Capítulo: 8

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Estando con Jimin, seguro alcancé cierto escrutinio. Ni por todo el dinero, no encajaba en el molde de la esposa de una estrella del Kpop.
La gente se detenía y miraba. Alguien lo llamó, preguntando si podía presentarme. Sin comentarios de mi esposo mientras se apresuraba a través de la multitud.
Los pasillos se extendian en ambas direcciones en el segundo piso. Fuimos a la derecha, hasta el final.

Abrió la puerta y allí estaba mi bolsa, esperando en una gran cama tamaño king. Todo en la suntuosa habitación había sido hecho en blanco: la cama, las paredes, y las alfombras. Un antiguo sillón blanco
se encontraba en la esquina. Era hermoso, prístino.
Nada como mi pequeño y humilde cuarto en el departamento que compartía con Nayeon, donde entre la cama doble y mi escritorio, tenía sólo el espacio suficiente para abrir la puerta del armario, nada más. Este lugar era una y otra vez, un mar de perfección.

— Mejor no toco nada-murmuré, manos
metidas dentro de mis bolsillos traseros.

—¿Qué?

—Es hermosa.

Jimin miró alrededor de la habitación con poco interés.

— Si.

Me acerqué hacia la ventana. Una lujosa piscina se encontraba debajo, bien iluminada y rodeada de palmeras y jardines perfectos. Dos personas estaban en el agua, besándose. La cabeza de la mujer cayó hacía atrás y su pecho se balanceaba en la superficie. Oh, no, mi error. Estaban teniendo sexo. Podía sentir el calor subiendo por mi cuello.
No creía que fuera una mojigata, pero aún así. Me di la vuelta.

— Escucha, algunas personas van a venir para hablar contigo sobre los papeles del divorcio. Estarán aquí a las diez-dijo, cerniéndose en la entrada.
Sus dedos golpeteado un rito en el marco de la puerta. Siguió echando largas miradas por el pasillo, claramente impaciente para irse.

—¿ Algunas personas?

— Mi abogado y mi representante -le dijo a sus pies-. Están acelerando las cosas así que...todo será, ah, lo más rápido que se pueda.

—De acuerdo.

Jimin succionó sus mejillas y asintió. Tenía pómulos asesinos. Había visto a hombres en revistas de modas que no podrían compararse. Pero lindo o no, su ceño fruncido nunca desapareció. No mientras
yo estaba alrededor. Hubiera sido bonito verlo sonreír, solo una vez.

—¿ Necesitas algo? -preguntó.

— No. Gracias por todo. Por traerme volando
hasta aquí y dejar que me quedara. Es bastante amable de tu parte.

— No te preocupes -Dio un paso hacía atrás y
comenzó a cerrar la puerta detrás de él-. Buenas noches.

—Jimin, ¿No deberíamos hablar de esto o algo? ¿Acerca de anoche?

Hizo una pausa, medio escondido detrás de la puerta.

— En serio, Jeongyeon. ¿Por qué coño molestarse?

Y luego se había ido.

De nuevo.

No hubo un portazo esta vez. Lo conté como un paso adelante en nuestra relación. Estar
sorprendida era estúpido. Pero la decepción me mantuvo inmóvil, mirando alrededor de la
habitación, sin ver nada. No era como si de repente quisiera que cayera a mis pies. Pero la antipatía era lisimaquia.

Finalmente regresé a la ventana. Los amantes se habían ido, la piscina ya vacía. Otra pareja tropezó a lo largo del sendero del jardín iluminado, bajo las enormes palmeras. Se dirigían hacia lo que tenía que ser la casa de la piscina. El hombre era Jimin y
la Chica Bikini iba colgando de él, agitando el pelo largo y moviendo sus caderas, que funcionaba a la enésima potencia. Se veían bien juntos. Se adaptaban. Jimin se acercó y tiró de las tiras de la parte superior de su traje de baño, deshaciendo el perfecto nudo y dejándola al descubierto de cintura para arriba. Chica Bikini se rió sin hacer ruido, sin
molestarse en cubrirse.
Tragué saliva, tratando de deshacer el nudo en mi garganta. Los celos se sentían casi tan malos como la antipatía. Y no tenía derecho a estar malditamente celosa.
En la puerta de la casa de la piscina Jimin se detuvo y miró hacia atrás por encima de su hombro. Sus ojos se encontraron con los míos. Oh, mierda. Me escondí detrás de la cortina y como una idiota contuve la respiración. Atrapada espiando qué
vergüenza. Cuando miré un momento después se habían ido. La luz se asomaba por los lados de las cortinas de la casa de la piscina. Debería haberme quedado. Deseaba haberlo hecho. No era como si estuviera haciendo algo mal.

