Capitulo 12

El "Salvation" se dirigía rápido hacia el Golfo Mexicano a cumplir una misión. 

Solo debían encontrar un barco de tráfico de blancas que se dirigía de Estados Unidos a Perú, llevar a salvo a las chicas y mantener a uno de los secuestradores con vida, para tener información.

La misión no era difícil, eran nuevos, así que Caos intentaba no complicarles tanto.

Llegaron rápido, Percy se encargó de que el barco no se pudiera mover de donde estaba, subieron al barco, asesinaron, ahogaron y tiraron del barco a todos los hombres que encontraron, excepto a uno. 

Liberaron a las chicas asustadas y la subieron a su barco, las tranquilizaron, les explicaron que estaban a salvo y les dijeron que las regresarían con sus familias, les prepararon comida, las guiaron a la habitación donde dormirían y les enseñaron donde estaba el baño donde podrían bañarse.

Respecto al chico se llevaron, lo amarraron en cubierta y después le llevaron algo de comer. 

-- ¿Cómo te llamas? -- le preguntó Percy con voz firme y una mirada amenazante.

-- Adam -- les contesto. 

-- Bueno, Adam -- le dijo Annabeth con una voz firme pero calmada – necesitamos obtener toda la información que tengas sobre el cartel. Agradecería mucho si cooperas con nosotros.

-- No voy a decirles nada -- fue lo único que contestó. 

-- ¿Vas a complicar nuestro trabajo? – Le preguntó Percy agachándose para quedar a la altura del chico, pero el chico no contestó – Está bien, mientras más rápido lo consigamos será mejor.

Al terminar de hablar, se levantó, intercambio una mirada con su compañera, y tomó su anillo que al instante se convirtió en su espada, mientras la chica tomó su arete y se transformó en su daga. Adam pareció muy sorprendido al ver eso. 

Ambos habían hecho eso muchas veces. Conseguir información era la tarea favorita de Caos. Después de un par de cortes siempre hablaban, nunca fallaba.

-- Okey, haremos esto rápido, por cada pregunta que no contestes te faltará una parte del cuerpo ¿entendido? – le explicó Annabeth agachándose frente a él. 

Adam estaba muerto de miedo.

-- ¿Dónde están las demás chicas, Adam? – le preguntó Percy que aún seguía de pie.

-- No lo sé – les contestó el chico muy asustado y con voz temblorosa.

-- Adam... ¿De verdad crees que nos engañaras tan fácil? – Ahora fue el turno de Annabeth para hablar – Te daremos otra oportunidad ¿Dónde están las demás chicas?

-- No lo sé – les contestó aún más asustado.

-- Dame tu mano – Le exigió Annabeth calmada y cuando no la obedeció ella la tomó a la fuerza -- Está bien, Adam – le explicó – si no contestas, empezaran a faltar dedos en tu mano, ¿entiendes?

-- No... por favor – les suplicó Adam – No puedo decirlo...

-- ¿Por qué no? – le preguntó Percy.

-- Yo... -- Adam parecía no querer contestar.

-- ¡Contesta! – le exigió Annabeth presionando con el filo de su cuchillo en el dedo índice de la mano que había tomado, causando un feo corte y una expresión de dolor en Adam.

-- ¡Tienen a mi hermana! – Les gritó Adam con miedo y Annabeth separó el cuchillo al no comprender -- Si averiguan que los traicione le harán daño a mi hermana.

-- Adam, si nos dices donde están las personas que hacen esto, salvaremos a tu hermana y a ti no te haremos daño, no se enteraran que fuiste tú quien los traicionaste -- le dijo calmado Percy. 

Ambos se sentían mal por el chico, no era su culpa estar ahí, solo quería proteger a su hermana. 

-- No, no puedo, no pueden hacerle daño a mi hermana, no pueden -- dijo Adam ahora algo desesperado. 

-- ¿No has pensado en que le harán si tú no regresas? -- le preguntó Annabeth.

-- Ellos me prometieron que si me atrapaban o moría la dejarían ir. 

-- ¿De verdad puedes confiar en que ellos cumplirán su promesa? -- preguntó Percy.

-- Lo han cumplido hasta ahora. 

-- Entonces no hablaras ¿verdad? -- le pregunto Percy 

-- No, no puedo. Por favor... Déjenme ir...

-- No podemos, Adam. Nosotros también recibimos órdenes – le explicó Annabeth.

-- En ese caso, sigan con su trabajo, yo... lo entiendo – lo dijo mientras le daba la mano con el feo corte a Annabeth.

Annabeth intercambio una mirada con Percy 

-- ¡Esto no está bien! – dijo Annabeth soltando su mano. 

-- ¡Debe de haber otra manera! – dijo Percy.

-- ¡No podemos hacer esto! – aclaró la chica

-- ¡No lo pienso hacer, Caos! -- grito Percy dirigiéndose hacia el cielo. 

-- ¿Qué haces? -- le preguntó Annabeth. 

-- Se lo diré a Caos, puede intentar encontrar información de otro lugar, porque yo no quiero hacerle daño -- le contestó. 

