XXVII: ¡Qué solo hace falta amor! (Final)

Esta ha sido la mejor navidad de todas, hasta ahora. No me tocó aguantar sermones, ni consejos familiares o burlas; pero sin duda, mi parte favorita es despertar por la mañana para contemplar, sonriente, el gesto apacible que mantiene Fel al dormir. Luce en paz y serena. A veces creo que todo es un sueño, me emociona abrir los ojos y encontrarla a mi lado. 

La nochebuena fue estupenda entre la cena, brindis, música y pirotecnia. Hoy los planes son mínimos hasta que sea hora de asistir a la boda. Mi primo se fue anoche a casa de su novio a pasar navidad; así que, Iván, Fel y yo pensamos estar todo el día en pijamas. 

—Flo, ¿por qué siempre me ves así? —murmura Felicia desde sus sueños y le beso la frente. 

—Me llena de paz. 

—Tonto... 

Una risa boba se me escapa, entonces, Rafa sube sobre mi pecho y me contempla un poco amenazante. Trago con dificultad. 

—Fel, preciosa —susurro, intentando despertarla—. Oye, tu hija quiere matarme. 

Felicia ríe fuerte y así descubro que la desgraciada solo se hacía la dormida. Rafa maúlla como bebita y de inmediato va a restregarse contra ella. Maldigo a la gata, lo que me hace merecedor de un puñetazo al hombro. Después de asearnos y desayunar, intercambiamos obsequios en el salón, junto a la chimenea. La primera en recibir un regalo no es otra que la fiera mimada esa. Sin embargo, antes de que mi novia se distraiga con los accesorios que compré para Rafa, Iván interviene y la llama. 

—Bueno, niña, este tiene tu nombre y debo decir que luego de ayer, estoy más que seguro de que será un acierto —dice Iván al pasarle una caja de tamaño considerable. Fel sonríe y se apresura a abrirlo. Luce conmovida. Las lágrimas brotan en silencio. 

—¡Iv...! Pero Có-cómo... ¿Cúando? 

Fel sonríe, envuelta en lágrimas, y extrae una parte para mostrarme el vestido color jade, hermoso. Iván ríe con fuerza. 

—Regresé a comprarlo y pedí que lo enviaran al hotel para que fuese sorpresa. Reina, serás una diosa. 

Felicia abraza fuerte a Iván y yo sonrío. Siento una gran calidez en el pecho. 

—También tengo algo para ti, preciosa —le digo mientras le entrego mi obsequio. 

Fel lo abre con entusiasmo, parece una niñita durante la mañana de navidad. Iván se sienta a mí lado y chocamos puños mientras contemplamos su reacción. 

—¡Ustedes se pusieron de acuerdo! Estas zapatillas le va perfectamente al vestido que Iván me obsequió. 

Iván y yo reímos juntos. En realidad, quedé asombrado cuando me mostró una fotografía del vestido, con ayuda de Horty busqué un calzado acorde y tal parece que fueron la mejor elección. Me alegra saber que le gustó. 

Nunca había visto a Feli así de alegre, no porque antes no riera, pero en este momento es distinto. La manera en que su mirada se ilumina cuando sonríe me hace pensar que ahora se siente de verdad feliz y aceptada. Me gusta verla así. Quiero asegurarme de que siga viéndose así. 

Durante la tarde, nos preparamos para la boda. Como si Felicia y yo fuésemos a contraer nupcias, Iván me ha impedido verla hasta estar lista, él es su estilista particular este día. Por lo pronto, afino los últimos detalles en mi esmoquin negro. 

Cuando finalmente me permiten ingresar a la habitación de huéspedes, quedo anonadado. Mi novia se ve bellísima, el tono jade del traje luce exquisito sobre el bronceado de su piel. Ella es hermosa, pero ese chico, con el maquillaje y peinado ha resaltado aún más sus encantos. 

—¡Flo! Ya no tengo duda, todo es plan de ustedes. 

