequeña sacudida de cabeza. Me senté enojada, mi ira crecía por momentos. Las cosas pasaron más allá de lo incómodo, aunque Yoongi hizo todo lo posible para cubrir los silencios.
Jimin, por su parte, hizo todo lo posible, usando una camisa gris abotonada con las mangas sujetas a las muñecas. Se cubrió la mayor parte de los tatuajes. Pantalones vaqueros y botas negras lisas completaron su vestuario para conocer a mis padres. Considerando que se negó a vestirse formal para un salón de baile lleno de la realeza de Hollywood, estaba impresionada. Incluso arregló su cabello, en una peinado en forma de coma. En la mayoría de los hombres no me hubiera gustado. Jimin no era la mayoría de los hombres. Francamente, parecía un Adonis, impresionante, incluso con los moretones
desvaneciéndose debajo de los ojos. Y el modo amable con el que trató el pésimo comportamiento de mis padres sólo reforzó mi confianza en él. Era mi orgullo que eligiera estar conmigo. Pero volvamos a la conversación de la cena.
Yoongi estaba dando una sinopsis detallada de sus planes de clases para el próximo semestre. Mi padre asintió y la escuchó atentamente, haciendo todas las
preguntas apropiadas. Nayeon, enamorada de él, estaba más allá de los sueños más salvajes de mis padres.
Ella en realidad ha sido parte de la familia durante mucho tiempo. No podrían estar más encantados.
Pero más que eso, parecía hacerlos mirar a su hijo de forma diferente, notando los cambios en él cuando Yoongi habló sobre el trabajo de Nayeon y sus responsabilidades, escucharon.

Mientras tanto, Jimin estaba sólo en el otro lado de la mesa, pero lo extrañaba. Había tanto que decir sobre eso que no sabía por dónde empezar. Y todavía no habíamos hablado sobre nosotros? Entonces, Cuál era el problema? Tuve la extraña sensación de que algo andaba mal, algo se escapaba de mí. Jimin se mudó aquí. Todo estaría bien. Pero no era así. Las clases comenzarán de nuevo muy pronto. La amenaza del plan aún colgaba sobre mi cabeza, porque lo permití.

- Jeongyeon, ¿Pasa algo malo? -Papá se sentó en un extremo de la mesa, su rostro fruncido con preocupación.

-No, papá -dije, mi sonrisa con los dientes apretados. No habían dicho nada de mí por estar saliendo con él. Sospeché que fue anotado a la furia de chico con el corazón roto o algo similar. Papá frunció el ceño, primero a mí y luego a Jimin.

- Mi hija regresará a la escuela la próxima semana.

-Ah, sí -dijo Jimin- Ella lo mencionó, Sr. Yoo.

Mi padre estudió a Jimin por encima de sus gafas. Sus estudios son muy importantes. Un pánico frío se apoderó de mi mientras el horror se desplegó delante de mis ojos.

-Papá, detente.

-Sí, señor Yoo-dijo Jimin-. No tengo ninguna intención de interrumpirlos.

-Bueno. -Papá juntó las manos delante de él, resuelto a dar una conferencia-. El hecho es que las personas cuando creen que están enamoradas tienen una terrible tendencia a no pensar.

-Papá...

Mi padre levantó una mano para detenerme. -Desde que era una niña, estaba planeando convertirse en arquitecto.

- Está bien. No.

- ¿Y si se va de gira, Jimin?-Preguntó mi padre, continuando a pesar de mi conmoción- Como inevitablemente lo hará. ¿Espera que abandones todo y sólo lo sigas?

-Eso sería decisión de su hija, señor. Pero no planeo hacer nada para hacerlo elegir entre la universidad y yo. Lo que sea que quiera hacer, tiene mi apoyo.

-Quiere ser arquitecta -dijo papá, con un tono absoluto. Esta relación ya le ha costado muy caro. Canceló una pasantía importante cuando toda ésta tontería sucedió. La hizo retroceder considerablemente.

Me eché hacia atrás, levantándome de la silla. -Es suficiente.

Papá me dio la misma mirada que intentó primero con Jimin, hostil y desagradable. Me miró como si no me reconociera.

- No permitiré que tires tu futuro por él. -Tronó.

