Capítulo: 18

✦══✧

Pasamos la tarde de regreso en el estudio de grabación con BamBam y Taehyung. Cuando Jimin no tocaba, me atraía a su regazo. Cuando se concentraba en la guitarra, escuchaba con admiración su talento.
No cantó, así que me quedé en la oscuridad sobre la letra. Pero la música era hermosa en bruto, pero una balada de algún modo. Taehyung pareció complacido con el nuevo material, sacudiendo la cabeza al ritmo de la música durante todo el rato. BamBam sonrió de alegría detrás de la espléndida dirección de botones y diales.

—Toca ese lick otra vez, Jimin.

Mi esposo asintió y movió los dedos sobre la guitarra, haciendo magia. Sorn había estado ocupada mientras nosotros estuvimos arriba, comenzando a desempacar la colección de cajas. Cuando dijo que tenía intención de regresar al trabajo, fui con ella.
Invitada o no, no era justo que tuviera que lidiar con las tareas ella sola.
Además, satisfizo mi necesidad interna de
organización. Me colé en la planta baja de vez en Cuando a medida que pasaban las horas, robando besos, antes de regresar para ayudar a Sorn de nuevo. Jimin y compañía quedaron inmersos en la
música. Se acercaron buscando comida o bebida, pero regresaban de inmediato al estudio.

— Esto es lo que se siente cuando están grabando. Pierden la noción del tiempo, quedan atrapados en la música. iNo creerías el número de cenas que BamBam se ha perdido porque simplemente lo olvidó! —dijo, con las manos ocupadas desempacando la última caja. —Es su trabajo, pero también es su primer amor — continuó, desempolvando un cuenco de estilo japonés—. Sabes que una antigua novia siempre está dando vueltas por aquí, llamándole borracha a todas horas y pidiéndole poder venir?

Me eché a reir.

—Cómo lidias con no ser la número uno?

— Tienes que encontrar un equilibrio. La música es una parte de ellos que tienes que aceptar, cariño. Luchar contra ello no va a funcionar. Alguna vez has sido realmente una apasionada a algo?

— No —contesté con toda sinceridad, echando un vistazo a otro instrumento de cuerda del que nunca vi algo parecido. Tenía talla intrincada rodeando la boca de la guitarra. Disfruto de la universidad. Me encanta ser una barista, es un gran trabajo. Me gusta mucho la gente. Pero no puedo servir café durante el resto de mi vida. —Me detuve e hice una mueca. Dios, esas son
palabras de mi padre.— Olvida que dije eso.

— Puedes totalmente servir café para el resto de tu vida, si así lo deseas-dijo—. Pero a veces toma tiempo encontrar lo tuyo. No hay prisa. Yo era fotógrafa nacida y criada.

—Eso es genial.

Sorn sonrió, su mirada volviéndose lejana.

— Así es como BamBam y yo nos conocimos. Me fui de gira durante un par de días con la banda en la que él tocaba en ese momento. Terminé dando vueltas por Europa con ellos. Nos casamos en Venecia al final de la gira y hemos estado juntos desde entonces.

— Es una historia maravillosa.

— Sí —suspiró Sorn—. Fue un momento maravilloso.

—Estudiaste fotografía?

—No, mi padre me enseñó. Trabajó para National Geographic. Puso una cámara en mi mano a los seis años y me negué a devolvérsela. Al día siguiente me trajo una vieja de segunda mano. La llevaba donde
quiera que fuera. Todo lo que veía era a través de su lente. Bueno, ya sabes lo que quiero decir... el mundo tenía sentido cuando lo miraba de esa manera. Mejor
que eso, lo hizo todo bello, especial.

Sacó un par de libros de una caja añadiéndolos a los estantes empotrados en una pared. Ya habíamos conseguido llenar la mitad de ellos con varios libros y recuerdos.

—Sabes, Jimin ha salido con muchas mujeres en los últimos años. Pero es diferente contigo. No sé...
la forma en que te mira, creo que es adorable. Es la primera vez que ha traído a alguien aquí en seis años.

—Por qué el lugar estuvo vacío tanto tiempo?

La sonrisa de Sorn se desvaneció y evitó mis ojos.