-- Está bien, yo tampoco.

-- Gracias por comprender -- les dijo Adam sonriéndoles. 

De pronto, vieron una luz en la obscuridad de la noche y apareció Caos. 

-- Así que piensan desobedecer mi orden – les dijo. 

Estaba molesto, es más, ahora era idéntico a Vacío, tenía la misma mirada siniestra. 

-- No puedo hacerle daño al chico -- le dijo Percy. 

-- ¿Y tú, Annabeth? -- le preguntó. 

-- No, él no lo merece, solo intenta proteger a la única persona que le queda -- le contestó ella. 

--Okey, está bien -- les dijo. 

Caos chasqueo los dedos y aparecieron en una habitación obscura como la que tenían con Vacío. 

-- Aprenderán, que no deben desobedecer una orden directa -- les dijo y desapareció.

Ambos se desmayaron y al despertar estaba Vacío frente ellos, otra vez, pero esta vez estaban solos, no tenían la compañía del otro

Volvió a torturarlos, pero por alguna razón, dolía más que antes, mucho más que antes. 

Les pareció que pasaban meses. Solos, sin más compañía que Vacío y el dolor, comenzaban a perder la cordura.

Algunas veces escuchaban que Vacío decía que había matado al otro semidiós que estaba ahí, pero aún conservaban una ligsra esperanza de que fuera mentira.

Ninguno sabía cuánto tiempo resistiría así. 

No se preguntaban cómo llegaron ahí, solo lo creían, estaban ahí, era demasiado real como para no ser verdad. 

Una vez, cuando según ellos se fueron a dormir, despertaron en la habitación a la que los había llevado Caos.

-- ¡Annabeth! – gritó y el chico -- ¡Dioses, estas bien! – abrazando a la chica. 

Fue un alivio para ambos verse de nuevo. 

Cuando se separaron notaron que Caos estaba frente a ellos. 

-- Espero que hayan aprendido su lección, no desobedezcan una orden directa. 

-- ¿Cuánto tiempo ha pasado? -- le preguntó Annabeth temblando en los brazos de Percy. 

-- Cuatro horas -- le contestó. -- Pueden ir a su barco, y si vuelven a desobedecer, será peor, mucho peor.

Volvió a chasquear los dedos y aparecieron en su barco, lo extraño era que Maddi estaba ahí. 

-- Hola -- los saludó. 

-- Hola -- le contestaron sin ánimos y se sentaron en la cubierta, Percy rodeando a Annabeth por los hombros. 

-- Sabes que eres bienvenida en este barco, pero ¿qué haces aquí? -- le preguntó Percy. 

-- Vine por la información del chico -- le contestó -- Ya la tengo, no es necesario que la obtengan. 

Hubo un silencio algo incómodo y Maddi lo rompió. 

-- No deben contradecir a Caos, de todas formas, alguien más lo hará por ustedes, solo sufrirán por nada. 

-- Es triste, creo que salimos de una cárcel para entrar a otra -- le dijo Annabeth 

-- No, esto no es una cárcel, tal vez no sea un paraíso, pero nos concedió la inmortalidad y una buena vida, además, la mayoría de las cosas que hacemos son buenas. 

-- ¿Tú lo has desobedecido? -- le preguntó Percy. 

-- Claro que sí, todos lo hemos hecho, pero solo una vez, ninguno se ha atrevido a hacerlo una segunda. 

-- ¿No hay salida? -- le preguntó Annabeth. 

-- A diferencia de algunos grupos mortales, aquí no sales ni muerto. Somos inmortales.

-- A veces quisieras solo ser uno de esos mortales -- dijo Percy y luego suspiró. 

-- Yo también -- repitió Annabeth. 

-- Jazmín fue una mortal y estoy segura de que no la echa de menos -- les dijo Maddi.

-- ¿Quieres quedarte a comer? – le ofreció Percy después de un breve silencio. 

-- Seguro, nunca me negare a la comida.

Y sin más comentarios sobre lo ocurrido entraron al barco para comer algo. Después Maddi se fue y ellos se dirigieron al Océano Pacífico.

Y así, en misiones siguientes, hacían lo que Caos ordenaba. Sí, estaban ayudando, protegían a los mortales de ellos mismo, evitaban guerras, muertes, pero, aun así, algunas cosas les parecían injustas y crueles. Pero no importaba, eran órdenes de Caos.

Puede que hayan vivido la mayoría de los 100 años como soldados de Caos en paz, pero en el proceso perdieron un poco de alma, de compasión. Su alma estaba corrompida, y ya no había marcha atrás, sólo debían obedecer a Caos.

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El capitulo terminó siendo más largo de lo que pensaba, y me tarde más tiempo de lo que imaginaba, pero ahí esta, un nuevo capítulo 

Es muy noche, pero no me importa yo voy a subir un nuevo capitulo. 

Bueno, gracias por leer, ya saben como siempre comenten les gusta y lo que no. 

Los quiero ❤. Bye. 

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