XIV: ¡Qué no sé controlar mis besos!

—¡Sorpresa! —exclama Feli a mi oído, entre risas, pero no hago caso, ese tatuaje me ha dejado perdido.

Iván nunca me contó que hiciera drag «quizás a esto se refería Deshojo con su verdad oculta». Siento el corazón a un ritmo errático y me levanto del asiento con dirección al sanitario, aunque me toque preguntar hasta encontrarlo. Escucho a Feli y Dahlia llamarme, no presto atención, necesito un lugar tranquilo para respirar, pensar y procesar todo esto.

Después de mucho buscar, consigo ingresar a un baño, irónicamente, parece ser el único sitio donde la fantasía del fuego y el calor se rompe. Todo es blanco, gris y crema, bastante simple, pero creo que justo es lo que necesito. Abro el lavabo y me empapo el rostro, también bebo un poco de agua. Respiro profundo mientras me veo al espejo, siento un escalofrío recorrerme la nuca.

Cuando empiezo a recuperar un poco de calma, escucho el revoltijo de gritos y ovaciones mientras las drags se despiden. Mis nervios retornan.

Por largo rato me dedico a respirar, tomar agua y dar vueltas a lo mismo, una y otra vez «quizás vi mal», pienso. Después de todo, había luces, movimiento y cantidad de cosas. Sí, alguna vez, quise creer que Iván y Deshojo eran la misma persona, pero esas últimas conversaciones me dejaron muy claro que hay un gran miedo en ella a mostrarse; no es el caso de él. Para hacer esto, definitivamente es alguien demasiado seguro de sí mismo.

Extraigo mi celular y busco el perfil de Deshojo, necesito corroborar que su tatuaje es distinto. Me desplazo hasta las fotografías de hace meses, cuando la conocí, pero empiezo a creer que enloquecí porque no consigo alguna donde sea visible.

—¡Esto es una locura!

No sé cuánto tiempo llevo en esto y sigue sin aparecer alguna. Scrolleo veloz hasta que el sonido de la puerta me produce un sobresalto. Empiezo a calmarme en el momento que un tipo pasa a mi lado, rumbo a los urinarios y se dispone a hacer lo suyo.

—Hola, galán...

Sin embargo, una vez más siento un susto al escuchar esa voz desde la puerta. Es Iván, no me atrevo a voltear porque sigo muy confundido.

—¿Te enojó enterarte?

Guardo silencio, escucho sus pasos al acercarse y cierro los ojos.

—No te conté antes, porque quería sorprenderte con el espectáculo...

—Y lo hiciste, créeme...

Abro los ojos y veo su reflejo, él está justo detrás de mí. Su larga cabellera rojiza que vi en el show la tiene atada en una trenza, no trae maquillaje, pero sí un top dorado que deja a la vista su vientre y ese tatuaje que no puedo dejar de contemplar: un ramillete de flores azules alrededor del ombligo. Trago saliva con dificultad.

—¿No te gusta lo que hago, cierto? —Su tono suena algo abatido, eso me hace sentir terrible y enseguida busco sus ojos.

—No-no di-dije eso. —Un largo suspiro se me escapa—. Solo... fue bastante inesperado, pero juro que sí, me gustó. Es increíble, ¡tú lo eres!

Iván sonríe y empuja mi hombro por la espalda.

—Sí, claro, por eso ni siquiera te quedaste a verme y preferiste encerrarte aquí.

—Perdón, de verdad, no es por ti... —Decido voltearme y tomar su mano, de nuevo sonríe—. Yo me puse nervioso al verte allí, quiero decir, no tenía idea de que eras una estrella.

La risa de Iván es contagiosa.

—No, no lo soy. Las Penny's Queens tienen algo de popularidad en este ambiente, pero fuera del escenario, soy Iván...

—El atrevido y sexi chico que me gusta.

Ubico mi mano libre en su mejilla y junto nuestros labios, él responde al beso enseguida, enrosca los brazos alrededor de mi cuello. Su calidez calma todo mi revuelo mental y una vez más, comienza a gustarme la idea de que ambos sean la misma persona.

—Es una lástima que no terminé de ver tu acto —susurro en sus labios al separarnos para respirar.

—Tranquilo, guapo, puedo darte una función privada cuando quieras —responde en tono sexi y coqueto.

Una risita se me escapa. Iván toma mi mano y comienza a jalarme hacia la salida, lo sigo sin más porque ya me siento más tranquilo.

