Epílogo

—¡Hola, ¿qué hace?! —La escandalosa voz de Fel, a mi oído, me produce un sobresalto. Ella no deja de carcajearse, mientras intento recuperar el ritmo normal de mis latidos—. Perdón, Flo, te vi tan concentrado y provocativo.

Había pasado el día frente al computador, ni siquiera fui consciente de su llegada hasta ese instante. A pesar del susto, logré cerrar la puerta de enlace, veloz, justo a tiempo para centrarme en observarla con mala cara. Ni así es capaz de controlar su ataque de risa.

No obstante, después de un rato, sonrío porque adoro verla así: risueña, feliz y luciendo como ella misma, con su hermosa cabellera suelta y lindo maquillaje que debió tomarle su tiempo, aunque acaba de llegar. Eso me dice que así tal cual se ha visto desde que aterrizó o quizás antes. Me emociona cómo Fel se permite ser ella misma cada vez más y sin miedo. Tomo su mano para traerla hasta mis piernas y una vez allí, la envuelvo en un fuerte abrazo que se siente demasiado caliente, cuando nuestras bocas se juntan.

—Te extrañé, galán —susurra contra mis labios.

—Yo a ti más, preciosa.

—Bueno, al menos, ya no me ves cinco veces al año —replica, risueña.

—Creo que perdería la cabeza. —Volvemos a besarnos.

Ha transcurrido medio año desde la boda de Horty. Me gustaría decir que los líos familiares aminoraron y que mi hermana tenía razón con que el tiempo serviría, pero no. Papá ya no me dirige la palabra e incluso, ha rechazado el apoyo de Fel para levantar la florería. Escogió cerrar temporalmente. Mamá viene de visita a veces, siempre llora por toda la situación; sin embargo, en ocasiones, ha coincidido con mi novia en casa, pero se nota su incomodidad.

Irónicamente, hemos contado con el apoyo de una persona inesperada desde que supo sobre nuestra relación y probablemente eso influyó en la percepción de Fel sobre sí misma.

—¿Cómo está tu mamá? —le pregunto en voz baja, ella sonríe.

—Bien, te manda saludos, también un regalo que ya te daré luego y, pues, se quedó con Iván, así que deben estar de chisme en chisme.

Reímos juntos. La mujer abandonó al esposo, fue muy duro para ella enterarse de que el chico a quien crió como su hijo menor, había lastimado a su hija. Para mí, también resultó un golpe tremendo conocer eso. Lo peor del caso fue que el padrastro de Fel pretendía dejar de lado todo, prometiendo que su hijo no lo volvería a hacer, para que mi novia retirase la denuncia contra Alonso.

—Si tú retiras esa denuncia, olvídate que tienes madre, mija —le dijo doña Lupe a Fel. Ella se sorprendió y Alfredo se enfureció.

—¿Vieja? Hablamos del nené —habló Alfredo, suplicante—. No es justo que esté en el bote por este.

—¡Ya está bueno! —contestó doña Lupe, molesta, incluso golpeó la mesa de la cocina al levantarse, indignada. Hasta Fel se sorprendió por la actitud repentina de su madre—. "Este", como tú dices, tiene nombre. Se llama Felicia, es mi hija y por culpa tuya, vivió una desgracia a manos de tu "nené".

—Mamá...

—Perdóname por todo, hijita.

—Pero, vieja...

—A ti tampoco te quiero volver a ver, lárgate con tu nené.

—¿Me estás corriendo? —respondió Alfredo, haciéndose el ofendido— ¡Esta es mi casa y de aquí no me corre nadie! Pos esta.

—Quédatela —contestó Fel, sonriente—. Mi madre no merece ni necesita tus mediocridades.

Así terminaron viviendo juntas. Doña Lupe se sumó a la vida nómada de su hija y desde entonces son más unidas y felices que nunca. Resultó gracioso nuestro primer encuentro, Fel estuvo muy nerviosa toda una semana hasta mi llegada a Santa Mónica, porque temía la reacción de su madre al conocer a su pareja. Sin embargo, tras mucho vacilar, al momento de presentarme, la mujer pasó de mi novia y se plantó frente a mí con las manos en las caderas.

