Capítulo 28

El primer ataque del dios fue una estocada directo al corazón, que Percy desvió con tal fuerza que hizo que Vacío dejara desprotegido su costado, lo que el chico aprovechó para hacerle un pequeño corte.

–Había olvidado que no tenía que subestimarte –dijo Vacío.

Su próximo ataque lo dirigió al cuello, obligando al chico a agacharse, lo que le permitió a Vacío hacer un profundo corte en su pierna que hizo cojear a Percy,

Percy contraatacó con una estocada al pecho que Vacío desvío con mayor energía de la necesaria, lo que le dio  el impulso suficiente al chico para girar y lanzar una patada directa a la cara. Vacío se desconcertó y Percy aprovechó para apuñalarlo en el estómago. Cuando el dios recobró la compostura alcanzó a hacerle al chico un feo corte en la cara, cerca del ojo.

Rápidamente Percy, que no podía darse el lujo de distraerse, clavó su espada en la pierna de Vacío logrando que cayera de rodillas y atacó la mano con al que sujetaba la espada, mandándola fuera del alcance de Vacío.

Cuando Vacío consiguió ponerse de pie, lanzó un golpe en dirección a la cabeza de Percy, quien lo esquivo saltando hacia un lado, pero Vacío lo hizo tropezar a mitad del salto y cayó contra el suelo.

Antes de que pudiera levantarse el dios se puso sobre él y comenzó a golpearlo en la cara, con las manos desnudas.

Percy intentaba salir de allí, pero la continuidad de los golpes le dificultaban pensar.

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Mientras tanto, los demás miembros de La Secta se separaron por el palacio en busca de su verdadero objetivo: La piedra.

Aunque Percy les había explicado que Vacío no podría notar su presencia por el palacio, pues no podía utilizar ninguno de sus poderes, ellos intentaban pasar desapercibidos.

Cada uno había pasado por cientos de pasillos, dado docenas de vueltas y entrado a decenas de puertas, sin tener ningún éxito en su búsqueda. Hasta que su búsqueda los llevo a los seis al mismo lugar: Frente a unas enormes puertas de metal negro con una complicada y extraña cerradura.

Erick se paró frente a la cerradura e intentó derretirla con sus llamas azules de nuevo, pero esta vez no funcionó.

–La puertas repelen mi magia –explicó sorprendido.

–¿Entonces cómo entramos? –preguntó Jazmín.

–Tendrá que ser a la antigua –dijo David, caminando hacia la cerradura junto con su hermano.

Juntos examinaron la cerradura por unos minutos.

–Tiene algo escrito –explicó Daniel –. Básicamente dice que para que podamos llevarnos el poder dentro debemos entregar otro a cambio.

–¿Debemos darle nuestro poder? –se sorprendió Maddi.

–Supongo que no podremos recuperarlo –dijo Chris.

Todos se miraron, preocupados por la única solución que veían.

–Debe de haber otra solución –dijo Jazmín.

–No –dijo David, serio –. Las palabras en la puerta son claras –los miro a todos serio –. Yo lo hare.

–Espera, David –lo detuvo Maddi –. No sabemos lo que te hará esa puerta.

–Supongo que solo me quitará un poder –dijo no tan seguro el chico –. Lo atacaré con los rayos y solo me quitara el poder de invocar y controlar rayos.

«No sería algo malo chicos, hace siglos que quiero deshacerme de él. Es lo poco que me queda como hijo de Zeus.

–¿Cómo estamos seguros de que no te quitara otros poderes? –pregunto Jazmín –. Como el poder sanador o hasta tu inmortalidad.

–No lo estamos –dijo David –. Pero es la única manera de abrir la puerta.

–Espera, debemos pensarlo un poco más –dijo Erick.

–No –dijo el chico seguro –. Percy está allá afuera luchando contra Vacío. No sabemos qué tan bien le esta yendo. Puede estar muriendo justo ahora. Debemos darnos prisa.

El chico dio unos pasos atrás de la puerta y sin esperar para escuchar más reclamos de sus compañeros invocó un rayo y lo lanzó contra la puerta.

Cuando el rayo golpeó la puerta esta se abrió, dando paso un pedestal con una pequeña piedra negra. 

David se golpeó contra el suelo, agotado, y los demás corrieron a ayudarlo.

–Haz un corte –fue lo primero que le dijo a su hermano.

–¿Qué? –le pregunto confundido.

–Para saber si aun puedo sanar –insistió, extendiendo su brazo –. Hazme un corte.

Daniel obedeció, tomó su brazo y le hizo un corte.

Por unos minutos preocupantes el corte continuó allí, sangrando, pero después comenzó a curarse y la piel regresó a su estado original, como si el corte nunca hubiera estado allí.

Todos lanzaron un suspiro de alivio.

–Será mejor que nos demos prisa –dijo el chico, poniéndose de pie.

Todos coincidieron, Erick tomó la piedra y todos corrieron de vuelta afuera.

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Cuando llegaron vieron que Vacío le daba puñetazos a un muy débil Percy.

En cuanto lo vio, Erick levantó la roca y grito, llamando la atención de Vacío:

–Creo que has perdido algo.

En cuanto Vacío noto la piedra dejo de golpear a Percy y corrió hacia ellos.

–¡Devuélvanla! –grito.

Curó sus heridas mientras corría y con un movimiento de su mano los hizo golpear contra la pared más cercana, pero Erick no soltó la roca.

Antes de que pudiera llegar con ellos, Percy lo atacó, subiéndose a su espalda con sus arma recuperada y las heridas curadas, aunque aún tenía bastante sangre en la cara por los golpes.

Vacío se detuvo y presto su atención al chico.

–Supongo que el trato se rompe –dijo el chico en su espalda, haciendo todo lo posible para mantenerse allí.

–¡Todo esto fue una trampa! –gritó molesto Vacío.

–Sí bueno, supongo que aprendí bien.

Vacío uso sus poderes para intentar bajar al chico de él, pero él usaba toda su fuerza para no caerse.

–Váyanse –dijo Percy, sin dejar de sujetarse Vacío –. Sigan el plan.

Sus compañeros se levantaron, tomaron sus armas y se dispusieron a pelear.

–No te vamos a dejar –dijo Jazmín.

El chico se separó por un instante para sacar un frasquito de su bolsillo y lanzárselo a Erick.

–Saben lo que deben hacer –les dijo el chico –. Estaré bien. Tienen que irse.

Los demás aun no estaban tan convencidos.

–¡Váyanse ahora! –insistió.

Los chicos se miraron y tuvieron una conversación silenciosa por unos segundos, hasta que decidieron que era la única forma.

–Los voy a extrañar, chicos –se despidió –. Despídanme de Annabeth, díganle que la voy a volver a encontrar. Ya nos han separado antes.

Soltó la espalda de Vacío y cayó de pie a unos cuantos metros del dios.

–Terminemos con esto, Vacío –le dijo, empuñando su espada y sin separar la vista de él.

–¡Te mataré! –le gritó muy molesto, mientras que detrás de él, La Secta desapareció.

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Volví...

Y esta vez será la ultima. Hoy se acaba esta historia mis amigos.

La canción fue la primera que encontré sobre una batalla.

Los quiero 🖤

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