-¿Eh?-Le pregunté, horrorizada ante su tono. La ira fue acumulándose dentro de mí toda la noche, llenándome. No me extraña que apenas hubiera tocado mi cena-. ¿La persona con la que ambos han sido excesivamente groseros durante la última hora? Jimin y es la última persona que esperaría que tire cualquier cosa que me importara.

- Si se preocupara por ti, se alejaría. Mira el daño que ha hecho. -Una vena sobresalía en una parte de la frente de mi padre mientras se levantaba también. Todo el mundo miraba en un silencio atónito. Se podría decir que viví la mayor parte de mi vida retrocediendo. Pero todas esas cosas no habían sido importantes, no realmente. Esto era diferente.

-Te equivocas.

-Estás fuera de control -gruñó mi padre, señalándome con el dedo.

-No. -Le dije. Entonces me giré y le dije a mi marido lo que debería haberle dicho hace mucho tiempo-. No, no lo estoy. Lo que soy es la jodida chica más afortunada en el mundo entero.

Una sonrisa iluminó los ojos de Jimin. Chupó el labio inferior, tratando de ocultar la felicidad contenida en su rostro de la furia de mis padres.

-Lo soy-dije, lagrimeando y ni siquiera importándome por una vez.

Jimin empujó su silla hacia atrás y se puso de pie, frente a mí en la mesa. La promesa de amor incondicional y apoyo en sus ojos fue toda la respuesta que necesitaba. Y en ese momento perfecto, sabía que todo estaba bien. Estábamos bien. Siempre lo estaríamos si nos manteníamos juntos. No había ni una sola duda en mi interior. En silencio, rodeó la mesa y se puso a mi lado.
La mirada en la cara de mis padres... wow. Siempre decían que era mejor quitar la curita rápido, a pesar del dolor, terminar con ello de una buena vez. Así que
lo hice.

- No quiero ser arquitecta. -El alivio, diciéndolo finalmente, fue asombroso. Estoy casi segura de que mis rodillas colisionaron. No habría marcha atrás. Jimin tomó mi mano entre las suyas, y le dio un apretón.

Mi padre sólo me miró, parpadeando. -No quieres decir eso.

-Me temo que sí. Era tu sueño, papá. No el mío. Nunca debí haber seguido con esto. Ese fue mi error y lo siento.

-¿Qué vas a hacer? -Preguntó mi madre, levantando la voz-.¿Hacer café toda tu vida?

-Sí.

- Eso es ridículo. Todo ese dinero que gastamos...

Los ojos de mamá brillaron con ira.

-Se los devolveré.

-Esto es una locura-dijo papá, su rostro palideció- Esto es por él.

-No. Esto es por mí, en realidad. Jimin me hizo empezar a cuestionarme lo que realmente quería. Me hizo querer ser una mejor persona. Mentir acerca de esto, tratando de encajar en tu plan durante tanto tiempo..me equivoqué al hacer eso.

Mi padre me miró.

-Creo que deberías irte ya, Jeongyeon.

Piensa en esto cuidadosamente. Hablaremos de ello más tarde.

Supuse que lo haría, pero no cambiaría nada. Mi condición de buena chica había tomado una zambullida de verdad.

-Olvidaste decirle que lo que sea que decida aún lo amas. - Yoongi se puso de pie, sacando la silla de Nayeon por ella. Se enfrentó a mi padre con su mandíbula apretada-. Será mejor que nos vayamos
también.

-Ella lo sabe. -Con el rostro arruinado en confusión, papá se puso a la cabeza de la mesa.

Nayeon gruñó. -No, no lo sabe. ¿Por qué usted cree que se mantuvo a raya durante tantos años?

Mamá retorció sus manos.

-Eso es ridículo. -Farfulló papá.

-No, ella tiene razón -Le dije-. Pero supongo que todo el mundo tiene que crecer algún día.

Los ojos de papá se volvieron aún más fríos. Ser adulto no se trata de darle la espalda a tus responsabilidades.

-Seguir tus pasos no es mi responsabilidad -dije, negándome a dar marcha atrás. Los días de mí haciendo eso se habían ido-. No puedo ser tú. Siento haber desperdiciado tantos años y gran parte de tu dinero descubriéndolo.