—¡Bailemos, guapote!

Superada mi crisis, puedo disfrutar la noche con él en la pista de baile. No soy bueno, de hecho, tengo dos pies izquierdos, pero mi acompañante me hace sentir como si fuese John Travolta en los ochenta y eso es fantástico, logra aportarme un poco de seguridad.

El calor en este sitio es intenso, o tal vez se deba al montón de personas que bailan alrededor, o quizás a los intensos y sexis movimientos que él realiza muy cerca de mí; lo que sea, es asombroso. Durante la noche paramos lo necesario para buscar cervezas y regresar al ruedo en la pista.

—¿No quieres descansar un poco, guapo? —dice Iván de repente y afirmo con una sonrisa.

Él, de inmediato, me jala hasta la barra para buscar nuevas bebidas, mientras se queja del dolor horrible producido por los tacones durante los ensayos y la presentación, aunque se ha pasado la noche meneándose muy tranquilo contra mí. Un milagro resulta encontrar un par de lugares donde descansar.

Esperamos nuestras cervezas, platicamos tonterías, también veo cómo Feli baila y coquetea con Dahlia y Katrina en la pista, es increíble, me cuesta un poco quitarle la mirada de encima. Por un instante, los ojos de Felipe viajan hasta mí y me obsequia un guiño antes de retornar su rostro al cuello de una de sus acompañantes.

—Ay, Fel no tiene remedio —dice Iván al tomar asiento a mi lado, luego de levantarse para recibir las bebidas. Me entrega una cerveza helada que llevo a mi boca enseguida—. ¿Qué me dices tú? ¿La pasas bien o deseas intercambiar? —añade y señala con la cabeza hacia el lugar donde Feli se encuentra. Lo observo, extrañado.

—¿Qué? ¿Por qué dices eso?

—Pregunto, no dejas de mirarles.

—Solo estoy sorprendido. Me gusta estar contigo —respondo, tras otro trago y él sonríe—. Aunque eres un huracán.

—¡Ay, perdón! Es la costumbre, olvidaba que das pasitos de bebé.

Compartimos una fuerte risa y no lo sé, pero mi sospecha tampoco ha aminorado a lo largo de la noche. Quizás tanto alcohol me envalentona o tal vez se deba a su actitud y cómo me hace sentir, pero ni siquiera lo dejo terminar de hablar antes de decidirme a robarle un beso.

Por un instante, la sorpresa es evidente en Iván, aunque menos de un segundo más tarde cede al beso y ubica su diestra en mi mejilla como una dulce y suave caricia. Me atrevo a juntarnos más, presionando su espalda baja, él profundiza el beso de tal manera que siento el fuego del ambiente con la intensidad de tres soles, pierdo el aliento.

—Me encantas, Deshojo...

—¿Qué?

Un par de susurros son las palabras que emergen desde nuestras gargantas, tras un breve respiro, vuelvo a buscar sus labios. Sin embargo, Iván rompe el contacto con la respiración entrecortada y menos de un segundo después, pasa la vista más allá de mí.

—Fel...

—Uyuyui, parece que interrumpo —dice Felipe mientras recibe una pequeña bandeja con tres bebidas—. Solo vine por algo de tomar para las chicas, sigan en lo suyo.

—Fel... Floris...

Es todo lo que dice Iván con la vista, primero en mi amigo hasta que este desaparece con las bebidas; después, me contempla. Luce nervioso.

—Floris... ¿Cómo me llamaste?

—¡Iván!, quise decir Iván, lo-lo si-siento...

—No te disculpes.

Dicho eso, veo al chico atragantarse con su cerveza hasta acabarla y sin emitir otra palabra se dirige a la pista de baile donde intercambia algunas palabras con Felipe. En realidad, parece que discuten; en sus gestos y la manera que Feli intenta jalarlo de regreso, vuelvo a tener esa sensación de que algo más hay entre ellos. Al final, Iván se libera y aleja de ellos para ir a pasar el rato y bailar con otro tipo mucho más robusto que él.

Me siento intimidado, bien podría ir allí y no sé, ¿reclamar su atención? En cambio, opto por permanecer en la barra y pedir un nuevo trago, luego otro. Felipe cruza miradas conmigo más de una vez, pero ni él se atreve a acercarse porque lo único seguro es que he vuelto a arruinarlo. «Florisvaldo, la cagaste de nuevo», mi voz interna parece gritar. El licor ha nublado mis sentidos, cada sorbo fue un intento fallido de reunir el valor necesario para acercarme a él. Mis ojos lo buscan entre la multitud, pero mi cuerpo permanece inmóvil, atrapado en esta lucha interna.

