2.

-¿Pero qué es lo que tengo?- me dije a mi misma en un murmullo casi inaudible.

No lo entiendo.

¿Acaso es malo verse diferente? ¿Por qué a mi?

Esas preguntas daban y daban vueltas en mi cabeza; pero jamás les hallaba respuestas.
¿Y cómo obtenerlas? Si sólo poseía la madurez de una niña de 6 años.
Pero a pesar de mi corta edad era consciente de las miradas que la gente me daba; miradas llenas de curiosidad, sorpresa y hasta horror.

Y yo solo me preguntaba, ¿por qué?.

Sé qué mi rostro no es común pero acaso esta mal que sea de esta manera.

-¿Cam, estas lista?- escuché la voz de mi hermano Felipe llamándome.

Él estaba a cargo de mí.

-Sí, ya voy- le dije al muchacho parado detrás mío.

-Cam, quiero que te comportes ¿si?- dijo con un tono dulce pero firme.

-Sí, hermano- dije girándome para mirarlo dándole una sonrisa algo triste, de la cual creó que se percató.
Se agachó para quedar a mi altura, aparto un poco de mi cabello que tapaba mi rostro y dándome una mirada de preocupación.

Tal vez sea algo egoísta pero se siente bien cuando él se preocupa por mi, me siento importante.

Él me dijo que el egoísmo es la razón por la cual el mundo está como esta, no entendí lo que me quiso decir y todavía no lo entiendo pero se que cuando sea mayor lo entenderé, pero lo que sí logré entender es que el egoísmo es algo que no debe de relacionarse conmigo.

-¿Cam, estas bien?- me dijo tranquilo- sé que no te gusta ir al doctor pero tienes que ir.

-No es eso hermano- dije algo triste.

-Entonces, ¿por qué ese humor?- dijo con un tono más alegre, supongo para hacerme sentir mejor.

-Hermano- dije algo tímida- ¿por qué me miran así?- la tristeza era notoria en mi rostro y en mi voz- ¿por qué soy diferente?.

-No es malo ser diferente, Cam- dijo en un tono dulce y tranquilo- las personas tienen la necesidad de juzgar a los demás para sentirse mejor con ellas mismas; es algo innato del ser humano y eso no lo podemos cambiar, todos lo hacemos y no somos conscientes del daño que podemos causar y el que nos causamos a nosotros mismos. - dijo con una sonrisa dulce, supongo para hacerme sentir mejor.

-Mmmm-fue lo único que logró salir de mis labios.
El volvió a mirarme con preocupación pero sin quitar su sonrisa.

-Cam, eres una niña hermosa-dijo mirándome dulcemente - ¿y sabes por que lo digo?- dijo con una amplia sonrisa en sus labios.

-¿Por qué?- lo mire con inocencia.

-Porque te pareces a mamá y ella era hermosa- dijo con dulzura.

No podía ocultar mi sorpresa.

-¿Enserio, hermano?- le dije con emoción en mi voz y un pequeño brillo en mis ojos.

-Si es verdad- dijo con dulzura- ahora hay que irnos que vamos tarde y debemos regresar temprano por que no podemos dejar a Sebastian solo  ¿si?.

-Okey vámonos- dije con felicidad y optimismo.

-Así me gusta verte- dijo entre risas por mi repentino cambio de ánimo- pero antes ve y péinate porque así no vas a salir.

-Pero...-intenté replicar.

-Nada de pero, ve y péinate- dijo firme- te espero afuera.

-Okey, Felipe- dije rendida mientras el salía por la puerta.

Me dirigí hasta el espejo de mi habitación; cuando estuve en frente me quede viendo mi rostro.

Tu eres razón de que todos me miren así, pensé. 

Solté un simple suspiro y decidí peinarme de manera diferente a la de siempre; tapando la mitad de mi rostro para que la gente no note mi cicatriz y mucho menos la diferencia de color que había en mis ojos.
Creo que entiendo la sorpresa de la gente que me ve, jamás han visto a una niña con ojos de diferente color y una cicatriz a la mitad del rostro.

Supongo que toda mi vida tendré que ocultarme de esta manera.

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