-Sólo queremos lo mejor para ti -dijo mamá, con la voz cargada de emoción.

-Ya lo sé. Pero esa es mi decisión ahora. -Me volví hacía mi marido, manteniendo un firme agarre en su mano-. Y mi marido no va a ninguna parte. Tienen que aceptar eso.

Nayeon caminó alrededor de la mesa, le dio a mamá un beso. -Gracias por la cena.

-Un día-nos dijo, mirándonos-, cuando ustedes tengan sus propios hijos, entonces van a entender lo difícil que es.

Sus palabras casi concluyeron las cosas. Mi padre seguía moviendo la cabeza y resoplando. Me sentía culpable por decepcionarlos. Pero no lo suficiente como para volver a mis antiguos caminos. Por fin había llegado a una edad en la que comprendí que mis padres eran gente también. No eran perfectos, ni omnipotentes. Eran tan frágiles como yo. Era mi trabajo juzgar lo que era correcto.

Era hora de irse.

Jimin asintió a mis padres y me acompañó afuera. Un elegante auto nuevo color plata esperaba en la cuneta. No era un gran SUV como los que Jason y los otros guardaespaldas usaban. Éste venía en un tamaño más fácil de usar. Detrás de nosotros, Nayeon y Yoongi se subieron a su auto. Nada más se dijo. Mamá y papá estaban en la puerta abierta de la casa,
las siluetas oscuras parecían de cuidado con la luz detrás de ellos. Jimin abrió la puerta para mí y me metí en el asiento del pasajero.

- Lo siento por mi padre. ¿Estás molesto? -Le pregunté.

-No. -Cerró la puerta y caminó hacia el lado del conductor.

-¿No? ¿Eso es todo?

Se encogió de hombros.

-Es tu padre. Por supuesto que estará preocupado.

-Pensé que huirías por las colinas ahora con todo el
drama.

El encendió el indicador y salió a la calle.

-¿En serio?

-No. Lo siento, fue algo estúpido lo que dije. -Vi mi viejo barrio de pasó, el parque en el que había jugado y el camino que una vez tomé para ir a la escuela-. Así que soy una desertora de la universidad. Me dio una mirada curiosa.

-¿Cómo te sientes?

- Dios, no lo sé. -Sacudí mis manos, frotándolas- Agitada. Los pies y manos se sienten con un hormigueo. No sé lo que estoy haciendo.

- ¿Sabes lo que quieres hacer?

-No. En realidad, no.

-¿Pero sabes lo que no quieres hacer?

-Si. -Le contesté sin duda.
-Entonces ahí está tu punto de partida.-Una luna llena colgaba pesada en el cielo. Las estrellas brillaban. Y acabo de cambiar drásticamente toda mi existencia. Una vez más.

- Ahora estás casado oficialmente con una desertora de la universidad que hace café para ganarse la vida. ¿Te molesta?

Con un suspiro, Jimin encendió el indicador y se detuvo frente a una ordenada fila de casas suburbanas. Tomó una de mis manos, presionándola suavemente entre las suyas.

- ¿Si quisiera dejar la banda te molestaría?

- Por supuesto que no. Esa es tu decisión.

- Si quisiera regalar todo el dinero, ¿Qué dirías?

Me encogí de hombros.

-Tú hiciste el dinero, es tu elección. Supongo que tendrías que venir a vivir conmigo entonces. Y te lo digo ahora, el apartamento que tendríamos con sólo mi sueldo sería pequeño. Minúsculo. Para que lo sepas.

-¿Pero todavía me llevarías a vivir contigo?

-Sin lugar a dudas. -Cubrí una de sus manos con la mía, necesitando pedir prestada un poco de su fuerza justo en ese momento-. Gracias por estar ahí esta noche.

Aparecieron esas medialunas en sus ojos que tanto adoraba. -Ni siquiera dije nada.

-No tenías que hacerlo.

-Me llamaste tu marido. -Asentí, mi corazón atrapado en la garganta-. No te besé en el estudio hoy porque sentí que todavía había demasiado en el aire entre nosotros. No se sentía bien. Pero quiero besarte ahora.

-Por favor -dije.

