XXVI: ¡Qué noche buena!

Visitamos una Jo'jo Boutique cerca del mar, dentro del Mall de la playa. Su estupenda ubicación le confiere unas vistas fantásticas del océano revuelto en la orilla, parece una postal. El olor a perfume dulce del incienso se mezcla con el de ropa nueva. 

—Mira esto, niña —dice, emocionado, sosteniendo un vestido gris con detalles coloridos, entallado y muy corto. 

—Lindo, pero creo que se te verían los huevos. 

Iván ríe a carcajadas y me empuja. La asistente de tienda se cubre la boca para ocultar su risa. 

—Pendeja, no para mí, sino para ti. 

—¡¿Estás loco?! ¿Cuándo me has visto usar una mini cosa así? 

—Tienes un cuerpo de infarto. ¡Dile! —Le exige a la chica y esta sonríe al asentir. 

—Resaltará con su tono bronceado natural y esa figura, señorita —añade la joven. Sonrío, apenada. 

—Floris te ve usando esto en la boda y se muere. 

—Sí, enloqueciste, Iván. 

Les doy la espalda. Camino hacia el área de trajes formales para ver los últimos lanzamientos de Robert Ferro. Iván me sigue, emputadísimo. 

—¿Qué crees que haces? 

—¿No te gustan? Es lo más reciente de Ferro. 

—¡Son trajes masculinos, Fel! —Me reprende con voz firme—. No pensarás asistir como Felipe. 

Me encojo de hombros para restar importancia y sigo viendo los ternos hasta que él me jala por un brazo. 

—Felicia, ¡por Dios! Tienes un novio que te quiere y adora tal como eres, no puedes hacerle esto...

—¿Hacerle qué? ¿Ahorrarle el mal rato? ¿Los comentarios malintencionados? ¿Las miradas de desprecio? —Me trago un grito de frustración y una lágrima se cuela—. ¿Crees que quiero eso para él? 

Iván suspira y niega en silencio, yo vuelvo a enfocarme en los ternos. Sin embargo, luego de un momento, toma mi mano y nos conduce de regreso hacia el área femenina, me para justo frente a un espejo de cuerpo entero. 

—Eres un espectáculo, niña —dice con sus ojos fijos en los míos, a través del espejo, trago con dificultad—. Mira dónde estamos, observa a las personas alrededor, nadie te señala por ser tú misma, Fel. 

Contemplo en todas las direcciones, él tiene razón. Las personas están enfocadas en sus propias compras, pero igual, siento escalofríos. 

—Floris no quiere ir a la boda, acompañado de su mejor amigo, como un perdedor, incapaz de conseguir pareja. Nena, él desea compartir contigo, con la chica que lo prende y lo vuelve loco. 

Río con la última frase. Me libero de su agarre sin decir nada. Camino lejos de él con la intención de volver al área de caballeros cuando un vestido color jade, increíble, me deja sin aliento. Es como si un reflector se encendiera, iluminando solo ese lugar. Me llama. 

Al igual que a los dieciséis, un espejo se ubica tras él y parece que lo llevara puesto. Aquella fantasía donde bailaba regresa, pero esta vez, Flosivaldo, finamente trajeado, sonríe y besa mi mano antes de llevarme al centro de la pista para hacerme girar. 

—Nena, este vestido es para ti, no para la opinión ajena —dice Iván, su voz me trae de regreso a la realidad y lo veo en el espejo, parado atrás de mí. Mi respiración se acelera. 

—No lo sé —murmuro, él aprieta mis hombros y me hace voltear. 

—Felicia, has pasado por un larguísimo proceso para verte y sentirte así, como la diosa que siempre supiste que eras. —Agarra el vestido, yo sonrío con nostalgia—. Deja que sea tu armadura para que resbale cualquier comentario negativo. ¡Póntela y disfruta con tu hombre, niña! 

—Iván, no entiendes... —Cierro los ojos—. Es cierto, aún me pesan las miradas, pese a los años de terapia y todo tu apoyo; pero esto va más allá, ya no sé trata de mí. No quiero esta vida para él, no quiero que un día simplemente se harte de soportar y soportar... por mi culpa. 

Mi voz se rompe. Las lágrimas corren libres. Iván me envuelve en un cálido abrazo y deposita un suave beso en mi frente. Ninguno dice nada durante largo rato. 

