Capítulo 25: Peligros incesantes

Al día siguiente ordené un poco mis cosas y me hice un cofre doble, y un segundo cofre por si acaso. En lo que esperaba que se fundieran mis minerales en mis hornos fui a buscar los animales que había visto antes, mi burrito ya se sentía solo.

Creé unas vallas y armé un redil al lado de mi casa, cuando tuviera los animales le pondría techo. Volví a cruzar el río con un puente de bloques, ya con el trigo en la mano, cuando unos gruñidos me hicieron voltear a mi derecha. 

Pillagers. Saqueadores.

No traía ni armadura ni escudo, tonto de mí. Pensaba que iba a estar tranquilo porque ya era de día, y pues no. No fue así. Vi como me apuntaban aunque aún no tenían cargadas sus ballestas. Pensé en huir, y tomar rápido mi equipo para reventarlos como corresponde, y por suerte ser rápido era mi especialidad así que corrí rápidamente hacia el río, crucé el puente oyendo las flechas volando detrás de mí y entré a mi casa. Tomé mi armadura y escudo que los había revoleado por la habitación, y salí enseguida viendo ya a los 4 pillagers de nuestro lado del río. Parecían sorprenderse de verme con armadura y escudo, y aproveché para separarlos. Una flecha chocó con mi hombro y una voló detrás de mi cabeza pero no sentí nada, y el primer pillager cayó ante mi espada luego de bloquear su disparo. Llevé mi brazo con escudo hacia atrás protegiendo mi espalda como medida preventiva, y sentí como una flecha chocaba con él. Rápidamente volteé y derribé de un tajo a otro saqueador, y con el mismo impulso lancé un tajo para el otro lado que hirió al tercero, que me esquivó por un momento pero pude saltar a él y acabarlo. Solo quedaba el del estandarte que intentaba poner distancia para recargar. Pudo dispararme al hombro, pero la armadura paró el disparo y la flecha se quedó en la hombrera, sin tocar mi hombro. Eso me hizo dar un paso atras y de pronto una flecha veloz le dio a su cabeza. Levanté la cabeza para ver de donde vino eso y sentí un pequeño ardor en el cuello. Me tanteé y sentí un pequeño corte, debió ser la flecha que me pasó antes. Creí que no me había lastimado pero bueno, tengo que seguir mejorando.

Cuando levanté la mirada estaba Austin en su plataforma de madera. He de admitir que es muy práctica, y no sé en que momento apareció pero de todos modos le di las gracias.

-Ya es la segunda vez que te salvo. -Gritó desde arriba.

-¿En serio estás contando? -Le dije con tono de broma, y recordé el arco encantado que me había ganado antes. Ese que me había agujereado un escudo. -Bajá un segundo, tengo algo para vos.

En lo que bajaba tomé el estandarte y sentí una pequeña corriente, junto a una sensación de preocupación. No sabía de donde venía, supuse que era el efecto de Mal Presagio. Cosa que corroboré al ver junto a mi barra de salud y hambre un símbolo en un recuadro gris con una cabeza de saqueador y dos hachas. Mientras no me acercara a un aldeano o a una aldea no debería pasarme nada. Cuando Austin salió de su casa con arco en mano lo guié hasta la mía y me puse a revisar mi cofre.

-Ya lo encontré. -Le dije y lo saqué del cofre. -Le vas a dar más uso que yo, soy más de ballestas.

Vi como sus ojos se iluminaban al ver el brillo morado del arco. Lo tomó enseguida y sonrió.

-¡Muchas gracias! ¿De donde lo sacaste? -Me preguntó mientras lo miraba por todos lados.

-Se lo arrebaté a un esqueleto. -Contesté. -No sé cuanto poder tiene pero el esqueleto estaba a corta distancia de mí y un tiro suyo atravesó mi escudo. Casi me mata esa vez.

-Ah bueno, entonces este arco esta rotísimo. Muchas gracias por dármelo. 

-Eso sí, arréglalo antes de usarlo. No sé cuanta durabilidad le queda, no lo volví a usar porque no sé usar bien un arco. Como dije, una ballesta es mejor y mas cómoda para mí. -Aunque aún tengo que seguir practicando, me dije mentalmente.

Austin asintió y me estrechó la mano como agradecimiento.

-Que raro que ese pillager no me diera Mal Presagio cuando lo maté. Igual no sé como se sentiría algo así. -El moreno bajó la cabeza como si pensara.

-Se siente como una fea preocupación por lo que puede pasar en el futuro. Eso es un mal presagio. -Austin me miró de vuelta y le mostré el símbolo en mi brazo. -El efecto me dio a mi cuando agarré el estandarte. Fue como una corriente eléctrica, fue raro. Pero hasta donde sé, mientras no nos acerquemos a un aldeano o una aldea, o hasta que tome leche, o pase mucho tiempo, no habrían problemas. -Agregué.

Luego de que Austin se fue y comí algo, descubrí que me había quedado sin comida. Me había terminado las chuletas, y sólo me quedaban semillas y otras cosas. No podía creer que me hubiera olvidado de algo tan importante como un cultivo. De inmediato revisé mi cofre e hice una azada de hierro. Al final usaré las vallas para plantar, pensé. Y eso hice.

Hice un cerco al lado de mi casa y una vez dentro me pregunté como tendría que hacer. Al final clavé la azada en un extremo de la tierra y tiré hacia atrás, viendo los surcos de la tierra de cultivo hacerse bloque por bloque conforme avanzaba. Hice dos pasadas por hilera de bloques y puse un bloque de agua en el centro. Era de 7x7 y por ahora me bastaría, mañana tenía que ir sí o sí por animales y esta vez nada me detendría.

Estuve arando hasta casi el anochecer, vaya que ahora comprendía por que se inventó el arado con animales. Sembré lo que tenía, puras semillas de trigo y la papa que una vez me soltó un zombi. No pude evitar lanzar miradas al bosque y al río en lo que trabajaba mi campo, debía ser el mal presagio que no me dejaba tranquilo.

Entré y me tomé un buen descanso, y justo empezó a llover. Desde una ventana en la sala se podía ver como mis cultivos se hidrataban mientras me mantenía cálido con mi chimenea. Le había puesto un pequeño techo por si llovía, y me quedé ahí recostado en una silla/escalera oyendo la lluvia y lanzando palos a la hoguera para que no se apagase.


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