Se inclinó hacia mí y me encontré con él a mitad de camino. Su boca cubrió la mía, labios cálidos, firmes familiares. Los únicos que quería o necesitaba. Sus manos acunaron mi rostro, apretándome a él. El beso fue tan dulce y perfecto. Era una promesa, una que no se rompería ésta vez. Aprendimos de nuestros errores y seguiríamos aprendiendo toda la vida. Eso
era el matrimonio.

Sus dedos se movieron en mi cabello y acaricié mi lengua contra la suya. Su sabor era tan necesario para mí como el aire. La sensación de sus manos sobre mi era la promesa de todo lo que venía. Lo que comenzó como una afirmación se convirtió en más a la velocidad de la luz. El gemido que salió de él. Santo cielo. Quería escuchar ese ruido para el resto de mi vida. Mis manos se arrastraron a su camisa, tratando de acercarlo más. Tuvimos un momento serio para compensarnos.

-Tenemos que parar-susurró.

-¿Debemos? -Le pregunté, entre jadeos.

-Lamentablemente. -Se río, empujando la punta de mi nariz con la suya-. Pronto, mi jodida chica más afortunada del mundo. Pronto. De verdad dijiste esa mierda ahí dentro?

-Realmente lo hice.

-Tus padres parecían listos para asesinarnos

- Lamento mucho por la forma en que te trataron.- Pasé los dedos por su cabello rubio, corto y ondulado en el lado de su cabeza, sintiendo las hebras.

- Puedo lidiar con eso.

- No tendrías que hacerlo. No tienes que hacerlo. No estoy sentada aquí por eso y...

Calló mi alegato besándome. Por supuesto que funcionó. Su lengua jugó con mis dientes, burlandose de mí. Me desabroché el cinturón de seguridad y me subí en su regazo, necesitando tenerlo más cerca.
Nadie besaba como Jimin. Sus manos se deslizaron bajo mi suéter, dirigiéndose hacía mi brasier, sus pulgares acariciaron mis pezones.

Los pobres estaban tan condenadamente duros que dolían. Hablando de eso, podía sentir la erección de Jimin presionando en mi cadera.

Mantuvimos nuestros labios bloqueados hasta que un coche lleno de niños pasó, tocando la bocina.

Al parecer, nuestra sesión de besos era algo visible desde la calle a pesar de las ventanas empañadas.

Elegante.

-Pronto.-Prometió, su respiración agitada contra mi cuello-. Maldición, es bueno tenerte a solas. Eso fue intenso. Pero estoy orgulloso de ti por defenderte tú misma. Lo hiciste bien.

-Gracias. ¿Crees que entenderemos cuando tengamos hijos, como mamá dijo?

Me miró, su hermoso rostro y ojos serios tan maravillosamente familiares que podría llorar.

-Nunca hemos hablado sobre los niños -dijo-.¿Quieres tener?

-Algún día. ¿Y tú?

-Algún día, sí. Después de que hayamos tenido un tiempo solos que valga la pena, unos pocos años.

-Me parece bien -dije-. ¿Me vas a mostrar ese condominio tuyo?

-De nosotros. Absolutamente.

-Creo que vas a tener que sacar las manos bajo mi suéter si estás planeando llevarnos allá.

-Mmm. Lástima. -Les dio a mis pezones un último apretón antes de sacar las manos de mi ropa-. Y vas a tener que saltar de nuevo en tu asiento.

-Está bien.

Sus manos envolvieron mis caderas, ayudándome a subir de nuevo a mi lado del vehículo. Aseguré nuevamente el cinturón de seguridad, mientras que él tomó una respiración profunda. Con una mueca de
dolor se ajustó a si mismo, obviamente, tratando de ponerse más cómodo. -Eres una maldita.

-¿Yo? ¿Qué hice?

-Sabes lo que hiciste. -Refunfuñó, saliendo de nuevo a la carretera.

- No sé de qué estás hablando.

-No finjas que no lo sabes -dijo, dándome una mirada con los ojos entrecerrados-. Lo hiciste en Las Vegas y luego en Busan y en Seul también. Ahora lo estás haciendo aquí. No te puedo llevar a ninguna parte.

