Capítulo 4 El sitio secreto

Un nuevo ciclo comenzaba la primavera había llegado de nueva cuenta al Valle Moomin. Los habitantes de este sitio ya hacían aún dormidos; las flores empezaban a despertar de su largo letargo incluso podías divisar a los animales salir de sus madrigueras para empezar a realizar sus actividades.

La primera persona en despertar en la casa Moomin fue nada más y nada menos que Mamá Moomin. Ella toco la puerta de su hijo diciéndole que ya era hora de despertar. A lo que un quejido vino dentro de la habitación.

– Salgo en un segundo mamá.— Dicto el joven cepillando su largo cabello pues le llegaba por debajo de la cintura, lo trenzo para después tratar de atarlo con un listón y hacerse un *bollo dejando a la vista unos mechones en los laterales de su rostro.

Se arregló su camisa y bajo las escaleras llegando hasta donde estaba su madre. Eran tan solo las 6am y ellos ya hacían despiertos, su madre al verle le sonrió.

– Buenos días hijo.— Le besó su mejilla.—¿Qué tal dormiste?

– Buenos días... Bien bueno tuve un poco de dificultades para dormir pero estoy bien... ¿Y tú qué tal dormiste?— Respondió el joven.

La charla no se hizo esperar entre madre e hijo. Pues eran muy cercanos; él disfrutaba tener cerca a su madre y viceversa.

–Hoy regresa Snufkin... ¿Verdad?— Dijo su madre tomando un pequeño sorbo de té de jazmín.

El albino por un momento casi se atraganta con el líquido que hace unos momentos estaba en su boca.

– No lo sé...— Su tono de voz era extraño pues era normal que siempre hablara con tanta alegría tratándose del castaño. Pero aún recordaba lo que había pasado cuando le beso, cuando se apartó de él, cuando dejó de verle y claro como olvidar cuando este no se despidió de él en finales de Noviembre.

– Hijo ¿Pasa algo?, te vez muy angustiado ¿Acaso algo paso entre ustedes?— Preguntó su atenta madre.

Ella lo veía con esos ojos verdosos que reflejaban una mezcla de ternura y comprensión. Casi como si de tan solo mirarle le dijera «Sabes que siempre tendrás mi apoyo cielo».

– ...— Suspiró pesadamente, no tenía más remedio que hablar de ello, era más seguro hablar con ella que con su papá.— Yo... Creo que hice algo que molesto a Snufkin.— Vaya era más difícil de lo que pensaba.— y no creo que quiera verme.

– Bueno si ese es el caso... Snufkin nunca se molestaría contigo él te quiere mucho, lo mejor que pueden hacer es disculparse y hablar del tema para que lo resuelvan juntos.

– Gracias mamá.— Sonrió mientras sostenía entre sus manos la tacita de té que aún  estaba caliente.

El día pasaba con calma, su madre y él ya hacían labrando la tierra para poder cultivar los vegetales que usualmente usaban para su alimentación. My los ayudaba aunque se la pasaba más jugueteando que nada.

La hora de la merienda estaba por aproximarse, Moomin estaba preocupado por Snufkin no se había manifestado en todo el día ¿Y si algo le había pasado?... ¡Debía ir a encontrarlo!

– Perdón, ¿Dijiste algo, cielo?— Preguntó su madre quien ya hacía horneando unas ricas galletas de chispas de chocolate.

– Nada... perdón... Estoy preocupado es todo.— Suspiro con pesadez el joven.

Aún no podía creer en cómo él había arruinado la amistad que tenía con Snufkin...

Solo pedía verle una vez más, eso era lo que él quería en ese mismo momento; quería verlo una vez más aún así aunque Snufkin le pidiera que lo dejara en paz.

Cerró sus ojos con desesperación, estaba luchando contra él mismo de no soltar sus amargas lágrimas.

Como si de una broma por parte del destino se tratase o claro como si sus plegarias hubieran sido escuchadas.

Se escuchaba una melodía, claro era el instrumento favorito de Snufkin. Su característica armónica.

Moomin se levantó con prisa de donde ya hacía sentado, a tropezones se acercó a la puerta recibiendo una enorme carcajada de Pequeñita, una cara de confusión de su padre y un semblantes sereno de su madre.