La grandeza inmaculada de la habitación blanca se extendía ante mí. Por dentro y por fuera me sentía un desastre. La realidad de mi situación se había establecido en mí, al parecer, era un gran desastre. Nayeon había tenido razón con la elección de palabras.

— Jimin puede hacer lo que quiera-Mi voz hizo eco a través de la habitación, sorprendentemente alto incluso sobre el latido de la música de abajo.
Enderecé mis hombros. Mañana me reuniría con su gente y el divorcio sería solucionado-. Jimin puede hacer lo que quiera y yo también. ¿Pero, qué es lo que quiero hacer?

No tenía idea.

Así que desempaqué las pocas prendas de ropa que tenía, preparándome para la noche. Colgué la camiseta de Jimin en una barra para toallas para que se terminará de secar. Probablemente iba a ser necesaria como ropa de dormir. Organizarlo todo me llevó cinco minutos. máximo. Solo podía redoblar un par de camisetas unas cuantas veces antes de verme patética.

¿Ahora qué?

No había sido invitada a la fiesta de abajo. De ninguna manera quería pensar en lo que podría estar pasando en la casa de la piscina. Sin duda, Jimin le estaba dando a la Chica Bikini todo lo que yo había querido en Las Vegas. No sexo para mí. En vez de eso, me había enviado a mi habitación como una niña traviesa.

Y vaya habitación que era. El cuarto de baño contiguo tenía una bañera más grande que mi habitación en casa. Un montón de espacio para chapotear. Era tentador. Pero nunca había sido buena cuando era enviada a mi habitación. En las pocas ocasiones que pasó en casa solía salir por la ventana y sentarme afuera con un libro. Como rebelde me faltaba mucho, pero me satisfacía. Eso era mucho para ser una triunfadora tranquila.
Al diablo quedarme en la habitación de lo espléndido. No podía hacerlo.

Nadie se fijó en mí mientras me arrastraba escaleras abajo. Me escabullí en la esquina más cercana y me dispuse a ver a gente hermosa en acción. Era fascinante. Cuerpos se retorcían en una pista de baile en el medio de la habitación.

Alguien encendió un cigarrillo cerca, llenando el aire de un intenso aroma picante. Nubes de humo se elevaban hasta el techo, a unos veinte metros.
Diamantes y dientes brillaban, y solo eran algunos de los hombres. La abierta opulencia luchaba en la multitud mixta. No podrías encontrar gente más atractiva si lo intentaras. No había señal de Taehyung, por desgracia. Por lo menos había sido amable.

— Eres nueva -dijo una voz a mi lado, sorprendiéndome mucho. Salté un metro, o al
menos un par de centímetros.

Un hombre en un traje negro se apoyaba contra la pared, con una copa de licor ámbar. Este traje negro pulido era otra cosa. Era probable que el de Jason hubiera salido de una tienda de segunda mano, pero no este. Nunca había entendido el atractivo
de una corbata y traje antes, pero este hombre lo llevaba muy bien. Parecía tener la misma edad de Jimin y tenía el cabello castaño corto. Apuesto, por supuesto. Al igual que Jimin, tenía todo lo de los pómulos divinos pasando.

— Sabes, si te mueves otro paso más desaparecerás por completo detrás de esa palmera-Tomó otro trago de su bebida-. Así nadie te verá.

— Lo pensaré por un momento- No me molesté en negar que me estaba escondiendo.

Aparentemente ya era evidente para todos.
Sonrió, mostrando un hoyuelo. Tenía hoyuelos.-Me había acostumbrado a su poder. El hombre se inclinó más cerca, con el fin de ser escuchado sobre la música, probablemente. El hecho de alejarse un paso de tamaño decente parecía innecesario.

El espacio personal era una cosa maravillosa. Algo sobre este tipo me asustaba, a pesar del traje elegante.

— Soy Jungkook.

— Jeongyeon.

El frunció sus labios, mirándome.

— No, definitivamente no te conozco. ¿Por qué no te conozco?