-¿Estás hablando sobre tus pantalones? Porque no soy yo la que controla tus reacciones hacía mí, amigo. Tú lo eres, además a mí también me duele...

Soltó una carcajada.

-Nunca he controlado mis reacciones hacía ti.

-¿Por eso te casaste conmigo? ¿Por qué estamos indefensos contra el otro?

-Ambos nos hacemos temblar de miedo, puedes estar segura. -La sonrisa que me dio me hizo temblar y el miedo no tenía nada que ver con eso-. Pero me casé contigo, Jeongyeon, porque tenía sentido para mí. Tenemos sentido. Estamos mucho mejor completamente juntos que separados. Te das cuenta de eso?

-Si, realmente me doy cuenta.

Estoy bastante segura que rompió varios límites de velocidad en el camino. El condominio estaba sólo a un par de manzanas de café de Lia. Estaba localizado en un gran edificio de ladrillo marrón viejo con mampostería Art Deco rodeando las puertas dobles de cristal. Jimin presionó un código y me llevó un vestíbulo de mármol blanco. Una estatua que parecía ser de madera flotante estaba ubicada en la esquina. Cámaras de seguridad escondidas en las esquinas del techo. Apurándome a atravesarlo, no me dio tiempo de mirar. Prácticamente tenía que correr para mantener su ritmo.

-Vamos -dijo, tirando de mi mano, arrastrándome dentro del ascensor.

- Todo esto es muy impresionante.

Presionó el botón para el último piso.

-Espera a ver nuestro lugar. Te estás mudando conmigo ahora, ¿no?

-Correcto.

-Ah, tenemos algunos visitantes en este momento, por cierto. Sólo mientras grabamos el álbum y eso. Unas pocas semanas más, probablemente.

Las puertas del ascensor se deslizaron al abrir y caminamos en el pasillo.

Jimin se inclinó y colocó su hombro en mi estómago, levantándome-. Aquí estamos.

-Oye -chillé.

-Te tengo. Es hora de dejar que te lleve en mis brazos sobre el umbral otra vez.

-Jimin, estoy usando una falda. -era apretado en la cintura y parte de mi trasero, pero en mis muslos era un martirio, no quería que se subiera y anduviera mostrando la parte baja de mi cuerpo a sus invitados y miembros de la banda si podía evitarlo.

-Lo sé. ¿Todavía no te he agradecido por eso? Realmente agradezco ver la forma de tus muslos y tu hermoso trasero. -Sus botas negras pisaban fuerte a lo largo del suelo de mármol. Tomé la oportunidad de tantear su trasero porque lo tenía permitido. Mi vida era endemoniadamente fantástica así.

-No estás usando nada de ropa interior. -Le informé.

-¿En serio?-Sentí una mano en mi trasero. Encima de mi ropa, afortunadamente.-Tú sí estás-dijo, en voz baja e irritada de la mejor manera posible-. Qué estas usando, ¿cariño? Lencería por la sensación.

- No creo que hayas visto estos.

-Yeah, bueno, vamos a cambiar eso muy pronto. Confía en mi.

-Lo hago.

Escuché el sonido de una puerta abriéndose, y el mármol debajo de mí se convirtió en un piso de madera brillante, pintado de negro. Las paredes eran de un blanco inmaculado. Y podía escuchar voces masculinas, riendo y hablando tonterías cerca. Música se reproducía en el fondo, Fake Love, creo. Nayeon había estado escuchando su música en el apartamento y eran una de sus favoritas. Por supuesto el condominio se veía increíble. Había sillas de comedor de madera oscura y sofás verdes. Un montón de espacio. Las cajas de las guitarras estaban esparcidas por el lugar. De lo que pude ver, se veía hermosa y hogareña. Lucía como un hogar.

Nuestro hogar.

-Secuestrando a una niña. Eso es increíble pero ilegal. Probablemente vas a tener que devolverla.-Mi flequillo fue echado a un lado, Taehyung apareció y se agachó a mi lado-. Hola allí, pequeña novia. ¿Dónde está mi besito de bienvenida?

-Deja a mi esposa sola, imbécil. -Jimin le dio un puntapié y negligentemente lo empujó a un lado-. Ve a conseguirte una.

