Capítulo 17: Sin rumbo

Viajé por mucho tiempo, no sé cuantos días fueron. Quizá una semana o dos. Lo bueno es que me encontré un burro y pude usar la montura que me dieron en la primer aldea que visité. Me costó domesticarlo pero con un poco de azúcar y una manzana pude ensillarlo sin que se asustara y seguir mi camino con él. Guardé unas cosas en el burro cuando le puse unas alforjas con un cofre. Por suerte el crafteo de las alforjas era fácil ya que tenía cuero a la mano de los animales cercanos. Puse tres en fila en una mesa de trabajo para craftear la tira que sostiene los cofres, lo junte con dos cofres y ya estaba. Las colgué del burro y continué mi camino.

Crucé varios biomas de bosque, abedules, algunas montañas bajas, antes de hallar otro prado y ver algo rosa cerca de una montaña con punta nevada. Me acerqué y vi que eran cerezos. Un cerezo, en realidad. Ya me había cruzado una vez un árbol de cerezos solo mientras jugaba, pero aún así era muy raro de ver. Me acerqué a mirarlo y apoyé la mano en su corteza. Vi los pétalos caer, como si llorara conmigo. Verlo así solo me recordaba a una tumba japonesa, no sé por qué. Pero eso me recordó otra vez a Dave y se me salieron unas lágrimas. Deprimido, tiré un par de cosas sin importancia y me llevé la madera junto a algunos brotes de cerezo cortando las hojas con mi espada. Quizá habrían más árboles así pero no tenía ganas de rodear la montaña para comprobarlo. Desgraciadamente, cuando rompí las hojas con mi espada no me cayeron cerezas. Ojalá si lo hicieran, comer algo dulce me animaría, y ya me había quedado sin bayas.

Cabalgué mi burrito con calma por este nuevo mundo, y me quité la armadura para no pesarle tanto al pobre. No sabía si eso le afectaba pero igual lo hice e intenté disfrutar el recorrido. Pasamos por una pradera llena de flores y noté que mi burro aminoró el paso. Volteé y vi que era porque pasábamos cerca de unos caballos. Algunos moteados, uno oscuro y uno blanco puro. Solté una pequeña sonrisa.

-Je, ¿piensas en una compañera ya? -Le acaricié la cabeza, haciendo que suelte un bufido. -Por ahora no amigo, por ahora no...

Salimos del bosque y pasamos cerca de una cadena montañosa. Desde la altura vi restos de hielo cerca de una costa. Una costa congelada. Eso llamó mi atención y descendimos a ver que encontraba, notando que el hielo se extendía bastante lejos congelando el centro del lago (o mar, en realidad) donde estaba, siendo apenas visibles unos pinos nevados al otro lado. Si tuviera algo de abrigo me habría aventurado hasta allí pero preferí no hacerlo. Lo que sí hice fue hacer botellas de vidrio para tener al menos dos con agua y beber cuando lo necesite. Volvimos a tomar altura para ver que más había a lo lejos y noté unos extraños claros en un bosque de roble oscuro. Como si faltaran arboles porque alguien los quitó. 

-Lento, mi amigo. No estamos solos. -Le dije a mi burro mientras lo guiaba hacia aquel claro y yo llevaba una mano a mi espada de diamante y equipaba mi escudo en la otra. Seguía teniendo la de hierro reforjada en la espalda, para emergencias.

Mientras avanzábamos noté ruidos, y se sumaron algunos murmullos como si hablaran dos o más personas hablando. Me bajé del burro y me puse mi armadura por precaución, llevando al equino de las riendas mientras sujetaba mi espada por delante. Hasta que lo vimos. Era un amplio claro en medio del bosque, con un río al fondo que separaba el bosque de más planicie con girasoles. Habían varias personas construyendo casas y talando algo de madera. Nos escondimos tras los árboles y los observé. A primera vista veía tres, y me pregunté si serían de confianza. Le hice un gesto al burro para que esperara y se recostó en el suelo a la sombra de los árboles, seguro estaba cansado.

Tratando de ir con calma me calcé la espada en la espalda y me quité el casco aunque no lo solté. Avancé despacio hacia donde estaban ellos, confirmando que eran humanos. Apenas uno me vio de inmediato bajó del techo de su casa y vino hacia mí. Era como de mi estatura, piel clara, pelo oscuro que se filtraba por fuera de su casco, y ojos grises, junto a una herida de corte apenas sanada en el mentón y un poco de barba. Apenas tomó su espada yo solté el casco y desenfunde la mía.

-¡Che, vos! ¿Quién sos? ¿Qué haces aca? -Sus gritos atrajeron la atención de las otras dos personas, y vi que uno desde un techo sacaba un arco aunque no me apuntaba. Aún.

-No tengo malas intenciones, sólo estoy de paso. Busco un lugar donde quedarme y vivir tranquilo. No tengo hogar. -Le dije, apretando el mango de mi espada.

-Sí, seguro. Viendo como sacaste la espada, no te creo nada. -Me respondió el tipo. Iba full hierro como yo, pero su espada era de hierro. Vi como miraba mi espada con algo de miedo. Si chocaban es posible que la suya se partiera contra la mía. -¿Cómo sé que no me intentarás robar a mí o a los demás?

