Capítulo: 27
Creo que hubiera preferido encontrar a Kim Il-Sung observándome a través del mostrador del café que a Jennie. No lo sé, una mujer llena de tatuajes y piercing o Jennie, era una decisión difícil. Ambos eran horribles en sus propias y únicas formas.
La multitud de la hora del almuerzo había disminuido en unos pocos determinados clientes, quedándose por la tarde con sus lates y sus pasteles. Había sido un día ocupado y Lia había estado distraída, estropeando pedidos. No actuaba como
ella misma en absoluto. La había mirado en una mesa de la esquina con una taza de té por un rato. Luego volvimos a estar ocupados. Cuando le pregunte que pasaba, sólo me despidió con un gesto.
Al final, la arrinconaría a decirme que le pasaba. Y ahora aquí se encontraba Jennie.
Necesitamos hablar -dijo. Su cabello oscuro
se hallaba atado hacia atrás y su maquillaje era mínimo. No había ninguna de las ostentaciones de Seul en ella ahora. En todo caso, lucía abatida, apagada. Todavía con un toque de zalameria, pero vamos, era Jennie después de todo. ¿Y qué demonios hacía aquí?
— Lia, ¿estará bien si tomo mi descanso?-Lisa organizaba estanterías atrás. Acababa de regresar de su descanso, haciéndome oportuna para el mío.
Asintió, dándole a Jennie una discreta mirada perversa. No importaba lo que sucediera con ella, Lia era una buena persona. Reconocía un monstruo
marino roba esposos cuando veía uno.
Jennie se encaminó hacia afuera, con su nariz elevada y la seguí. El flujo habitual del tráfico de la ciudad trascurría. En lo alto, el cielo era azul claro, un perfecto día de verano. Me hubiera sentido más
cómoda si la naturaleza hubiera estado a punto de arrojar un balde cargado de lluvia sobre su perfecta cabeza, pero no iba a pasar.
Luego de una breve inspección del exterior, se posó en el borde de un banco.— Jungkook me llamó. Tomé asiento un poco más lejos de ella.— Al parecer se tiene que disculpar con las personas como parte de su proceso de rehabilitación. —Uñas con perfecta manicura golpearon el asiento de madera-. No fue realmente una disculpa, de hecho.
Me dijo que necesitaba venir aquí y corregir la mierda que había causado entre Jimin y tú. Observó detenidamente al frente. —Las cosas no están geniales entre Yoongi y él. Amo a mi hermano. No quiero que se peleé con Nayeon por mi. ¿Que esperas que haga, Jennie?
—No espero que hagas nada por mí. Solo quiero que escuches. —Bajó su barbilla, cerró sus ojos por un segundo—. Siempre imaginé que podría tenerlo devuelta cada vez que quisiera. Después de que tuviera un par de años para calmarse, claro. Nunca
llegó a engañarme, éramos la primera experiencia del otro. Así que sólo aguardé mi momento, dejándolo volar libre. Yo era su único y verdadero amor, ¿cierto? ¿No importara que hubiera hecho? Todavía se
encontraba allí afuera tocando esas canciones sobre mí noche tras noche, usando nuestro pendiente incluso después de todos estos años...
El rugido del tráfico pasaba, las personas charlaban, pero estábamos apartadas de eso. No muy seguro de si quería escuchar esto, pero absorbí cada palabra de Cualquiera manera, desesperado por entender.
—Resulta que los artistas pueden ser muy
sentimentales. -Su risa sonó burlona-. Eso no necesariamente significa algo. -Se volvió hacia mi, sus ojos duros, detestables- Creo que yo era un hábito para él, en ese entonces. Nunca dio una maldita cosa por mí. Seguro como el infierno que nunca se mudaría de ciudad para adaptarse a lo que
yo quería.
—¿Qué quieres decir?
—Tiene el álbum escrito, Jeong.
Aparentemente las nuevas canciones son brillantes. La mejores que ha hecho nunca. No hay razón por la que no podría estar
en cualquier estudio que quisiera preparándolas, haciendo lo que ama. En su lugar está aquí, grabando a unas calles más abajo. Porque estar cerca de ti significa más para él. -Se balanceó hacia adelante,
su sonrisa severa-. Ha vendido la casa en Busan, compró un lugar aquí. Esperé años para que regresara, para que tuviera tiempo para mí. Por ti, reorganizó todo en un abrir y cerrar de ojos.
—No lo sabía —dije, aturdida.
—La banda está aquí. Graban en un lugar llamado "El sótano de Ken".