-¿Por qué demonios querría casarme? Eso es para gente loca como ustedes dos, son buenas personas. Y mientras aplaudo su locura, no hay una maldita manera de que siga sus pasos.

-¿Quién diablos podría quererle? -La suave voz de Jungkook se movió junto a mí-. Hola, Jeongyeon.

-Hola, Jungkook. -Quité una mano fuera de los bolsillos traseros de los vaqueros de mi marido y lo saludé-.¿Jimin,tengo que quedarme boca abajo?

-Ah, claro. Es noche de cita. -Anunció mi marido.

-Lo capto-dijo Taehyung-. Vamos, Jungkook. Iremos a encontrar un restaurante japonés.

-Correcto. -Las zapatillas de Jungkook se dirigieron hacía la puerta-. Hasta luego, chicos.

-¡Adiós!-Le dije agitando mi mano.

-Buenas Noches, Yonyon. -Taehyung también se fue y cerró la puerta detrás de ellos.

-Solos al fin-suspiró Jimin y comenzó a moverse otra vez, caminando por un largo pasillo. Conmigo todavía sobre su hombro-. ¿Te gusta el lugar?

-Es encantador.

-Eso es bueno. Te voy a mostrar el resto más tarde. Primero lo primero, realmente necesito entrar en esas bragas tuyas.

-No creo que ellas te queden. -Solté una risita. Me dio una palmada en el trasero. Blanco relámpago caliente, aunque fue más bien de un choque que cualquier otra cosa-. Cristo mío, ¡Jimin!.

-Solo calentándote, chica divertida. -Giró en la última habitación al final del pasillo, pateó la puerta cerrada. Sin una palabra de advertencia. Me lanzó a una cama King-size. Mi cuerpo rebotó sobre el colchón. La sangre corrió hacia mi cabeza, haciéndola girar. Me quité el flequillo de la cara y me levanté sobre mis codos.

-No te muevas -dijo, en voz ronca.-Sus manos se posaron en el cierre de mi falda para luego deslizarlo fuera de mis piernas tan suavemente que ante la vista lograba excitarme de una manera bestial. Se aleja para estar de pie en el extremo de la cama, desvistiéndose. La más asombrosa vista que existía. Podía verlo hacer esto
siempre. Se dio la vuelta y se quitó la camisa, sabía en lo profundo de mis huesos que no era la jodida chica más afortunada del mundo. Era la jodida chica más afortunada del universo. Esa era la verdad. No sólo porque era más que precioso y yo era la única que pudiera verlo hacer esto, pero la forma en que me veía a través de los parpados caídos todo el tiempo. La lujuria estaba allí, pero también un montón de amor.

-No tienes idea cuantas veces te he imaginado acostada en esta cama esta última semana.-Se quitó sus botas y los calcetines tirándolos a un lado -. Cuántas veces casi te llamé el mes pasado.

-¿Por qué no lo hiciste?

-¿Por qué tú no lo hiciste? -preguntó, deshaciéndose del botón superior de sus pantalones vaqueros.

-No hagamos eso otra vez.

-No. Nunca. -Se metió en la cama, sentí sus manos abajo en los músculos de mi pantorilla. Mis zapatos salieron volando y sus dedos se deslizaron por mis piernas subiéndolas más, más y más. Sin romper
el contacto visual, arrastró hacía abajo mis bragas. Obviamente no estaba interesado en verlas después de todo. El hombre tenía prioridades-. Dime que me amas.

-Te amo.

-De nuevo.

-Te amo.

-Extrañe tan jodidamente tu sabor -Grandes manos separaron mis piernas, exponiéndome a su mirada- Simplemente podría pasar días con mi cabeza entre
tus muslos.

Dio una lamida lenta. Oh, Dios. Frotó su barba contra la parte interna de mi muslo, haciendo que mi piel picara con conocimiento. No podría hablar, aunque quisiera.

-Dilo otra vez. -Tragué duro, intentando mantenerme en control-. Estoy esperando.

Una lamida más cerca del clítoris, estaba siendo torturada por querer que me tocase más.

- Te amo. -Tartamudee, mi voz sonaba apenas ahí, jadeante. Sus dedos se dirigieron a mi punto y comenzó a masturbarme mientras lo chupaba con su boca mirándome fijamente como empezaba a retorcer.

