Introducción

Las manos me sudan, siento taquicardia y la ansiedad, ¡Dios! Ni hablar de ese tema. No es la primera vez que he quedado con alguien de Internet para una cita; aunque nunca acaba bien. Sin embargo, esta es la primera persona con la cual he sentido algún tipo de conexión real y eso que ni siquiera nos hemos visto por foto... tengo miedo de arruinarlo, como siempre. 

Acordamos vernos en el bar, aunque me cuesta mantener la calma en público, dada mi ansiedad social, decidí arriesgarme por una vez en la vida, ya que, me retó. No, no me refiero a mi cita en cuestión porque también parecía indecisa al armarme de valor y proponerle la salida; pero ni cómo negarme a la insistencia de mi estúpido mejor amigo, la última vez que nos vimos: 

—Anda, Flo, no seas gallina, ¿vas a arrugar, ahora? —me dijo con los brazos cruzados y esa sonrisita desafiante o burlona mientras iniciaba sesión en el computador. 

Desvié los ojos un instante de la pantalla para contemplarlo y él prosiguió:

—Después de tantos meses en chateo de lo lindo y obsesionado como loco. ¡Tienes que hacerlo!, falta poco para la boda de Hortensia. 

—¡Ni me lo recuerdes! Pero Felipe, ¿y si lo arruino otra vez? 

—Osvaldo, tienes que hacerlo... 

—¡Ese no es mi nombre! 

—¿Y eso qué?, ¿prefieres Floripondio? 

Suspiré, frustrado, y entorné la vista. Felipe, a veces, resulta molesto. 

—Te reto a invitarle a una cita, si te niegas, DarkSoul tendrá que salir en un live sin máscara y si no cumples, yo te expongo. 

De esta manera, acabé metido en esto. DarkSoul no podía mostrar el rostro del perdedor real tras la máscara, ¡imposible! Solo me quedó aceptar el reto y esperar la partida de Felipe para atreverme a hacerlo. ¡Ni loco realizaría semejante invitación con él allí, vigilándome! 

Luego de tragarme una jarra de cerveza, voy al baño para intentar calmarme. Lavo mi cara con agua fría y mientras me seco, fijo la vista en el espejo. Suspiro al ver mis ojos verdes, temblorosos como gelatina, y esa expresión de pánico y bochorno que ni siquiera el tono oscuro de mi piel consigue ocultar. Observó el parche de rosa en la manga izquierda de mi camisa y por un momento siento deseos de arrancarla, ya que decidimos usar flores como señales, sin ella, podría escapar. 

Salgo del sanitario igual que una bala para regresar a continuar la espera, nervioso. DeshojoLaMargarita, dijo que vendría de verde y con margaritas en la cabeza e, irónicamente, tomaría un margarita. Por desgracia, veo a alguien con dicha descripción en un asiento junto a la barra, mientras bebe su copa, habla y ríe con el cantinero. Se me seca la garganta. 

Torpemente, casi a tropezones, me dirijo cauteloso hasta el lugar. Detengo mis pasos, después de detallar un poco su perfil y descubrir algo demasiado familiar. 


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Y de nuevo bienvenidos, espero disfruten hasta este punto. Cuéntenme, ¿quées parece hasta ahora? ¿Desean saber más?

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