Salió casi corriendo de la casa, aún con uno que otro resbalón ocasionado por lo largo de los pantalones que llevaba puestos.

Y allí estaba él tocando su instrumento favorito, Moomin pudo sentir como su corazón latía con fuerza y como sus mejillas comenzaban a arder y eso era el solo verle, el castaño estaba frente a él sentado sobre el barandal del puente que daba a su casa.

– Moomin.— Escuchó como la voz ajena le llamó por su nombre.

– Snufkin... Bienvenido a casa...— Dijo el albino, no sabía si abrazarlo o solo mantenerse al margen después de todo aún no habían hablado de lo que había pasado hace tiempo atrás.

Snufkin había guardado su armónica en la bolsa de su saco, bajo con cuidado bajo del barandal y se acercó a Moomin quien parecía más intimidado que nada.

– Escucha Snufkin...— Tomó aire y prosiguió a continuar hablando.— Perdón... no quise incomodarte aquel día... Entiendo que te hayas sentido incómodo y comprendo si no quisiste verme el día que te fuiste del Valle pero ¿Era necesario que te fueras sin despedirte?, ¿Sin decirme nada?— Estaba tratando de contener sus lágrimas.— Si no quieres volverme a ver solo dímelo... No te vayas así sin más no sabes lo preocupado que estaba por ti.

– Espera, espera, espera...— Estaba calmado, algo muy típico de él siempre conservaba la calma ante las situaciones más desesperantes.— Moomin no estoy molesto... de hecho nunca estaría molesto tratándose de ti...— Colocó su mano sobre la oreja de Moomin mientras la acariciaba pues aún conservaba sus afelpadas orejas.— Perdóname por irme sin decir nada... Se que no es excusa pero entre en pánico no sabía cómo reaccionar, tenía tanto tiempo queriendo saber el sabor de tus labios y bueno... no me arrepiento. Me gustas mucho Moomin.

– Pero que cosas dices...— Estaba muy apenado el joven albino empezaba a juguetear con su rabo.— Entonces ¿Por qué te fuiste sin decirme nada?

– Eso... no es que me haya querido ir sin decir nada, estuve buscando un sitio que había visto hace mucho tiempo atrás cuando aún era un niño. Y me dediqué a buscarlo.— Tomó de las manos al joven albino sintiendo el como se tensaba un poco.— Y vaya que me tomó mucho tiempo encontrarle pero lo hice, por eso quiero que vayamos cuando tú lo desees.

– Tendré que pensarlo.— Soltó un suspiro y aparto sus manos con cuidado de las cálidas manos de Snufkin.

– Entiendo, haré todo lo que tenga al alcance de mis manos para que me perdones, se que hice mal y lo siento... Y lo digo enserio me gustas.

Después de eso los días pasaron, para Moomin era algo extraño no lo detestaba al contrario le agradaba que Snufkin fuera más comprensivo con él. Aveces hablaban de cosas tan triviales que podían perder la noción del tiempo y otras veces eran interrumpidos por Snorkmaiden.

Tal parecía que ella odiara el verlos tan juntos más de lo normal para su gusto, hasta llegar a juguetear con el cabello del albino.

– Snorkmaiden ya deja mi cabello me lastimas.— Protestaba el poseedor de ojos azules.

– No, me encanta tu cabello tanto que podría cortarlo y guardarlo.— Suspiraba la joven.

Llego un punto en el que Moomin no soportaba más eso hasta llego en encontrar las palabras adecuadas para hacer entender a Snorkmaiden que no era necesario que estuviera todo el tiempo cerca de ellos pero después recordaba las palabras de su padre y lo dejaba como estaba.

Un día cuando despertaba de su cama sintió las cálidas manos de alguien colarse por sus brazos para abrazarle cosa que lo hizo sobresaltarse al darse cuenta de quien ya hacía colada bajo su edredón; era la rubio con tobillera. Moomin salió rápidamente de su habitación según él había cerrado con seguro la puerta de su alcoba y la ventana entonces... ¡¿Cómo había entrado?!