—Este es justo tu problema, Osvaldo, ¡te aíslas!

Me he ensimismado en mis pensamientos de tal manera que, el bullicio del club se ha desvanecido en un murmullo. Tan absorto estuve en mi propia tormenta que ni siquiera noté la llegada de Felipe, pero sus palabras me sacan abruptamente del ensueño y sonrío como tonto antes de responder.

—¿¡Qué dices!? Hip, si la estoy pasando genial. —Arrastro las palabras en medio de risas, aunque ni sé qué me causa más gracia, tal vez sea su pose con los puños a la cadera que le hace parecer abuelita... sí, eso, parece abuelita rapera—. ¿Acaso no te esperan esas chicas?

Felipe se lleva una mano al rostro para masajearse la frente.

—¿Cuánto has bebido, Osvaldo?

—Una, dos, tres... ¿Diez? No sé —Río como tonto. Veo a Felipe apretar los labios para no reír también. Así que, me levanto y apoyo mi cuerpo sobre su hombro. Intento forzarlo a beber un trago de mi botella, pero desvía el rostro como un bebé mañoso—. No seas malo, debes tomar tu biberón.

—Eres un ebrio idiota, no sabes tomar, vamos.

—¿Cómo que no? ¡Mííííírame! —Abro la boca y dejo caer todo el licor restante desde arriba, pero él intenta quitarme la botella—. Felipe, no soy un niño, dame... hip, dame mi cereza, hip.

Vuelvo a reír como pendejo al notar el error.

—Feli, dije cereza en lugar de cerveza.

—Ya, camina, idiota.

Todo da vueltas alrededor, en algún momento me parece ver un par de Ivanes frente a nosotros que intercambian palabras con Feli, pero no comprendo nada de lo que dicen, también cuatro chicas parecen recriminarlo. ¡Vaya! Cuatro a la vez, es increíble mi pequeño y lindo amigo.

—Te admiro —confieso una vez a bordo de un auto, aunque creo que no es en el que llegamos—. ¿Cómo puedes conducir desde aquí?

—Cierra el hocico y descansa, es un taxi.

Eso tiene más sentido, si no, ¿qué clase de auto se conduce desde el asiento trasero? Reposo la cabeza en su hombro, de inmediato percibo ese aroma a brisa, lluvia y tierra húmeda que tanto me gusta...

—Aroro tu olor, Feli... —Mis palabras se tropiezan y ni sé si escuchó.

Me pego más a su cuello para llenarme con esa fragancia, aunque él pide parar, creo que se contiene una risita y por eso sigo. La profunda calma me invade, siento que todo se vuelve oscuro.

Cuando abro los ojos, noto que estamos en el corredor del hotel frente a mi habitación, no siquiera sé cómo o cuándo llegamos, pero casi me caigo. Feli intenta abrir la puerta, aunque cada tanto debe soltar eso para evitar que yo termine en el suelo.

—Flo, por favor, déjame abrir de una vez.

—Feli, ¿estás molesto? —digo entre risas, es que su cara de enojo resulta divertida.

Felipe logra abrir la puerta, pero al mismo tiempo, mis piernas se convierten en gelatina y no puedo controlarlas, me aferro a él. Dado lo repentino de todo, terminamos en el suelo. Feli no para de forcejear y removerse debajo de mí.

—Flo, quítate de encima, tonto...

—No puedo, estoy inválido, me contagió mi viejo —respondo, muerto de risa.

—No digas mamadas, Osvaldo. ¡Levántate o al menos, rueda a un lado!

—¿Por qué estás nervioso, Feli?

Estoy medio muy mareado, pero a pesar de la oscuridad en la habitación, la luz que se cuela del pasillo le aporta cierto brillo a su mirada, los destellos caramelizados en sus ojos tiemblan, pero también, me llaman a contemplarlo con mucha atención. Algo oculta, estoy seguro de eso desde que volvió.

De repente parece que hay dos o tres Felipes debajo de mí e incluso le noto algo rosa a uno. Intento acercar una mano hasta allí y él se remueve con vehemencia para intentar apartarme.

—¡Flo, usa esa puta mano para quitarte!