—¿Te das cuenta de que has pasado mucho tiempo suponiendo? 

Indaga Iván en tono bajo, mientras acomoda un mechón de mi cabello tras la oreja, me separo de él para observarlo. Sonríe con un gesto condescendiente.

—Nunca le contaste porque se volvió muy importante para ti y temías perderlo, siempre esperaste lo peor de él. Cuando supiste que él era ese tipo de Internet con quien podías ser tú misma, me pediste suplantarte porque estabas segura de que él desaparecería... —Suspira—. ¿Y qué pasó? 

No digo nada, él besa mi frente con dulzura y me limpia las lágrimas antes de seguir. 

—Lo inspiraste a sacarse la máscara en vivo y directo, porque está dispuesto a todo con tal de estar contigo. Fel, ya no eres ese niñito sometido a palizas por intentar expresarse, tú has hecho tu camino sola. La única persona que te impide ser tú misma, en este momento, eres tú. —Aprieta mis hombros y me sacude—. ¿Cuánto más vas a prohibirte? ¿A quién intestas complacer? ¿Cuándo será el turno de hacer lo que tú quieres y te hace de verdad feliz? 

Sigo en silencio, desvío la vista desde Iván hacia el vestido que sostiene. Las luces suaves de la boutique acentúan su brillo. 

—¿Te gusta este vestido? 

No respondo, pero mis ojos tampoco dejan de observarlo: el escote frontal le aporta un toque sensual, pero el diseño de manga larga con encajes ofrece algo de decoro, las perlas diminutas regadas por las transparencias brillan, captando toda atención, la falda un poco ancha confiere libertad y movimiento. 

—Es hermoso —balbuceo. 

—¿Lo deseas? 

Trago con dificultad y pongo mi temblorosa mirada en Iván. Él sonríe. 

—Niña, tú lo que quieres es opacar a la novia. 

—Iván... 


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Pasé nerviosa todo el vuelo, a pesar de venir acompañada por Iván y Rafa. Saber que mañana será la boda me llena de miedo, espero que Flo tenga razón y todo salga bien. Al final, no compré el vestido, el terror me ganó. Mi amigo no ha parado de regañarme por eso. 

Sin embargo, basta ver a Flo de pie, esperándome en la zona de llegada, para que mi corazón se descontrole. Todo alrededor se difumina, desaparecen las voces de los parlantes, también las personas y solo queda él, con su sonrisa dulce y expresión de alivio. Creo que temió ser plantado. Jamás lo haría, bueno, no a él. 

Ambos corremos hasta encontrarnos. Su fuerte y cálido abrazo llena mi cuerpo de una serenidad increíble y por un instante, el mundo e incluso, mis miedos, pasan a segundo plano cuando nuestras bocas se juntan en ese suave beso más que anhelado. 

—Te extrañé demasiado, preciosa —susurra en mis labios. 

Permanecemos juntos, fuertemente abrazados, por mucho tiempo más, recargándonos del calor y fragancia ajeno que durante días nos privamos. Entonces, Iván nos alcanza y se suma al abrazo, regalándonos palabras dulces, buenos deseos y un par de amenazas a Flo. Solo nos separamos en medio de risas, tras escuchar a Rafa dentro de su transportador, clamando por atención. 

Andamos de la mano todo el tiempo. Me siento nerviosa porque hoy es nochebuena, una fecha que he compartido antes con su familia, pero no como Felicia; por eso, tengo mucho miedo. 

Observo el paisaje, a través de la ventanilla del taxi y sonrío. La temporada navideña en San Antonio es muy bella, el pueblo parece una de esas aldeas turísticas de Santa con luces, pinos, bastones de caramelo, alfombras de nieve, coros de villancicos... adoro pasar estas fechas aquí. Volteo el rostro hacia Flo, él sonríe y me aprieta contra sí, envolviéndome con su calor. Ahora me gusta mucho más la navidad. 

Me saco la peluca corta en cuanto ingresamos a la cálida estancia en la casa de Flo y una sensación de libertad me embarga. El olor a leña de la chimenea le da a este sitio ese toque hogareño en el cual me siento en paz. Sonrío al ver la bonita decoración navideña tradicional, donde predomina el rojo, verde, blanco y dorado. Iván se apresura a llegar al árbol en el rincón y de entre su equipaje extrae varios regalos que ubica en el pie. Sacudo la cabeza para acomodar mi larga cabellera. 

