Capítulo: 13

-¿Qué cosa? —pregunté, todavía boca abajo, mi cabello obstruía mi vista.

- Espera.

Con cuidado, me enderezó, poniéndome de pie en el suelo. Toda la sangre dejando mi cabeza me hizo tambalear. Me agarró por los codos, sosteniéndome en posición vertical.

- ¿Estás bien? —me preguntó.

- Sí. ¿Cuál es el problema?

- Pensé que habría más muebles

- ¿Nunca has estado aquí antes?

- He estado ocupado.

Además de las cajas, había más cajas. Se encontraban por todas partes. Nos paramos en una gran sala central con una gran chimenea de piedra, situada en la pared del fondo. Podrías asar una vaca entera en ella si quisieras. Escaleras llevaban a un segundo piso hacia arriba y hacia otro nivel inferior a éste. Una cocina comedor se hallaba después. El lugar era enteramente, del suelo al techo, de cristal, líneas de troncos lisos o piedra gris. La mezcla perfecta de técnicas de diseños antiguos y nuevos. Era impresionante. Y entonces me di cuenta que todos los lugares en donde él vivía debían ser así.
Me pregunté qué pensaría del apartamento de Nayeon y mío, pequeño y desaliñado. Un pensamiento tonto. Como si alguna vez lo fuera a ver.

- Por lo menos consiguieron un refrigerador. —Abrió una de las grandes puertas de acero inoxidable. Cada centímetro de espacio en el interior fue llenado con alimentos y bebidas—. Excelente.

- ¿Quiénes son “ellos”?

- Ah, las personas que cuidan el lugar por mí. Amigos míos. Solían cuidarla para el propietario anterior, también. Los llamé, pidiéndoles que organizaran algunas cosas para nosotros. —Sacó una cerveza Corona y abrió la tapa—. Salud.

Sonreí desconcertada.

- ¿Para desayunar?

- He permanecido despierto durante dos días. Quiero una cerveza y después una cama. Hombre, espero que pensaran en conseguir una cama.

Con una cerveza en la mano, deambuló a través del salón y subió las escaleras. Lo seguí con curiosidad.

Abrió una puerta de habitación tras otra. Había cuatro en total y cada una tenía su propio cuarto de baño porque claramente la gente genial y rica no podían compartir. En la última puerta, al final del pasillo se detuvo y dejó caer sus hombros con alivio.

- Malditas gracias por eso.
Una enorme cama hecha con sábanas blancas y limpias esperaba dentro. Y otro par de cajas.

- ¿Qué pasa con todas las cajas? ¿Ellos sólo consiguieron una cama?

- A veces compro cosas en mis viajes. Algunas veces la gente me regala cosas. He enviado todo aquí en los últimos años. Echa un vistazo si quieres. Y sí, sólo hay una cama. —Tomó otro trago de la cerveza—. ¿Crees que estoy hecho de dinero?

Resoplé una carcajada.

- Lo dice el tipo que consiguió abrir Cartier para que yo pudiera elegir un anillo.

- ¿Te acuerdas de eso?—Sonrió tras la botella de cerveza.

- No, sólo lo asumí dada la hora de la noche que tuvo que ser. —Me acerqué a la pared con las ventanas. Tenía una vista increíble.

- Trataste de elegir un diminuto anillo de mierda. No lo podía creer. —Me miró fijamente, pero su mirada era distante.

- Le lancé el anillo a los abogados.

Se estremeció y se miró los zapatos.

- Sí, lo sé.

- Lo siento. Simplemente me enfadaron bastante.

-Los abogados hacen eso. —Tomó otro trago de cerveza—. Taehyung dijo que le lanzaste un golpe.

- Fallé.

- Probablemente fue lo mejor. Es un idiota, pero tiene buenas intenciones.

- si, fue muy amable conmigo.

Crucé mis brazos y eché un vistazo al resto de su gran dormitorio, caminando hacia el baño. El jacuzzi habría hecho que Taehyung se acurrucara de vergüenza. El lugar era suntuoso. Una vez más el sentimiento de no pertenencia, de no encajar con la decoración, me golpeó duro.

- Ese es un gran ceño, amiga

Intenté una sonrisa.

