Capítulo 18: Comenzar de nuevo

-Curioso nombre. Me gusta. -Me respondió Alves mientras volvía a caminar hacia las casas en construcción. Solo asentí y lo seguí junto a mi burro.

-Es en honor a un amigo... Que perdí... -Apreté la boca para no llorar mientras caminaba.

-Oh, perdóname. No lo sabía. -Dijo el rubio con asombro y pena.

-Descuida, es solo... algo que pasó. -Contesté sin mirarlo. -En fin. ¿Dónde puedo empezar a hacer mi casa?

-Bueno, talamos esta zona para tener espacio. Tienes bastante campo para elegir de este lado del río, solo haz que tu casa no choque con las demás. Las hicimos medio al azar, no hay caminitos entre ellas como habría en un pueblo. -Explicó Alves. -Si necesitas más espacio tala un poco y listo, y avísanos cuando lo hagas. 

-Me parece bien. ¿Hace cuánto están aquí? No veo cultivos ni nada. -Pregunté.

-Nosotros llevamos aquí como un día y medio más o menos, vinimos del otro lado del rio. Hemos explorado mucho hasta llegar aquí, y aún estamos haciendo nuestras casas, tardamos más de lo esperado en decidir si queríamos quedarnos acá o buscar otro lugar, y más todavía talando para tener espacio. -Explicó Alves.

Seguimos caminando mientras me explicaba un poco de su historia y aproveché para ver a los demás. El arquero de antes me seguía con la mirada desde su techo, antes de seguir construyendo algo con trampillas. En otro techo también había un chico de pelo largo construyendo, y cuando bajé la mirada vi a dos chicas cerca que estaban hablando algo sobre como armar el techo de una casa. Con ellas ya había visto cuatro varones y dos chicas. Conmigo ya éramos 7 personas.

Una de ellas traía falda violeta, remera oscura manga larga, pelo de color negro suelto, corto y en general una apariencia ''dark'' junto a unos anteojos redondos y unas botas largas de esas con varias hebillas de un color azul tirando a celeste, pero con un tono opaco. La otra, sin embargo, atrapó toda mi atención cuando la miré. Primero por su estatura. Era realmente alta. Yo mido 1.73, o eso recordaba de la última vez que fui al médico, pero esa chica fácilmente superaba el metro ochenta, no sé si alcanzaría incluso el metro noventa. Dejaba muy pequeña a la chica con lentes. Con un largo pelo rubio crema que cubría casi toda su espalda, traía un chaleco de cuero teñido de color cian y un casco de hierro. Debajo solo traía unos pantalones ceñidos marrones que parecían ser de cuero también, y que mostraban sin vergüenza las piernas fuertes y muslonas que ella tenía, acompañados de un cinturón grueso donde colgaba un hacha de hierro.

Vamos, que podría comparar a esa chica con una amazona de lo grande y fuerte que se veía.

(Creo que quedó claro que se nos enamoró el Ilahi)

El burrito rebuznó haciendo que me sobresaltara y atrajera la atención de ambas chicas. Eso hizo que cruzara miradas con la rubia y sentí como se me calentaba la cara. La chica de anteojos mantuvo una expresión seria y calmada al saludar, pero la rubia levantó despacio la mano para saludarme. Noté que sus ojos eran color ámbar, muy bonitos. Le devolví el gesto y ella me dio una pequeña sonrisa antes de volver a hablar con la chica dark. Alves notó que seguía mirando a las chicas y sonrió.

-Ellas son Evelin y Alyssa. -Me dijo Alves.

-Alyssa es la rubia ¿no? -Él asintió. -¿Es tu hermana o algo? Se te parece mucho. -Pregunté casi al instante. Alves me asintió sin dejar de sonreír.

-Es un año mayor que yo, aunque yo le enseñé el Minecraft. Jugábamos seguido en nuestro mundo desde que aprendió a jugar. -Dijo Alves

-Es enorme... -Alves me volteó a ver con una mueca de curiosidad y asombro junto a una media sonrisa. -Perdón, lo dije sin pensar. ¿Cuántos años tiene?

Alves me miró en silencio antes de contestar.

-Cuidado con los comentarios, que recién llegas. -Dijo, e hizo una pausa. -Ella tiene 23 años. Nos llevamos 8 meses. Aunque no sé en que día ni mes estamos, aún no encontré como hacer para craftear o conseguir un calendario. -Ese era un buen punto, en realidad. Sabiendo eso, Alyssa era dos años mayor que yo.

Cuando Alves terminó el tour se fue a continuar con su casita y dejé que mi burrito descansara dándole algo de azúcar. Fui al río y puse un par de cañas en la arena para que crecieran. Y luego dejé un cofre doble en el piso para poder por fin vaciar mi inventario, junto a una mesa de crafteo y un horno común. Me senté un momento a ver el horizonte que iba mas allá del río. Una planicie con girasoles y el borde de una montaña que se perdía a lo lejos pero lucía muy muy alta, junto a un bosque de abedules que se transformaba en más bosque de roble oscuro del otro lado del río. Tener tal paisaje ayudó a que mi cabeza se despejara un poco por lo que había pasado, y me relajé un poco.

De pronto algo cayó detrás mío, no muy lejos. Era un bloque de escaleras de madera. Miré hacia arriba y vi otra vez al chico que estaba con un arco antes. Lo traía calzado al pecho, junto a una funda de espada atada, justamente, a su pecho. La espada sobresalía por su espalda por el mango. Él tenía una remera gris claro y pantalones cortos verde oscuro, junto a un casco de cuero de color rojo que cubría en parte su pelo naranja oscuro. Su piel era ligeramente morena, creo que por la sombra que hacia el sol. Me hacia gestos para llamar mi atención.

-¿Me alcanzás ese bloque que se me cayó, por favor? -Dijo desde lo alto.

Me levanté de la mesa, lo tomé y subí con bloques a darle su escalera. Me dio las gracias y le asentí. Aproveche para preguntarle el nombre. Austin, me dijo. Le dije mi nombre eché un vistazo hacia donde estaban las chicas, y luego bajé para pensar como hacer mi casa.

No sabía si esta sería mi casa definitiva o no pero quería algo cómodo. No quería volver a quedarme en un agujero. Estuve un largo rato dando vueltas sobre como diseñar mi casa y construirla porque no me podía decidir bien. Además que noté como las chicas y el chico de pelo largo de antes cada tanto me miraban desde lejos. En algún momento debería presentarme si me pensaba quedar.

Al final opté por la típica casa simétrica, con una pequeña entrada que llevaría al resto de la casa. Cuando pensaba en qué habitaciones hacer es que me di cuenta que ya atardecía, por lo que simplemente hice unos muros de dos bloques que servirían provisoriamente, y até a mi burrito a un poste para que no se fuera. Noté como los otros ya habían terminado sus casas y revolviendo mi cofre mi vista se clavó en la espada de Dave. Observé su filo sucio mientras la sujetaba con ambas manos y me sentaba en la cama.

Los recuerdos dolorosos no tardaron en llegar y apreté el mango con fuerza.

Tenía que demostrarme a mí mismo que superaría esto. Esta noche no dormiría hasta tarde.

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