—Eres el novio, ¿verdad, mijo? —me dijo muy tranquila y asentí en silencio, con una sonrisa nerviosa. Doña Lupe se aferró a mi brazo para guiarme fuera del aeropuerto— Yo no sé pa' qué tanto formalismo de esta, como si no supiera que Florisvaldo ha sido su amor desde la universidad.

—¡Mamááá! —gritó Fel atrás de nosotros y fue inevitable reír.

—¿Qué, mija? No se haga, siempre era: "Florisvaldo esto" , "Florisvaldo lo otro" , "Florisvaldo aquello" o "esto le gustaría a Flo". Las vueltas que da la vida o cómo dicen por ahí: "tanto remar pa' morir en la orilla", aquí están, un chingo de años después, juntos, como las bolas del perro.

—¡Mamá, yaaaa!

Sin duda, aquella fue una visita para no olvidar y, doña Lupe, como buena mamá latina, se encargó de avergonzar a su hija con anécdotas bochornosas. El desgraciado de Iván, con su hambre de chisme, pedía más y bueno, las risas no faltaron. Volver a casa luego de ese fin de semana fue mucho más duro que cada una de nuestras despedidas anteriores, porque me sentí en familia durante esos días, amé presenciar lo bien que iban las cosas entre Fel y su madre.

—Bebu, no hablemos de madres, deberías venirte a vivir conmigo a Santa Mónica.

—Ya, Fel. —Le pellizco una costilla, ella ríe—. Deja de imitar a Cordelia, gracias.

Aunque mi novia y yo no nos vemos a diario, Fel trata de venir cada dos semanas; otras veces, soy yo quien la alcanza en su hogar actual. Sigue sin encantarme volar, pero al menos, la promesa de reencontrarnos me motiva a abordar ese avión y mantener la calma hasta el aterrizaje. Sin embargo, irme a vivir a Santa Mónica tampoco es opción para mí.

—No, ya, en serio. ¿De verdad sigues encerrado aquí por tus fans?

—Sí. Nena, la capital es enorme y hay más gente que maneja redes y las últimas veces ha sido horrible, solo llegar al auto rentado de Iván.

—Flo, es que eres genial, mamá te adora, lo mismo que tus fans y en la VidCon lo hiciste estupendo.

Quitarme la máscara ha tenido sus pros y contras, sin duda, el mayor pro fue encontrarla, pero también he ganado un poco de terreno en el campo de seguridad y autoconfianza. No todo es miel y rosas. Algunas personas se creen con el derecho de violentar mi privacidad, bajo la excusa de "eres una figura pública". Sentí mucho miedo al asistir a la VidCon, un evento en Santa Mónica con ponencias de distintos creadores de video e influencers, yo incluido. Mentiría si digo que no disfruté ese encuentro con mis fans, a pesar del miedo, pero Fel estuvo apoyándome. Lo malo fue después, nos persiguieron horrible, Iván sacó sus habilidades adquiridas con el Need for Speed hasta perderlos y llevarnos a salvo al hotel.

—Paso, prefiero jugar a lo seguro, nena, pero la siguiente visita la haré yo, lo prometo.

—Está bien, lo tomo, pero me ofende muchísimo.

Volvemos a reír entre besos. Ella saca su celular y comienza a mostrarme el avance del proyecto. Se trata de un gran parque, repleto de fuentes de agua diversas, algunas serán interactivas para que los visitantes puedan jugar y divertirse entre caminos de agua. Sin duda, será un lugar hermoso y mágico que recorrerá varios kilómetros de bahía. En esta oportunidad, comparte créditos con una gran constructora local, que tiene buena fama a nivel nacional.