-Sigue diciéndolo.-Sus manos empiezan a
masajear mis muslos dejando mi entrada totalmente a su deleite. Chupa un dedo y lo desliza dentro mío. Un jadeo sale de mis labios. Otro dedo entra en mi interior y
gemidos provenientes de mi boca se escuchan en la habitación. Sus dedos empiezan a abrirse. Su boca me comió duro, Ilevándome a las nubes en cuestión de segundos. Los movimientos con su lengua me hacían delirar y sabía que no podía soportar más y ante ver la impertinencia de sus dedos dentro junto con su lengua no pudo más conmigo. Electricidad surcó por mi espina dorsal. No sé cuándo empecé a temblar. Pero la fuerza salió de mí y mi espalda golpeó una vez más el colchón. Apreté con mi mano su cabello, mis dedos agarrando sus cortos mechones para luego soltar un gritito ante mi añorado orgasmo.
Cuando mi corazón se relajó del martilleo, abri mis ojos. Jimin se arrodilló entre mis piernas. Sus vaqueros estaban siendo presionados y su erección rozó su estómago plano. Ojos oscuros me miraron.

-No puedo esperar

-No. No lo hagas. -Apreté mis piernas en sus caderas. Una de sus manos seguía debajo de mío, sosteniéndome fuerte. Con la otra, se dirigió dentro de mí. El tenía prisa. Ambos seguíamos a medio vestir, él en la parte inferior y yo en la superior. No
había tiempo que perder. Estábamos tan necesitados como para no esperar y hacerlo piel con piel. Entró tan lentamente que no podía respirar. Lo único que importaba era sentirlo. El sudor en su pecho desnudo brillaba en la poca luz. Los músculos en sus hombros sobresalían en relieve cuando comenzó a moverse.

-Mía -dijo.

Yo sólo pude asentir. Bajó la mirada en mí, viendo como mi cuerpo rebotaba ante las embestidas. Los dedos se apoderaron de mis caderas, duros. Me aferré en las
sábanas, tratando de encontrar el agarre para que yo pudiera retroceder contra él. Su expresión era salvaje, la boca hinchada y húmeda. Sólo esto era real, él y yo
juntos. Todo lo demás podría ir y venir. Encontré por lo que valía la pena luchar.

-Te amo.

-Ven aquí. -Me cogió fuera del colchón, sosteniéndome firmemente otra vez. Mis piernas estaban agarradas alrededor de su cintura, los músculos quemándose de lo duro que estaban siendo sostenidas. Enrollé mis brazos alrededor de su cuello mientras me sentaba sobre él.

-Yo también te amo. -Sus manos se deslizaron debajo de la parte trasera de mi suéter. Nuestras respiraciones furiosasse mezclaron en una sola. El sudor de ambos se resbalaba en nuestra piel, la tela de mi suéter se me pegaba. El calor se reunió dentro de mí otra vez.
No tardé mucho tiempo en ésta posición. No con la manera en que él se enterraba sí mismo contra mí. Su boca chupaba mi cuello, y me estremecí en sus brazos, viniéndome otra vez. Los ruidos que hizo y
como dijo mi nombre... nunca quería olvidarlo. Ni un momento de él. Finalmente, nos puso de vuelta sobre la cama. No
estaba dispuesto a dejarme ir, así que cubrió mi cuerpo con el suyo. El peso de él presionándome en la cama, la sensación de su boca en mi cara. Nunca deberíamos movernos. En el mejor de los casos, sólo
nos quedaríamos así para siempre.
Pero en realidad tenía algo que debía hacer.

-Necesito mi falda-dije, retorciéndome debajo de él.

-¿Para qué? -Se levantó sobre sus codos.

-Tengo que hacer algo.

- ¿Qué podría ser más importante que esto?

- Daté la vuelta -dije, ya instándole en esa dirección.

-De acuerdo. Pero más vale que sea bueno.

-Se relajó y me dejó darle la vuelta.

Gateé sobre el colchón, tratando de tirar mi suéter hacía abajo al mismo tiempo. Debió haber estado impaciente, porque Jimin vino a buscarme con los dientes apretados.

-iVen acá, mujer! -Ordenó.