Su voz risueña me obliga a sacudir la cabeza para abandonar la ensoñación y junto a Iván, río a carcajadas porque es verdad. La camisa y accesorios del terno los compré para combinar con su atuendo por sugerencia de él. 

—¡Dios, Fel! Estás más que preciosa —le digo, tras un largo suspiro de admiración—. Tenemos que salir rápido de aquí. 

—¿Qué? Pero si aún hay tiempo. 

Jalo a Fel por la cintura y junto nuestros labios con una suavidad que rápidamente asciende en intensidad. Un calor tremendo se apodera de mí. 

—Pero si seguimos aquí, voy a llevarte a mi alcoba y sacarte ese vestido antes de la boda. 

Felicia me contempla, asombrada, yo le devuelvo una sonrisa tensa, me siento un poco apenado por mis palabras, pero de verdad me dejó asombrado. La risa de Iván hace eco en la recámara y ella empieza a lucir abochornada. 

—¡Guapo, qué directo!, si quieres me salgo y les brindo el espacio —añade Iván, muerto de risa. Su actitud es suficiente para recargarme de pena. 

Fel se despide de Rafa con un beso antes de partir y ambas restriegan sus narices, aunque la gata no se molesta en levantarse del sillón, disfruta del calor remanente de la chimenea. Juntos abordamos el taxi que nos llevará a la capilla. 

La iglesia no es enorme ni suntuosa, pero está bellamente decorada con guirnaldas, luces, flores y bambalinas. Hay enormes moños blancos con flores en cada banca, adornando el pasillo alfombrado por el cual desfilará mi hermana y su cortejo. 

El pequeño Florentino será portador de los anillos y yo espero que hoy no ataque a Horty una crisis de inseguridad. Mi hermana suele recurrir a la gracia y dulzura para ocultar la disconformidad con su peso. A lo largo de los años, ha probado toda clase de dietas adelgazantes, incluso llegó a pedirle información acerca del vegetarianismo a Feli, misma que siguió por un tiempo hasta hartarse. Solo espero que hoy salga todo bien. 

—¿Foto para el recuerdo? —La voz de Nardo me extrae de mis pensamientos. Paso un brazo por la espalda de mi novia y juntos posamos para la cámara—. ¡Qué belleza exótica! A mi looser hermanito siempre le ha gustado lo diferente. 

Observo a Nardo sin comprenser. Miro con discreción a Fel y ella luce inexpresiva. 

—Tranquila, preciosa —susurro a su oído en cuanto Nardo desaparece. Fel asiente con una pequeña sonrisa. 

Carlos, el novio, se acomoda junto al altar y todo mundo toma su sitio, cuando suenan las trompetas que anuncian la marcha nupcial. Fijamos la atención en esa gran compuerta de madera tallada, a la espera de ver a Hortensia. 

De repente, las puertas se abren y tras el desfile del niño y las damas, aparece ella. Horty luce igual que una princesa. Su piel se ve tersa e irradia un brillo especial, como un rico chocolate. El vestido blanco con bordados y pedrería le ajusta a la perfección la parte superior del cuerpo y la hace ver esbelta y elegante. Su sonrisa ilumina toda la iglesia mientras camina con una gracia particular, saludando a cada invitado que hoy la acompaña. 

—Te ves hermosa —susurra Fel, emocionada, en cuanto sus miradas se cruzan y ella le responde sonriente con los ojos brillantes por las lágrimas contenidas. 

—Gracias, tú también. 

Tras adelantarse, noto que su cabello rizado está adornado con pequeñas flores, le da un aire de inocencia. A pesar de los nervios que sé que debe sentir, se desplaza con una confianza envidiable, me alegra verla así de segura. No puedo evitar sonreír, porque luce feliz y perfecta. Su alegría es contagiosa, puedo verlo en los ojos de mi novia. Estoy seguro de que, por un momento, todos sus miedos y dudas se desvanecen.

La ceremonia transcurre con normalidad. Hay risas, aplausos, lágrimas; todo un coctel de emociones que culmina en una fuerte ovación, cuando los novios comparten su primer beso como marido y mujer. 