—¿Sabes qué es lo más loco? —pregunta de repente, risueña. La observo, expectante— Jamás imaginé que volvería a trabajar con Murano y mucho menos como asociados de un proyecto así. Una lástima que no pueda decirle al señor Lionel: "¿Se acuerda de mí? La confianza que me dio fue una motivación constante en mi vida".

—Eso es lindo, ¿por qué no hacerlo?

—¿Estás loco? —responde entre risas que no secundo, solo la contemplo, extrañado. Ella suspira—. Flo, él conoció a Felipe, el obrero que soñaba ser arquitecto, mientras intentaba criar a su hermanito, Alí.

La nostalgia se nota en su mirada, es evidente cuánto le sigue doliendo ese niño. En su ausencia, he trabajado de forma incesante con la esperanza de darle alguna buena noticia. Sí, nos quedamos sin ese policía que era la pista central, pero ese operativo que los separó debió quedar asentado en algún sitio y seguiré buscando, incansable, hasta hallar algo.

—Flo, ¿qué ocultas? —Sus palabras y tono me traen de regreso. Niego en silencio—. Estás raro, te conozco.

—No es nada, nena. Me conmueve la tristeza de tu mirada, cuando hablas de Alí.

—¿De verdad? Supongo que voy a superarlo algún día, espero. —Fel sonríe y de un salto, se pone en pie. Camina hacia su equipaje de mano y saca algo—. Oye, quiero mostrarte una cosita con la que Ed me ayudó.

Ladeo la cabeza, confundido, mientras ella camina despacio hacia mí. Luce un poco incómoda, como una niña que ha cometido alguna travesura de la cual se arrepiente. Inhala bastante aire y luego lo bota en un larguísimo suspiro.

—¿De qué se trata, preciosa? ¿Está todo bien?

Fel baja la mirada y mueve los labios de un lado a otro, parece debatirse entre contarme o no. Creo que empiezo a preocuparme. Intento tomar su mano, pero enseguida sonríe y extiende su brazo derecho para mostrarme una tarjeta. Por un segundo me cuesta procesar lo que veo, pero al hacerlo, sonrío, ahora comprendo por qué llegó luciendo como ella misma.

—Nena, ¿eso es real? —pregunto, impresionado, y enseguida tomo la identificación de su mano.

—Chécalo tú mismo, galán. Ahora sí, soy Felicia Torres legalmente, Flo.

—¡Dios! Esto es una decisión enorme e importante, Fel. Me siento muy feliz por ti, preciosa.

Felicia se reclina sobre mí y junta nuestros labios otra vez.

—Oye, no me contaste que darías este paso, me habría gustado apoyarte.

—Quería sorprenderte, igual que tú a mí. Gracias por sacarte la máscara —susurra, yo sonrío y acaricio su mejilla, ella me devuelve el gesto antes de erguirse—. Y para celebrarlo, ¡te traje un obsequio!

Un escalofrío recorre mi nuca al ver su sonrisa traviesas. Me muestra el brazo izquierdo que ocultaba tras ella. Sostiene una bolsa de cartón. Ni siquiera me atrevo a tomar eso y niego en silencio, despacio.

—No seas gallina, Flo, toma. Se trata de nuestra colección que te encargaste de dañar, ¡eh!

—Ya te dije que lo siento, yo repondré lo que arruiné.

—Eso que importa, ¡toma!

Felicia coloca el paquete en mis piernas. Por instinto, levanto las manos como si la policía hubiese dado la orden.

—¡Florisvaldo Topacio Florez Reynosa, agarra ese paquete ahora mismo!

—¿Era necesario mi nombre completo? Fel, una puñalada dolía menos.

Mi novia no para de reír. Sin embargo, decide abrir el regalo por mí para demostrarme que no se trata de alguna broma, luego pide mirar adentro. Lo hago, cauteloso, sin tocarlo. Sonrío, emocionado, el miedo se desvanece y con cuidado, introduzco mis manos para sacar el regalo.

—¡La furgoneta de Abril O'Neill! Fel, no debiste, yo iba a reponer...

