Capítulo 9-Blas
—¿Puedes repetírmelo otra vez?
Me muerdo el labio para no contestar de un modo agresivo a mi representante, no saldría bien parado. Todo esto me parece súper injusto. Siguen empeñados en que soy una atracción de feria a la que pueden llevar donde les dé la gana.
—YoutubeCome. Tú. Vas. A. Ir. Sin discusiones. Hemos terminado esta conversación. —Mi representante me escrudiña con la mirada, esperando que responda mal.
—¿Qué pinto yo ahí?
—Serás la imagen promocional. Todo el mundo sabe quién eres, y si saben que el gran Blas Cantó estará allí, los espectadores vía televisión subirán como la espuma.
Suspiro, resignado. Estoy harto de que me usen como imagen en todo tipo de cosas. Yo solo quiero disfrutar de mi música. Grabar un disco, hacer una gira promocional, con conciertos y firmas... Es mi sueño, y por culpa de este programa, no se está haciendo realidad.
Sin quererlo, acabo trasladando mis pensamientos a Rebeca. No puedo evitar recordar todos los momentos que pasamos juntos. No podré olvidar jamás aquel último beso, justo después de decirme que no le pasaba nada, que el tobillo no le dolía. Justo antes de que aquel rubio de bote lo destrozara todo.
No lo conozco, pero sé que si lo volviera a ver, lo reconocería al instante. Uno no se olvida tan fácil del chico que rompió mi relación.
—¡Hola!
Vuelvo a la realidad al ver a un chico rubio correr hacia mí. Y no, no es el mismo rubio. Sus ojos chispean alegría y empiezo a asustarme. Mato a mi mánager, en serio.
—¡Eres Blas Cantó! —Osea, que es fan—. ¡Madre mía, te adoro! Llevo viendo Tu Cara Me Suena desde la primera edición, cuando ganaste. ¡Estuvo increíble!
—Muchas gracias en serio. —Le doy un apretón de manos, haciéndolo chillar.
—Yo soy Carlos, aunque supongo que si estás aquí, ya debes de saber quien soy.
Ay, mierda... Debí prestar atención y no pensar en Rebeca mientras mi mánager hablaba. Seguro que habló de esto.
—Esto...
—No te preocupes, llevo una buena racha de gente que no tiene ni idea de que existo. Ven, te explicaré como va esto.
Empieza a parlotear sobre cosas que supuestamente yo ya debería saber, así que asiento y lo sigo como un buen chico.
—Por cierto, es muy probable que cuando me toque presentar la YoutubeCome, me hagan subirte al escenario.
—¿Y eso?
—Bueno, sabes imitar, y la gente quiere ver un buen espectáculo. Tranquilo, le pediré cosas fáciles, ya te avisaré de lo que debes prepararte.
Entramos en su camerino. Lo cierto es que el chico parece majo, tengo que buscar su canal de Youtube cuando vuelva a casa.
Entonces se abre la puerta. Una chica entra llorando, Carlos se gira y ella también.
—¿Rebeca?
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