—El quería que fuera su lugar para volver a casa, pero luego las cosas cambiaron. La banda acababa de pegar a lo grande. Supongo que las cosas se complicaron. El podría explicártelo mejor.

—Cierto —dije, intrigada.

Sorn se sentó con las piernas flexionadas, mirando alrededor de la habítación.

—Escucha las tonterías que digo. Hemos estado en esto durante todo el dia. Creo que nos merecemos un descanso.

Apoyo la moción. Teníamos casi la mitad de las cajas abiertas. Los contenidos para los que no podíamos pensar en un lugar inmediato para llevarlos se alineaban en una pared. Un grande y lujoso sillón negro había sido entregado. Se ajustaba a la casa y a su
dueño perfectamente. Con varias alfombras, cuadros e instrumentos esparcidos por el lugar casi empezaba parecerse a una casa. Me preguntaba si Jimin lo aprobaría.

Fácilmente, podría imaginarnos pasando el tiempo aquí cuando yo no fuera a clases. O tal vez los feriados nos iriamos de vacaciones.
Nuestro futuro era hermoso, deslumbrante, lleno de promesas. Sin embargo, en el aquí y ahora, todavía no había contactado a Nayeon. Un hecho que me causó un gran sentimiento de culpa. Explicar esta situación no me parecía una buena idea tampoco confesar mis sentimientos que crecían rápidamente por Jimin.

—Anda, vamos a comer algo en el camino. El bar hace las mejores costillas que he probado jamás. BamBam se vuelve loco por ellas.

—Esa es una idea brillante. Voy a hacerle saber a Jimin que vamos. ¿Necesito cambiarme?

Tenía puestos unos vaqueros negros, una camiseta sin mangas y un par de Converse. Los únicos zapatos que fui capaz de encontrar entre las compras de Jennie que
no contaban con tacones de más de diez centimetros. Por una vez, lucía casi relacionada a la música. Sorn llevaba vaqueros y una camisa blanca, un pesado
collar turquesa alrededor de su garganta. En teoría, se veía casual, pero Sorn era una mujer muy atractiva.

— Luces bien. No te preocupes. Es muy tranquilo.

— Está bien.

El sonido de la música todavía se desplazaba desde el piso de abajo. Cuando bajé allí la puerta se encontraba cerrada y la luz roja brillando. Podía ver a Taehyung con Ios auriculares puestos, ocupado en la consola. Olvidé cargar el teléfono con toda la reciente excitación. Pero no tenía el número de teléfono de Jimin, así que no podría haberle enviado mensajes de texto de todos modos. No quería interrumpir. Al final, dejé una nota en el banco de la cocina. No nos iríamos por mucho tiempo. Jimin probablemente ni siquiera se daría cuenta.

El bar era un paraíso de madera tradicional con una gran máquina de discos y tres mesas de billar. El personal saludó a Sorn mientras entrábamos. Nadie siquiera parpadeó hacía mí, lo cual fue un alivio. El lugar estaba lleno. Se sentía bien estar de vuelta entre las personas, sólo parte de la multitud. Sorn llamó con antelación, pero el pedido aún no estaba listo.
Al parecer, la cocina estaba tan ocupada como el bar. Agarramos un par de bebidas y nos sentamos a esperar. Era un lugar muy agradable, muy relajado. Se oía muchas risas y la música resonaba desde el tocadiscos. Mis dedos golpeando suavemente todo el rato.

—Vamos a bailar.

Me agarró la mano y me sacó de un tirón de la silla. Ella bailaba y se balanceaba mientras la seguía hacía la pista de baile llena de gente. Se sintió bien soltarse. Sugarland se convirtió en Miranda Lambert y levanté los brazos, moviéndome

A

l ritmo de la música. Un tipo vino detrás de mi y me agarró las caderas, pero retrocedió un paso cuando sacudí la cabeza con una sonrisa. Me la devolvió y se mantuvo bailando, sin alejarse. Un hombre hizo girar a Sorn y gritó de alegría, permitiéndole abrazarla débilmente. Parecían conocerse. Cuando el chico a mi lado se acercó un poco más, no me opuse. Mantuvo las manos para sí mismo y era lo suficientemente amable. No conocía la siguiente canción, pero poseía un buen ritmo y seguimos moviéndonos. Mi piel se
humedeció con sudor, mi cabello pegándose a mi cara. Entonces Harry Styles sonó. Tuve un terrible enamoramiento por él desde los doce años, aunque todo se trataba de su hermoso pelo café y no tenía nada que ver con su música. Mi amor por él era algo
vergonzoso.