En cuanto extraigo el vehículo, algo explota adentro del empaque y acabo con la cabeza cubierta por harina. Todo ocurre en cuestión de segundos, pero mi linda novia corre, muerta de risa, hasta encerrarse en el baño.

—¡Te mataré, Fel, abre esa puerta!

—¡Me estoy duchando, vuelva al rato!

Voy a la cómoda y reviso el primer cajón, tomo la llave del baño e ingreso, de golpe. Felicia grita por ayuda al verme entrar a la ducha con todo y ropa. La acorralo contra la loseta y me sacudo como un perro, encima de ella, para mancharla.

—¡No, Flo, deja!

—¡Ahora te aguantas!

Nos convertimos en un amasijo raro por acción del vapor, la harina y el agua, pero tras las risas e insultos mutuos, nuestras bocas se juntan y rápidamente acabamos desnudos. Ya habrá tiempo para acomodar el desastre después. Ahora mismo, solo importan los besos, caricias, el calor de nuestros cuerpos entremezclados.

Acaricio sus pechos mientras beso su cuello, ella lame mis pectorales. Mi mano baja a su entrepierna, la de Fel se apropia de la mía. El calor es sofocante, pero invita a seguir adelante. Mis dedos se dirigen a su hendidura y con cuidado comienzo a preparar el camino en medio de sus diminutas quejas y gemidos.

—Perdón por la bromita —susurra.

—Olvídalo —contesto igual.

—Realmente, te he echado de menos, Flo —confiesa contra mis labios, entre jadeos.

—Vagabunda, ¿solo por esto? —replico con ironía, ella ríe.

—Tonto...

La elevo por encima de mis caderas y con sumo cuidado, comienzo a abrirme espacio dentro de su ser. La presión y calor de su cuerpo me roba un gemido, conforme nos fundimos. El movimiento oscilante es lento al principio, pero despacio, comienza a ganar velocidad y fuerza. Aprieto sus glúteos y mis oídos se deleitan con cada sonido que brota entre sus labios.

—Flo...

Me aferro más a ella para guiarnos bajo el chorro. El agua se desliza sobre nuestras pieles como una caricia. Aferrado a su cuerpo, intensifico las embestidas. La voz de Fel suena melodiosa entre jadeos. Sin duda, yo también la he extrañado.

No es sencilla una relación a distancia, pero hacemos lo posible por mantenerla a flote, disfrutamos cada momento que pasamos juntos, como este, hasta que nuestros cuerpos deciden estallar en conjunto. Me toca recostarla a la pared para apoyarnos y no terminar tendidos en el suelo, dado el temblor de mis rodillas.

—Y a mí me llamas vagabunda... —La voz de Fel suena entrecortada después del clímax, aunque me cuesta regular mi respiración, una risita se me escapa.

—Yo también te eché de menos —contesto contra sus labios.

Nos toca permanecer un momento, sentados en el suelo de la ducha, recuperando el aliento. Al lograrlo, ella me ayuda a levantar y juntos disfrutamos de un cálido baño, abrazados, enjabonándonos mutuamente y disfrutando de esta intimidad que no podemos compartir a diario.

La nube de vapor se disipa a nuestro alrededor, cuando regresamos a la recámara, envueltos en una gran toalla, juntos. Parecemos pingüinos por la forma en que nos toca caminar y las risas no cesan.

—¡DarkSoul!

Una voz desconocida nos produce un sobresalto y es así que soy consciente de que no estamos solos en mi habitación. De pie en la entrada se encuentra un sujeto con pinta de matón y traje negro; otro que parece salido del mismo molde se halla al lado de la ventana, pero no fueron ellos quienes hablaron. Sentado en el borde de mi cama está un tipo o tipa, la verdad, no me queda claro, es una persona delgada, hermosa, con una coleta rubia alta. Mantiene sus piernas cruzadas como una chica sexi con botas negras a la rodilla.

—¿Qué-qué es esto? —pregunto, nervioso.