- Todavía trato de entender las cosas. Quiero decir, ¿es por eso que te casaste en Las Vegas? ¿Porque eres infeliz? Y aparte de Taehyung ¿estás rodeado de idiotas?

- Joder. —Dejó caer su cabeza hacia atrás—. ¿Tenemos que seguir hablando de esa noche?

- Sólo estoy tratando de entender.

- No. No fue eso, ¿de acuerdo?

- Entonces, ¿qué?

- Nos encontrábamos en Las Vegas, Jeongyeon. La mierda pasa.

Cerré mi boca.

- No quiero decir... —Pasó una mano por su cara—. Joder. Mira, no pienses que solo porque bebimos y estuvimos de fiesta fue la única razón por la que pasó. Por lo que pasó lo de nosotros. No quiero que pienses eso.

Me hallaba agitada. Parecía que esa era la única respuesta apropiada.

- Pero eso es lo que creo. Eso es exactamente lo que pienso. Esa es la única manera de que todo esto encaje en mi cabeza. Cuando una chica como yo despierta casada con un tipo como tú, ¿qué otra posibilidad puede ella pensar? Dios, Jimin, mírate. Eres hermoso, rico y exitoso. Tu hermano tenía razón, esto no tiene sentido.

Él se giró para enfrentarme, con su rostro tenso.

- No hagas eso. No te rebajes a ti misma de esa manera.

Sólo suspiré.

- Lo digo en serio. No tienes que darle importancia a lo que ese idiota dijo, ¿entendido? Tú eres más que nada.

- Entonces cuéntame algo. Dime de qué trató esa noche para nosotros.

Abrió la boca, y luego la cerró.

- No. No quiero dragar todo, ya sabes, el agua bajo el puente o lo que sea. Es sólo que no quiero que pienses que toda la noche fue un frenesí alimentado por el alcohol, eso es todo.Honestamente, ni siquiera parecía que hubieras bebido tanto.

- estás ocultándomelo. Vamos. No es justo que tú recuerdes y yo no.

- No —dijo, su voz dura, fría, de una forma que no la escuché antes. Él se inclinó sobre mí, con la mandíbula apretada—. No es justo que yo lo recuerde y tú no.

No sabía qué decir.

- Voy a salir.

Fiel a su palabra, se apresuró por la puerta. Sus pesados pasos resonaron a lo largo

Del pasillo y escaleras abajo. Me quedé mirándolo.

...

Le di un tiempo para enfriarse y luego lo seguí a la playa. La luz de la mañana era cegadora, cielo claro y azul todo el camino. Era hermoso. El aire salado del mar aclaró un poco mi cabeza. Las palabras de Jimin plantearon más preguntas que respuestas. Esa enigmática noche consumía mis pensamientos. Llegué a dos conclusiones. Ambas me preocupaban. La primera era que la noche en Las Vegas era especial para él. Mi impertinencia o el trivializar la experiencia le molestaba. La segunda era, sospechaba, que esa noche él no estuvo tan borracho. Sonaba como si supiera exactamente lo que hacía. En cuyo caso, ¿cómo diablos debió sentirse a la mañana siguiente? Lo rechacé a él y a nuestro matrimonio completamente. Debió sentirse decepcionado y humillado.

Hubo buenas razones para mi comportamiento. He sido increíblemente desconsiderada. No conocía a Jimin entonces. Pero estaba empezando ahora. Y cuanto más hablábamos, más me gustaba.

Jimin se hallaba sentado en las rocas con una cerveza en la mano, mirando al mar. Un viento fresco del océano sacudía su pelo largo. La tela de su camiseta dibujaba firmemente su amplia espalda. Tenía las rodillas flexionadas con un brazo alrededor de ellas. Lo hacía parecer más joven de lo que era, más vulnerable.

- Hola —le dije, en cuclillas junto a él.

- Hola. —Con los ojos entrecerrados contra el sol, me miró, con rostro cauteloso.

- Lo siento por presionarte.

Él asintió, miró hacia el agua.

- Está bien.

- No quise molestarte.

- No te preocupes por eso.

- ¿Seguimos siendo amigos?

Él dejó escapar una carcajada.

- Por supuesto.