-Hey, tú también tomaste tu espada. Yo lo hice por precaución. -Hice un gesto con la cabeza apuntando hacia las casas, y vi que aparecían mas personas asomándose entre ellas. -¿Son tu grupo? -Pregunté.

-Así es, son mi grupo y yo soy su líder. Si quieres puedes unírtenos pero tendrás que mostrarme respeto y obedecerme. -Dijo queriendo hacerse el autoritario. Lo miré con seriedad y bajé un poco la espada.

-Te aceptaría como líder, pero el respeto se gana. -Le respondí con el mejor tono inexpresivo que pude. Eso solo lo hizo enojar y dio un paso hacia mí, acercándome la espada a la cara.

-No. Si me aceptas como tu líder, me deberás respeto. -Gritó cerca de mi cara, haciendo que me tire un poco hacia atrás. Puse mi espada en medio de ambos como protección.

-Repito, el respeto se gana. -Lo mire fijamente a la cara, sin mostrarle miedo o sumisión. Estaba muy tenso y empujé mi espada despacio contra la suya, apartándola de mí sin dejar de hacer presión. -Y con ese tono, no te lo estas ganando. Baja esa espada, y no tendremos problemas. -Le advertí.

-Ah, yo creo que es muy tarde ya. -Me respondió y mi cuerpo se tensó esperando su ataque.

Antes de darnos tiempo a pelear una tercera espada se interpuso, separándonos. Era otro chico, alto y también de piel clara, pero con su pelo rubio crema rapado a los lados y atado atrás. No traía casco, por eso lo noté. Tenía ojos azul marino, cosa que se me hizo curiosa, además de que su armadura se veía bastante gastada. Lo que acompañaba bien a su corpulenta figura. Solo con verle el brazo ya me podía hacer una idea de lo fuerte que era. Con una expresión firme nos miró a los dos.

-Ya es suficiente Ryan, ya basta. No hagas un conflicto de la nada. -Dijo, mirando al recién nombrado Ryan. Una voz serena, no muy grave.

-¿Él es su líder? -Aproveché para preguntar. El rubio volteó a verme rápido con una cara de confundido que casi me hace reír.

-¿Que él es qué? No, claro que no. Él no es líder de nada. A veces le hacemos caso si sus ideas son buenas, pero somos un grupo de amigos sin líder. Nunca nos pudimos poner de acuerdo con eso. -Me contestó el rubio. Volví a ver a Ryan con una ceja levantada.

-Gracias por la humillación, Alves. -Protestó Ryan antes de irse de vuelta a su casita.

Nos quedamos en silencio mientras se iba a su casa, y la postura de Alves se relajó. Su cara también cambió y se llevó una mano a la nuca bajando la espada.

-Discúlpalo. Tiene un ego muy grande, pero cuando no es tan pesado es alguien leal. Aprendimos a bancarlo con el tiempo, lo conocemos desde hace mucho. -Que su tono cambiase tanto me sorprendió y suspiré para destensar el cuerpo y asentir. -¿Como te llamas?

-Ilahi. Y tu nombre es Alves ¿no?

-Exactamente. -Contestó antes de mirar mi espada. -¿Esa es una espada de diamante? -Me preguntó. Asentí. -¿La puedo ver?

La puse frente a mi pecho pero cuando intentó agarrarla retrocedí.

-La puedes ver, pero no te la voy a dar. -Dije. -No te lo tomes a mal, te agradezco por evitar que peleara con el Ryan ese pero no te conozco de nada. No te puedo entregar una espada así como así. -Añadí con el tono más neutro que pude. No quería que se sintiese amenazado.

-Vale, vale, es cierto. Perdóname. -Me respondió mientras bajaba la vista a la espada. -Es increíble que la hayas conseguido. ¿Pudiste resistir el calor de las capas profundas o la sacaste de algún lado?

-Ehh, conseguí los diamantes explorando por ahí. En fin, ya que estoy ¿puedo quedarme con ustedes? Además de buscar un lugar donde vivir, quería encontrar... compañía. -Pregunté. Parece que el tono se me puso muy triste al decir esa última palabra por la cara que me puso Alves.

-Quiero creer que sí. Si no causas problemas, nos agradará sumarte. Aunque que no te parezca raro que te miren con desconfianza al principio. -Desvió su mirada hacia las casas. -Por lo menos yo noté que no intentaste golpear a Ryan apenas pudiste, y Ryan es muy bueno para provocar a la gente. -Alves miró detrás de mí. -¿Ese burro de ahí es tuyo?

-Sí, vino conmigo. -Me dirigí a buscarlo recogiendo mi casco y escuché los pasos de Alves detrás mío.

-Genial. Eres afortunado como para haber conseguido una montura. -Asentí sin mirarlo y tomé las riendas del burro, haciendo que se levantara lentamente. -¿Tiene nombre?

Me di cuenta de que no le había puesto nombre a mi burro. Me le quedé viendo y sólo se me ocurrió uno.

-Dave... -Cerré los ojos y agaché la cabeza. -Se llama Dave.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top