El salón de la recepción tampoco es enorme, pero luce elegante y acogedor. Por ser una reunión familiar, con pocos invitados que no comparten lazo sanguíneo, todo se siente más íntimo y cómodo. Los novios realizan su primer baile, acompañados por una salsa brava. En plena faena, Carlos jala la falda de Hortensia y esta se desprende, revelando un vestido más corto y sexy que le da plena libertad de movimientos hasta el final. 

—¡Woooouuu! Eso fue increíble —grita Fel, entusiasmada, en medio de aplausos. Yo no paro de silbar y todo mundo le regala una nueva ovación a los novios. 

La cena es servida, me alegra ver que Horty pensó en mi novia y pidió un platillo vegetariano para ella. ¡Es tan amable! Fel le susurra un "gracias" desde nuestra posición, ella sonríe. Antes de iniciar la degustación, papá pide la palabra para un emotivo discurso acerca del amor y la familia, el cual culmina deseando bendiciones a su hija y yerno en esta nueva etapa de su relación. 

Después es turno del padrino, el mejor amigo de Carlos, Nardo. Sin embargo, este ha bebido más de la cuenta, ni siquiera el tío Narciso arrastra las palabras como él, siento vergüenza ajena, pudo esperar siquiera hasta después de esto. Me apena mucho que con su actitud arruine el momento de Horty, ella se ve decepcionada. 

Me levanto para sacarlo de aquí, Martín me sigue, pero mi borracho hermano no colabora, sólo ríe como tonto con una copa en la mano que golpea reiteradas veces con un cuchillo. 

—Ya va, ya vaaaa... ¿Pero qué pasa? Aquí el parí-padrino, hip, soy yo. 

—Nardo, arruinas la boda de tu hermana —le dice Martín en voz baja, pero firme—. Vamos, primo. 

Mi hermano da un paso para irse con Martín, pero luego de una ridícula risa se voltea y vuelve a guindarse de mí. 

—Nardo, no seas pendejo, vamos —le digo. No presta atención. 

—Ya, pues, horita voy. ¡Hip! Un brindis por los novios, para que sean felices y coman perdices —ríe a carcajadas, pero alrededor solo hay murmullos de vergüenza—. Es que, hip, Carlitos y Horty, los quiro. Además, yo sé que es tu día, her-ma-nita, pero hay que felicitar al foreve alo... digo, Floris, porque al fin encontró a su... "novia". 

Un escalofrío recorre mi nuca y con mayor razón intento sacarlo antes de que diga otra idiotez. Me lo quito de encima y con Martín tratamos de llevarlo fuera, pero el desgraciado forcejea y regresa a la mesa. 

—¡Un hombre travestido! —grita en tono burlón y la taquicardia me invade, pero también, una profunda ira al ver el rostro de mi novia. 

Felicia luce en shock, sus ojos tiemblan. El silencio se extiende hasta tornarse demasiado incómodo, excepto para el borracho que no deja de reír.

—¿Qué estás diciendo, Nardo? —inquiere mi padre. 

—Felicia es Felipe, pa —ríe más fuerte.

—¡Nardo, mide tus palabras! —exige Hortensia, pero el desgraciado ríe más fuerte. 

—No te hagas, gordis, sabes que tengo razón. No come carne, le falta el mismo diente. ¡Ja, ja, ja! ¡Qué buenos gustos, looooooser! 

Nardo vuelve a palmearme el pecho y la rabia me gana. Entierro un puñetazo en su cara que lo manda directo a brazos de Martín, los chillidos de sorpresa se extienden como el eco. Sin embargo, sacude la cabeza e intenta regresar a atacarme, solo que mi primo le aplica una llave para inmovilizarlo. 

—¡Suelta! ¡Suéltame, Martín, qué yo lo mato! —Nardo se retuerce entre sus brazos, pero este aplica más fuerza. 

—¡No toleraré que trates a mi novia con desprecio!

—¡Florisvaldo! —me reprende papá con voz muy dura. 

La tía Petunia se persiga, a varios asientos de distancia. 