Me senté a su lado, tratando de averiguar qué decir, que podría arreglar las cosas entre nosotros. Nada de lo que podía pensar en decir iba a compensar lo de Las Vegas. Necesitaba más tiempo con él. El tic tac del reloj de los papeles de la anulación se hacía más fuerte a cada minuto. Me ponía nerviosa, pensando que nuestro tiempo juntos sería corto. Que en breve todo terminaría y no volvería a verlo o hablar con él de nuevo. Que no llegaría a armar el rompecabezas que éramos. Mi piel se puso como de gallina por algo más que el viento.

- Mierda. Tienes frío —dijo, pasando un brazo alrededor de mis hombros, acercándome más a él.

Y me acerqué, felizmente.

- Gracias.

Dejó la botella de cerveza, envolviendo ambos brazos a mi alrededor.

- Probablemente deberíamos entrar.

- En un rato. —Mis pulgares frotaron mis dedos, jugueteando—. Gracias por traerme aquí. Es un lugar encantador.

- Mmm.

- Jimik de verdad, lo siento mucho.

- Oye. —Puso un dedo bajo mi barbilla, levantándola. La ira y el dolor habían desaparecido, reemplazados por la bondad. Me dio uno de sus pequeños encogimientos de hombros—. Solo vamos a dejarlo ir.

La idea realmente me dio pánico. No quería dejarlo ir a él. El entendimiento era sorprendente. Miré hacia él, dejando que lo asimilara.

- No quiero dejarlo ir.

Él parpadeó.

- Está bien. ¿Quieres compensarme?

Dudaba que estuviéramos hablando de la misma cosa, pero asentí de todos modos.

- Tengo una idea.

- Dispara.

- Diferentes cosas pueden refrescar la memoria, ¿verdad?

- Supongo que sí

- Así que si te beso, tal vez recuerdes algún momento de nosotros juntos.

Dejé de respirar.

- ¿Quieres darme un beso?

- ¿No quieres que te bese?

- No —le dije rápidamente—. Estoy bien si quieres besarme.
Reprimió una sonrisa.

- Eso es muy amable de tu parte.

- ¿Y este beso es para fines de investigación científica?

- Sip. Quieres saber lo que pasó esa noche y por qué realmente no quiero hablar de ello. Así que, me imagino, puede ser más fácil si recuerdas algo tu misma con el beso.

- Eso tiene sentido.

- Excelente.

- ¿Qué tan lejos llegamos esa noche?

Su mirada cayó en el cuello de mi camiseta y las curvas de mis pechos.

- Segunda base.

- ¿Con camiseta?

- Sin. Los dos nos encontrábamos sin camiseta. Las caricias sin camiseta son las mejores.

Observó mientras yo absorbía la información, con su cara más cerca de la mía.

- ¿Con sostén?

- Absolutamente no.

- Oh. —Lamí mis labios, respirando con dificultad—. Así que, ¿realmente crees que deberíamos hacer esto?

- Estás pensando demasiado en ello.

- Lo siento.

- Y deja de pedir disculpas.

Abrí la boca para repetir el sentimiento, pero la cerré de golpe.

- Está bien. Te acostumbraras.

Mi cerebro fallaba por momentos y miré fijamente su boca. Tenía la boca más bonita, con labios carnosos que se elevaban un poco en los bordes. Impresionante.

- Dime lo que estás pensando.

- Tú has dicho que no piense. Y honestamente, no lo hago.

- Bueno —dijo, inclinándose aún más cerca—. Eso es bueno.

Sus labios rozaron los míos, haciéndomelo más fácil. Suave pero firme, sin duda. Sus dientes juguetearon con mi labio inferior. Luego lo chupó. No besaba como los chicos que conocía, aunque no podía definir con exactitud la diferencia. Era solo mejor y... más. Infinitamente más. Su boca presionada contra la mía, y su lengua se deslizó dentro, frotándose contra la mía. Dios, él sabía muy bien. Mis dedos se deslizaron entre su cabello como si siempre lo hubieran querido. Me besó hasta que no pude recordar nada de lo que sucedió antes. Nada de eso importaba.

...









Creo que me olvidé de decir que está historia tendrá escenas un tanto explícitas, así que si hay gente sensible o simplemente no les gusta el smut/lemon pueden pasar simplemente el capítulo o esperar una nueva actualización.

Los quieroo.

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