—He escuchado de él.
—Si eres suficientemente estúpida para dejarlo ir, entonces mereces ser miserable por mucho tiempo.
—La mujer me miró como si tuviera experiencia de primera mano con esa situación. Se puso de pie sacudiendo sus manos—. Esa soy yo terminando.
Se alejó. Desapareció entre la multitud de
compradores de media tarde como si nunca hubiera existido.
Jimin grababa aquí. Había dicho que trabajaba en el nuevo álbum. No había imaginado que significaba que en realidad lo grababa aquí. Por no hablar Santa mierda.
Me puse de pie y me dirigí en dirección opuesta a la que Jennie había tomado. Primero caminé, tratando de adivinar qué hacía, dándole oportunidad a mi cerebro para que se pusiera al día conmigo. Entonces me di por vencida y corrí, esquivando peatones y mesas de café, coches aparcados y cualquiera otra
cosa. Rápido y más rápido, mis zapatillas marca converse me llevaron. Encontré el sótano de Ken dos cuadras más abajo, situado en un tramo de escaleras, entre una pequeña cervecería y una tienda de vestidos de lujo. Estampé mis manos contra la
madera, abriéndola. La modesta puerta verde no tenía seguro. Los parlantes trajeron los acordes de un omnipotente solo de guitarra eléctrica a través de las oscuras habitaciones pintadas. Jason se encontraba
sentado en un sofá, leyendo una revista. Por una vez su traje negro estándar faltaba, y vestía pantalones y una camisa hawaiana de manga corta.
—Señora Park. —Sonrió.
—Hola, Jason—jadeé, tratando de controlar mi respiración—. Luces muy bien.
Me guiñó. —Su esposo está en una de las cabinas de sonido, por el momento, pero si atraviesa la puerta podrá observar.
—Gracias, Jason. Fue agradable verte de nuevo. La gruesa puerta conducía a la caja de resonancia. Un hombre que no conocía se sentaba detrás con unos auriculares puestos. Este lugar dejaba al pequeño estudio en Busan vuelto polvo. A través
de la ventana pude ver a Jimin tocando, sus ojos cerrados, concentrado en la música. También usaba auriculares.
—¿Qué tal?—dijo Jungkook sin hacer ruido. No me había dado cuenta que el resto de ellos se hallaban detrás de mi, recostados, esperando para tomar su turno.
— Hola, Jungkook.
Me dio una sonrisa forzada. Su traje se había ido. También lo hizo el pinchazo en los ojos.
—Es bueno verte por aquí.
—Gracias. _No sabía que protocolo tenía que seguir con respecto a la rehabilitación. ¿Debería preguntar por su salud o barrer la situación debajo de la alfombra? —Y gracias por llamar a Jennie.
—¿Fue a hablar contigo, Eh? Bien, me alegra.
Deslizó sus manos dentro de los bolsillos de sus pantalones negros—. Era lo menos que podía hacer. Lo siento por nuestros encuentros anteriores, Jeongyeon.
Yo estaba... donde no debería. Espero que podamos superarlo.
Fuera de las drogas, las similitudes entre él y Jimin eran más pronunciadas. Pero sus grandes ojos y su sonrisa no me hacían sentir cosas como la de Jimin. Nunca nadie más podría. No en cinco años, no en cincuenta. Por primera vez en mucho tiempo, podía aceptarlo. Me parecía bien eso, inclusive. Las epifanías parecían llegar grandes y rápidas hoy. Jungkook esperó pacientemente para que regresara de
donde quiera que estuviera y dijera algo.
Cuando no lo hice, continuó: Nunca he tenido una cuñada antes.
—Yo nunca he tenido un cuñado.
—¿No? Vamos a llevarnos bien. Sólo espera y observa.
Sonreí y me sonrió de vuelta, mucho más relajado esta vez. Jaehwan se sentaba en la esquina de un sillón de cuero negro, hablando con NamJoon. Este inclinó su barbilla en mi dirección y yo hice lo mismo. Todo lo que Jaehwan me dio fue una mirada preocupada. Seguía siendo igual de grande e imponente, pero lucía más asustado de mí de lo que yo me encontraba de él hoy. Asentí saludándolo, y me correspondió con una
sonrisa tensa. Después de hablar con Jennie, podía entender un poco mejor en lo que se había convertido desde esa noche. Nunca seríamos mejores amigos,
pero habría paz por el bien de Jimin.