—Ave maría Purísima. ¡Qué abominación! —Le escucho decir y mi corazón se acelera a cientos de revoluciones. Estoy a punto de contestarle algo feo. 

—¡Tanto como su look y hábitos con el alcohol, doña metiche, e igual la aguantamos! —Por fortuna, para ella, es Iván quien responde. Enseguida, se apresura a rodear la mesa e ir con Felicia—. Salgamos de aquí —le escucho decir y temo que desaparezca otra vez, por eso intento acercarme, pero soy retenido por mi padre. 

—¿Es eso cierto? ¿Felicia es Felipe? ¡¿Tú novia es un hombre?! Pero ¡¿qué clase de broma es esta?! —inquiere, yo lo ignoro. Solo me importa ella. Mamá se interpone en mi camino. 

—Hijito, ¿es verdad? —indaga, horrorizada. 

Felicia no se mueve por más que Iván la jala, ni siquiera se atreve a levantar la mirada. Lo más doloroso es que hablan de ella como si no estuviese aquí, presenciando el espectáculo que protagoniza, por eso me quito de encima las manos de mi madre y sigo adelante. 

—¡¿Eso importa?! ¿En qué les afecta a ustedes? —respondo, enojado—. Felicia es la mujer que yo amo, quien me hace feliz y es lo único que debería importarles. No voy a aguantar ningún tipo de ofensa contra mi novia o nuestra relación. 

Paso de ellos en dirección a Felicia, no puedo siquiera imaginar cómo se siente en este momento. El novio de Martín, Ed, se levanta indignado y comienza a hablar de cómo están violentando los derechos de Fel al exponerla a este escudriño público. Azucena también se para, luce furiosa, dirige sus palabras a su padre y abuelos también. 

—Soy lesbiana, el primo Martín es gay y el tío Floris bi, para ninguno de ustedes es un secreto; pero no sabía que éramos un chiste en nuestra familia. —Observa fijamente a Nardo—. ¿Así será el apoyo que me prometiste cuando te conté y te presenté a mi novia? Me avergüenza ser tu hija.

En medio del caos, donde todo mundo parece haber olvidado que celebrábamos una boda, Hortensia se levanta, molesta. 

—¡Ya estuvo! —habla fuerte y todas las voces se callan—. ¿Qué es esto? ¿Qué clase de familia somos? —añade, la decepción está muy marcada en su tono— La Navidad es una época de amor y aceptación. Pero ¿cómo hablamos de amor sin respeto?  

Hortensia camina hacia nuestros padres y los observa fijamente. 

—Tu hijo, tu sobrino y tu nieta. ¿O acaso piensan que lo de ellos es solo una etapa? —les dice como un llamado a la reflexión—. ¡Dios! Felipe era un hijo para ustedes, bueno, que Felicia sea su segunda hija y así equilibramos la balanza, seremos dos contra dos. Ya basta de juzgar, papá, mamá...

Felicia tiembla, aunque su cabeza sigue gacha, sé que está destrozada por todo esto. Las lágrimas que corren libres por sus mejillas hasta estrellarse en la mesa son la mayor evidencia. Iván la abraza y sólo se hace a un lado cuando yo me uno. No paro de disculparme por todo. Ni siquiera tengo ánimos de quedarme en este circo, por eso, intento convencerla de irnos. Su cuerpo parece de roca y permanece en silencio. Un rato después, siento otro par de manos en mis hombros y giro el rostro para ver a Hortensia a nuestro lado, sonriente, aunque algo apagada por el mal rato. 

—Duele ver cómo juzgan a mi hermano y a Felicia. El amor no se condiciona. 

—¡Hortensia! —Intenta reprenderla papá, pero ella no se detiene. 

—Me asusta pensar que si no aceptamos a Felicia, perderemos a mi hermano y al primo Martín e incluso a mi sobrina, Azuzu. ¿Es lo que desean? ¿Una familia fragmentada? Felicia es una persona hermosa, una buena amiga y hace a mi hermano inmensamente feliz. Nada más me importa.

Horty pasa la vista por cada uno de los presentes, su pecho se infla y desinfla por la molestia. 