—¿Quieres un chocolate caliente, nena? —pregunta Flo desde la cocina que está separada de la sala por una barra larga de madera y sus sillas altas— ¿Y tú, Iván? 

—¡¿Con leche de almendras y caramelo?! —respondemos a la par y compartimos una risita. 

—¡¿Es enserio?! Por supuesto, si ambos tendrán un coma diabético, ¿cómo pude olvidarlo? —replica Flo, risueño. 

—¡Vaya, vaya! ¿A quiénes tenemos aquí? —Saluda Martín al salir de su habitación y mi corazón se salta un latido por estar sin peluca en su presencia. 

Por fortuna, Flo se apresura a venir conmigo y toma mi mano. 

—Tranquila —susurra a mi oído, luego se gira y me jala con su primo—. Ella es Felicia, mi novia. Fel, él es mi primo, Martín. 

—¿Así que tú eres la famosa Deshojo por quien renunció al anonimato? —dice el primo en tono bromista y me arde la cara—. Un placer conocerte, linda, bienvenida a nuestra morada.

Sonrío más calmada por el recibimiento de Martín, quien besa mis nudillos con delicadeza, aún así, su barba me produce cosquillas. Iván se mete en medio de ambos y reemplaza mi mano con la suya para presentarse, el primo de Flo lo observa, extrañado. 

—Ay, guapote —le dice mi coqueto amigo—, yo soy Iván y tú... 

—Ay, y yo estoy comprometido, lindo —responde Martín con un guiño y, enseguida, le muestra el anillo en su mano izquierda. 

—¡¿Qué, cuándo?! —indaga Floris, emocionado. 

—¡Hasta que preguntas! —réplica su primo con ironía y no paramos de reír. 

El primo de Flo cuenta que, él y su novio, se comprometieron durante un viaje que realizaron, días atrás. Las risas no cesan e inicia una lluvia de abrazos. 

—¡Qué lástima y mala suerte la mía! —dice Iván con falsa tristeza antes de felicitar a Martín también. 

Me siento tranquila, aunque, realmente no me asustaba Martín, sino el resto de la familia. Siempre fui bienvenido en su casa como Felipe, el mejor amigo de su hijo. ¿Será igual con Felicia? Estoy aterrada solo de pensar en la cena de esta noche. Quiero creer que todo saldrá bien. 

No obstante, conforme se acerca la hora, mi corazón va descontrolado, pero que Flo y yo abandonamos la ducha, envueltos en vapor y risas tontas, solo he mirado mi ropa que reposa sobre la cama. Quería asistir a ambos eventos como Felipe, pero ya que, Flo me presentó a su primo como su novia, no puedo zafarme. 

La peor parte es que amo el outfit. Muerdo mi labio inferior, nerviosa. Sigo contemplando el bonito suéter de punto gris con hombros descubiertos y la falda corta plisada negra que Iván se aseguró de hacerme comprar. Junto a la cama, unas botas negras altas que sobrepasan mis rodillas me llaman... ¡Son hermosas! Quiero usar todo, pero me asusta. 

Desvío la vista hacia Flo, él está casi listo y yo sigo en toalla. Suspiro con pesar. Me observa enseguida y sonríe mientras camina hacia mí. Luce guapo con esa fina camisa verde pino que hace resaltar su mirada. 

—¿Tienes miedo? —pregunta en voz baja, con sus manos en mi cintura. Asiento en silencio— ¿Quieres ir como Felipe? 

No respondo, pero trago saliva con dificultad. 

—Te dije que no tengo problema por eso, no voy a forzarte a nada. —Hace una pausa y yo afirmo despacio, con la cabeza, sin mirarlo—. Pero creo que será extraño que mi novia llegó y yo asistí con mi mejor amigo, ¿no te parece? 

Contemplo a Flo, él sonríe con un gesto gracioso. 

—Disfrutas presionarme y hacer como que no, ¡eh! 

—Un poquito —responde acompañado por una seña con sus dedos pulgar e índice. Pongo los ojos en blanco y él me besa—. Preciosa, todo va a estar bien. 