Salió de su casa con prisa quería descansar de lo que había pasado recientemente en la mañana, pues era el primero en despertar en su casa aún era muy temprano el sol no salía del todo... Cuando iba pasando cerca del puente pudo divisar a la lejanía el campamento de Snufkin. «Tal vez aún siga dormido»

No quería molestarlo, tal vez y lo mejor era ir a los campos de flores donde antes acostumbraba a juguetear con sus amigos.

Ya estaba por dar un paso más hasta que miro como Snufkin salía de su casita de acampar.

– Perdón por despertarte.— Se disculpó de inmediato el joven.

– No te preocupes ya tenía rato despierto.— Dijo tratando de retener un bostezo.— Es muy temprano verte por aquí ¿No puedes dormir?

– Tuve una pesadilla y ya no pude consolidar el sueño.— Jugueteó por un momento con su cabello suelto.

– Puedes dormir aquí en la casita de acampar yo iba de salida a conseguir algo de agua.— Sonrió el joven castaño.

– ¿Qué?, No es necesario de hecho te iba a decir que si íbamos al sitio que me dijiste hace un mes.

– Claro, solo dame un momento para rellenar mi cantimplora.

El camino era en dirección al bosque siguiendo un sendero a dirección a río arriba. Casi antes de llegar a lo profundo del bosque. Antes de avanzar más Snufkin detuvo a Moomin haciéndole una seña de que se diera la vuelta.

– Solo tomará un momento lo prometo.— Dijo el joven Mumrik colocando su bufanda sobre los ojos del albino.

– Pero ¿Es necesario esto?— Dijo llevando sus manos a la prenda que cubría sus ojos.

– Es para causar más impacto a la sorpresa.— Llevo una de sus manos al rostro de Moomin para después agitarla para estar seguro de que no mirará nada.— ¿Vez algo?

– No nada te lo juro.

Snufkin estaba frente a él colocó sus manos sobre las mejillas ajenas y las acarició por un momento. El nerviosismo de su acompañante no se hizo esperar era algo que no se esperaba por parte de Snufkin.

– ¿Listo?, Dame tu mano yo te guiaré.

Moomin sin pensarlo mucho le dio su mano a Snufkin haciendo que sus dedos se entrelazaran al instante.

No sabía cuanto más habían recorrido o siquiera el tiempo que había pasado. Pero Snufkin era un buen guía.

–Ten cuidado aquí hay una rama que sobre sale del suelo y está algo alto.—Dijo el mumrik colocando ambas manos de Moomin sobre sus hombros para después impulsarlo hacia arriba haciendo un mínimo esfuerzo en cargarlo para después ayudarle a bajar.

–Gracias...— Dijo el joven de ojos azules.

– Ya llegamos.— Le susurró al oído.— Dame un momento.— Se colocó tras el albino.— Deja te quito la bufanda de tu vista, a la cuenta de tres.— Hizo su cuenta regresiva y desató con delicadeza y calma.

Moomin pestañeó sus ojos para tratar de acostumbrarlos a la luz que había del sol, cuando por fin lo había logrado se llevó ambas manos a su boca estaba muy sorprendido por la vista que tenía frente a él.

Era en lo que parecía ser algo profundo del bosque casi llegando a las faldas de la montaña, estaba conformado por un bello campo de flores de diferentes tipos y colores desde tonos pastel a más intensos, también podías mirar como se formaba un arrollo al rededor de donde estaban ubicadas las flores.

– Wow es hermoso Snufkin.— Lo miro aún incrédulo por tan maravillosa vista que tenía frente a él.

– ¿Te gusta?— Pregunto el joven mirando cada una de las acciones de su acompañante.

Se podría decir que la alegría que emanaba era similar a la de un niño a la espera de su cumpleaños.

Moomin posó su vista sobre su acompañante quien lo miraba con ternura, esto hizo que Moomin se sonrojara a más no poder, era la primera vez que podía ser sincero con lo que sentía en esos momentos.

– Me encanta...— Pronunció casi en un suspiro el albino.

Snufkin tomó la mano de su amigo y habló.

– Este sitio lo encontré por pura casualidad cuando aún era muy pequeño y ahora que e vuelto a encontrarlo quiero que sea tu sitio especial donde puedas ser tú mismo, donde no tengas que sentirte agobiado por nada y nadie.