—¿Conoces a todos los demás?-examiné la habitación, dudosa- Hay mucha gente aquí.

Si, la hay -concedió-.Y las conozco a todas. A todos excepto a ti.

 -Jimin me invitó. -No quería usar el nombre de Jimin pero estaba siendo presionada en una
esquina, metafórica y literalmente mientras Jungkook se acercaba a mí.

-¿Lo hizo? -Sus ojos se veían mal, las pupilas eran pequeñas. Había algo mal con este tipo. Se quedó mirando al pequeño escote que estaba mostrando como si intentara poner su cara ahí.

-Sí, lo hizo.

Jungkook no parecía exactamente contento con la noticia. Echó hacia atrás su bebida, terminándola en un gran trago.

- Así que Jimin te invitó a la fiesta.

- Me invitó a quedarme por una par de días-dije, lo que no era una mentira. Afortunadamente,
con suerte, se había perdido las noticias sobre Jimin y yo. O tal vez estaba demasiado drogado como para sumar dos más dos. De cualquiera manera no lo iba a corregir.

-¿En serio? Eso fue amable de su parte.

-Si, lo fue.

-En qué habitación te puso?-Se paró en frente de mí y dejó caer su vaso en la maceta con
una mano descuidada. Su sonrisa lucía maníaca. Mi necesidad de alejarme se hizo más urgente.

-La blanca-dije, mirando por una salida-A la que mejor debería volver.

-¿La habitación blanca? Eres especial.

-¿Lo soy? Perdóname. -Lo empujé dejando a un lado la cortesía.No lo tenía que estar esperado, porque retrocedió un paso.

-Oye, espera.

-Jungkook. -Jimin apareció, ganándose mi gratitud al instante- ¿Hay algún problema aquí?

-En absoluto -dijo-. Solo estoy conociendo a... Jeongyeon.

- Sí, bueno, no necesitas conocer a.. Jeongyeon.
La sonrisa del hombre era enorme.

-Vamos. Sabes cómo me gustan las cosas nuevas y lindas.

- Vámonos -Me dijo.

- No es propio de ti interrumpirme, Jimin- dijo-. ¿No vi a la hermosa Jessi contigo más
temprano en el balcón? ¿Por qué no vas a buscarla y consigues que te haga eso en lo que es muy buena? Jeongyeon y yo estamos ocupados aquí.

-En realidad, no, no lo estamos-dije. ¿Y por qué Jimin volvió tan pronto de su tiempo de juego
con la Chica Bikini? Era imposible que estuviera preocupado por el bienestar de su pequeña esposa, seguramente. Ninguno de los dos parecía haberme oído.

- Así que la invitaste a quedarse en mi casa-dijo.

- Jackson sabía que alquilé este lugar para todos nosotros mientras estábamos trabajando en el
álbum. ¿Cambió algo que no sé? Jungkook se rió.

- Me gusta el lugar. Decidí comprarlo.

- Genial. Déjame saber cuándo el trato esté hecho y me aseguraré de irme. Hasta entonces, mis
invitados no son tu problema.

Jungkook me miró, su rostro iluminándose con maliciosa alegría.

-¿Es ella, No? Con la que te casaste, tu estúpido hijo de puta.

-Vamos. -Jimin tomó mi mano y me arrastró hacía la escalera. Su mandíbula estaba lo
suficientemente apretada para que un músculo se saliera por un lado.

-Pude tenerla contra la pared en esta maldita fiesta y tú te casaste con ella? Podía irse a la mierda.

Los dedos de Jimin apretaron mi mano con fuerza. Jungkook se río como el cretino que era.

-No es nada, triste hijo de puta. Mírala. Solo mírala. Dime que este matrimonio no vino por la
cortesía del vodka y la cocaína. No era nada que no hubiera escuchado antes.
Bueno, aparte de la referencia al matrimonio. Pero igual dolió. Antes de que pudiera decirle a
Jungkook lo que pensaba de él, el agarre duro como el hierro en mi mano desapareció. Jimin cargó contra él, tomando sus dos solapas. Estaban bastante
igualados. Ambos eran altos, bien construidos. Ninguno de los dos parecía listo para echarse atrás. La habitación se cayó, todas las conversaciones parándose, aunque la música seguía golpeando sucesivamente.

- Ve por ello, hermanito -susurró -Enséñame quien es la verdadera estrella de este
espectáculo.