—La familia que deseo conmigo, en este momento tan importante de mi vida, es la que puede ser un refugio, donde ningún miembro tema ser o expresarse. —Fija la vista en Nardo—. Y a quien le incomode, lo invito a largarse. 

Hortensia apunta con su mano hacia la salida mientras contempla, furiosa, a Nardo por largo rato. 

—¡Eso, mamona! —Es Iván quien rompe el sepulcral silencio. A pesar de que algunos invitados afirman con la cabeza, otros se miran entre sí, confundidos o asqueados, quizás. 

Horty nos abraza, susurra una disculpa en nombre de todos los presentes que acaba por sacarle más lágrimas a Felicia. 

Entonces, vemos a Catalina, la esposa de Nardo, acercarse a su marido y jalarlo por la oreja, quizás al baño para bajarle la borrachera, mientras le reclama por su actitud asquerosa. 

—¡Eres un pendejo, chico! ¿Cómo vas a hacer esto? —le dice. Mi estúpido hermano chilla en todo el camino. 

El cuerpo de Fel se afloja y en un larguísimo suspiro libera toda la tensión contenida, la aprieto más fuerte. La culpa me invade al ver que varios invitados se marchan sin siquiera despedirse. Miro a Hortensia con lástima, incluso mi novia no para de disculparse, pero ella niega en silencio con una triste sonrisa. 

—No hiciste nada —le dice en voz baja—. Esto no debió ser así. 

Papá y mamá se acercan, el gesto en su rostro ya no es de ira, pero sí de mucho desconcierto. Temo lo que puedan decir, por eso, intento ser el escudo de Felicia, aunque ella trata de hacerme a un lado para hablarles. 

—Su-supongo que les debo una explicación... —Se apresura a decir, pero intervengo, enseguida.

—No, no es así preciosa. No le debes explicaciones a ellos ni a nadie —le digo sin desviar mi mirada de la suya. 

Felicia aprieta mi mano, sus ojos brillan al susurrarme un "gracias". Luego, vuelve a observar a mis padres. 

—Don Jacinto, doña Ámbar, aunque Flo tenga razón, siento que se los debo. —Felicia suspira—. Ustedes siempre me han hecho sentir como parte de su familia. A lo largo de los años, han sido padres para mí y por eso quiero hacerlo. 

Mi corazón se salta un latido al oírla. 

—Sé que esto... —Fel se señala a sí misma de arriba hasta abajo—. Es bastante confuso, ¿no? Para mí lo fue por muchísimo tiempo, pero sin importar la ropa, el nombre o lo que ven, no he cambiado, sigo siendo yo. 

—Fel... —Se me escapa en un murmullo. 

—Los aprecio mucho, de verdad. Y créanme, ni siquiera Flo sabía sobre esto hasta hace poco. Han sido años de miedos. Sin embargo, con él, siento que, al fin, puedo ser yo misma,  me inspiró a dejar de lado el disfraz. 

Intercambiamos miradas, acaricio su mejilla, ella me obsequia una sonrisa. A pesar de que mi corazón parece un redoble de tambor por toda la situación, el orgullo crece dentro de mí mientras habla. 

—Chico o chica, soy la misma persona que ha querido y cuidado de su hijo desde la universidad y seguiré haciéndolo hasta mi último latido. 

—Fel... 

Envuelvo a mi novia en un fuerte abrazo al cual contesta enseguida y susurra a mi oído lo mucho que me quiere. Yo hago lo mismo con ella. Luego observo a mis padres.

—Papá, mamá, los amo y respeto, pero ustedes también deben respetar a Felicia. 

Por un instante, el silencio se apersona. Finalmente, mis padres intercambian una veloz mirada antes de emitir alguna palabra. 

—También te amamos, hijito. Quizás hemos cometido muchos errores contigo... —dice mamá, así me centro en ella. Extiende su mano para acariciarme una mejilla, luego mira a mi novia y por inercia intento meterme en medio—. Entenderás nuestro... 