—¿Quiénes son ustedes? —añade Fel.

La persona rubia se lleva una mano al pecho y realiza un gesto dramático de dolor.

—¡Ay, mejor un balazo, linda! —responde con una voz chillona e irónica—. En fin, soy Cornelio Evans, estoy interesado en saber cuál es el interés de un streamer como tú en las bases de dato policiales.

Abro los ojos, impresionado, y trago saliva con dificultad.

—¿Cornelio Evans? —pregunta Fel, el rubio asiente, complacido— ¿El magnate del arte?

—Entonces, mi reputación sí me precede —responde el tipo ese, con una sonrisa de orgullo y se limpia una lágrima imaginaria.

—Así que no es de la policía, ni mucho menos tiene una orden de aprensión o allanamiento en contra de mi novio, ¿cierto?

Una sonrisa nerviosa se me escapa, tras oír a Fel, tiene razón. El rubio también sonríe.

—Linda, cuánta elocuencia detrás de una toalla.

Ambos nos aferramos a la toalla como un intento de escudarnos más, porque sí, fue tal la impresión que olvidamos nuestra condición. La reacción le provoca una risita al tipejo, quien se pone de pie para palmear mi pecho.

—Les dejo adecentarse, pero eso sí, les veo en la sala. Necesito hablar contigo DarkSoul.

Y dicho eso, abandona mi recámara en compañía del tipo que custodiaba la puerta. El de la ventana conserva su posición, pero se gira para "brindarnos privacidad".

—¿De qué bases de datos hablan, Flo? —susurra mi novia mientras se viste a toda prisa, igual que yo. Guardo silencio— Florisvaldo, ¿qué hiciste?

—Nada.

—¿Nada? ¿Y esto es qué? ¿Un malentendido? ¡Habla de una puta vez!

Me acerco a ella, en cuanto estoy listo, y beso su frente.

—No entiendo qué tiene que ver ese fulano magnate con las bases de datos de la policía de Santa Mónica, pero Fel, solo buscaba alguna pista para ayudarte con Alí.

—¡¿Qué?! —responde, alarmada— ¿Cometiste un cibercrimen por mí? ¿Estás loco?

Estoy a punto de contestarle a Fel, cuando un par de golpes suenan en la puerta.

—No quiero interrumpir su productiva charla, pero aquí afuera, no me hago más joven.

Abandonamos la recámara, tomados de mano, a pesar de su actual molestia conmigo. El tal Cornelio, no solo estaba sentado a sus anchas en el sofá, sino que, encima, tuvo el atrevimiento de servirse un té. A su lado, se encuentra otro tipo más alto, moreno e inexpresivo, que no aparta la mirada de nosotros.

—Espero que no te moleste, pero necesitaba un té y ¡bingo! Había en tu cocina. —Prueba un sorbo y cierra los ojos por un instante, complacido—. ¡Está delicioso!

—¿Me puede explicar de qué va todo esto? —exijo, el tipo sonríe.

—¿Si sabe que está cometiendo secuestro e invadiendo propiedad privada? —le dice Fel con altanería, pero la respuesta del tipo es la misma, luego toma otro sorbo del té.

—¿Secuestro? —indaga el rubio, extrañado y se gira hacia el hombre que reposa a su lado— Cacius, ¿te parece que estoy privando de su libertad a alguien?

—No, señor.

—Exacto. DarkSoul, perdón por invadir tu espacio de forma tan repentina, supuse que no tendrías problema, ya que tú hiciste lo mismo con las bases de datos de la policía.

—¿Está aquí para arrestarme?

—Claro que no, Flo, no es policía. Solo un millonetas con mucho tiempo libre, al parecer.

El tipo se carcajea después de escuchar la altanera respuesta de Fel. Lleva el té otra vez a su boca hasta terminarlo, luego le entrega la taza al sujeto a su lado, quien le limpia el rostro delicadamente con una servilleta. Estoy nervioso, todo esto es rarísimo. Mi novia tiene razón, solo la policía podría hacerme cargos.