-Dame un segundo.

-Mi nombre luce bien en tu trasero -dijo-. El tatuaje ha sanado muy bien.

-Bueno, gracias. -Finalmente bajé del colchón y planché con mis manos mi suéter correctamente. En el mes que estuvimos separados, había ignorado mi tatuaje. Pero ahora, me alegra de que estuviera allí.

- Ese suéter debe irse.

- Espera.

-Tenemos muchas cosas más por hacer.

-Si, en un minuto. He extrañado los abrazos
desnudos.

Dejó mi falda en la silla azul de terciopelo con cabecera de ala junto a la puerta. Quien sea que había decorado el condominio había hecho un increíble trabajo. Era hermoso. Pero lo checaría más tarde. Ahora mismo tenía algo importante que hacer.

-Te compré un regalo hoy, después de que hablamos en el estudio.

-¿Lo hiciste?

Asentí, buscando en unos de los bolsillos por el tesoro. Bingo. Un pequeño anillo estaba justo donde yo la había dejado. Escondiéndola en mi mano, caminé de vuelta hacia él, una amplía sonrisa en mi cara. -Sí, lo hice.

-¿Qué es lo que tienes en tu mano? -Se levantó de la cama. A diferencia de mí, se quitó sus pantalones de mezclilla. Mi esposo se paró ante mí, desnudo y perfectamente desarreglado. Me miró como si yo fuera todo. Mientras viviera, sabía que no querría a nadie más.

-¿Jeongyeon?

Por alguna razón me sentí repentinamente tímida y rara. Podría no ser la gran cosa, la punta de mis orejas se pusieron rosas brillantes.

-Dame tu mano izquierda. -Me acerqué por su mano y me la dio. Cuidadosamente deslicé la gruesa banda de platino que compré con mis ahorros esa tarde, metiéndolo pasando su nudillo. Perfecto. Mis ahorros eran recompensados. Jimin significaba más para mí que reemplazar mi desagradable carro viejo. A pesar del dinero que ahora debía a mis padres, el futuro no era el más brillante. Pero esto era más importante.

-Gracias.

Mi mirada se fue hacia su rostro, tratando de juzgar su sinceridad.-¿Te gustó?

-Lo amo jodidamente.

-¿En serio? Porque me olvidé de tu tatuaje, per...

Me calló besándome. Me gustó su nuevo hábito de hacer eso. Su lengua acarició dentro de mi boca y cerré los ojos, cada problema olvidado. Me besó hasta que no quedó una sola duda en cuanto a si
le gustó el anillo. Sus dedos levantaron mi suéter quitándomelo por mi cabeza para luego tirarlo en algún lugar del piso.

-Amo mi anillo -dijo, sus labios, recorriendo mi mandíbula y debajo de mi cuello. Las corrientes que atravesaban mi cuerpo ante sus besos en mi cuerpo me volvían loco. Era como si nunca quisiera que parara. Que siempre estuviéramos así. Me pegó a su cuerpo desnudo y solté un leve gemido entre nuestros labios-. Nunca me lo quitaré.

- Me alegra que te guste.

-Lo hago. Y ahora necesito tenerte bajo mío y mostrarte cuanto me gusta. Pero luego te daré un anillo de nuevo. Lo prometo.

-No hay prisa -murmuré, arqueando el cuello para darle mejor acceso-. Tenemos el para siempre.







































~Fin~























SIII!!! Es la tercera historia que terminó, y la verdad que fue todo un reto, especialmente porque tenía planeado está historia para Yoongi y Nayeon, dejando Escort para el Jeongmin( la verdad no me acuerdo si ya mencioné esto pero solo quería volver a decirlo XD).

Ahora solo queda el epílogo y luego ¡Adiós Nicanor!

No se olviden de leer mis otras dos historias que están terminadas, que son My Lovely Alfa Jeongyeon y Tell Me( que de hecho es un Moseok cortito). Yo sé que les va gustar ahr.

Ah y unos oneshots Jeongmin llamado "I like you" que tengo xd.

Si les gusta los diversos shipps BangTwice pasen a leer Lest not falling in love <3.

¡Mientras tanto, nos vemos en el último capítulo de esta pequeña historia!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top