—Hey, mamá, ya —interrumpe Horty—. ¿Qué ha cambiado desde ayer? Tú y papá la recibieron con los brazos abiertos. 

—Tal vez tienes razón, Hortensia, pero esto... —responde papá. El gesto en su rostro mezcla desconcierto, confusión e incluso vergüenza. Señala con ambas manos a Felicia mientras niega con la cabeza—. Yo-yo, yo no sé, es muy repentino y extraño todo esto, Felip... Digo, Felici, bueno ustedes entienden. Yo, no puedo... 

—¡Papá, vuelve! 

Hortensia llama a papá mientras se aleja. Felicia aprieta mi mano conforme su mirada, de nuevo, se cristaliza y las lágrimas corren libres por sus mejillas. 

—Mamá, ¿también te irás? —pregunta Horty con ojos temblorosos, al borde del llanto. 

Nuestra madre baja la cabeza. En el decaimiento de su pose se nota la decepción y un fuerte impacto me sacude el pecho. 

—Lo lamento, cariño. Esto es... —Suspira con pesar—. Necesito pensar muchas cosas. 

Mamá le sigue a mi padre, después de disculparse, mientras Horty se sienta junto a Felicia, destrozada. Me toca consolar también a mi hermana y disculparme con ella cientos de veces por arruinar este momento tan especial y soñado. 

Felicia baja la mirada y su cuerpo se encoge, como si tratase de hacerse más pequeña. Siento su culpa y su vergüenza como si fuesen mías. 

—Horty, lo siento muchísimo —le dice entre lágrimas. 

Otros pocos invitados abandonan el salón también y la cuota de culpa crece. Abrazo a ambas con mayor fuerza. 

—¿Saben? ¡Qué rayos! —dice Horty de repente y comienza a secarse las lágrimas— Confío en que el tiempo les ayude a procesar. Por ahora, esto es una fiesta. ¿O no? 

—Horty... —susurramos a la par, ella intenta sonreír. 

—Somos los que estamos y estamos los que somos. 

Los tres nos abrazamos, también Carlos e Iván se suman; incluso, Azucena, Martín y Ed. Así permanecemos por largo rato hasta separarnos, en medio de risas. Los novios  se levantan y retornan a su lugar en la mesa, lo mismo el resto. Fel luce un poco más calmada. Espero de corazón que, a pesar del trago amargo, las cosas mejoren a partir de ahora. 

De repente, siento un fuerte impacto contra mi pierna. Ya que, estaba distraído, no noté la carrera que pegó Florentino desde el otro lado de la mesa hasta, sino después de tenerlo enganchado.  

—Tío, ¡es linda tu novia! —dice, sonriente, luego gira hacia Felicia y la abraza—. Él es mi tío favorito, lo quiero feliz. 

—Yo también, chamaquito. 

Fel responde a su abrazo y no dudo en fundirme con ellos. La tensión en su cuerpo termina e disiparse y su rostro se relaja con una pequeña sonrisa. Ojalá, Horty tenga razón con respecto a nuestros padres y este sea el inicio de una nueva era en nuestra familia. 


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Dado que el imbécil de mi hermano no pudo con el brindis, Horty me pidió hacerme cargo. Supongo que la rabia acumulada por el mal rato que pasamos o quizás, la orgullosa mirada con que Felicia me observa, resulta el combustible suficiente para realizarlo con soltura y elocuencia. Creo que nunca antes había sido capaz de algo así o, al menos, no sin mi caracterización como ninja. 

Florentino permanece sentado en las piernas de Fel, aplaudiendo a su tío favorito y esta vez, las lágrimas de ella sé que son de emoción. Su sonrisa radiante lo confirma. 

El momento de los brindis, lágrimas y cena concluye, reemplazado por música, la fiesta como tal da inicio. Suena «I Wanna Dance with Somebody» de Whitney Houston y me siento feliz por ver bailar a mi novia con Horty en el centro de la pista, también junto a Floren e Iván. 