—Escuche —me apresuro a decir y el tipo me contempla en silencio—, no sustraje ninguna información o dañé alguna cosa. Quisiera saber de una vez por todas qué hace en mi sala.

—Es cierto lo que dices, pero necesito comprender, por qué un streamer exitoso como tú se jugaría su libertad, hackeando sistemas policiales, con tal de revisar viejos casos manejados por Ronald Reynolds.

—Es una investigación privada...

—No tanto, si dejaste huellas digitales —replica enseguida, con una sonrisa irónica—. Mi compañero, el capitán Reynolds, piensa que no eres más que un novato. ¿Qué opinas de eso?

—Que debe tener razón, por algo está en mi sofá, tragándose mi té...

—¿Dijo, capitán Reynolds? —Es Fel quien interviene con tono esperanzado y volteo a verla en silencio. Su pecho se infla y desinfla. Sé que empieza a ilusionarse, por eso, tomo su mano. Ella me devuelve una sonrisa débil—. ¿Cómo el detective?

—Sí, justo igual, es su padre. Escucha, Dark, puedo llamarte así, ¿cierto?

No digo nada, me encojo de hombros para restar importancia. Él continúa.

—El asunto es que, yo, no estoy muy de acuerdo con esa afirmación. Quiero decir, escarbaste bastante hondo y para llegar allí, necesitaste de conocimiento, recursos y tiempo, aunado a tu motivación, por supuesto.

—¿Y eso qué? De nada sirve si me atrapan y a juzgar por su presencia aquí, es obvio lo que pasó.

—Ay, Dark, Dark, Dark. ¿Te cuento mi teoría? Una distracción arruinó tu meticuloso trabajo. Al ver cómo te encontré y con tan linda compañía, puedo comprender el motivo.

Me arde la cara, gracias a su tono. Fel, también luce un poco incómoda.

—No vine a arrestarte ni a hacer de cazarrecompensas, entregándote a las autoridades competentes.

Abro los ojos, impresionado. Él sonríe.

—Estoy seguro de que escarbaste lo suficiente como para saber por qué amerito casi que mi propio ejército y equipos especiales. Por eso estoy aquí. Ambos podríamos apoyarnos en nuestras respectivas investigaciones, ¿qué dices?

—¿Qué? ¡¿Está loco?! — respondo alterado, es que, ¿cómo se le ocurre?

—¿Por qué? —replica, extrañado— Escucha, tengo a mi disposición un grupo de detectives especiales que bien podrían ayudarte en tu investigación. A cambio, podría emplear tus conocimientos informáticos. —Se encoge de hombros y realiza un gesto de obviedad—. Un buen hacker no le vendría mal a mi equipo. Esa es mi propuesta, ¿qué dices?

Estoy a punto de negarme porque me parece una locura. Sin embargo, Fel jala mis manos y se para frente a mí, dándole la espalda a Cornelio. Tiene un gesto esperanzado en el rostro, sus ojos brillan y mi corazón se arruga ante su imagen.

—Podrían ayudar con Alí, Flo.

—Nena pero yo...

—Hackeaste a la policía nacional por mí, creo que podrás con esto. —Fel junta sus manos en un gesto suplicante—. Por favor.

Envuelvo a mi novia en un fuerte abrazo y beso su frente reiteradas veces, como un intento por calmarla. Ya que ha empezado a sollozar. No sé a dónde nos lleve esto, solo espero que por buen camino.

—¿Dónde firmo?



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Hola, mis dulces corazones multicolor, 💛💚💙💜💖 ¡Feliz año nuevo! Espero que hayan pasado una celebración chula y bien pedos. 🤣 Ahora sí, «¡Qué no me llamo Osvaldo!» cierra aquí y quiero agradecerles por todo su apoyo. Gracias por subir a bordo de este viaje. Los loviu so mucho y nos leemos luego. 💖

P.D.: pa saber qué pedo con Cornelio Evans, pásense por «Caza Implacable».

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