Suspiro. Comienzo a vestirme, aunque el miedo no ha aminorado. Me aferro a la idea de que, él tiene razón; así como Martín, todos serán amables conmigo. Al menos, eso espero. 

Florisvaldo me observa, boquiabierto, en cuanto termino de alistarme. Jala mi cintura para abrazarme fuerte y besarme con una intensidad avasallante. 

—Te ves demasiado hermosa, Fel —dice contra mis labios, su aliento cálido y voz ronca me aceleran el corazón. 

Rafa baja de la cama se restriega alrededor de nuestras piernas. Sonrío al verla con el enorme moño rojo y verde que mi novio se encargó de colocarle. 

Estoy muy nerviosa, pero Flo se asegura de tomarme de la mano todo el tiempo desde que salimos de la recámara. Iván, Martín y su novio esperan en la sala. Apenas nos ven, se levantan de los sillones para decirme palabras bonitas, mientras Rafa pasa a ocupar sus sitios. La pareja de prometidos visten exactamente igual con sus ternos blancos, salvo por las camisas y pañuelos en sus bolsillos: el primo de Flo utiliza rojo navidad y su novio un verde océano. Se ven geniales y elegantes. 

Me cuesta no reír porque Iván sí compró el putivestido gris con detalles coloridos y lo usa como top, acompañado por un pantalón entallado de cuero. Pensé que se pondría extensiones, en cambio, trae su corte pixie al natural. El maquillaje ahumado destaca su mirada. 

Después de despedirnos de Rafa, nos ponemos en marcha. Las pocas calles que transitamos de camino a casa de los padres de Flo se ven hermosas: las luces, las decoraciones en los jardines... Amo esta temporada en este pueblo. Sin embargo, en cuanto aparcamos, siento escalofríos, aunque el lugar luzca como la casita de la navidad. 

—No me sueltes, Flo —susurro a su oído y su respuesta es un suave beso. 

—Nunca, preciosa. 

Los cinco ingresamos al cálido hogar, bellamente decorado, y un aroma delicioso se cuela al salón desde la cocina: vino, especias, verduras... Suenan villancicos como fondo musical y empiezo a sentirme más tranquila con el cariñoso recibimiento que me ofrece la familia de Flo. 

Sus padres, que siempre lo critican, hoy lo abrazan orgullosos y felices. Se me hace la mayor de las hipocresías, pero prefiero eso en este momento a sentirme atacada. 

—¡Qué bonita es tu novia, Floris! —dice su madre, emocionada. Yo sonrío, nerviosa—. Y qué lindo nombre, Felicia. 

—Gracias, doña Ámbar, traje esto para ustedes. 

Le entrego una cesta con vino y chocolates. Sus ojos ambarinos se iluminan. 

—Hermosa y atenta, ¡qué buena elección, hijo! —Abraza a Flo y luego me jala para sumarme al abrazo. 

—Bienvenida a la familia, linda. 

—Ya habíamos perdido toda esperanza en este —dice don Jacinto, con voz firme, atrás de nosotros y nos separamos para verlo. La mamá de Flo va a su lado y le palmea un hombro como regaño—. Qué bueno que sentó cabeza con una joven tan bella y así se olvida del tal Iván ese. 

—¡¿Me llamaron?! —chilla Iván desde la puerta, atrás de nosotros, y se acerca enseguida para presentarse. 

Sé que él no da importancia a las miradas ajenas, pero la forma en que lo escudriñan los padres de Flo, desde los pies a la cabeza, me provoca escalofríos. 

—Escuché que dijeron Iván y aquí me tienen, un placer conocerlos, señor y señora Flórez. 

—Pero tú qué... —Intenta decir algo el padre de Flo, sin embargo, este interviene enseguida. 

—Iván es mi amigo, también es casi hermano de Fel, supongo que no hay problema con que nos acompañe, ¿cierto? 

Los padres de Flo intercambian miradas, luego asienten en silencio y también le dan la bienvenida. Doña Ámbar toma mi mano para llevarme con ella mientras habla un sinfín d cosas, yo, solo puedo contemplar a Flo, impresionada, porque es la primera vez que lo veo enfrentar a sus padres con esa seguridad, ni siquiera tartamudeó. Nardo se apoya en su hombro y lo último que consigo escucharle decir es: "Pero qué buen gusto, hermanito". 