El solo de guitarra se detuvo. Me giré para ver a Jimin observándome, quitándose los auriculares. Luego elevó la correa de su guitarra sobre su cabeza y se dirigió hacia la puerta que conectaba las habitaciones.
—Hola -dijo, viniendo hacía mí-.¿Todo bien?
—Si, ¿Podemos hablar?
—Seguro. -Me condujo de nuevo a la cabina-. No será mucho, Teddy.
El hombre en el tablero asintió y manipuló algunos botones, apagando los micrófonos, supongo. No parecía demasiado irritado con la interrupción. Los instrumentos y micrófonos se hallaban por todas partes. El lugar era un caos organizado. Permanecimos en la esquina, fuera de la vista del resto.
—Jennie vino a verme -dije una vez que cerró
la puerta, se mantuvo de pie en frente de mí,
bloqueando a todos los demás. Descanso mi espalda contra la pared y lo miré, todavía tratando de controlar mi respiración. Mi corazón se había calmado luego de la carrera. Casi calmado. Pero ahora se encontraba aquí y tan malditamente cerca.
Coloqué mis manos detrás de mi espalda antes de que comenzaran a agarrarlo.
Jimin hizo la cosa del ceño fruncido.
—¿Jennie?
—Todo bien. -Me apresuré-. Bueno, ya sabes, era la misma de siempre. Pero hablamos
—¿Sobre qué?
—Ustedes dos, en su mayoría. Me dio algunas cosas para pensar. ¿Estás ocupado esta noche?
Sus ojos se abrieron un poco. —No, ¿Te gustaría hacer algo?
—Sí. -Asentí-. Te extrañé esta mañana cuando desperté y me di cuenta de que te habías ido. Te extrañe un montón el mes pasado. No creo que te lo haya dicho nunca.
Exhaló con fuerza. -No, no lo hiciste. También te extrañé, lo siento, pero no podía quedarme esta mañana.
—En otra ocasión.
—Definitivamente. -Tomó un paso más cerca, hasta que la punta de sus botas tocó las mías. Nunca nadie había sido más bienvenido en mi espacio personal.
Prometí que comenzaríamos aquí temprano o habría estado allí cuando despertases.
—No me dijiste que la banda grababa aquí.
—Teniamos otros asuntos con los que lidiar. Pensé que podia esperar.
Está bien. Eso tiene sentido. —Miré la pared a mi lado, tratando de ordenar mis pensamientos. Después de un largo momento de silencio y dolor, todo parecía estar pasando a la vez.
— Sobre esta noche, Jeongyeon...
—Oh, cenaré en casa de mis padres.
—¿Estoy invitado?
—Sí -dije- lo estas.
—De acuerdo, fantástico.
—¿En serio compraste una casa aquí?
—Un departamento de tres habitaciones un par de calles más arriba. Supuse que se hallaba cerca de tu trabajo y no demasiado lejos de tu escuela. Sabes, por si acaso. —Estudió mi rostro—¿Te gustaría verlo?
—Guau. -Cambié de tema para ganar algo de tiempo—.Uh, Jungkook luce bien.—Sonrió y colocó sus manos a cada lado de mi cabeza, cerrando la distancia entre nosotros.
—Sí, lo está haciendo bien. Trasladarnos aquí está funcionando bien para casi todos. Parece que yo no era el único listo para un descanso de Seul. Nuestra música está mejor de lo que ha estado en años.
Estamos enfocándonos en las cosas importantes de nuevo.
—Eso es genial.
—Ahora, ¿Qué te dijo Jennie, cariño?
La ternura vino acompañada por el viejo y familiar sentimiento cálido. Casi me estremecí, estaba tan agradecida. —Hablamos sobre ti.
—Entiendo eso.
—Supongo que todavía estoy tratando de darle sentido a todo.
Asintió lentamente, acercándose hasta que nuestras narices casi se rozaron. La intimidad perfecta en ello, la tenue sensación de su aliento contra mi cara. Mi necesidad de acercarme nunca había desaparecido. No importaba cuánto había tratado de apagarla. El amor y un corazón roto te hacen increíblemente estúpida, desesperada incluso. Las cosas que tratarías de decirte a ti misma para lograrlo, con la esperanza de que un día lo creas.
—Está bien dijo-. ¿Nada en lo que pueda ayudarte?
—No. Sólo quería comprobar que estuvieras aquí realmente, creo.
—Estoy aquí.
—Si.
—Eso no cambiará, Jeongyeon.