– ¿Mi sitio?... No necesito un sitio especial... Si tú persistes a mi lado con eso tengo suficiente, pero este podría ser nuestro sitio secreto Snufkin.— Sonrió.

Un nítido sonrojo se posó sobre las mejillas del joven de ropajes verdes. Sin pensarlo mucho pues aun tenía entre su mano la mano de su acompañante la acercó con delicadeza a sus labios y la besó.

– Me encantaría, realmente me encantaría eso.

Caminaron adentrándose más al lugar sintiendo la calidez del sol y la perfecta sombra de los árboles en especial de uno que estaba cerca del arrullo. Bajo este había muchos tréboles, Moomin agarro algunos para hacer una tiara de tréboles y Snufkin estaba reposando bajo el árbol.

Moomin entrelazaba con tanta delicadeza los pequeños tallos de los tréboles y para lo que sería el frente de la tiara el dueño de cabello blanco colocó un trébol de cuatro hojas, había terminado se acercó a su amigo quien cubría su rostro con su característico sombrero. Moomin había removido el sombrero del castaño percatándose de lo profundamente "dormido" que estaba.

Estaba por volver a colocarle su sombrero hasta que sintió como agarraba su muñeca.

– Perdón te desperté.

– No ya tenía un rato despierto.— Dijo mientras lo jalaba hacia él para poder abrazarle.

– Oye...— Dijo entre risas.— Vas a aplastar tu sombrero.

– Hazlo aún lado por favor Moomin.

Aparto el sombrero y ambos se estaban abrazando.

Se sentían tan relajados, tan calmados con la cercanía del otro, no era del todo algo nuevo pues en diferentes ocasiones se habían abrazado pero ese momento era único Moomin no pudo evitar recargar su cabeza sobre el pecho de su acompañante.

– Quisiera quedarme un rato más tan cerca de ti...

– Entonces quedémonos un rato más si tus padres preguntan yo me haré responsable en caso de que te reprendan.

No saben cuanto tiempo habían estado así hasta que ambos habían acordado irse tal vez volverían en otra ocasión.

Moomin se había levantado primero y le extendió la mano a Snufkin para ayudarle. Su amigo tomó la mano ajena para levantarse de donde estaba. Extrañamente su vista divagó por el campo de flores que había en el centro de donde estaban, camino hasta allí encontrando una flor algo parecida a un Lirio con sus pétalos de color blanco y otros de color marrón sin dar la apariencia de que se estuviera marchitando, estaban combinados los colores algo extraño para ese tipo de flor.

Lo medito por un momento y decidió que sería un buen obsequio para Moomin. Desde que acercó su mano a la singular flor le parecío mirar claramente como antes de que su mano tocara el tallo se desprendió y calló sobre la palma de su mano.

Tal vez y había sido algún producto de su imaginación. Aunque no lo parecía estaba muy seguro de lo que acababa de mirar. Miro como en su mano estaba posada la flor.

– Snufkin, ¿Estás bien?— Moomin lo agarro del brazo para hacer que reaccionara.

– Sí lo estoy.— Dijo Snufkin con calma.— Ten para ti.— Se acercó a Moomin para dejarle un pequeño beso en la frente y colocar en su mano la flor que había agarrado momentos atrás, quien diría que esa flor cambiaría tanto sus vidas en un futuro.

– Oh Snufkin... Gracias es hermosa.— Sonrió el joven ante el gesto de su acompañante.

Era la primera vez que se sentía cómodo con ese tipo de muestras de afecto que no fueran de su madre o padre.

De un momento a otro noto como Snufkin cortaba la distancia que había entre ellos, sus labios se aproximaban a los suyos, inconscientemente cerró sus ojos esperando el momento en que sus labios se hicieran uno, el roce de labios no se hizo esperar y un tan anhelado beso los unía.

<<Continuará>>

Holis tarde mucho en actualizar pero ya quedo, y me a gustado el resultado

Espero que les guste , nos leemos en otro capítulo

Ps: Donde está el * no supe cómo ponerle correctamente a ese peinado y es que aquí de donde soy le decimos chongo o molote.


Y otra cosita antes de que se me olvide ya estoy decidiendo cuantos capítulos tendrá esto así que aún va haber historia para un rato.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top