—¿Cuál, esta?

Ya que parece imposible alcanzar esa cosa, bajo la mano y le aprieto el costado izquierdo; aunque se ve medio molesto, no puede evitar reír. Yo también río a lo pendejo por su reacción.

—Flo, ya, ¡déjame! Eres un borracho pesado...

—Serás muy fuerte, Feli, pero así, no puedes conmigo —le digo entre risas, como el propio tonto por sus forcejeos. Meto mi mano bajo su suéter y consigo palpar el lateral de su abdomen, es sorprendente su delgadez.

—¡¿Acaso no comes, Feli?!

—¡Suéltame! Saca esa mano de allí, Flo.

—¿Haces trabajo de pectorales en el gym? Es que se siente un poco abultado aquí.

—¡Basta, Flo, deja de tocarme!

—¿Sabes? Me gusta tu cara de niño lindo, Feli...

Busco su rostro en medio del forcejeo, su boca tiembla y ya puedo percibir la calidez de su aliento. No obstante, un intenso y repentino dolor asalta mi cuerpo, igual a corriente eléctrica, inicia desde la ingle y todo alrededor se hace negro.

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Abro los ojos y el techo tiembla, vuelvo a cerrarlos por un instante. La espalda me duele, no es para menos si al parecer dormí en el suelo. Me siento y la sensación de vértigo es superior, ni siquiera recuerdo cómo diablos llegué aquí o qué pasó; trato de buscar en mi memoria algún indicio, sin éxito, estoy en blanco.

—Anoche fuimos al club... —murmuro mientras me masajeo la frente — vimos un show impresionante, descubrí que Iván hace drag...

Vuelve a mí una frase: «me encantas, Deshojo», siento acelerarse el corazón, tras revivir ese beso. Iván lucía confundido, su rostro se contorsionó como si algo se hubiese roto dentro de él, eso me hace sentir miserable.

—¡Recontra mierda!

A pesar del dolor de cabeza y el mareo que amenaza con devolverme al suelo, salgo de la recámara para buscar a Felipe, necesito su ayuda. Toco su puerta como demente, debo hablar con él, pero quizás no está o mi comportamiento la noche anterior fue tan deplorable que no quiere ni verme.

—¡Feli, abre, por favor! Necesito hablarte.

Después de lo que se siente como una eternidad y la ansiedad creciendo dentro de mí, igual que un incendio forestal, Felipe abre la puerta. Lo veo masajearse la frente, parece tener resaca también.

—¿Qué pasa, Flo? ¿Por qué no duermes?

—Hice algo terrible y créeme que lo siento.

Felipe levanta la mano de sus ojos y la usa como visera para mitigar las luces del corredor, me contempla, atento; quizás no comprende ni qué digo, por eso sigo adelante.

—Hablo de anoche, no sé qué me pasó. Y ese beso....

Me agarro la nuca con ambas manos y escucho a Feli reír en bajo, supongo que se burla de mí.

—No pasa nada, bro, estabas ebrio, pero sí, deberías alejarte del licor. Eres un asco, no sabes tomar.

—Anotado, ahora necesito que me ayudes, creo que arruiné las cosas con Iván, no debí llamarle Deshojo hasta estar seguro.

—¿Qué?

Feli suena confundido y yo niego con la cabeza para restar importancia.

—Maldición, me arrepentiré de ese beso siempre.

—Espera, ¿has hablado de Iván todo este tiempo? —Afirmo con la cabeza y él libera un suspiro antes de continuar—. Tranquilo, yo me encargo de él, ahora lárgate, quiero dormir.

No puedo decir ni una palabra porque cierra la puerta enseguida y casi me golpea la nariz. En definitiva, la resaca lo pone de malas, bueno, tampoco lo culpo, esto es espantoso. 







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Hola, mis dulces corazones multicolor 💛 💚 💙 💜 💖 espero hayan disfrutado el capítulo, aprovecho de comentarles, que las actus serán un poquito más lentas, ya que estoy teniendo percances técnicos. 

Este capi sale con dedicatoria de cumpleaños pal peor y más revoltoso de mis hijos lectores. Encima, exigente el desgraciado 😂 pero fuera de bromas, gracias por tu apoyo y pos, hijo mío, deja de hacerte el fantasma, ¡qué va! Espero que pases un feliz cumpleaños, un abrazo te envío, paisanito loco. 💖

Los loviu so mucho, y nos leemos lueguito. 

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