Pese a todo lo acontecido, me alegra tener su compañía, siendo ella misma y, por insólito que parezca, también agradezco la jugarreta de Nardo, porque ahora no tendrá que volver a esconderse. Ya no necesitará un disfraz para ser valiente y compartir con las personas que quiere. 

—Es una fiesta, Floris —dice mi primo y me palmea la nuca en cuanto pasa junto a mí, de la mano con su prometido—. Mueve el culo y baila con tu chica. 

—¿Y era necesario pegarme? —replico, molesto, mientras masajeo mi nuca, ambos ríen. 

—Ya, Yogui —interviene Ed, jalando a su novio, y emula una guardia a de box—, no querrás llevarte un derechazo. 

Los tres nos carcajeamos al recordar mi reacción con Nardo, lo que detona un dolor palpitante en mis nudillos y sacudo la mano. En las películas lo hacen ver fácil, pero ¡cómo duele! Después de un rato de ser espectador y aunque soy consciente de que, como bailarín, soy un excelente programador; decido seguir a mi primo e ir por mi chica para bailar en el medio de la pista. Los reflectores nos apuntan, lo que asegura las miradas de todos en nosotros, pero la verdad, no podría importarme menos en este momento. 

—¿Cuándo te convertiste en un caballero de brillante armadura? —me dice, Fel, con su dulce mirada, fija en la mía. 

Aprieto los labios y me encojo de hombros. Ella sonríe, yo le acaricio una mejilla. 

—Eres mi hash Perfecto —le digo. Su gesto confuso me provoca una sonrisa y procedo a explicarle—. Bueno, en informática, un hash es una combinación única e irrepetible. Eres la combinación perfecta para mí, única e irreemplazable. 

—Flo... 

—Por eso, seré tu Quijote las veces que sea necesario, Dulcinea. 

Felicia ríe, nerviosa. Sus mejillas lucen un poco enrojecidas. El acelerado latir de su corazón contra mi pecho es un eco del mío. Sus brazos se enroscan alrededor de mi cuello y una cálida sensación ascendente se apodera mi cuerpo. 

—Tú también eres mi hash, Osvaldo —responde, le pellizco una costilla y se queja entre risitas. 

—¡Qué no me llamo Osvaldo! —le digo, ella ríe fuerte.

Sin embargo, decido callarla con un beso dulce que despacio se torna profundo e íntimo, tanto que el mundo entero desaparece y solo existimos nosotros dos. A su lado me siento seguro y completo, deseo que ella se sienta exactamente igual conmigo. 

Al mirar hacia atrás, resulta increíble que todo esto haya iniciado con un viaje... No, fue mucho antes, cuando esta persona misteriosa apareció en el chat y comenzó a inspirarme. Sin duda, esto ha sido un descubrimiento de mí mismo, de mis propias debilidades y fortalezas. Feli siempre quiso enseñarme que debía ser yo mismo, a pesar de su propio miedo a la opinión ajena. Bueno, así pienso vivir en adelante, pero también quiero asegurarme de que ella lo haga. 

La vida sería mucho más hermosa si nos permitiéramos ser nosotros mismos, sin importar la opresión provista por señalamientos y estándares ajenos. Si nos permitiéramos amar y ser amados, sin condiciones, como dijo Horty; porque tan real como qué no me llamo Osvaldo, lo es que en el mundo solo hace falta amor. 



Fin. 




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Hola, mis dulces corazones multicolor, 💛 💚 💙 💜 💖 bueno, aquí termina esta bonita historia que espero hayan disfrutado y lleven en su corazón un lindo recuerdo. Espero que pasen feliz navidad y un venturoso año venidero, repleto de sueños y metas cumplidos.

Los loviu so mucho y muchas gracias por su apoyo. 💖

Si pudieras contestar un breve cuestionario me ayudarías mucho en la edición.

1) Opinión general de la historia:

2) ¿Qué te parecieron los personajes?

3) ¿Resulta creíble sus luchas y evolución de principio a fin?

4) ¿Qué te pareció el final?

5) ¿Te llevas alguna reflexión?

6) ¿Sientes que algo faltó?

7) ¿Te parece que algo sobra?

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