Los hombros de Jimin se pusieron rígidos bajo el fino algodón de su camiseta. Luego con un gruñido dejó ir a Jungkook, empujándolo un paso atrás.

-Eres tan malo como mamá. Mírate, eres un jodido desastre.

Me quedé mirando a los dos, atónita. Estos dos eran los hermanos de la banda. Y los mismos atractivos rostros. Claramente no me había casado con una
de las familias más felices. Jungkook casi parecía avergonzado.
Mi marido marchó de nuevo a mi lado, tomandomi mano en el camino. Cada par de ojos estaba en nosotros. Una morena elegante tomó un paso hacia
delante, su mano extendida. Estrés marcaba su hermoso rostro.

-Sabes que no quiso decir eso.

- Mantente fuera de esto, Jennie-dijo mi esposo, sin bajar la velocidad.

La mujer me dio una mirada de disgusto. Peor aún, de culpa. Por la manera en que Ross actuaba, tenía un mal presentimiento de lo que pasaba aquí.
Me arrastró hacia arriba, y luego, por el pasillo hasta mi habitación. No dijimos nada. Tal vez esta
vez me encerraría. Pondría una silla debajo del pomo de la puerta, tal vez. Podía entender que
estuviera molesto con Jungkook El tipo era un imbécil de grandes proporciones. Pero que había hecho yo? Además de escaparme de mi prisión de lujo, por supuesto.
A mitad de camino a lo largo del pasillo, liberé mi extremidad de su tierno cuidado. Tenía que hacer algo antes de que cortara el suministro de sangre a
mis dedos.

- Conozco el camino -dije.

-Todavía quieres conseguir algo, no? Deberías haber dicho algo. Estaré más que feliz de
complacerte-dijo con una sonrisa falsa-Y oye, ni siquiera estás ebria. Probablemente lo recordarás.

- Ouch.

- Dije algo que no sea cierto?

-No. Pero aun pienso que es justo que diga que estás siendo un cretino.
Se detuvo y me miró con los ojos muy abiertos, sorprendido.

-¿Estoy siendo un cretino?Jodido infierno,  eres mi esposa!

- No, no lo soy. Lo dijiste tú mismo. Justo antes de que te fueras a jugar en la casa de la
piscina con tu amiga-dije. A pesar de que no se había quedado mucho tiempo en la casa de la
piscina, obviamente. Cinco, seis minutos, tal vez? Casi me sentí mal por la Chica Bikini. Eso no era placentero.
Sus cejas descendieron como nubes de tormenta.Estaba menos que impresionado. Mala suerte.
Mis sentimientos hacia él eran los mismos en este pequeño período de tiempo.

- Tienes razón. Mi error. ; Debería llevarte de  vuelta a mi hermano?-Preguntó, haciendo crujir
sus nudillos como un neandertal y mirando por el pasillo desde donde habíamos venido.

- No, gracias.

- Fue bastante agradable que dirigieras una mirada de follar hacia él, por cierto. De todas las
personas allí abajo, tenias que estar coqueteando
con Jungkook-se burló--. Clásico, Jeongyeon.

- De verdad eso es lo que piensas que pasaba?

-¿Qué? Ustedes dos poniéndose jodidamente acogedores en la esquina?

-¿En serio?

-Conozco a Jungkook y conozco a las chicas cuando están cerca de él. Definitivamente así era
como se veía, nena. -Abrió sus brazos de par en par-. Pruébame lo contrario.
Ni siquiera estaba segura de poder hacer una mirada de fóllame. Pero definitivamente no se la había estado haciendo a ese idiota allí abajo. No es de extrañar que muchos matrimonios terminaran en divorcio. El matrimonio apestaba y los esposos Mis hombros se estaban derrumbando sobre mi. No pensaba que alguna vez me hubiera sentido tan pequeña.

-Pienso que tus problemas de hermano son peores que tus problemas de esposas, y eso dice
algo. -Lentamente, sacudí mi cabeza-. Gracias por ofrecerme la oportunidad de defenderme.
Realmente la aprecio. Pero, sabes qué, Jimin? Simplemente no estoy convencida de que tu
opinión valga la pena.

Se estremeció.

Me alejé antes de decir algo peor. Olvida algo amistoso. Cuanto antes nos divorciáramos mejor

💍



Volví con la vieja portada, en realidad solo estaba probando otra app para editar je.

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