Doña Ámbar me presenta a todas las mujeres en la cocina. Allí se encuentran: la tía Petunia, sirviéndose una copa de vino a rebosar, directo de una botella casi acabada. Siempre creí que el único borracho de la familia era el tío Narciso, pero parece que a ella también le gusta el trago. Las hijas de Nardo: Azucena y Azalea también están aquí, lo mismo que su esposa, Catalina. 

Las únicas caras nuevas corresponden a Marissa, una vieja amiga de Ámbar que pasó a saludar y su nieto, Tadeo, quien corretea por todas partes con el pequeño Florentino. Es toda una locura de risas, gritos infantiles y palabras de afecto o bienvenida para mí. Aunque Flo no está a mi lado, estoy en paz y eso es genial. 

Para el momento en que la cena inicia, Iván me sonríe desde el otro lado de la mesa y leo en sus labios «eres una bomba». Le devuelvo el gesto junto a una mirada de gratitud, en realidad, he disfrutado la noche, aunque tocó rechazar el pavo. Nardo está sentado al lado derecho de Flo y es el único que me pone nerviosa, ya que no ha dejado de observarme, extraño. 

—¿Se te perdió una igualita? —le dice Flo con ironía, luego de un rato. Se me escapa una risita. Entonces, Nardo se recarga al hombro de mi novio antes de responder. 

—Extrañaré llamarte forever alone —dice Nardo. Me sorprende. Flo ríe y se lo sacude del hombro para seguir comiendo. 

—Pendejo. 

Flo aprieta mi mano bajo la mesa y compartimos una sonrisa de complicidad. No hay duda, me siento feliz en este momento. En cuanto la cena culmina, Hortensia nos abraza a Flo y a mí con mucha efusividad, habla en susurros, emocionada. 

—¡Estoy feliz por los dos, se ven superlindos juntos! 

—Gracias, Horty —respondemos a la par y reímos. 

—Me alegra verte siendo tú misma —dice en voz baja, un escalofrío me recorre. Flo se sorprende. 

—¿Cómo sabes sobre eso? —pregunta. Hortensia sonríe e intercambia miradas conmigo, buscando mi permiso. Afirmo en silencio. 

—En realidad, fue sin querer. —Comienza a contarle Hortensia—. Antes de que ustedes salieran de viaje, vine de visita y entré a tu alcoba sin tocar, encontré a Feli con su sudadera abierta, frente al espejo, exhibiendo ese cuerpazo y quitándose la peluca para rascarse la cabeza, mientras le decía a Rafa cuán molesto era usar eso. 

»—¡No lo hagas! —le dije y terminé de cerrar. Feli se volteó, asustada, e intentó ocultarse con la capucha de su sudadera— No temas, oye, tu cabello es hermoso. 

»—Horty... 

»Feli negó en silencio y, luego de verificar que la puerta estuviese cerrada y asegurada, me contó su situación, pero también me hizo jurar que guardaría el secreto. 

Recuerdo el tremendo miedo que sentí al saberme descubierta. Sin embargo, Horty, se convirtió en una gran aliada y amiga. Ha sido lindo poder hablar sobre cosas de chicas, con una chica, para variar. 

—Y lo cumpliste... Gracias, Horty —le digo en voz baja. Una lágrima se me escapa y volvemos a abrazarnos los tres—. Ansío ver cuál estilo escogiste para mañana. 

—Vas a alucinar —responde en un susurro. 

Nardo pasa a nuestro lado y nos observa raro, probablemente se burla de nuestra tonta actitud, típico de él. 

La nochebuena termina con pirotecnia, el cielo se ilumina con cientos de colores y a nuestro alrededor hay gritos, deseos, aplausos. Florisvaldo y yo compartimos un fortísimo abrazo seguido de un beso cálido y suave que descontrola mis sentidos. Me alegra haber aceptado su invitación. 





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Hola, mis dulces corazones multicolor, 💛 💚 💙 💜 💖 y ahora sí ya casi acaba, solo nos resta el capítulo final. 😭 💖 Espero que hayan disfrutado de esta linda obra.

Los loviu so mucho, les deseo una muy feliz navidad, disfruten y coman mucho y pos, ¡sigan leyendo! 👀 💖

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