—No. Creo que entendí eso ahora. Supongo que puedo ser un poco lenta comprendiendo esas cosas. Sólo no me hallaba segura, sabes, con todo lo que ha pasado. Pero todavía te amo. —Aparentemente volvía a decir mierda sin pensar cada vez que se me
ocurriera. Sin embargo, con Jimin estaba bien. Yo me encontraba bien—. De verdad.
—Lo sé, cariño. La pregunta es, ¿Cuándo volverás a mi?
—Es realmente duro, ¿Sabes? Dolió demasiado cuando se derrumbó la última vez.
Asintió tristemente.—Tú me dejaste. Creo que eso está cerca de la jodida peor cosa que jamás he experimentado. Tuve que irme, pero también... parte de eso fui yo esperando herirte como tú me habías herido, supongo. —Necesitaba sostener su mano de nuevo, pero no me sentía como si pudiera-. No quiero ser así de vengativo, no contigo, nunca más.
—Te dije cosas terribles esa noche. Ambos
estabamos heridos. Sólo tendremos que perdonar al otro y dejarlo ir.
—No escribiste una canción sobre eso, ¿cierto?—Apartó su mirada.
—¡No! Jimin -dije, atónita-, no puedes. Esa fue una noche terrible.
— En una escala del uno al diez ¿Cuán molesta estarías exactamente?
—¿Dónde uno es el divorcio?
Movió sus piernas más cerca, colocando sus pies entre los míos. No había más que una hebra de cabello entre nosotros. Nunca controlaría mi respiración a este ritmo. Nunca.
—No-dijo, su voz tenue—. Tú ni siquiera nos recuerdas cansándonos, así que el divorcio o la anulación o lo que demonios sea, no es una opción. Nunca lo fue. Sólo les dije a los abogados que siguieran luciendo ocupados mientras yo solucionaba las cosas. ¿Olvidé mencionarlo?
—Sí, lo hiciste. -No puede evitar más que sonreir ante eso-. Así que, ¿Qué significa el uno?
—Uno es ahora. Es nosotros separándonos y siendo jodidamente miserables sin el otro.
—Eso es bastante horrible.
—Lo es-concordó.
—¿La canción es un sencillo estrella o sólo vas a colocarla en algún lugar y esperar que nadie lo note? Es solo una opción B, ¿cierto? Lejos de las canciones principales y ¿oculta al final?
—Vamos a pretender que hablamos sobre usar el nombre de una de esas canciones para el título del álbum.
—¿Una de esas canciones? ¿Qué tanto de este brillante álbum del que he estado escuchando será sobre nosotros?
—Te amo.
—¡Jimin!...
—iPuedes confiar en mi? -preguntó, su cara
repentinamente seria-. Necesito que confíes en mí de nuevo. Más que sólo con las canciones. Mirar esa preocupación en tu rostro todo el tiempo está matándome.
—Lo sé. -Fruncí el ceño, entrelazando mis dedos detrás de mi espalda-. Lo estoy intentando. Y aprenderé con lidiar con las canciones. En serio. La música es una gran parte de quien eres y es un gran cumplido que me ames así de fuerte. En la mayor parte bromeaba.
—Lo sé. Y no todas son sobre nosotros separándonos.
—¿No?
— No.
—Eso es bueno. Me alegra.
—Mmm...
Lamí mis labios y sus ojos atraparon el movimiento. Esperé que cerrara la distancia entre nosotros y me besara. Pero no lo hizo y yo no lo hice tampoco. Por alguna razón, no sería bueno apresurar esto. Debía ser perfecto. Todo entre nosotros debía
estar aclarado. Sin personas esperando en la otra habitación. Sin embargo, nosotros estando así de cerca, escuchando el suave retumbar de su voz, me podría haber quedado allí todo el día. Pero Lia se
estaría preguntando qué demonios me había pasado. También tenía un pequeño recado que hacer antes de volver.
—Mejor regreso al trabajo -dije.
—De acuerdo. -Se apartó lentamente. ¿A qué hora te gustaría que te recogiera esta noche?
—¿A la siete?
—Suena bien. -Una sombra pasó sobre su rostro-. ¿Crees que les agradaré a tus padres?
Tomé una respiración profunda y la dejé ir.-No lo sé y no importa. A mí me agradas.
—¿De verdad?—Asentí.
La luz en sus ojos fue como el sol ascendiendo. Mis rodillas temblaron y mi corazón se estremeció. Fue poderoso y hermoso y perfecto.
—Eso es todo lo que importa, entonces dijo.
....
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