El tipo uno se alejó y otro tomó su lugar, deslizando un brazo alrededor de mi cintura y tratando de presionarme contra él. Planté las manos en su pecho y lo empujé hacia atrás, dándole la misma sonrisa y el movimiento de cabeza que funcionó en el último.
Podría haber sido de mi estatura, a pesar del enorme sombrero, pero era fornido. Tenía un pecho grande y fuerte y apestaba a cigarrillo.

—No—dije, tratando de empujarlo lejos de mi. — Lo siento.

—No lo sientas, cariño —me gritó al oído, golpeándome en la frente con el ala de su sombrero—. Baila conmigo.

—Suéltame.

Sonrió y me dio una palmada con fuerza en las nalgas.
El cabrón comenzó a frotarse contra mí.

—Oye!-Empujé contra él, sin conseguir nada— ¡Suéltame!

—Cariño. —El pervertido se inclinó para besarme, pegándome en la nariz con el ala de su sombrero de nuevo. Dolía. Además, lo odiaba. Si tan sólo pudiera mover mi pierna entre las suyas y darle un rodillazo al imbécil en la ingle, sería capaz de igualar el campo de juego. O dejarlo retorciéndose en el suelo, llorando por su mami. Un resultado con el que me sentía bien. Metí mi pie entre los dos de él, cada vez más cerca de
mi objetivo. Más cerca...

—Suéltala. —Jimin milagrosamente apareció entre la multitud al lado de nosotros, un músculo saltando o en su mandíbula. Oh, mierda. Parecía dispuesto a matar.

— Espera tu turno —gritó el vaquero, empujando su pelvis contra mí. Dios, era repugnante. Podría vomitar.
No sería menos de lo que merecía.

Jimin gruñó.

Entonces agarró el sombrero del hombre y lo envió volando entre la multitud. Los ojos del hombre se volvieron redondos como platos y sus manos se alejaron de mi. Salté hacia atrás, por fin libre.

—Jimin...

Me miró y en ese momento, el vaquero se balanceó. Su puño golpeó la mandibula de Jimin.

La cabeza de Jimin voló hacia atrás y se tropezó. El vaquero se lanzó hacia él. Aterrizaron duro, tendidos en la pista de baile. Los puños volaban. Patadas.
Apenas podía ver quién hacía qué. La gente formó un círculo al alrededor de ellos, observando. Nadie hizo nada para detenerlos. La sangre brotó, rociando el
suelo. El par rodó y se empujó, y Jimin quedó encima. Entonces igual de rápido, cayó a un lado. Mi pulso latía detrás de las orejas. La violencia era sorprendente.

Yoongi solía meterse en peleas con regularidad después de la escuela.
Lo odiaba. La sangre y la suciedad, la furia sin sentido. Pero no podía quedarme allí, sin hacer nada. No lo haría. Una mano fuerte me agarró del brazo, deteniendo mi impulso hacia adelante.

—No—dijo Taehyung. Después, él y un par de tipos intervinieron. El alivio se apoderó de mí. Taehyung y BamBam sacaron a Jimin de debajo del vaquero.
Otros dos tipos contenían al imbécil con la cara ensangrentada que gritaba sin cesar sobre su sombrero.

Maldito idiota.

Empujaron a Jimin fuera del bar, arrastrándolo hacia atrás. A través de las puertas delanteras y bajando las escaleras se marcharon, mientras seguia pateando,
tratando de volver adentro. Y siguió luchando hasta que lo arrojaron contra el gran Jeep negro de Taehyung.

—Ya basta! —le gritó en la cara—. Se acabó.
Jimin se desplomó contra el vehículo. La sangre fluía de un orificio nasal. Su pelo Rubio colgaba en su rostro. Incluso en la penumbra se veía hinchado, deforme. Ni la mitad de malo como el otro tipo, pero aún así mal.

✦══✧











Si adivinan que tiene la casa de Jimin o al menos la teoría más cercana a ella publicaré el siguiente capítulo.









Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top